AMIGOS DEL BLOG

lunes, 30 de noviembre de 2015

El gen perdido

El gen perdido

Un documento muy curioso fue encontrado en Kansas City, en una noche de 23 de diciembre 1910. Este documento estaba envuelto en chapa de metal con propiedades muy curiosas. Había símbolos escritos en él y en su interior había algo que podría ser identificado como “placas”, con varios signos que parecían formar un texto.
libro
El artefacto curioso fue enviado a un complejo militar, donde fue investigado durante años, hasta que finalmente lograron descifrarlo en 1994. El descubrimiento fue ocultado, pero se filtró a la Internet después de un asalto por desconocidos que entraron en el complejo, a pesar de la alta seguridad robaron el artefacto y la traducción del documento.
La traducción formó el siguiente mensaje:
separador
El propósito de enviar este mensaje será evidente al final del mismo. Estamos seguros de que alguien lo traducirá y sembrará el el pánico incluso hasta en los más escépticos.
Esto es casi un memorandum. Un informativo. Ahora, vamos a empezar por el principio de la historia:
Nuestra historia comienza en una época pasada. La sociedad realmente funciona. Los individuos están conectados todo el tiempo a una red que permite contactar a cualquier persona del mundo en cuestión de milisegundos.
La sociedad se rige por un sistema político diferente, basado en la ciencia y la razón. Las decisiones son tomadas por los ancianos más sabios en las principales esferas de la ciencia. Por así decirlo, actúan como ministros de un gobierno democrático-republicano, solo que su objetivo no es imponer impuestos a pagar por la población, y mucho menos crear leyes para mantener al país en un estado de insomnio: su función es mejorar y seleccionar cualidades para la evolución.
prometeo
De acuerdo con la teoría de la evolución, los organismos vivos están sujetos a adaptarse al ambiente en que viven, y adquirir ciertas mutaciones que son anexadas a su genética para asegurar su supervivencia.
Lo que aconteció con nosotros fue al contrario: perdemos masa corporal, somos débiles, deformes, con la piel decolorada y más calvos. Todo el mundo parece aberracion de la naturaleza.
Los ancianos explican a menudo a la gente que esto sucedió debido a los años de evolución tecnológica: la medicina y la tecnología acabaron favoreciendo a los individuos que no sobrevivían, devaluando la ventajas genéticas. Por ejemplo, si una familia tiene una mayor resistencia contra un virus determinado, ¿qué pasara con ese gen si la medicina crea una vacuna para ese agente patológico? Sucederá que este gen se queda atrás y se perderá en el tiempo.
Por lo tanto, con el fin de recuperar los genes perdidos, después de una gran reunión, los ancianos decidieron un plan final que podría funcionar: crear una nueva raza, inteligente y genéticament más fuerte, con los genes que hemos perdido, utilizamos sus células y sus códigos genéticos para aplicar a nuestro pueblo, que resultaría en su fortalecimiento.
Usted debe estar preguntándose: “ya que la tecnología era tan avanzada, ¿por qué eligieron un método más complicado en lugar de simplemente cambiar los genes cuando el individuo se encuentra todavía en el feto?”. Para que vea como era de desesperada la situación, ya habíamos probado todo, y la manipulación de genes era un tabú en nuestra sociedad: los intentos anteriores para cambiar los genes de un ser de forman tan radical, hacían que en el futuro, ese ser con genes manipulados actuara de forma extraña con actitudes autodestructivas (cortarse las venas, quemarse, etc.) Los científicos no pueden explicar el por qué de estas reacciones, y no les restó más que quitarse su libre albedrío, haciendo de ellos eficientes guardias y trabajadores.
La especie que creamos tenía los mismos compuestos químicos de los seres de nuestro planeta: se compone de carbono, hidrógeno, oxígeno, fósforo y nitrógeno. Y esta vez, tuvimos cuidado de que tuviera todos los rasgos genéticos que hemos perdido en el pasado.
Empezamos poniendo una serie de grupos de estas criaturas en un sistema planetario artificial desarrollado por los ancianos. Las condiciones eran favorables para la vida, para el desarrollo próspero de la especie decidimos vigilar de cerca su evolución.
planeta
Los avances en la investigación eran muy lentos, pero con resultados muy prometedores. Los seres artificiales pronto comenzaron a vivir juntos, pero todavía no eran lo suficientemente buenos para saltar a la etapa de recogida de los genes. Aparentemente, había un pequeño avance en su inteligencia, lo que demostraba que estaban en evolución.
Pasaron los años, y ya era hora de saltar a la tan esperada etapa. Hemos empezado a recoger algunos individuos que se encontraban cerca del meridiano central del planeta. Por tener un físico más aventajado, parecían perfectos para el mejoramiento genético de nuestra población. Fueron llevadas a cabo sesiones de mejoramiento de genes patrocinadas por el gobierno para todos los ciudadanos. Parecía que la investigación finalmente arrojaba sus frutos.
Sin embargo, nos encontramos con un problema.
Quién recibía el mejoramiento genético, aunque su físico se había alterado en pocos días, acababan heredando las mismas deficiencias de los guardias y los trabajadores: se volvían locos, desanimados y con tendencias hacia la autodestrucción. Pero su libre albedrío no fue eliminado.
Ninguno de los involucrados en la investigación podría explicar por qué sucedió esto. Mientras que la raza artificial seguía evolucionando y construyendo imperios en su sistema planetario (apodado “la guarderia” por algunos científicos), hubo pánico en nuestro mundo cuando se descubrió una nueva raza de seres reptiles a unos 200 años luz de donde nuestra raza estaba establecida.
El problema era el hecho de que son seres hostiles y militarmente más avanzadas. Dominaban varias colonias, y se acercaban a la capital.
alien
Los ancianos tomaron una decisión firme: viendo que era casi inminente la esclavización del pueblo, mandaron una pequeña parte de la población a un hiper salto, enviándolos a una estrella de la constelación de Centauro, en donde no serían localizados.
A pesar de la tragedia y la esclavitud de nuestro pueblo, la investigación continuó con la especia artificial. Por encima de todo, recuperar la fuerza de nuestra especie era una prioridad.
Cada pocos años, hemos enviado equipos de científicos para investigar la situación en el planeta. Con nuestro imperio amenazado, tuvimos que acelerar el proceso de evolución, enseñando un poco de lo que hemos aprendido a los seres artificiales: la geometría, la astronomía y las matemáticas. Sin embargo, no parece haber sido una buena idea interferir con eso.
Comenzaron a vernos como Dios, y junto con eso, manifestaron las conductas autodestructivas adquiridas por ellos. Crearon armas y lucharon. La investigación estaba mostrando signos de ser un fracaso, hasta que uno de nuestros científicos, llamado Arcano, vio una peculiaridad en las criaturas.
dios prometeo
Desde su punto de vista, Arcano cree que la raza de reptiles ha evolucionado de una manera similar a la raza artificial. Por eso, llamó la atención sobre uno de los imperios que se habían formado en una de las penínsulas de ” la guardería” y teorizó que nuestros enemigos actuaban de una manera similar. De esa manera, podíamos analizar las debilidades de ese imperio y aplicarlas en nuestro odioso enemigo.
La investigación ganaba un nuevo significado. Mientras una parte de nuestros científicos dirigieron su atención en cómo derrotar a nuestro enemigo, otra parte del equipo continuó con el objetivo principal, que era recuperar los genes perdidos de nuestra civilización.
El resto de nuestra civilización declaro la guerra contra los que esclavizaron a nuestra gente. La guerra duró muchos años, durante milenios. Pero finalmente lograron liberarse y recuperar algo de lo que era nuestro. Los reptiles desaparecieron y finalmente podríamos reconstruir nuestra civilización.
Hasta ahora, la búsqueda continúa, y continuaremos recogiendo sus genes, esperando algún día poder recuperar nuestra antigua forma. El equipo científico encontró incluso una manera de poner a uno de nosotros para gobernar las experiencias y controlarlos en prácticamente cualquier aspecto que favorezca a nuestro objetivo.
Creamos enfermedades, enseñamos la fisión nuclear y provocamos catástrofes en la civilización
El estado actual de la investigación es tan avanzado que parece que pronto podremos empezar a recoger las muestras y dar inicio a la ultima etapa de “culminación” de la experiencia. Una vez que se ha demostrado que los seres artificiales son imperfectos.
Si, finalmente descubrimos el defecto. Lo que tornaba al mejoramiento genético un fracaso.
Todo indica que cuando procesábamos al candidato para la mejora genética, sus cerebros mutaban a algo muy parecido con la fisionomía de los seres artificiales que creamos. Adquirían comportamientos sueltos, se volvían tercos, sentía miedo, amor, tristeza. Y entraban en pánico por ser tan diferentes a los otros individuos a su alrededor, volcándose a la autodestrucción.
Y eso es lo que más intriga: ¿cómo podemos definir esta autodestrucción? Creo que esta es la característica más llamativa de del Homo Sapiens.
Es mejor terminarlos antes de que ellos mismos se exterminen.
separador
Había una página más de la traducción, que eventualmente se dañó. Hasta hoy, nadie sabe de dónde vino el artefacto o cuáles son sus orígenes: si se trataba de un futuro lejano o de otro planeta. Lo que importa es la curiosa historia. ¿Acaso será la humanidad un mero experimento? ¿Hay vida fuera del planeta?
Las preguntas podrían extenderse por un largo tiempo. Pero hasta entonces, sólo podemos esperar y mirar las estrellas.
http://marcianosmx.com/gen-perdido/

domingo, 29 de noviembre de 2015

En busca de una tierra misteriosa (3)

