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domingo, 31 de marzo de 2013

Evolucionar es un aprendizaje totalmente personal e intransferible.


                                                                Sor. R+C Evy Romero Chávez
                                    Cortesía: R:.H:. Fr. R+C Carlos Napoleón del Carpio Palacios
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Evolucionar es un aprendizaje totalmente personal e intransferible. Podemos compartir la experiencia pero nadie puede vivirla por nosotros. El alma elige las experiencias que va a vivir antes de encarnar, aunque luego se olvide de todo ello por completo. Muchas veces, tenemos la sensación de ir caminando en la oscuridad. Sin embargo, tenemos un as en la manga, nosotros, nuestro Yo.
Resulta más fácil aprender cuando las situaciones son cómodas y agradables; en las que todo es más fluido; y sobre todo, cuando nos sentimos felices y contentos rodeados de personas y energías que nos complementan. Pero qué ocurre cuando en la vida, aparece una situación dura, difícil, complicada y que hace daño; o, cuando nos rodean personas que piensan en negativo o sufrimos.
Nada es lo que parece. Lo que para unos es una situación complicada y dolorosa, y puede acabar en una depresión; para otros, es el comienzo de un reto, de un autoconocimiento. Somos libres de vivirlo como mejor sepamos, podamos y elijamos. Todo es correcto y válido desde el punto de vista del aprendizaje del alma.

Una persona o una situación que es dañina, no deja de ser una gran prueba y un modelo a "no seguir", o un gran maestro. Enseña lo que no debemos hacer, lo que no queremos ser o convertirnos. Es un espejo en el que vernos reflejados. Y somos libres de vivirlo como mejor consideremos. Como por ejemplo:
Desde el victimismo, y quedarnos ahí para siempre. Es válido. No digo que no seamos víctimas, pero una vez superada la primera impresión, podemos decidir que la vida es más cómoda siendo mártires. Y para ello necesitamos en la vida, un verdugo. Uno no puede existir sin el otro. Pasando de puntillas, sin querer darnos cuenta de lo que ocurre. No se cómo actuar. Tengo miedo a tomar decisiones y sentir. Me hago invisible. A la larga, tendremos que tomar decisiones, pero a veces necesitamos un tiempo para pensar, situarnos o tomar distancia de la relación que nos une con la persona que nos hace daño que por ser tan cercana que no sabemos cómo actuar. Es válido. Desde las emociones destructivas, la ira, la rabia, la impotencia, el abandono, etc. Creo que es una de las maneras más difíciles y duras de vivir. Sólo sufre la persona que lo revive constantemente. No quien ofende. El dolor es nuestro, se enquista. La rabia y la ira, nos ciegan y las emociones se cierran en un círculo vicioso en el que sólo sufrimos nosotros. La mente se encarga de ello, recordándonos constantemente qué herida tenemos. Es correcto si es lo que necesitamos vivir, ya que forma parte del camino que necesitamos para aprender y evolucionar. Vivirlo como un reto, una superación, una ayuda para conocernos a nosotros mismos. Pasaríamos del dolor inicial, a la acción práctica. Conozco el dolor y el sufrimiento y no quiero quedarme en él. Lo supero. Para ello, tomo la situación o persona, como una prueba de vida, una aventura en la que descubro cuáles son mis límites. El punto de partida es esencial, me amo y no quiero sufrir más de lo necesario. Poner límites a lo que me hace daño es válido, y no significa ser generoso o no amar a los demás. Es válido.
Ninguna persona, excepto una, puede hacernos daño. Y esa persona es cada uno de nosotros. Somos libres. Se nos olvida el poder que tenemos y que nuestra base, es el amor, el querernos y amarnos a nosotros mismos. Cuanto más nos queramos, más nos respetemos, más seguros y confianza tengamos, menos daño permitiremos que nos hagan y más rápido sanaremos las heridas. Si cada uno de nosotros está centrado, equilibrado y en armonía consigo mismo, será más fácil poner los límites a quienes intentan aprovecharse de nosotros, por su egoísmo, manipulación, control, etc. Somos los que decidimos cómo queremos vivir, cómo queremos que nos traten y amen. Si vivimos una situación que no nos gusta, actuemos desde el corazón, desde el amor y el respeto hacia uno mismo. Decir que no en algunos casos o situaciones es tan importante como decir que sí. Sólo puede hacernos daño aquello a lo que damos paso. Si me están maltratando y lo permito, entro en el mismo juego que ellos, pero desde el otro lado. Somos víctimas y verdugos. Si me hacen daño y me enfrento a ello, estoy mirando por mi misma, aunque luego esté callada. Soy consciente de dónde estoy, de quién soy. Es un punto de inflexión. Puede que aparentemente no cambie nada, y sigan queriendo maltratarme, pero algo ha cambiado. He tomado mi poder, me quiero y he dicho basta. Luego mi actitud será distinta. Posiblemente necesite un tiempo para integrarlo todo, para encontrar las soluciones adecuadas, para recuperarme y ser de nuevo fuerte. Ya hay un cambio interno, me quiero. Qué tenemos que hacer cuando nos encontramos con personas o situaciones negativas. Vivirlo de la manera más llevadera posible, en donde el dolor o el sufrimiento sean mínimos. Lo ideal sería alejarnos de ellos, frenarles desde el respeto, poner nuestros límites. Tenemos que ser fuertes y confiar en nosotros, actuando desde el amor. Desde luego, intentando no repetir lo vivido, no ser vengativos, ni rencorosos, pues seguiríamos el mismo juego. Procuremos dejar de pensar en ello, porque haciéndolo estamos dando poder al hecho o a la persona. Pensemos en qué nos hace felices, qué nos equilibra, qué nos hace sentirnos bien. Demos importancia a lo esencial, a nosotros y nuestra armonía. Personalmente cuando me encuentro viviendo una situación complicada o aparece una persona negativa, doy las gracias porque me permite conocerme, saber cuáles son mis límites, crecer y avanzar. Es un regalo aunque a veces no venga envuelto con un lazo rojo. A mayor dureza o complicación, mayor oportunidad de aprendizaje y evolución.
Lo negativo, también forma parte del aprendizaje. Es una prueba en el camino evolutivo y dependerá de cada uno de nosotros cómo afrontarlo y vivirlo, sabiendo que todo es válido y correcto, desde el punto de vista del alma.

