CREACIÓN DEL MUNDO POR EL GRAN ARQUITECTO
DEL UNIVERSO.
ANDRES CASSARD.
El hombre,ser inteligente, se detiene á contemplar
todo lo que le rodea y no puede menos que admirar la perfecta armonía que reina en las partes
del Universo que sus ojos alcanzan a descubrir,
naciendo en él un deseo, el de conocer el origen de
todos los grandes planetas que giran en torno de
la tierra en donde habita. No satisfecho aun,
trata de indagar su propio origen y el destino
que le aguarda y de penetrar las causas y precaverse de los efectos de fenómenos que observa
en el espacio, a gran distancia del mundo terrestre;
del cual ignora la edad y el momento de su creacion. He aquí la causa de esa curiosidad, muy
natural en él, y que le induce a hacerse así o a otros que supone mejor instruidos, multitud de preguntas difíciles de
resolver y que dan por resultado el encontrarse en un dédalo de conjeturas
mas o menos satisfactorias o mas o menos probables. Muchas veces, por
no decir casi siempre, le vemos precipitarse en un océano de dudas é
incertidumbres que le anonadan y le afligen.
La primer idea que le ocupa, ávido siempre de saber, es la de explicarse a que debe, cual es el objeto de su existencia y cual el de la tierra
que cultiva, para obtener de ella el alimento necesario a su conservación.
El astro magnífico cuya luz no le abandona y el cual le vivifica con el
dulce calor de sus rayos, le llena también de asombro. Causa su admiración y domina su inteligencia, la marcha rápida, regular y constante de
aquella espléndida antorcha de la naturaleza y la contemplación de los
otros planetas y satélites que forman nuestro sistema solar, moviéndose
también uniformemente, acaban por abismarlo y confundirlo. Considera,
en fin, que este espectáculo tiene lugar en un espacio inmenso y que se haya animado por la rapidez prodigiosa de aquellos cuerpos: rapidez que
ni altera la armonía, ni da origen a perturbación alguna en las órbitas
de los mismos.
La contemplación de tantas maravillas ha debido necesariamente con
mover la inteligencia del hombre y ofrecerle la idea de un Ser Supremo,
á quien casi todos los pueblos han dado el nombre de Dios y a quien
nosotros Franc-Masones llamamos con mas exactitud: Grande Arquitecto
del Universo; nombre que conviene con la contestación dada por
Platón, llamado el Divino, a uno que le preguntó: “de que se ocupaba
Dios,” a lo cual el filósofo contestó: en geometrizar constantemente: idea
tanto mas propia y sublime, cuanto que nos da la que Dios debe inspirarnos, como ser siempre en acción y cuyo poder y número de obras es
infinito.
Casi todos los que han escrito sobre la creación del Mundo, dan a éste
por origen el caos; pensamiento que no se halla en relación con el poder
del Ser Soberano, quien por un efecto de su voluntad ha creado la materia,
cuyas diversas modificaciones palpamos a cada instante en esa multitud
de luminares regados en el espacio, sujetos a una rotación constante y
los cuales forman otros tantos mundos en la vasta extensión del Universo. Estos cuerpos o planetas carecían de movimiento antes de la
creación. Los elementos se encontraban en ellos separados y el fuego
cubría su superficie. El Gran Arquitecto del Universo, después de
haberles dotado de * sobre sí mismo, mas o menos rápido,
según su pesantez, hizo describir a cada esfera una órbita diferente.
Al hacer habitables esos globos, era necesario que Dios crease en ellos
árboles y plantas y los dotase de la fecundidad propia para la vegetación. Creó, después, al sol y a las estrellas, alrededor de los cuales hizo
girar a los planetas que forman los distintos mundos. Formó los irracionales; y dió fin a su obra con los seres a quienes fue su voluntad conceder la inteligencia.
Moisés, educado desde su infancia en Egipto y en la corte de Faraón,
había sido instruido en la filosofía misteriosa de aquel país antes de abandonarle; y fue iniciado en ella por aquellos sacerdotes los solos que
sabían interpretar los caracteres jeroglíficos de dicha ciencia, de la
cual tenían la clave. Fue después de su salida de Egipto y durante su
prolongada residencia en un país de donde veía la tierra prometida sin
poder penetrar en ella, cuando escribió la historia de la creación yla de su patria. Dió principio á su narración, anunciando que Dios había
creado todo lo que existe y se limitó después a solo darnos los permenores de la formación de nuestro globo. La palabra principio u origen,
con que empieza el Génesis, nos hace ver que antes de la creación no
había tiempo: si por este debemos entender la duración del movimiento de ciertos cuerpos. Día, según esto, seria la duración del movimiento de
rotación de la tierra sobre su eje;
y año, el total de revoluciones o movimiento diurno de esta al rededor del sol. De modo, que debemos
creer, que el primer día fue el primer momento en que los planetas empezaron
á girar sobre su eje
y el principio del primer año, el instante
en que Dios creó el sol
é hizo describir una órbita
á cada planeta al
rededor de aquel astro.