En busca de una tierra misteriosa (3)


Para la arqueología es fatal confundir los edificios del período Inca, en Perú, o de Moctezuma y sus caciques en México, con los monumentos más antiguos indígenas. Mientras Cholula, Uxmal, Quiché, Pachacamac y Chichen estaban en su apogeo en el momento de la invasión de los españoles, existían centenares de vestigios de ciudades y monumentos que estaban en ruina ya en aquella época y cuyo origen ignoraban los incas y los caciques conquistados, así como los españoles. Innegablemente, eran los restos de una civilización desconocida y ahora extinta. La exactitud de tal hipótesis es corroborada por la extraña y misteriosa forma de las cabezas y los perfiles de las figuras humanas sobre los monolitos de Copán. Al principio, la pronunciada diferencia entre los cráneos de estas razas y los de los indoeuropeos, se atribuyó a los medios mecánicos que las madres usaron para dar una conformación particular a la cabeza de sus niños durante la infancia, tal como ocurre en otras tribus y poblaciones. Sin embargo, el mismo autor nos dice: “el descubrimiento de una momia conteniendo un feto de ocho meses, demuestra que ésta era la conformación del cráneo, poniendo en entredicho el fundamento de la hipótesis de los medios mecánicos“. Además de las hipótesis, tenemos una prueba científica e irrefutable según la cual, en un pasado remoto, hace varios miles de años, en Perú debió haber existido una gran civilización.


Hoy se tiene un buen conocimiento del guano (huano) peruano acumulado en las islas del Pacífico y en la costa sudamericana. Es un fertilizante muy útil compuesto por los excrementos de las aves marinas, mezclado con sus cuerpos en descomposición, huevos, restos de foca, etc. Humboldt fue el primero que, en 1804, lo descubrió, dirigiendo la atención del mundo sobre el asunto. Mientras describe los depósitos de guano que cubren las rocas de granito de Chincas y de otras islas, alcanzando la altura de decenas de metros, afirma que “la acumulación de guano durante los 300 años anteriores a la conquista, habían formado sólo algunos centímetros de espesor”. Por lo tanto, para saber cuántos millares de años se necesitaron para constituir este deposito de varios metros, es una simple cuestión de cálculo. En esta coyuntura, citaremos algo de un descubrimiento tratado en el libro “Las Antigüedades Peruanas“, escrito por el Doctor Edwin. R. Heath: “En las islas Chinca, a una profundidad de una veintena de metros bajo tierra, se descubrieron ídolos de piedra y vasijas; mientras a una decena de metros se encontraron ídolos de madera. Tras del guano, en las islas Guanapi, al sur de Truxillo y Macabi al norte, se exhumaron momias, pájaros, huevos de pájaros y ornamentos de oro y plata. En Macabi, los labriegos encontraron algunos grandes y valiosos vasos dorados que rompieron, repartiendo los fragmentos entre ellos, a pesar de que se les ofreció lo correspondiente al peso, en monedas de oro. Así, estas reliquias de gran interés para la ciencia se han perdido para siempre. Aquél que pueda determinar los siglos necesarios para que se deposite una veintena de metros de guano en estas islas, teniendo presente que desde la conquista, hace 300 años, no se ha notado ningún aumento apreciable en espesor, puede daros una idea de la antigüedad de estas reliquias“.


Si nos atenemos a un cálculo estrictamente matemático, atribuyendo 12 líneas a cada 2,54 centímetros y asignando una línea a cada siglo, nos vemos obligados a aceptar que los artífices de estos vasos preciosos nos antecedieron en la astronómica cifra de 864.000 años. Aun reconociendo un amplio margen de error y adjudicando 2,54 centímetros por cada siglo, llegamos a una civilización que existía hace 72.000 años, la cual es comparable y en algunas cosas superiores, a la nuestra, si consideramos sus obras públicas, la durabilidad de las construcciones y la grandiosidad de los edificios. Al tener unas ideas muy claras de la periodicidad de los ciclos, que incluyen al mundo, a las naciones, a los imperios y a las tribus, estamos convencidos que nuestra civilización moderna es el alba más reciente de lo que ya se presenció un sinnúmero de veces en este planeta. Quizá no sea ciencia exacta, sin embargo es una lógica inductiva y deductiva, que se basa en teorías menos hipotéticas y más tangibles que muchas otras teorías consideradas rigurosamente científicas. Usando las palabras del profesor T. E. Nipher, de St. Louis, diremos: “no somos los amigos de la teoría, sino de la verdad“. Y hasta que ésta se encuentre, acogeremos toda nueva teoría, a pesar de su impopularidad al principio, no sea que rechacemos, en nuestra ignorancia, la piedra que, con el tiempo, pueda llegar a ser la mera piedra angular de la verdad. “Los errores de los científicos son innumerables, no porque son científicos, sino porque son seres humanos“, dice el mismo hombre de ciencia y enseguida cita las nobles palabras de Faraday: “ejercer el juicio debería conducir, ocasional y frecuentemente, a la reserva absoluta. Suspender una conclusión puede resultar desagradable y una gran fatiga. Sin embargo, como no somos infalibles, deberíamos proceder con cautela“. 


Es improbable que se haya tratado de redactar un relato minucioso de las llamadas antigüedades americanas, excepción hecha para algunas de las ruinas más prominentes. Si queremos desenmarañar la historia de la religión, la mitología y, aun más importante, el origen, el desarrollo y la agrupación final de las especies humanas, debemos confiar en la búsqueda arqueológica y debemos empezar reuniendo las imágenes del pensamiento antiguo, más elocuente un su forma estacionaria que en la expresión verbal, la cual, en sus profusas interpretaciones, se presta fácilmente a ser distorsionada de mil maneras. Esto nos proporcionaría un indicio más fidedigno. Las sociedades arqueológicas deberían tener una enciclopedia entera con los restos del mundo, integrando las especulaciones más importantes sobre cada localidad. Ya que, a pesar de lo fantástico y lo descabellado que algunas de estas teorías pueden parecer a primera vista, cada una tiene una posibilidad de demostrarse útil en algún momento. A menudo, según Max Müller, es más beneficioso saber lo que una cosa no es que saber lo que es. El examen de las antigüedades peruanas se basa, principalmente, en la interesante relación del doctor Heath, que hemos mencionado anteriormente. Según Helena Blavatsky, nosotros, los europeos, estamos emergiendo del fondo de un nuevo ciclo y nos encontramos en el arco ascendente, mientras los asiáticos, especialmente los hindúes, son los restos que permanecen de las naciones que poblaban al mundo en los ciclos anteriores.


Si los arios procedieron de los americanos arcaicos o si éstos de los arios prehistóricos, es una cuestión que ningún ser humano puede dirimir. Sin embargo, es más fácil probar que contradecir la existencia de una relación íntima, entablada en algún tiempo, entre los arios antiguos, los habitantes prehistóricos de América, cualquiera que fuese su nombre, y los egipcios arcaicos. Probablemente, si esta relación era una realidad, debe haberse desarrollado en un período en que el océano Atlántico no había aún dividido los dos hemisferios, como ocurre actualmente. En el libro “Las Antigüedades Peruanas“, el doctor Heath, una especie rara entre los científicos, un buscador intrépido que acepta la verdad dondequiera que la encuentre, resume sus impresiones de las reliquias peruanas de esta forma: “Por tres veces, los Andes se sumergieron centenares de metros por debajo del nivel oceánico y lentamente, volvieron a asumir su altura actual. La vida humana sería excesivamente breve para contar, aún, los siglos que se intercalaron en esta operación. La costa peruana se ha levantado una veintena de metros desde que Pizarro desembarcó. Suponiendo que los Andes se hayan alzado de manera uniforme y sin interrupción, deben haber transcurrido 70 mil años para que alcanzaran su presente altura“.

. . 

¿Quién sabe, entonces, si la idea fantástica de Julio Verne, con respecto a la Atlántida perdida, pueden acercarse a la verdad? ¿Quién puede decir que, anteriormente, donde ahora se extiende el océano Atlántico, no se elevara un continente cuya densa población era muy adelantada en las artes y las ciencias y tan pronto como se dio cuenta que su tierra estaba hundiéndose, algunos emigraron hacia oriente y otros hacia occidente, instalándose en los dos hemisferios? Esto explicaría la similitud de sus estructuras arqueológicas, sus razas y sus diferencias modificadas y adaptadas al carácter de sus respectivos climas y países. He aquí la razón por la cual la llama y el camello difieren, aun perteneciendo a la misma especie; así como algunas especies de árboles. Además, explica por qué los indios Iroqueses de Norteamérica y los árabes más antiguos, usan el mismo nombre cuando se refieren a la constelación de la ‘Osa Mayor’. Las naciones que vivieron aisladas y a oscuras de su mutua existencia, dividen el Zodíaco en doce constelaciones, dándoles los mismos nombres. Y los hindúes del Norte llaman Andes a los Himalayas, como lo hacen los sudamericanos con su cadena montañosa. ¿Acaso debemos caer en la antigua idea de que la única manera de poblar el hemisferio occidental era a través del Estrecho de Behring? ¿Tal vez hay que seguir ubicando un Edén geográfico en oriente?