sábado, 30 de marzo de 2013

“Masones Libres Iluminados”.


Numerosos representantes de la Masonería Libre y de la “ilustración” de la mayor prominencia se hicieron Illumninati, incluido, en 1763, el Duque Fernando de Brunswick, el principal líder de la Masonería Libre Europea y el principal representante del iluminismo de su época. 

Otros miembros famosos fueron Goethe, Herder, y Nicolai. La orden fue también propagada en Suecia, Rusia, Polonia, Dinamarca, Hungría, Austria, y Francia. Pero en 1783 se produjo un disenso entre Knigge y Weshaupt, que derivó finalmente en el retiro del primero el 1 de Julio de 1784. Knigge no pudo soportar más la pedante tiranía de Weishaupt, la que frecuentemente asumía formas ofensivas. Acusó a Weishaupt de “Jesuitismo” y sospechó que el era “un Jesuita encubierto” (Nachtr., I, 129). “¿Y sería yo quien”, agrega, “trabajara bajo sus banderas para la humanidad, condujera hombres a ponerse bajo el yugo de tan pedante tipo?—Nunca!” 


Mas aún, en 1783 las tendencias anarquistas de la orden provocaron denuncias públicas que llevaron a interferencias por parte del Gobierno Bávaro en 1784. Como la actividad de los Illuminati aún continuó, fueron emitidas cuatro proclamas sucesivas contra ellos (22 de Junio de 1784; 2 de Marzo y 16 Agosto de 1785; y 16 de Agosto de 1787), en la última de las cuales fue prohibido el reclutamiento para la orden bajo pena de muerte. 


Estas medidas pusieron fin a la existencia corporativa de la orden en Bavaria, y, como resultado de la publicación, en 1786, de su grados y de otros documentos que le concernían –en su mayor parte de una naturaleza bastante comprometedora – su posterior extensión fuera de Bavaria se tornó imposible. 


La propagación del espíritu de los Illuminati, que coincidía sustancialmente con las enseñanzas generales de la “ilustración”, especialmente de la de Francia, fue más bien acelerada que retardada por la persecución en Bavaria. En dos cartas dirigidas al Obispo de Freising (18 de Junio y 12 de Noviembre de 1785), Pío VI había también condenado a la orden. Pronto, el 16 de Febrero de 1785, Weishaupt había huido de Ingolstadt, y en 1787 se estableció en Gotha. 