Hemos dicho que en el momento en que fue creada la materia
y al
empezar a adoptar estas formas diferentes, estaban inmóviles los planetas
y separados los elementos unos de otros. La materia de que la tierra estaba formada, era una masa sólida, cuyas partes debían hallarse perfectamente unidas. Faltaba al agua el contacto del aire
y del fuego;
y helada
del todo, cubría la circunferencia de la superficie de la tierra. El aire se
hallaba como dormido sobre el agua;
y el fuego, el mas ligero de todos
los elementos, se extendía por la superficie de todos los demás planetas.
Esta sustancia ígnea, convertida en agente poderoso por el movimiento
universal que el creador le comunicó, fué el principio vivificador del cual
se sirvió aquel artífice supremo para animar
á los otros elementos
y
ocasionar, por la fusión de estos, la vegetación general. El fuego, combinado con el aire, se vio constantemente agitado
y ningún obstáculo
pudo ya, desde entonces, detener su actividad.
La luz era necesaria
á planetas que debían ser habitados. Esta sustancia, no conocida hoy aun
y por esta razón difícil de definir, fue la última creada por el Gran Arquitecto. Sola, inútil seria al hombre; por
que ningún efecto es capaz de producir al no"estar unida al fuego,
que ha recibido el poder de animarla. No debemos olvidar, que de todo
lo creado solo el fuego no carecía de acción.
El movimiento de rotación comunicado a los planetas, les hizo girar
sobre sus ejes. Este fue el instante en que empezaron
á combinarse los
elementos
y en que el poder de su acción, que cada vez aumentaba, pro
dujo una gran efervescencia o movimiento general. La pesantez de los
cuerpos, dejó de ser la misma
y el fuego, abandonando la superficie de la
tierra, descendió hacia su centro o eje: penetrando los otros dos elementos
y dotándolos de vida. El aire dilatado por el fuego, llenó todo
el espacio
y por medio de estos agentes, el agua, que era una masa sólida
y helada, se liquidó. La fusión de los elementos, hizo que los
átomos de la materia terrestre fuesen menos tenaces
y su cohesión mas
débil. Tal fue la obra del primer día.
Durante el segundo periodo de rotación de la tierra, el fuego, el aire
y el agua, penetraron por toda la materia terrestre, siendo dicho movimiento
causa de la poderosa excitación que produjo la fuerza centrífuga a la cual debemos el origen y elevación de las montañas. A la fusión de la materia terrestre con los elementos, se siguió. la diversidad de sustancias, combinadas y amalgamadas de diferente manera.
Aparecieron también esas grietas y vastas profundidades de nuestro globo, por las cuales se precipitaron grandes masas de aguas, quedando
de ellas en la superficie la cantidad que podían contener los depósitos
exteriores formadas por el choque de los elementos. Esta división de
las aguas, que dejó aparecer a su vez la tierra seca, fue según la relación
de Moisés, la obra del tercer día o instante en que ha debido el creador
dará la tierra la fecundidad y a los árboles y plantas la facultad de germinar y reproducirse.
El cuarto, día el Grande Arquitecto del Universo hizo el sol y dio a la tierra y demás planetas, el movimiento que los hace girar al rededor
de aquel astro. Colocó a la Luna cerca de la tierra, como satélite de
ésta; y de algunos cuerpos celestes, hizo también satélites de otros de
mayor magnitud: los cuales habían de recorrer diferentes órbitas hacia
sus centros respectivos de gravedad, de acuerdo con la ley divina de proporcion que los había puesto en movimiento.
El quinto día, creó Dios a los irracionales y el sexto a la especie
humana o al hombre y a la mujer. El hombre,última obra del creador,
fue formado a su imagen y semejanza: dotándole de cualidades que le
hacían superior a los otros seres, le acordó parte de su inteligencia,
emanación de la Divinidad yale infundió un alma pura e inmortal, la
cual había de regresar al seno de su divinidad. Formado el hombre de
esta manera y en posesión de toda la tierra, le fue dado poder sobre
todos los animales y también destinado a vivir en el lugar mas hermoso
de ella, como su morada primera y única. Ved, pues, en resumen, lo
que nos dice Moisés en su relato sobre la creación.
Algunos autores antiguos y modernos, han acostumbrado no apreciar
en su justo valor la narracion de aquel patriarca; porque óbien critican
el órden en que segun éste tuvo lugar la formacion del Mundo ó bien le
imputan haber hecho del creador un obrero mecánico yvulgar, ocupado
de su labor durante seis dias ydescanzando el séptimo: opiniones que en
nada parecen haber alterado la de la iglesia católica, que adopta y cree
firmamente en la creacion sucesiva y sostiene en todas suspartes el texto
literal del Génesis,ylo que no es un obstaculo para que cada cual sea
libre de estar por la hipótesis mas probable. Debemos no obstante, con
venir en que la creacion aceptada como un hecho instantáneo, nos da
una idea mas conforme con el poder de Dios, quien no parece que tiene
necesidad ni de tiempo, ni de materia, para haber creado todo lo que
existe, ni haber dado á su obra la perfeccion que nos asombra.