A donde sea que uno se dirija en la exploración de las antigüedades americanas, la primera cosa que nos impacta es la magnitud de estas reliquias que se remontan a edades y a civilizaciones desconocidas y, luego, su extraordinaria similitud con los montículos y las antiguas estructuras de la India, de Egipto y también de algunas partes de Europa. Quien ha visto uno de estos montones de tierra los ha visto todos. Quien se ha encontrado frente a una de estas estructuras ciclópeas en un continente, tiene una idea suficientemente exacta del aspecto de aquellas de otro continente. Basta decir que sabemos aun menos de la edad de las antigüedades americanas que de las del valle del Nilo, acerca de las cuales ignoramos casi todo, aunque algunos se piensan que lo saben todo. Sin embargo, no obstante su forma exterior, su simbolismo es, evidentemente, lo mismo en Egipto, en la India y en otros lugares. Así, considerando la gran pirámide de Cheops, el vasto montículo de cuarentena de metros de altura, situado en la planicie de Cahokia, cerca de St. Louis (Missouri), cuya longitud y anchura miden casi un kilómetro, y el montículo en la orilla de Brush Creek, en Ohio, uno no sabe si admirar más la precisión geométrica elaborada por los maravillosos y misteriosos constructores en la forma de sus monumentos o el simbolismo oculto que evidentemente buscaban expresar.


El montículo en Ohio representa a una serpiente que mide más de mil pies. Se enrosca con gracia en curvas sinuosas, terminando en una espiral triple en la cola. “El terraplén que constituye la efigie mide un metro y medio de altura con una base en el centro del cuerpo de diez metros que va disminuyéndose levemente hacia la cola“. El cuello está extendido y la boca abierta mantiene, en sus fauces, una figura oval. Los investigadores escriben: “Este oval, constituido por un terraplén de un metro y veinte centímetros de altura, tiene un perfil perfectamente regular y sus diámetros horizontales y verticales miden, respectivamente, 28 y 2 metros“. El todo representa la idea cosmológica universal de la serpiente y del huevo. Esta es una deducción fácil. ¿Cómo ocurrió que este gran símbolo de la sabiduría hermética del antiguo Egipto, estuviera representado en Norteamérica? ¿Cómo es que los edificios sagrados descubiertos en Ohio y en otros lugares, estos cuadrados, círculos, octágonos y otras figuras geométricas en los que se reconocen fácilmente la idea prevaleciente de las cifras pitagóricas sagradas, parecen ser copiados del Libro de los Números? A pesar del silencio completo, tocante a su origen, aun entre las tribus indígenas, que por otro lado han preservado sus tradiciones, la antigüedad de tales ruinas es probada por los bosques más vastos y más antiguos que crecen en las ciudades enterradas.


Los prudentes arqueólogos americanos les han asignado generosamente dos mil años. Sin embargo, afirman que: “probablemente, trasciende el poder de la investigación humana contestar quién las edificó y si sus artífices emigraron, desaparecieron bajo el yugo de los ejércitos victoriosos o si fueron aniquilados por alguna epidemia pavorosa o una hambruna universal”. Los primeros habitantes de México, acerca de los cuales la historia conoce algo, fueron los Toltecas. Se supone que vinieron del norte y entraron en el valle del Anáhuac en el séptimo siglo después de Jesucristo. Se les acredita, también, la construcción de algunas de las grandes ciudades, cuyas ruinas aun existen en América central, donde se esparcieron en el siglo once. En este caso, deben haber sido los escultores de los jeroglíficos tallados en algunas reliquias. Entonces, ¿por qué el sistema pictórico de escritura de México, que fue usado por los conquistados y aprendido por los conquistadores y sus misioneros, no provee, aún, ninguna clave interpretativa para los jeroglíficos de Palenque, Copán y de Perú? Además, ¿quiénes eran y de dónde procedían estos toltecas civilizados? ¿Quiénes son los aztecas que les sucedieron? Aún entre los sistemas jeroglíficos de México existen algunos que permanecieron indescifrables para los intérpretes extranjeros. Estamos hablando de los llamados esquemas de astrología, accesibles en la colección publicada de Lord Kingsborough, y que se consideran simplemente como algo puramente figurativo y simbólico: “cuyo uso era limitado a los sacerdotes y a los vates, y además poseían un significado esotérico“. Muchos jeroglíficos en los monolitos de Palenque y Copán tienen el mismo carácter. “Los sacerdotes y los vates” fueron diezmados por los católicos fanáticos y, por lo tanto, el secreto murió con ellos.


Casi todos los terraplenes norteamericanos siguen una conformación en forma de terraza y ascienden mediante amplios escalones, a veces cuadrados, otras hexagonales u octagonales. Sin embargo se parecen, en todos los aspectos, a los teocallis mexicanos y a los topes indos, teniendo en cuenta que en la India estos últimos se atribuyen al trabajo de los cinco Pandavas de la Raza Lunar. Sin duda, la saga nacional india es el Mahabharata. Es el más popular de todos los libros sagrados. Contiene, como un interludio, el Bhagavad Gita, el evangelio nacional. Pero, con ello, es también un poema épico. La historia de la divina encarnación, Krishna, como es llamada, ha sido sintetizada en una inmensa balada y poema épico militar de desconocida antigüedad. De este poema épico el tema principal es un conflicto entre dos familias de primos, los hijos de Pandu y los hijos de Dhritarashtra —o los Pandavas y los Kauravas, o Kurus—. También los monumentos y los monolitos ciclópeos en las riberas del Lago Titicaca, en la república boliviana, se atribuyen a gigantes, los cinco hermanos desterrados procedentes de “más allá de las montañas“. Adoraban a la luna como su progenitora y antecedieron a los “Hijos y a las Vírgenes del Sol“. Nuevamente, es muy obvio que la tradición Aria se intercala con la sudamericana, en cuanto a las razas lunares y solares: Sûrya Vansa y Chandra Vansa, vuelven a aparecer en América.


https://oldcivilizations.wordpress.com/2011/08/09/en-busca-de-una-tierra-misteriosa/

sábado, 28 de noviembre de 2015

En busca de una tierra misteriosa (2)

En busca de una tierra misteriosa (2)

Después de Alexander von Humboldt vinieron Stephens, Catherwood y Squier, mientras en Perú trabajaban D’Orbigny y el doctor Tschuddi. Desde entonces, numerosos viajeros afluyeron a estos sitios, dándonos detalles minuciosos acerca de las vastas antigüedades. Sin embargo, nadie sabe cuántas más se quedan inexploradas y aun desconocidas. En lo que concierne a los edificios prehistóricos, Perú y México son comparables con Egipto. Se asemejan a la tierra de los faraones en la inmensidad de sus estructuras ciclópeas. Perú la supera en cantidad y Cholula rebasa a la gran pirámide de Cheops en anchura, si no en altura. Las murallas, las fortificaciones, las terrazas, los canales, los acueductos, los puentes, los templos, los cementerios, ciudades enteras y las calles exquisitamente pavimentadas, serpentean por centenares de millas en una línea interrumpida, cubriendo la tierra como si fueran una red. En la costa, las construcciones son de tabiques y en las montañas de cal porfídica, granito y arenisca de sílice. La historia no sabe nada de las largas generaciones de los artífices de estas obras y aun la tradición guarda silencio. Obviamente, una exuberante vegetación ha cubierto la mayoría de estos restos líticos. Selvas enteras han surgido de los corazones rotos de las ciudades y, aparte de algunas excepciones, todo está en ruina. Sin embargo, lo que permanece nos da una idea de lo que fue en su tiempo.


Los historiadores españoles hacen remontar casi todas las ruinas a los Incas. Este es un gran error. Los jeroglíficos que, a veces, cubren íntegramente las murallas y los monolitos, siguen siendo siempre letra muerta para la ciencia moderna, así como lo eran para los Incas, cuya historia puede ser reconducida hasta el siglo XI. Los Incas ignoraban el significado de estas inscripciones, atribuyéndolas todas a sus antepasados desconocidos, desacreditando la suposición según la cual descendían de los primeros seres que civilizaron su país. Inca es el título quechua para el jefe o emperador y el nombre de la raza o, mejor dicho, la casta regente y más aristocrática de la tierra que gobernó durante un período desconocido antes de la conquista española. Según algunos, su primera aparición, procedentes de regiones desconocidas, se remonta al 1021, en Perú. Otras conjeturas los reconducen a cinco siglos después del “diluvio” bíblico, conforme a la teología cristiana. Sin embargo, esta última teoría se acerca a la verdad más que la otra. Los Incas, considerando sus privilegios exclusivos, su poder e “infalibilidad”, son la contraparte americana a la casta brahmánica de la India.