Sus numerosos escritos apologéticos fracasaron en exonerar tanto a la orden como a si mismo. Siendo ahora cabeza de una numerosa familia, sus puntos de vista en materia religiosa y política se hicieron más sobrios. Después de 1787 renunció a toda conexión activa con sociedades secretas, y nuevamente se acercó a la Iglesia, desplegando un celo destacable en la construcción de la iglesia Católica en Gotha y murió el 18 de Noviembre de 1830, “reconciliado con la Iglesia Católica, a la cual, como joven profesor, había condenado a la muerte y destrucción” – tal como relata la crónica de la parroquia de Gotha


Vicente Alcoseri.


viernes, 29 de marzo de 2013

TODOS LOS MASONES DE GRADO 33 SON SATANICOS


 
 
 
Ricardo de la Cierva afirma que «todos los masones de grado  son satánicos» 



Aunque precisa que los masones de grados inferiores no tienen por qué ser satanicos, y que desconocen el objetivo último de ésta sociedad secreta. 






El historiador Ricardo de la Cierva, uno de los principales y reputados expertos mundiales de la masonería, acaba de terminar su última investigación en la que demuestra la clara conéxión del satanismo con los masones de grado 33, el más elevado de esta sociedad secreta. 



De la Cierva señala que «no todos los masones son satánicos o diabólicos, pero todos los satánicos son masones». 



Tras años de una exhaustiva investigación, de la Cierva descubre una conexión que hasta ahora estaba en una nebulosa, y que pocos eran los que se atrevían a aventurar esa alianza tan estrecha entre el grado superior de la masonería y el satanismo. Todo ello lo explica en «Masonería, Satanismo y Exorcismo» (Fénix). 



Los que ingresan son engañados 



El historiador madrileño considera que «los masones, sobre todo al principio del ingreso en la orden, son sistemáticamente engañados por la Masonería. Los masones reciben una serie de engaños hasta que al  se les desengaña, pero ya en los últimos grados». 



«La Masonería ha intentado con enorme insistencia proclamar que tan sólo es una fraternidad que realiza buenas obras. Tiene mucha gente dedicada a que no se sepa la verdad que se esconde tras esa fachada». 



Testimonios de ex grados 33 




De la Cierva ha tenido  a los testimonios de varios masones que fueron en su momento grado 33 y que por lo tanto han tenido una información vivencial de primera mano




El secreto de la Masonería 



Otro ex masón de grado 33 es William Schmebeen, que tras abrazar de nuevo el cristianismo, desveló su desagradable experiencia en todos los años que estuvo en los grados más altos de esta sociedad secreta: «El secreto de la Masonería es éste. Como masón, usted podrá ser conducido a creer que los llamados secretos de la Masonería encierran una gran enseñanza y una gran utilidad. Este es el gancho. Estará obligado a realizar solemnes juramentos que luego se volverán contra su propia conciencia, como cristiano y su condición de americano». 




«Estos juramentos y obligaciones –continua William Schmebeen– actuarán con el tiempo de manera muy negativa para usted. En algún punto se dará cuenta del porqué se le ha obligado a introducirse en la logia entre muchos misterios del ocultismo y sobre la estela de Satán, y no en la de Cristo. Cuando se percate de esto, tendrá su mente completamente ennegrecida por el mal. Los juramentos masónicos le harán conocer unos presuntos avances en la justicia, pero de manera diabólica podrá ser arrastrado hacia una Biblia, un compás y una escuadra que le llevarán a formular unos juramentos terribles que le obligarán a cumplir bajo penas que llegan hasta la muerte. Estos son juramentos extrajudiciales y, como tales, contrarios a las leyes de su país. Sin embargo, se verá obligado a mantenerlos si no quiere someterse a castigos terribles». 



Lucifer y los grados superiores de la masonería 



El pastor bautista Pierce Dodson manifiesta que «todo el corazón de la Masonería es luciferiano». Y de la Cierva apunta que «los masones de grados superiores creen que Lucifer realmente es Dios y se refieren a Yavé por su nombre de Adonai. Los libros masonicos que se entregan a algunos miembro selectos de los grados 32 y 33 dicen que Jesús es un impostor y que Lucifer es el verdadero Dios». 




