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jueves, 21 de junio de 2018

EN BÚSQUEDA DEL GRAN ARQUITECTO DEL UNIVERSO




EN BÚSQUEDA DEL GRAN ARQUITECTO DEL UNIVERSO

¿A la pregunta de quién es el gran arquitecto del universo?Los francmasones responden a un principio superior, algunos dicen que es Dios, otros han decidido no responder, no se refieren a él, otros admiten su incapacidad para definirlo, para creerlo o no, ellos duda.

La brújula está abierta ampliamente, no hay límites, fronteras, dogmas que obstaculizan la búsqueda espiritual de los masones. A partir de ahí nos encontramos en el mundo de las posibilidades, los límites se rompen y abren el camino hacia lo infinito, lo absoluto, el todo.

El gran arquitecto puede aparecer como una abstracción, un concepto indefinible, tan grande que lo es todo, como una extensión sin horizonte, un universo, una libertad total, un absoluto, un poder sin restricciones. Sin embargo, muy concreto en su relación con la construcción arquitectónica ordenada, motor indispensable y combustible en el camino de nuestra elevación espiritual.

Para los creyentes, los religiosos son globalidad y detalles, pero tienen además una representación que los conecta.

Desde lo infinito, desde lo absoluto, todos tenemos una representación personal influenciada y construida por nuestro entorno, nuestra educación, nuestra cultura. Pero tan pronto como alcanzamos la edad de la razón, comenzamos a pensar, dar un paso al costado, un paso al lado de los dogmas que nos impusieron los religiosos en su forma más rigurosa. Construimos una imagen personal de nuestro gran arquitecto, las imágenes impuestas no son suficientes, necesitamos otro grado.

La religión conecta a los hombres entre sí y con Dios o los Dioses.Masonería es como una esponja que absorbe todas las tradiciones, en el espacio y tiempo, ofrece una espiritualidad que abarca ruta, un punto por encima que antes de que hubiera dicho René Guénon, no sin contención, de todos modos es una puerta abierta, un puente para cruzar, pero sobre todo una escalera para escalar, apoyado contra la montaña, para respirar el aire fresco de los picos. Ella se deshace de todas las limitaciones, crea un espacio vacío para dar la bienvenida a lo mejor de nosotros mismos, requiere un máximo de trabajo en uno mismo, para reconstruirse, este trabajo es difícil y puede hacerse solo por una conciencia del la existencia de un principio superior, al cual cada uno atribuirá el nombre que quiere. Depende de nosotros escalar las alas del fénix y el pelícano, el fénix que nos regenera y el pelícano que abre nuestros corazones para ir al otro. Esta otra más cercana a nosotros, esencial para hacer crecer nuestra espiritualidad al mismo tiempo que nuestra fraternidad.

Jean Francois,

http://www.lafrancmaconnerieaucoeur.com/page/7

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