Análogamente a esta última, los Incas afirmaban descender directamente de la Deidad que, como en el caso de la dinastía Suryavansa inda, era el Sol. Según una única tradición general, en un tiempo la población completa del Nuevo Mundo estaba fragmentada en tribus independientes, beligerantes y bárbaras. Finalmente, la deidad “Superior“, el Sol, se enterneció, y a fin de rescatar a esta gente de la ignorancia, envió a la tierra a sus dos hijos: Manco Capac y su hermana y mujer, Mama Ocollo Huaco, con la misión de instruir a los terrícolas. Nuevamente, ellos eran la contraparte del Osiris egipcio y su hermana y mujer Isis y también de los innumerables dioses, semidioses hindúes y sus cónyuges. Estos dos aparecieron en una isla hermosa en el lago Titicaca y se dirigieron hacia el norte, a Cuzco, que enseguida se convirtió en la capital de los Incas, donde empezaron a diseminar su civilización. La pareja divina, reuniendo las varias razas peruanas, empezó a asignarles sus deberes. Manco Capac enseñó a los hombres la agricultura, la legislación, la arquitectura y las artes. Mama Ocollo instruyó a las mujeres a tejer, hilar, bordar y en los quehaceres domésticos. Hace tres años, en el segundo volumen de “Isis sin Velo” Helena Blavatsky escribió: “Un día se descubrirá que el nombre América está íntimamente relacionado con Meru, la montaña sagrada en el centro de los siete continentes“. Los primeros descubridores de América se percataron de que algunas tribus oriundas llamaban a dicho continente Atlanta. En los estados de América Central encontramos el nombreAmerih que significa, análogamente a Meru, una gran montaña. Se desconoce también el origen de los indios Kamas americanos.


Los Incas afirman que descienden de esta pareja celestial. Sin embargo, ignoraban por completo quiénes fueron los artífices de las magníficas ciudades, ahora en ruinas, esparcidas en el área de su imperio, que entonces se extendía desde el ecuador hasta a más de 37 grados de latitud, incluyendo no sólo la vertiente occidental de los Andes, sino la cadena montañosa completa con sus faldas orientales, hasta el río Amazonas y el Orinoco. Como directos descendientes del Sol, ellos tenían la exclusividad para ser los altos sacerdotes de la religión de estado, así como también los emperadores y los estadistas más importantes en la tierra. En virtud de esto, y análogamente a los brahmanes, se otorgaron una superioridad divina sobre los mortales ordinarios, instituyendo, como los “nacidos dos veces” una casta exclusiva y aristocrática: la raza Inca. Todo Inca reinante, al ser considerado un hijo del Sol, era un alto sacerdote, el oráculo, el caudillo en la guerra, un soberano absoluto, desempeñando el doble oficio de Papa y Rey, anticipando, mucho tiempo antes, el sueño de los pontífices romanos. Sus órdenes se ejecutaban sin vacilar, su persona era sagrada y era el objeto de honores divinos. Los oficiales superiores no podían presentarse ante él con zapatos.


La señal de respeto nos reconduce, nuevamente, a un origen oriental. Mientras el ritual de perforar las orejas de la prole de sangre real, insertando anillos dorados: “cuyo tamaño se incrementaba a la par que adelantaban en el estado social, hasta que la extensión del cartílago se convertía en una deformación“, sugiere una semejanza extraña entre los retratos esculpidos de muchos de ellos y las imágenes de Buda y de algunas deidades y aun de los dandis del siglo XIX en Siam, Burma y la India meridional. Una vez más, haciéndonos eco de los días gloriosos del poder brahmánico en la India, nadie tenía el derecho de ser instruido o estudiar la religión, excepción hecha para la casta privilegiada Inca. Cuando el rey Inca fallecía o era víctima de un homicidio y “era llamado a casa, a la mansión de su padre“, durante la ceremonia de sus exequias se hacía morir con él un amplio número de sus servidores y consortes. Esto es similar a los antiguos anales de Rajasthán (Rajputana) y hasta a la costumbre teóricamente abolida del Sutti. En la sociedad india, la mujer era tratada en general como una sirvienta o esclava, sin poder de decisión o de valerse por sí sola. Debía seguir a su esposo en todos los asuntos. La mujer podía ser entregada como parte de pago de una deuda de juego. Como muestra de devoción, era obligada a quemarse viva en la fogata fúnebre de su marido como parte del ritual para honrar su muerte. Esta práctica, conocida como “sutti”, continuó hasta fines del siglo XVII cuando finalmente se derogó a pesar de la oposición de los líderes religiosos. A pesar de haber sido prohibida oficialmente, la práctica del sutti continuó hasta fines del siglo XIX y aún se realiza en algunas aldeas remotas de la India. En ciertas regiones, la mujer era ofrendada a los religiosos como concubinas o prostitutas para ser explotadas o se las sacrificaba para satisfacer a los dioses hindúes o para pedir que llueva.


Al tener presente todo esto, el arqueólogo no puede satisfacerse con la breve observación de ciertos historiadores según los cuales: “en esta tradición discernimos sólo otra versión de la historia de la civilización común a todas las naciones primitivas y el fraude de una relación celestial mediante la cual los gobernantes intrigantes y los sacerdotes astutos, han tratado de asegurarse su ascendencia entre los hombres“.Por lo tanto, no es una explicación decir que Manco Capac es casi la contraparte exacta del Fohi chino, el Buda hindú, el Osiris egipcio terrenal, el Quetzalcoatl mexicano y el Votan de América central, ya que todo esto es muy evidente. Lo que queremos aprender es cómo estas naciones, situadas en las antípodas: India, Egipto y América, llegaron a tener tan extraordinarios aspectos comunes, no sólo en sus prácticas religiosas generales y en sus ideas políticas y sociales; sino que, a veces, hasta en los detalles más diminutos. La tarea imperante consiste en descubrir quién vino primero y en explicar cómo esta gente llegó a sembrar, en los cuatro puntos cardinales de la tierra arquitectura y artes casi idénticas, a menos que, hubiera un tiempo durante el cual, según afirma Platón y más de un arqueólogo moderno cree, no se necesitaba ningún barco para tal viaje; pues los dos mundos formaban un sólo continente.


Según algunas investigaciones, sólo en los Andes existen cinco estilos arquitectónicos diferentes, de los cuales, el templo del Sol en Cuzco es el más moderno. Y ésta es, quizá, la única estructura relevante que, según los viajeros actuales, puede seguramente atribuirse a los Incas, cuyas glorias imperiales, según se estima, fueron el último brillo de una civilización remota. El Doctor Edwin. R. Heath, de Kansas, en los Estados Unidos, piensa que: “mucho antes de Manco Capac, los Andes habían sido la morada de razas cuyos orígenes deben haber correspondido con el de los salvajes de Europa occidental. La arquitectura gigantesca indica una relación con los fundadores de la torre de Babel y de las pirámides egipcias…. La manera de sepultar y preservar a sus fallecidos apunta también a Egipto“. Más tarde, este viajero erudito descubrió que los cráneos extraídos de los sitios de sepultura representan a tres razas distintas: los Chinchas, que se instalaron .en la parte occidental de Perú: de los Andes hasta el Pacífico; los Aymaras, los habitantes de las tierras altas de Perú y Bolivia, en la parte meridional de la orilla del lago Titicaca y los Huancas que “ocuparon la meseta entre las cadenas andinas, el lado norte del lago Titicaca, hasta el grado noveno de latitud sur“.


https://oldcivilizations.wordpress.com/2011/08/09/en-busca-de-una-tierra-misteriosa/

viernes, 27 de noviembre de 2015

En busca de una tierra misteriosa (1)

En busca de una tierra misteriosa (1)

Al observar las imponentes ruinas de Memphis o Palmira, al encontrarse con la gran pirámide de Ghiza, al recorrer el Nilo o al pasear por las ruinas de la misteriosa Petra, que durante mucho tiempo se creyó perdida, se llega a la conclusión de que, a pesar del origen vago y nebuloso de estas reliquias históricas, se disciernen ciertos fragmentos que proporcionan una base sólida sobre la cual elaborar algunas conjeturas. Menfis fue la capital del Imperio Antiguo de Egipto. Estaba situada al sur del delta del río Nilo, en la región que se encuentra entre el Bajo y el Alto Egipto. Fundada alrededor del 3050 a. C. por el primer faraón de Egipto, Menes, las ruinas de la ciudad se encuentran 19 km al sur de El Cairo, en la ribera occidental del Nilo. El dios local fue Ptah. Durante gran parte de la historia egipcia, Menfis fue la ciudad más importante del país y el centro económico del reino, capital indiscutible desde la dinastía I a la VIII, resurgiendo durante el reinado de Ramsés II y Merenptah. Cuando otras ciudades como Tebas, Pi-Ramsés, Tanis o Sais ostentaban la capitalidad, seguía siendo denominadaBalanza de las Dos Tierras, el más importante centro del país. Por su parte, Palmira fue una antigua ciudad nabatea situada en el desierto de Siria, en la actual provincia de Homs, a 3 km de la moderna ciudad de Tadmor o Tadmir, (versión árabe de la misma palabra aramea “palmira“, que significa “ciudad de los árboles de dátil“). En la actualidad sólo persisten sus amplias ruinas, que son foco de una abundante actividad turística internacional. La antigua Palmira fue la capital del Imperio de Palmira bajo el efímero reinado de la reina Zenobia.