Secretas doctrinas de Lucifer 



Otro ex masón, Manly Palmer, aparece en el libro para afirmar que «muchos candidatos a la Masoneria no tienen ni idea de que al llegar a la iniciación les serán comunicadas muchas mentiras, o que el corazón de los masones es un receptáculo de las secretas doctrinas de Lucifer, porque un masón está perdido en las tinieblas del tiempo». 

jueves, 28 de marzo de 2013

EL ARA SAGRADA Y LA MAGIA TEURGICA

La magia teúrgica se ocupa de la conversión de las energías universales en frecuencias prácticas que puedan ser utilizadas de acuerdo con las necesidades de cada ocasión. En si mismas dichas energías son totalmente neutrales, no tienen ninguna afiliación con ninguna creencia, sistema o persona de este planeta o de cualquier parte del Universo, por lo que la coloración que toma el nivel mágico depende absolutamente de la naturaleza e intención de quien las utilice. Aunque en el transcurso de los siglos el hombre haya ideado muchos modos de llevar a cabo ese proceso, acaba comprendiendo de forma inevitable que, básicamente, lo que está tratando de dominar es el poder de su propia mente. El dominio de sí mismo es un campo del esoterismo, es necesario primero constatar que constantemente somos dominados por múltiples circunstancias y por una charla interna constante. El dominio de sí, no se trata de una disciplina sencilla y sin problemas, pues, como todas las cosas de la vida, necesita ser apropiadamente digerida y entendida. La magia en la masonería forma parte muy real de la vida de muchos masones, puesto que la masonería básicamente contiene algo más que un simple club social. la búsqueda mágica de los masones está simbolizada por la idea de que cada masón busca su divinidad, y se somete a una serie de aspectos iniciáticos que toman la forma de hazañas mitológicas. Los que se sientan  atraídos por la magia ritual, se preguntarán, por la manera en que ésta se acomoda dentro de la masonería. Afirmemos que la magia masónica se puede utilizar con o sin ritual, pues la ceremonia no es un prerrequisito esencial para su efectividad. Lo que cuenta realmente es la fuerza mental del masón, y su capacidad para adaptarse a cualquier aspecto con la que se enfrente en un momento de su vida. 

La masonería claro es eminentemente ritualística, para los ritualistas es importante la experiencia de grupo y el poder enfocado de todos los masones de un mismo taller para acrecentar el poder. El altar o Ara Sagrada, sirve de punto focal para la conciencia, lo que ayuda a contrarrestar las condiciones de tensión negativa de la vida profana; el Ara Sagrada es el centro mágico de la Logia Masónica, por ello es importante que todos miren hacia ella durante los trabajos, el Ara Sagrada herencia de los antiguos druidas, que para ellos y para 
nosotros representaba a Belino el Dios Solar. 

EL A R A La palabra ARA proviene del latín: ara o araus, que se traduce como Altar o Piedra de Sacrificios. A su vez, se define ALTAR como piedra, mesa, o monumento religioso dispuesto para inmolar a la víctima y ofrecer el sacrificio. 

Puede describirse un altar como una estructura elevada sobre el nivel del piso, dedicada a algún culto, sea éste en forma de ofrendas, sacrificios, o plegarias. Su estructura puede ser sencilla, y su construcción improvisada, o bien puede tratarse de una construcción soberbia con pretensiones de eternidad, pero en cualquier caso, es la forma que ha tenido el hombre, desde sus épocas más remotas, de manifestar su fe y su esperanza; el lugar que representa lo que venera, lo que respeta, o lo que considera superior a él. Según refiere Heródoto, los egipcios fueron los primeros que erigieron altares a sus deidades. Posteriormente, todas las culturas lo hicieron, destacándose que los judíos, e igualmente sus vecinos paganos, edificaban dos clases de altares: uno para el ceremonial y el incienso, que ubicaban dentro de sus templos, y otro para el sacrificio y holocausto, que erigían en campo abierto, al aire libre, en el frente del templo. Mucho antes que ellos, casi todos los pueblos prehistóricos edificaron altares, realizando en ellos sacrificios de todo tipo, incluyendo los de seres humanos. 