Petra es un importante enclave arqueológico en Jordania, y la capital del antiguo reino nabateo. El nombre de Petra proviene del griegoπέτρα, que significa piedra. Y su nombre es perfectamente adecuado; no se trata de una ciudad construida con piedra, sino, literalmente, excavada y esculpida en la piedra. El asentamiento de Petra se localiza en un valle angosto, al este del valle de la Aravá, que se extiende desde el mar Muerto hasta el Golfo de Aqaba. Los restos más célebres de Petra son sin duda sus construcciones labradas en la misma roca del valle (hemispeos). En particular los edificios conocidos como la Khazneh (la Tesorería) y el Deir (el Monasterio). Fundada en la antigüedad hacia el final de siglo VII a. C. por los edomitas, fue ocupada en el siglo VI a. C. por los nabateos, que la hicieron prosperar gracias a su situación en la ruta de las caravanas que llevaban el incienso, las especias y otros productos de lujo entre Egipto, Siria, Arabia y el sur del Mediterráneo. Hacia el siglo VIII, el cambio de las rutas comerciales y los terremotos sufridos, condujeron al abandono de la ciudad por sus habitantes. Cayó en el olvido en la era moderna, y el lugar fue redescubierto para el mundo occidental por un explorador suizo, Johann Ludwig Burckhardt, en 1812. Numerosos edificios, cuyas fachadas están directamente esculpidas en la roca, forman un conjunto monumental único que, a partir del 6 de diciembre de 1985, está inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO. La zona que rodea el lugar es también, desde 1993, Parque Nacional arqueológico. Desde el 7 de julio de 2007, Petra forma parte de las Nuevas Siete Maravillas del Mundo.


Helena Blavatsky, también conocida como Madame Blavatsky, cuyo nombre de soltera era Helena von Hahn y luego de casada Helena Petrovna Blavátskaya, (1831 – 1891), fue una escritora, ocultista y teósofa rusa. Fue también una de las fundadoras de la Sociedad Teosófica y contribuyó a la difusión de la Teosofía moderna. Sus libros más importantes son Isis sin velo y La Doctrina Secreta, escritos en 1875 y 1888, respectivamente. En sus escritos, de gran erudición, se refirió a una serie de civilizaciones antiguas, algunas de ellas perdidas, que han servido de inspiración a escritores posteriores que han tratado estos temas. Me he basado en algunos de sus escritos para redactar este artículo.


No obstante la espesa niebla tras la que se esconde la historia de estas antigüedades, existen algunas zonas despejadas a través de los cuales uno vislumbra la luz. Conocemos a los descendientes de los constructores. También estamos familiarizados, aunque superficialmente, con la historia de las naciones cuyos vestigios nos rodean. Sin embargo, no ocurre lo mismo con las antigüedades del Nuevo Mundo en las dos Américas. A lo largo de la costa peruana, en el istmo centroamericano, en todo Norteamérica, en los cañones de las Cordilleras, en los desfiladeros infranqueables de los Andes y más allá del valle mexicano, yacen las ruinas desoladas de centenares de ciudades en un tiempo poderosas, que han caído en el olvido de la memoria humana junto a su nombre. Sepultadas en densas selvas, soterradas en valles inaccesibles; a veces bajo muchos metros de tierra, desde el día de su descubrimiento hasta la fecha, continúan siendo un acertijo para la ciencia, eludiendo toda investigación. Su silencio es más impenetrable que el de la Esfinge egipcia. No sabemos casi nada acerca de América antes de la conquista. No ha sobrevivido ningún tipo de crónica, ni siquiera relativamente moderna. Y los conquistadores españoles y de otros países se ocuparon de destruir gran parte de la información existente. Aun entre los oriundos del continente americano, solo existen unas pocas y oscuras tradiciones sobre su pasado.


Desconocemos mucho sobre las razas que construyeron tales estructuras ciclópeas, así como ignoramos el culto extraño que inspiró a los escultores antediluvianos, que construyeron a lo largo de centenares de kilómetros, murallas, monumentos, monolitos, altares, jeroglíficos insólitos, compuestos por grupos de animales y hombres. Son las imágenes de una vida desconocida y de un arte perdido. Escenas, a veces, tan fantásticas y atípicas que, involuntariamente, sugieren la idea de un sueño febril, cuya fantasmagoría, por el simple gesto de la poderosa mano de un mago, repentinamente se cristalizó en el granito, dejando para siempre atónita a la posteridad. Aun en los albores del siglo XIX, se desconocía el caudal de tales antigüedades. Desde el principio, los celos pueriles y sospechosos de los españoles habían edificado una suerte de muralla china entre sus posesiones americanas y el viajero investigador. Además, la ignorancia y el fanatismo de los conquistadores y su desinterés por todo, exceptuando la satisfacción de su codicia insaciable, habían obstruido la búsqueda científica. Desde hace mucho tiempo se desacreditaron los relatos entusiastas acerca del esplendor de los templos, los palacios y las ciudades de México y Perú, redactados por Cortés y su ejército de ambiciosos aventureros y de Pizarro, con su séquito de destructores de culturas y de monjes.


William Robertson (1721 –1793), uno de los más destacados historiadores escoceses, en su “Historia de América”, se limita simplemente a informar a su lector que las casas de los mexicanos antiguos: “eran simples cabañas de hierbas, fango o las ramas de los árboles, como las de los indios más retrógrados“. Además, amparándose en el testimonio de algunos españoles, se atrevió a decir que: “en la amplia extensión de este gran imperio no había “¡ni siquiera, un sólo monumento o vestigio de alguna edificación que antecediera la conquista!“. ¡Así se escribe la historia! Al gran geógrafo, naturalista y explorador prusiano Alexander von Humboldt le correspondió reivindicar la verdad. En 1803, este eminente y erudito viajero, iluminó el mundo de la arqueología con un nuevo haz de luz, demostrando ser, afortunadamente, el pionero de los descubrimientos futuros. En lo que es el actual México, describió Mitla, Xoxichalco y el gran templo piramidal de Cholula. Mitla (Mictlan o Lugar de los muertos en náhuatl, Lyobaa o Lugar de descanso en zapoteco, Ñuu Ndiyi o Lugar de los muertos en mixteco) es una zona arqueológica localizada en el estado mexicano de Oaxaca. La ciudad se localiza a 40 km de la ciudad de Oaxaca, y a mas de 600 km de la Ciudad de México; en ella han trabajado diversos arqueólogos entre los que destaca Leopoldo Batres (1852-1926), quien descubrió cimientos zapotecos bajo las decoraciones mixtecas existentes. En Mitla hay evidencias de ocupación humana desde principios de nuestra era (año 0 a 200). Ante la desaparición de Monte Albán como núcleo de poder, Mitla se convirtió en una población muy importante que funcionó como centro de poder para los zapotecas del valle. Su máximo crecimiento y apogeo ocurrió entre 950 y 1521.


La zona arqueológica comprende cinco conjuntos de arquitectura monumental: Grupo del Norte; Grupo de las Columnas; Grupo del Adobe o del Calvario; Grupo del Arroyo y Grupo del Sur. Los conjuntos del Adobe o Calvario y del Sur, por haber sido construidos en épocas anteriores, reproducen la tradición de plazas, rodeadas de palacios sobre plataformas, al estilo de Monte Albán. En los conjuntos del Norte,las Columnas y el Arroyo, se ubican los edificios administrativos y palacios de personajes de alto rango. Estos palacios se caracterizan por el uso arquitectónico de grandes monolitos y por sus fachadas ornamentadas con mosaicos de grecas de diferentes diseños enmarcados por tableros, elementos que son parte de la rica tradición arquitectónica zapoteca iniciada en Monte Albán con fuertes influencias teotihuacanas. Al oeste de la población actual de Mitla, se encuentra “La Fortaleza“, sitio defensivo amurallado por los zapotecas, para defender su ciudad de posibles invasiones. En las cercanías de Mitla se localiza el misterioso sitio de “Hierve el agua” que frecuentaban los zapotecas. La zona arqueológica de Cholula es un sitio histórico localizado siete kilómetros al oeste de Puebla de Zaragoza, capital del estado mexicano de Puebla. Es una zona federal que se encuentra entre los municipios de San Pedro Cholula y de San Andrés Cholula, y su nombre deriva del vocablo náhuatl Cholollan, que tiene el extraño significado de “agua que cae en el lugar de huida“. Se trata de uno de los asentamientos más antiguos de México, y presenta una ocupación continua desde el período preclásico superior. A pesar de ello, su importancia en Mesoamérica fue variable a lo largo de los dos mil años de historia de la civilización nativa de América central.


https://oldcivilizations.wordpress.com/2011/08/09/en-busca-de-una-tierra-misteriosa/

jueves, 26 de noviembre de 2015

LOS EXTRATERRESTRES Y DIOS

LOS EXTRATERRESTRES Y DIOS
PAUL DAVIES.


El reciente descubrimiento de abundante agua en Marte, aunque en la forma de escarcha permanente, ha levantado esperanzas para encontrar rastros de vida allí.

El Planeta Rojo hace mucho ha sido una ubicación favorita para aquellos que especulan acerca de la vida extraterrestre, especialmente desde 1890, cuando H.G. Wells escribió La Guerra de los Mundos y el astrónomo americano Percival Lowell afirmó que el podía ver canales artificiales grabados al agua fuerte en la seca superficie del planeta.

Hoy, por supuesto, los científicos esperaban encontrar no más que simples bacterias morando el profundo subterráneo, si es que se encontraba algo. No obstante, el descubrimiento de solamente una sola bacteria en alguna parte más allá de la Tierra nos forzaría a revisar nuestro entendimiento de quienes somos y donde encajamos dentro del esquema cósmico de las cosas, arrojándonos en una profunda crisis de identidad espiritual que sería en cada parte tan dramática como la que Copérinco provocó en los tempranos 1500s, cuando aseguró que la Tierra no estaba en el centro del universo.

Ya sea que estemos solos o no es una de las mayores incógnitas espirituales con las que enfrentamos hoy. Probablemente debido a los altos contenidos emocionales, la búsqueda de vida más allá de la Tierra es profundamente fascinante para el público.

Sondeos de opinión y visitas a páginas Web indican fuerte apoyo e interés en las misiones espaciales que están vinculadas incluso oblicuamente a esta búsqueda. Percibiendo el interés del público, la NASA ha reconfigurado su estrategia de investigación y fundó el Instituto de Astrobiología de la NASA, dedicado al estudio de la vida en el cosmos. En primer lugar en su agenda, naturalmente está la carrera para encontrar vida en otras partes en el sistema solar. Los investigadores hace tiempo se han enfocado en Marte en su búsqueda por vida extraterrestre, por su relativa proximidad.

Pero hace unos veinticinco años, como resultado de la misión Viking 1976, muchos de ellos se desanimaron.

Un par de naves espaciales pasó a través de la atmosfera extremadamente delgada, tocaron la superficie y encontraron que era un desierto congelado y seco, liofilizado con los mortales rayos ultravioleta. La nave espacial, equipada con brazos robóticos, extrajo suelo marciano, para que éste pudiera ser examinado, buscando señales de actividad biológica. Los resultados del análisis fueron poco concluyentes, pero generalmente negativos, y las esperanzas se desvanecieron, de encontrar incluso simples microbios en la superficie de Marte.

La perspectiva hoy es más optimista.

Varias pruebas están programadas para visitar Marte en los meses venideros, y todas estarán buscando señales de vida. Este interés renovado es debido, en parte, al descubrimiento de organismos viviendo en algunos ambientes notablemente hostiles en la Tierra (lo cual abre la posibilidad de vida en Marte en aquellos lugares que no examinaron las sondas Viking), y en parte a una mejor información acerca de la antigua historia del planeta.

Los científicos ahora creen que Marte tuvo una vez una atmósfera más gruesa, temperaturas más altas, ríos, inundaciones y una extensa actividad volcánica – siendo todas esas condiciones consideradas favorables a la aparición de la vida.

Las perspectivas de encontrar organismos vivos en Marte siguen siendo escasas, por supuesto, pero incluso rastros de vida pasada representaría un descubrimiento de valor científico sin precedentes. Sin embargo, antes de barrer cualquier conclusión filosófica o teológica, seria necesario determinar si esta vida fue el producto de un segundo génesis – es decir, si su origen es independiente de la vida en la Tierra.

Se sabe que la Tierra y Marte son conocidos por intercambiar material en forma de rocas de las destruidas de la superficie de los planetas, por los violentos impactos de asteroides y cometas. Los Microbios podrían haberse enganchado a un paseo en estos escombros, elevando la posibilidad de que la vida haya comenzado en la Tierra y fue transferida a Marte o viceversa.

Si en Marte han sido descubiertos rastros de vida pasada y fueron encontrados idénticos a alguna forma de vida terrestre, el transporte por medio de rocas expulsadas serían la explicación más plausible, y todavía careceríamos de evidencia de que la vida comenzó de cero en dos distintos lugares.

La importancia de este punto es crucial.

En su teoría de la evolución, Charles Darwin proporcionó una cuenta muy persuasiva de cómo evolucionó la vida sobre mil millones de años, pero el omitió cualquier explicación de cómo la vida comenzó, en primer lugar.

“Uno podría así mismo pensar del origen de la materia”, escribió el en una carta a un amigo.

Un siglo y medio más adelante, los científicos todavía entienden muy poco cómo vino a la existencia la primera cosa viva. Algunos científicos creen que la vida en la Tierra es un accidente anormal de química, y como tal, debe ser única. Porque ellos argumentan que incluso el microbio más simple conocido es impresionantemente complejo, las oportunidades que uno formado por una mezcla molecular al azar son infinitesimales, la probabilidad de que el proceso ocurriría dos veces, en ubicaciones separadas es virtualmente insignificante.

El bioquímico francés laureado Nobel Jacques Monod era un firme creyente en este punto de vista.

“El hombre por fin sabe que está solo en la insensible inmensidad del universo, fuera del cual el ha emergido solamente por casualidad”, escribió en 1971.

El utilizó esta sombría opinión como trampolín para argumentar a favor del ateísmo y lo absurdo y la inutilidad de la existencia. Como Monod lo vio, no somos más que productos químicos extras en un majestuoso pero impersonal drama cósmico – un show de diapositivas irrelevante y no deseado.

Pero supongamos que no fue esto lo que sucedió.

Muchos científicos creen que la vida no es un fenómeno anormal (las probabilidades de que la vida a partir de la oportunidad, el cosmólogo británico Fred Hoyle sugirió una vez, son comparables a las probabilidades de que un torbellino que soplara a través de un depósito de chatarra, ensamblando así un Boeing 747 en funcionamiento), sino que está escrito en las leyes de la naturaleza.

“El universo debe, en algún sentido, haber sabido que veníamos”, observó famosamente el físico Freeman Dyson.

Nadie puede decir precisamente en que sentido el universo podría estar fecundo con vida, o cómo las expectativas generales de las que habló Dyson pudieran traducirse a procesos físicos específicos a nivel molecular. Talvez la materia y la energía siempre toman la vía rápida a lo largo del camino a la vida, por medio de los que a menudo llamamos “auto organización.”

O quizás el poder de la evolución darvinista es de alguna forma aprovechada en una etapa molecular pre-biótica. O talvez algún eficiente proceso físico todavía no identificado (¿mecánica cuántica?) fija los engranajes en movimiento, con la vida orgánica como nosotros la conocemos, tomando el control sobre la maquinaria esencial en una etapa posterior. En virtud de cualquiera de estos escenarios, la vida de convierte en un producto fundamental de la naturaleza, en vez de incidental.

En 1994, reflexionando en este mismo punto, otro laureado Nóbel, el bioquímico belga Christian de Duve escribió:

“Yo veo a este universo, no como una ‘broma cósmica’, sino como una entidad significativa – hecha de tal manera que, para generar vida y mente, es obligado a dar luz a seres pensantes, capaces de discernir la verdad, aprehender la belleza, sentir amor, anhelar la bondad, definir la maldad y experimentar el misterio.”

Ausente de estas cuentas está cualquier mención de los milagros.

La atribución del origen de la vida a un milagro divino no es solo un anatema para los científicos, sino que también es teológicamente sospechoso. El término “Dios de las brechas” fue acuñado para burlarse de la idea de que Dios puede ser invocado como explicación, cada vez que los científicos tienen lagunas en su comprensión.

El problema con invocar a Dios de esta manera es que, al avanzar la ciencia, las brechas se cierran, y Dios se ve progresivamente marginado fuera de la historia de la naturaleza. Los teólogos hace tiempo aceptaron que ellos estarían para siempre luchando una batalla de retaguardia si trataban de desafiar a la ciencia en su propio terreno.

Usando la formación de vida para probar la existencia de Dios es una táctica que arriesga una demolición instantánea en caso de que alguien tenga éxito fabricando vida en un tubo de ensayo. Y la idea de que Dios actúa en los ajustes y comienzos, en torno a los átomos en movimiento en raras ocasiones en competencia con las fuerzas naturales es una imagen decididamente nada inspiradora del Gran Arquitecto.

La línea de batalla teológica en relación con la formación de vida no es, por lo tanto, entre lo natural y lo milagroso, sino que entre la pura casualidad y la certeza de la ley.

Los ateos tienden a tomar la primera versión, y los religiosos se alinean detrás de la segunda, pero esas divisiones son generales y de ninguna forma son absolutas. Es perfectamente posibles ser un ateo y creer que la vida está construida ingeniosamente dentro de la naturaleza del universo. Es también posible ser un religioso, o teísta y suponer que Dios diseñó solamente un planeta con vida, con o sin la ayuda de milagros.

Aunque el descubrimiento de microbios en Marte o en alguna otra parte encendería un debate teológico apasionado, los asuntos verdaderamente difíciles rodean el prospecto de seres alienígenas avanzados, en posesión de inteligencia y tecnología. La mayoría de científicos no piensan que tales seres existan, pero durante cuarenta años, un grupo de astrónomos dedicados ha estado barriendo los cielos con radio telescopios, en la esperanza de encontrar un mensaje de una civilización el alguna otra parte en la galaxia.

Su proyecto es conocido como SETI (Búsqueda de Inteligencia extraterrestre).Porque nuestro sistema solar es relativamente joven comparado con el universo en general, cualquier civilización alienígena que pudieran descubrir los investigadores SETI sería probablemente mucho más antigua y presumiblemente más sabia que la nuestra.

De hecho, pudiera haber logrado nuestro nivel de ciencia y tecnología hace millones o incluso billones de años. Solamente contemplando la posibilidad de tales avanzados extraterrestres parece levantar incómodas y adicionales preguntas para la religión.