Para la Masonería, y según el diccionario masónico, Ara es la mesa consagrada para recibir los juramentos y promesas, y depositar en ella el libro de la ley y los atributos del grado en que se trabaja. El Ara es el artículo más importante y más sagrado del mobiliario del salón de una logia. Si bien el ritual de iniciación hace referencia al Ara triangular de los juramentos, su forma puede variar, predominando básicamente dos modelos: La forma cúbica de tres pies de alto, como la que vemos en nuestro templo, inspirada en la que adornaba primero el Tabernáculo, y luego el Templo del Rey Salomón, cuyas caras señalan los cuatro puntos cardinales, simbolizando para algunos, las cuatro estaciones, para otros los cuatro elementos de la naturaleza, y para otros, los cuatro principios fundamentales (que a veces se inscriben, uno en cada cara): querer, callar, saber y osar. O bien la forma de un prisma de base triangular (como la que presenta nuestro templo vecino) tomada de los antiguos Druidas, cuyas caras miran respectivamente al oriente, al norte, y al sur. A diferencia del Rito de York, en que el Ara se ubica en el centro del templo, en el Rito Escocés Antiguo y Aceptado está ubicada a los pies del Oriente, frente al trono del Venerable Maestro, sobre el pavimento de mosaicos. Habiendo explicado su definición, su evolución en la historia, su descripción física y su ubicación en nuestros templos, pasemos a analizar lo medular de su concepto, que es su simbolismo. Los ingleses han definido a la Masonería como la ciencia de la moral, velada por alegorías, e ilustrada con símbolos. 

Los símbolos son tan antiguos como el hombre, y han sido expresión manifiesta de los primeros destellos de inteligencia. Símbolo es cualquier cosa que, por la representación, figura o semejanza, nos da a conocer o nos explica otra. El lenguaje fundamental de la Masonería, se hace por medio de símbolos, de modo que a medida que profundizamos en su interpretación, ese lenguaje va cobrando para cada uno de nosotros un significado personal, vivenciado y no siempre transferible, que tiene por objeto llevar al masón al encuentro de un mensaje que lo conduzca hacia la verdad y hacia la luz. El Ara es el símbolo de lo invisible por excelencia. Representa la eternidad, lo secreto, lo misterioso, lo desconocido, y en general, a las fuerzas ocultas que existen en el universo. Simbólicamente es lo que une al masón con el G.·.A.·.D.·.U.·.. Cuando el recipiendario realiza ante el Altar su promesa de honor, se retira de allí como hombre nuevo. 

El Ara ha oficiado como Altar de Sacrificios, habiendo inmolado allí su pasado, en especial sus pasiones y sus vicios, como una ofrenda al G.·.A.·.D.·.U.·.. Como vimos, el Altar se eleva desde los cuadros blancos y negros del pavimento de la logia, los que simbolizan la dualidad emergente de los pares de opuestos. Son éstos pares de opuestos sobre los que el iniciado debe desarrollar su existencia, manteniéndose equidistante de ellos, sin exaltarse ante los éxitos, ni hundirse ante las desventuras. El Ara se eleva física y simbólicamente de la concepción dualista de la vida. Está por encima de lo bueno y lo malo que es propio del diario vivir, y su ubicación nos simboliza la necesaria elevación que hemos de dar a nuestros pensamientos, a fin de poder percibir lo que se esconde tras la apariencia contradictoria de los pares de opuestos. Hasta ahora hemos reflexionado sobre el Altar en sí mismo. A continuación haremos una breve mención –a fin de no extender en demasía éste trabajo- a las diferentes herramientas que encontramos sobre el Altar. Su importancia simbólica es tal, que podríamos realizar un trazado individual para cada una de ellas. 

Sobre el Ara distinguimos, en primer lugar, el Libro de la Ley Sagrada, o de la Ley Moral. Este sostiene nuestra fe, y nos enseña el camino de lo justo. En nuestras latitudes, corresponde a la Biblia, si bien en otras, corresponderá colocar aquel libro que se considere contenga la voluntad revelada del G.·.A.·.D.·.U.·. . La presencia de un Libro de la Ley sobre el Ara, es una exigencia reglamentaria de las llamadas “Logias regulares”, pues así lo establecen los “Antiguos Límites”. 