Las principales creencias del mundo fueron todas fundadas en la era pre-científica, cuando se creía extensamente que la Tierra estaba en el centro del universo, y que la humanidad en el pináculo de la creación. A medida en que los descubrimientos científicos se han ido acumulando sobre los pasados 500 años, nuestro estatus ha ido disminuyendo gradualmente.

En primer lugar, se ha demostrado que la Tierra es solamente un planeta de varios que orbitan alrededor del Sol. Luego, el sistema solar mismo fue relegado a los remotos suburbios de la galaxia, y el Sol ha sido clasificado como una insignificante estrella enana entre billones. La teoría de la evolución propuso que los seres humanos ocupan solamente una pequeña rama de un complejo árbol evolutivo. Este patrón continuó hasta el siglo veinte, cuando la supremacía de nuestra tan jactada inteligencia se vio amenazada. Las computadoras comenzaron a ser más astutas e inteligentes que nosotros.

Ahora, la ingeniería genética ha incrementado el espectro de bebés diseñados con super intelectos que dejan al nuestro muy atrás. Y debemos considerar la incómoda posibilidad que en términos astrobiológicos, los hijos deDios pudieran ser también corredores-galácticos. Los teólogos están acostumbrados a poner cara de valientes con tales progresos.

A lo largo de los siglos, las iglesias cristianas, por ejemplo, se han visto obligadas una y otra vez a acomodar la nueva información científica que desafía la doctrina existente. Pero estas acomodaciones han sido generalmente hechas de mala gana y muy tardíamente. Solo recientemente, por ejemplo, fue que el Papa reconoció que la evolución Darviniana es más que solamente una teoría.

Si el SETI tiene éxito, los teólogos no tendrán el lujo de décadas de cuidadosa deliberación para determinar la importancia del descubrimiento. El impacto será instantáneo. El descubrimiento de seres alienígenas superiores pudiera no ser tan corrosivo para las religiones si los seres humanos podrían todavía demandar un estatus espiritual especial.

Después de todo, la religión se ocupa principalmente de la relación de la gente con Dios, más que de sus cualidades biológicas o intelectuales. Es posible imaginar a seres alienígenas que son más listos y sabios de lo que somos nosotros, pero que son espiritualmente inferiores o simplemente malvados. Sin embargo, es más probable que cualquier civilización que nos haya sobrepasado a nosotros científicamente habría superado también nuestro nivel de desarrollo moral.

Uno bien podría especular que una sociedad alienígena avanzada, tarde o temprano hubiera encontrado algún camino para eliminar genéticamente la conducta malvada, dando como resultado una raza de seres santos.

Supongamos, entonces, que los E.T. están mucho más adelantados que nosotros, no solo científica y tecnológicamente, sino que también espiritualmente. ¿Dónde deja esto a la supuesta relación especial de la humanidad conDios?

Este enigma plantea una dificultad en particular para los cristianos, por la naturaleza única de la Encarnación. De todas las religiones más importantes del mundo, la Cristiandad es la más específica de la especie. Jesús Cristofue el salvador y redentor de la humanidad. El no murió por los delfines o los gorilas, y ciertamente tampoco por los pequeños hombrecillos verdes.

Pero,

¿Qué hay de los alienígenas profundamente espirituales?

¿No van a ser salvador?

¿Podemos contemplar a un universo que contenga quizás un trillón de mundos de seres santos, pero en el cual, los únicos seres elegibles para la salvación habitan un planeta en donde el asesinado, las violaciones y otros males permanecen maduros?

Aquellos pocos teólogos cristianos que han abordado este espinoso tema, se dividen en dos campos.

Algunos posan múltiples encarnaciones y incluso múltiples crucifixiones – Dios encarnándose en unas pequeñas carnes verdes para salvar a los pequeños hombrecillos verdes, como me dijo una vez un prominente ministro anglicano. Pero la mayoría están apabullados por esta idea, o la encuentran absurda. Después de todo, en la visión cristiana del mundo, Jesús fue el único hijo de Dios.

Sería que Dios hizo que esta misma persona naciera, fuera muerto y resucitado en una sucesión sin fin de planeta en planeta?

Este panorama fue satirizado ya en 1794 por Thomas Paine.

“El Hijo de Dios”, escribió en La Edad de la Razón, “y a veces Dios mismo, no tendrían nada más que hacer que viajar de mundo en mundo, en una sucesión sin final de muerto, con escasamente un intervalo momentáneo de vida.”

Paine siguió argumentando que la cristiandad era simplemente incompatible con la existencia de seres extraterrestres, y escribió:

“Aquel que piensa que cree en ambas cosas tiene muy poco pensamiento sobre cualquiera de ellas.”

Los católicos tienden a ver la idea de múltiples encarnaciones como rayando en la herejía, no debido a su aspecto algo cómico, sino porque parecería automatizar un acto que se supone que es un don singular de Dios.

"Dios escogió una manera muy específica de redimir a los seres humanos”, escribe George Coyne, un sacerdote jesuita y director del Observatorio del Vaticano, cuya propia investigación incluye la astrobiología.

“El envió a su único hijo, Jesús, a ellos, y Jesús entregó su vida para que los seres humanos fueran salvados de sus pecados. ¿Habrá hecho Dios esto para los extraterrestres? … Las implicaciones teológicas acerca de Dios se están volviendo cada vez más serias.”

Paul Tillich, uno de los pocos prominentes teólogos protestantes que dio serias consideraciones al tema de los seres alienígenas tomó una visión más positiva.

“El hombre no puede demandar ocupar el único lugar posible para la encarnación”, escribió.

El teólogo luterano, Ted Peters, del Centro de Teología y Ciencias Naturales en Berkeley, California, hay hecho un estudio especial sobre el impacto de la fe religiosa de creencias en extraterrestres.

Discutiendo la tradición de debate en este tópico, el escribe,

“Los teólogos cristianos rutinariamente han encontrado formas de abordar el tema de Jesús Cristo como la encarnación de Dios y concebir el poder creativo de Dios y el poder de salvar ejercido en otros mundos.”

Peters cree que la cristiandad es lo suficientemente robusta y flexible para acomodar el descubrimiento de inteligencia extraterrestre, o ETI. Un teólogo que enfáticamente no teme ese reto es Robert Russel, también del Centro para Teología y Ciencias Naturales.

“Mientras esperamos el ‘primer contacto’, el ha escrito, “buscando esta clase de preguntas y reflexiones será de inmenso valor.”

Claramente, hay considerable diversidad – uno pudiera incluso decir cualquier disparate – sobre este tópico en círculos teológicos.

Ernan McMullin, un catedrático emérito de filosofía en la Universidad de Notre Dame, afirma que la dificultad central proviene de las raíces de la cristiandad en una cosmología pre-científica.

“Era más fácil aceptar la idea de Dios convirtiéndose en hombre”, escribió, “cuando los humanos y su morada, ambos sostienen un único lugar en el universo.”

El reconoce que los cristianos especialmente enfrentan una dura situación con relación a los ETI, pero considera que Thomas Paine y sus sucesores afines en mentalidad han presentado el problema demasiado simplísticamente. Señalando que tales conceptos como el pecado original, la encarnación y la salvación están abiertos a una variedad de interpretaciones, McMullin concluye que hay una gran divergencia entre los cristianos sobre la respuesta correcta al desafío ETI.

En cuanto a la cuestión de las múltiples encarnaciones, escribe,

“Su respuesta pudiera estar en la gama… desde ‘sí, ciertamente’ a ‘ciertamente no’.

Incluso para aquellos cristianos que descartan la idea de las múltiples encarnaciones, hay una interesante posición de retraso: quizás el curso de la evolución tiene un elemento de direccionalidad, con seres parecidos a humanos como inevitable producto final. Incluso si el Homo sapiens como tal pudiera no ser el único enfoque de la atención de Dios, la clase más amplia de todos los seres humanos y parecidos a humanos en el universo sí podrían serlo.

Esta es la idea básica esposada por el filósofo Michael Ruse, un ardiente Darviniano y un simpatizante agnóstico del cristianismo.

El ve el progreso incrementado de la evolución natural como el modo escogido por Dios de la creación, y la historia de la vida como una escalera que conduce inexorablemente desde microbios hasta el hombre. La mayoría de los biólogos consideran absurda una “evolución progresiva”, con los seres humanos como implícito objetivo predeterminado. Stephen Jay Gould una vez describió la noción misma como “nociva”. 

Después de todo, la esencia del Darwinismo es que la naturaleza es ciega. No puede anticipar. La oportunidad al azar es la fuerza impulsora de la evolución, y la aleatoriedad por definición no tiene direccionalidad. Gould insiste que si se pasara de nuevo la película evolutiva, el resultado sería muy diferente de lo que hoy observamos. La vida probable nunca llegaría más allá de los microbios la siguiente vez.

Pero algunos biólogos respetados están en fuerte desacuerdo con Gould en este punto.

Christian de Duve no niega que los más finos detalles de la historia evolutiva dependen de la casualidad, pero considera que la orientación general del cambio evolutivo está, de algún modo, predeterminado – que las plantas y los animales fueron casi todos destinados a surgir en medio de un avance general en complejidad.