Debe encontrarse abierto desde el momento en que se inician los trabajos. En algunos Orientes se acostumbra abrirlo en el Salmo 133: “Mirad cuan bueno y cuan delicioso es habitad los hermanos juntos en armonía”... En nuestros Templos, el Ritual aconseja abrirlo preferentemente en el capítulo correspondiente al Evangelio según San Juan. Sobre el Libro de la Ley, se coloca un compás, cuyo vértice apunta al oriente, (desde donde proviene su energía), y sus puntas se dirigen hacia el occidente. Esta herramienta, de gran contenido simbólico, representa la justicia con que deben medirse los actos de los hombres y, porque no, también nuestras acciones. Nos prescribe la equidad con que debemos tratar a nuestros semejantes, y en particular a nuestros HH.·.. Pero también, en éste lugar, simboliza al espíritu y a la razón. Apoyada sobre el compás, observamos una escuadra. Al igual que la anterior, es una antigua herramienta recibida de la orden de constructores, con un riquísimo significado simbólico. Está formada por 2 líneas: la perpendicular y la horizontal, formando un ángulo recto, como la línea del deber de la que el buen masón nunca debe apartarse. En su ubicación en el Ara, simboliza también al instinto, o a la materia. La disposición de la escuadra sobre el compás no es un hecho baladí. Por el contrario, simboliza que la materia, el instinto, la ignorancia, están dominando la inteligencia, el espíritu y la razón, situación desfavorable que el aprendiz, con su trabajo, debe procurar revertir. De modo que sobre el Altar encontramos presentes lo que se conoce como las Tres Grandes Luces de la Masonería: el Libro de la Ley, el compás y la escuadra, las cuales representan la sabiduría del G.·.A.·.D.·.U.·., el espíritu y la materia. Junto a ellas, tenemos las llamadas tres luces menores, representadas por un candelabro con 3 lámparas, encendidas por el portador de la luz que descendió del Oriente. Nos indican los puntos principales que marca el sol en su recorrido: dando origen a un nuevo día, al alcanzar su plenitud, y en el ocaso. Su simbolismo puede ser tan amplio y variado como aprendiéramos hace pocos días en relación al trazado acerca del ternario. Sin embargo, existe un mayor consenso en aceptar que estas tres luces menores simbolizan la fe, esperanza y caridad, llamadas también las virtudes teologales. Por último, observamos sobre el Ara, un ejemplar cerrado de la Constitución de la Gran Logia, texto que contiene las normas que regulan el funcionamiento armónico de la Orden, las que todos hemos prometido respetar. En síntesis: sobre el Altar, que nos liga con el Principio Creador, tenemos representadas la sabiduría del G.·.A.·.D.·.U.·., el espíritu y la materia, iluminados por las tres luces menores, que llevan a esos símbolos fe, esperanza y caridad, conformando sobre el Ara la síntesis de la perfección que anhelamos alcanzar. Es así que al medio día, cuando nos disponemos a iniciar los trabajos y el Ara se presenta como la hemos descrito, con los HH.·. al orden, despojados de metales, y a cubierto, el H.·. Seg.·. Vig.·. nos indica que “todo está justo y perfecto”. Para finalizar, quisiera desarrollar algunas reflexiones referentes a los vínculos interactivos que en relación al Ara, realizamos en nuestros trabajos. Fueron éstos, sin duda, los que acicatearon mi curiosidad, estimulándome a profundizar en su estudio a fin de lograr comprenderlos. Es indudable la importancia del Ara dentro del Templo. 

Hacia allí se dirigen todas las miradas, tanto del Oriente como del Valle. Es allí donde realizamos nuestras promesas y juramentos. Es en torno al Altar, que formamos nuestra cadena de unión. Cada vez que pasamos delante del Ara, saludamos. No es un hecho muy común que el ser humano salude o reverencie un objeto inanimado. Marca indudablemente un gran respeto por lo que el objeto simboliza. Esto llama la atención de todo aprendiz, y junto a otros interrogantes que naturalmente surgen, necesitan ser develados por todo aquel que pretenda entender los rituales, ya que el desconocimiento del simbolismo y de su interpretación esotérica convierten al rito en un cúmulo de ceremonias carentes de sentido. 

Me surgieron así, algunas preguntas. Cuando pasamos frente al Ara: ¿saludamos al Ara en si misma, es decir, a lo que ésta representa? ¿saludamos a los objetos situados sobre el Ara, de los que ésta es pedestal? ¿o bien saludamos al conjunto de todos éstos elementos, es decir, al Ara con sus Luces? 

¿La presencia en nuestros Templos de un Altar, y sobre él de un Libro de la Ley, hacen de la Masonería una religión? Debemos afirmar, en primer lugar, que los masones no somos idólatras, por lo cual no cabe pensar que estamos reverenciando objetos inanimados, sino lo que ellos representan. Prueba de ello es que no saludamos al Ara cuando pasamos por su frente antes de iniciados los trabajos. 

El saludo que realizamos no está dirigido a los objetos que allí están presentes, sino a lo que ellos, en conjunto simbolizan. En ese saludo no solo estamos dando una muestra de respeto por los símbolos en cuestión, y a cuanto hemos dicho acerca de lo que ellos representan, sino que además, renovamos ritualmente nuestros compromisos y promesas masónicas, volviendo a religarnos con ellos en el preciso lugar en que los hemos realizado. Muy pocos autores masónicos serios definen a la Masonería como una religión. Entre ellos, Mackey. Sin embargo, la Masonería requiere que sus miembros crean en una fuerza superior al hombre, dando de ésta manera cabida en ella a HH.·. religiosos y no religiosos por igual. 

En tal sentido, citamos la declaración adoptada por la Gran Logia de Inglaterra en 1962, ratificada en el Acta de Tenida Trimestral de dicha Gran Logia del 9 de diciembre de 1981. ...”No puede ser fuertemente aseverado que la Masonería no es una religión, ni un sustituto de la religión. La Masonería tiene como meta inculcar a sus miembros estándares de conducta y comportamiento que considera aceptables a todos los credos, si bien se restringe de intervenir en el campo del dogma o la teología. La Masonería, en consecuencia, no está en competencia con la religión, sin embargo, en la esfera de la conducta humana puede tenerse la expectativa que sus enseñanzas sean complementarias de aquellas de la religión. Por otro lado, su básico requerimiento de que cada miembro de la Orden crea en un Ser Supremo, subrayando sus obligaciones hacia El, deben ser suficiente evidencia para todos, excepto los prejuiciosos, que la Masonería acepta la religión, requiriendo del hombre tener alguna concepción religiosa antes de ser iniciado, esperando de él que, una vez admitido, continúe practicándola.” Podemos admitir, en base a ello, que la Masonería no es una religión, pero que sí es una institución religiosa. Que recibe en su seno a HH.·. de todas las religiones o credos, e incluso a aquellos que, no creyendo en una divinidad, aceptan la existencia de una Fuerza Superior al hombre que ordena la naturaleza. Al colocar un Altar en el centro de nuestro Templo reconocemos que el G.·.A.·.D.·.U.·. centra nuestra existencia, surgiendo de allí la vida, la fuerza, y el poder. 

Vicente Alcoseri

miércoles, 27 de marzo de 2013

La Masonería y el ‘rey sin reino’ de Portugal


La Masonería y el ‘rey sin reino’ de Portugal

El diaro El País publicaba el pasado viernes un reportaje centrado en la figura deDuarte Píoduque de Braganza y heredero del trono de Portugal, al que califica de “rey sin reino” ya que el país es una república. 
Duarte Pío, duque de Braganza
Duarte Pío, duque de Braganza / Foto: Jembaixador (Creative Commons)
El interesante artículo firmado por el periodista Antonio Jiménez Barca, traza un retrato del personaje, al que no relaciona con la Masonería en ningún momento.
Sin embargo, en el texto sí parece haber una alusión iniciática, cuando el autor describe los jardines del palacete de San Pedro de Sinta donde reside el protagonista.
En concreto, el artículo señala la existencia en estos jardines de “una trama masona de arriates en la que los miembros neófitos de la logia, hace cientos de años, desfilaban como fantasmas en dirección a la fuente con los ojos vendados”. Posteriormente, no aporta nuevos detalles al respecto.
Según declaraciones del propio Duarte Pío, este adquirió la finca en cuestión “tras la caída de la dictadura” y, según precisa, “a muy buen precio”, señalando también que los antiguos propietarios del palacete se trasladaron a Brasil.