Otro biólogo darwinianno, Simon Conway Morris, de la Universidad de Cambridge, hace su propio caso para una “escalera de progreso”, invocando el fenómeno de la evolución convergente – la tendencia de los organismos similares a evolucionar independientemente en nichos ecológicos similares. Por ejemplo, el tigre de Tasmania (ahora extinto) jugó el papel de los grandes felinos de Australia, aunque, como marsupial, está genéticamente muy lejos de los mamíferos placentarios.

Como Ruse, Conway Morris mantiene que el “nicho humano” podría ser llenado en otros planetas que tienen vida avanzada. El incluso hasta argumenta que los extraterrestres tendrían una forma humanoide. No hay un gran salto desde esta conclusión hasta la creencia de que los extraterrestres pecarían, tendrían conciencia, luchas con cuestiones éticas y temor a la muerte.

Las dificultades teológicas presentan la posibilidad de que los seres alienígenas avanzados son menos agudos para el Judaísmo y el Islam.

Los Musulmanes, por los menos, están preparados para los ETI: el Corán afirma explícitamente,

“Y entre Sus Señales está la creación de los cielos y de la Tierra y las criaturas vivas que El ha esparcido a través de ellos”.

No obstante, ambas religiones hacen hincapié en lo especial de los seres humanos – y, de hecho, de grupos específicos, bien definidos que han sido recibidos dentro de la fe. ¿Podría un alienígena convertirse en Judío o un Musulmán? ¿Hace algún sentido acaso este concepto?

Entro las comunidades religiosas más importantes, los budistas y los hindú parecieran ser los menos amenazados por el prospecto de alienígenas avanzados, debiéndole su concepto pluralista de Dios y su visión tradicional más grande del cosmos.

Entre las religiones minoritarias, algunos darían, de manera positiva, el descubrimiento de alienígenas inteligentes.

Los Raëlianos, un culto con bases en Canadá, recientemente propulsado a la fama por su demanda de haber clonado a un ser humano, cree que el líder del culto, Raël, un ex - periodista francés, originalmente llamado Claude Vorihon, recibió revelaciones de alienígenas, que lo transportaron brevemente dentro de un platillo volador en 1973. Otras organizaciones religiosas periféricas con mensaje extraterrestre incluyen el malogrado "culto de las Puertas del Cielo" (Heaven’s Gate cult) y muchos grupos OVNI.

Sus seguidores comparten una creencia de que los alienígenas están ubicados más arriba, no solo en la escalera evolutiva, sino que también en la escalera espiritual, y pueden, por ello, ayudarnos a acercarnos a Dios y a la salvación.

Es fácil descartar tales creencias como insignificantes para un serio debate teológico, pero si repentinamente hubiera de aparecer evidencia de seres extraterrestres, estos cultos podrían alcanzar, de la noche a la mañana, una gran prominencia, mientras que las religiones establecidas fracasarían, en desconcierto doctrinal.

Irónicamente, SETI a menudo es acusado de ser una búsqueda cuasi-religiosa.

Pero Jill Tarter, el director del Centro del Instituto para Investigación, SETI, en Mountain View, California, no tiene problemas con la religión, y es despectivo con la gimnasia teológica con la cual los eruditos religiosos acomodan la posibilidad de extraterrestres.

“Dios es nuestra propia invención”, escribió. “Si fuésemos a sobrevivir o convertirnos en una civilización tecnológica duradera, la religión organizada debe ser superada. Si recibimos un mensaje (de una civilización alienígena) y es de naturaleza secular, creo que dice que ellos no tienen religión organizada – que han superado eso.”

No obstante, descartar esto es más bien ingenuo por parte de Tarter. Aunque muchos movimientos religiosos han venido y se han ido a través de la historia, alguna clase de espiritualidad parece ser parte de la naturaleza humana. Incluso los científicos ateos profesan experimentar lo que Albert Einstein llamó una “sensación cósmica religiosa” al contemplar la impresionante y majestuosa inmensidad del universo.

¿Podrían unos seres alienígenas avanzados compartir esta dimensión espiritual, incluso si ellos ya hace mucho han “superado” la religión establecida?

Steven Dick, un historiador de ciencia en el Observatorio Naval Estadounidense cree que sí. Dick es un experto en la historia de la especulación acerca de vida extraterrestre, y el sugiere que la espiritualidad de la humanidad sería grandemente expandida y enriquecida por el contacto con una civilización alienígena. Sin embargo, el considera que nuestro actual concepto de Dios, probablemente requiere una transformación mayor.

Dick ha esbozado lo que el llama una nueva “cosmoteología”, en la cual la espiritualidad humana esté colocada en un contexto completamente cosmológico y astrobiológico.

“Al ir aprendiendo más acerca de nuestro lugar en el universo”, escribe, “y al movernos físicamente fuera de nuestro planeta hogar, nuestra conciencia cósmica solamente se incrementará”.

Dick propone abandonar al Dios trascendental de la religión monoteística a favor de lo que el llama un “Dios natural” – un super-ser ubicado dentro del universo y dentro de la naturaleza.

“Con el debido respeto para las actuales tradiciones religiosas, cuya historia se extiende hacia atrás casi cuatro milenios”, sugiere, “el Dios natural de la evolución cósmica y el universo biológico, y no el Diossobrenatural del antiguo Medio Oriente pudiera ser el Dios del próximo milenio”.

Alguna forma de Dios natural fue también propuesta por Fred Hoyle, en un provocativo libro titulado El Universo Inteligente (The Intelligent Universe). Hoyle condujo en su trabajo en astronomía y física cuántica a delinear la noción de un “superintelecto” – un ser que ha, como le gustaba decir a Hoyle, “jugado con la física”, ajustando las características de las varias partículas fundamentales y fuerzas de la naturaleza para que los organismos basados en el carbón pudieran prosperar y extenderse a través de la galaxia.

Hoyle incluso sugirió que este ingeniero cósmico pudiera comunicarse con nosotros manipulando procesos cuánticos en el cerebro. La mayoría de científicos encogen los hombros ante las especulaciones de Hoyle, pero sus ideas sí muestran cuanto más allá de las doctrinas tradicionales religiosas algunas personas sienten que necesitan llegar cuando contemplan la posibilidad de formas avanzadas de vida más allá de la Tierra.

Aunque en cierto modo, la perspectiva de descubrir vida extraterrestre mina a las religiones establecidas, no todas son malas noticias para ellos.

La Astrobiología también ha conducido a un sorprendente resurgimiento del llamado “argumento de diseño” para la existencia de Dios. El argumento original del diseño, tal como fue articulado por William Paley en el siglo dieciocho era que los organismos vivos “se adaptan intrincadamente a sus ambientes señalados por la mano providencial de un Creador benigno.

Darwin demolió el argumento mostrando cómo la evolución conducida por una mutación al azar y una selección natural pueden mimetizar el diseño.

Hora, un renovado argumento del diseño ha surgido, que abraza totalmente la cuenta Darviniana de la evolución y, en vez de esto, se enfoca en el origen de la vida. (Debo recalcar que no me estoy refiriendo aquí a lo que recientemente se ha vuelto conocido como el movimiento del Diseño Inteligente, el cual se basa en un elemento de lo milagroso).

Si se descubre que la vida está extendida en el universo, el nuevo argumento del diseño es válido, entonces deberá surgir más bien fácilmente de mezclas químicas no vivas, y así, las leyes de la naturaleza deberán ser hábilmente logradas liberando este notable y muy especial estado de la materia, el cual en sí mismo conduce a un estado aún más notable y especial: la mente.

Esta especie de exquisita bio-amistad representaría un extraordinario e inesperado bono entre el inventario de principios de la naturaleza – uno que pudiera ser interpretado por aquellos de una persuasión religiosa como evidencia de la ingenuidad de Dios y previsión. En esta versión de diseño cósmico, Dios actúa, no por intervención directa, sino por medio de crear leyes naturales apropiadas que garanticen la aparición de vida y mente en una abundancia cósmica.

El universo, en otras palabras, es uno en el cual no haya milagros, excepto el milagro mismo de la naturaleza.

El debate de los E.T. ha solamente comenzado, pero un útil punto de partida es simplemente reconocer que el descubrimiento de vida extraterrestre tendría que ser teológicamente devastadora. El argumento de diseño mejorado ofrece una visión de la n naturaleza distintamente inspiradora para los que tienen la inclinación espiritual – ciertamente más que la visión de un cosmos estéril por todas partes menos en un solo planeta. La historia es instructiva en este respecto.

Hace cuatrocientos años, Giordano Bruno fue quemado en la estaca, por la Iglesia en Roma ya que, entre otras cosas, adoptando la noción de una pluralidad de mundos habitados. Para aquellos cuya visión teológica depende de una concepción de la Tierra y sus formas de vida como un milagro único, la visión misma de vida extraterrestre prueba ser profundamente amenazadora. Pero ahora la posibilidad de vida extraterrestre es cualquier cosa menos amenazante para la espiritualidad.

Mientras más uno acepta la formación de vida como un proceso natural (es decir, mientras uno más firmemente crea que está encajado en el esquema cósmico total), más ingenioso y planeado (podría uno decir “diseñado”?) parece estar el universo.

http://www.bibliotecapleyades.net/vida_alien/esp_vida_alien_18zz.htm