Tal es el enlace de la narración de Moisés, que pudiéramos interpretarla de esta manera. “Todo recibió a la vez la vida o la existencia... Sin embargo, si la voluntad de Dios fue que la creación ocurriese bajo cierto
orden y sucesión, después de comunicado el movimiento que había de
durar en las cosas creadas hasta el fin del Mundo, nada estaría también
mas de acuerdo con ese orden, que el relato de Moisés."
Continuando la hipótesis, parece que los seis días fueron los seis periodos o tiempos en que pudieron llevarse a cabo las revoluciones o transformaciones, por las cuales pasó la materia de que está formado el Universo, según lo vemos y ha llegado hasta nosotros.
Creemos ademas, que tampoco nos sea permitido tomar la palabra día,
del Génesis por lo que vulgarmente conocemos con ese nombre y que solo
se refiere a cierto espacio de tiempo, ni pasar por alto otros lugares de
la Escritura en que las palabras años, semanas y días, expresan algo mas
que lo que parece enseñarnos el texto literal.
Lo que mejor, en fin, puede darnos a conocer el sentir de Moisés sobre
la creación, es la consideración que se sigue a su relato, pues que nos
hace la enumeración de las cosas, que, según él, fueron hechas separada
mente; y mas adelante, supone esas mismas cosas como creadas el mismo día o en un solo tiempo o jornada y sin la menor interrupción. En
ese día, dice Moisés, creó Dios el cielo y la tierra, la yerba de los campos, &.
Es con este motivo que Philon, judío y autor de una obra muy estimada y ademas muy versado en la ley judaica, critica con mucho acierto, la opinión de los que admiten distintos tiempos y trabajos en la creación
del mundo, no habiendo sido según él, otra la intención de Moisés, que
indicar la manera en que parece haberse principiado la generación, de la
cual quería dar una idea.
Tal es la contestación que a los de distinta opinión da aquel escritor distinguido, también autor del artículo Creación, del Diccionario Enciclopédico. Fácil nos seria convenir con él apoyándonos en razones de la
misma física.
Hemos dicho antes, siguiendo la narración de Moisés, que el tercer día dotó Dios a la tierra de fecundidad y que el día después o cuarto día, creó al sol. Necesario será reducir estos dos días de creación sucesiva a un solo instante; porque de tardar aquel astro en aparecer, el calor de la tierra, atraído hacia el centro o eje de ésta por su movimiento de rotación
Y no pudiendo ascender sino en virtud de su propia ligereza, se hubiera condensado en gran cantidad, ocasionado una explosión terrible en nuestro globo, la vegetación se hubiera interrumpido y la reproducción de los árboles y plantas desaparecido completamente.
Esta verdad que nos enseña la física, parece demostrarnos que la crea con del mundo ha debido ocurrir simultáneamente y por sola la voluntad del Grande Arquitecto del Universo.
Entre los filósofos que admiten la creacion como un hecho cierto, hay
algunos que preguntan: si Dios creó el mundo de la nada o si empleó en
su formación una materia preexistente, presentando la cuestión como del
resorte de la filosofía y no como religiosa, y sosteniendo a la vez que
la revelación no se explica sobre esta materia de un modo terminante
y decisivo. Esta es la opinión de dos autores ingleses, Tomas Burnet y
Guillermo Wiston, los cuales convienen en que el primer capítulo del
Génesis solo hace alusión a la formación de nuestro planeta y no a la
del resto del Universo que existía desde mucho antes.
“Así es, nos dice Wiston, que cuando Moisés nos refiere, que Dios
para dar una prueba de su poder creó el cielo y la tierra, se contraía al
planeta que habitamos y al aire y atmósfera que lo rodea. Moisés añade
luego, que la tierra se hallaba informe y sin vegetación y que las tinieblas cubrían la faz del abismo. ¿Sería posible hacer una descripción
mas exacta del cáos? Fué en este estado que debió pasar nuestro globo
por seis revoluciones sucesivas; antes de adoptar la forma que le era necesaria. Una prueba de que la Escritura solo se refiere a la formación
de la tierra, es que en todos los pasajes de ella en que nos habla del fin del
mundo,parece solamente querer ocuparnos de la destrucción de aquella, de
su atmósfera y del aire que en ella respiramos. Es en este concepto, que
no debe el resto del Universo haber experimentado cambio alguno en las
revoluciones ocurridas en nuestro globo al combinarse los elementos y
al formarse todas las cosas que existen en él. Ademas, cuando el historiador judío nos asegura, que el cielo y la tierra habían sido creados simultáneamente, debemos entender que lo fueron en una época anterior y
que la tierra convertida en cáos recibía de Dios la nueva vida con que le dotaba: lo que de cierto modo se asemeja a una nueva creación.
La opinión del escritor ingles, no deja de ser atrevida; aunque carece
de pruebas en que apoyarla al mismo tiempo que si bien Moisés no hace
mención en el Génesis de la formación del resto del Universo, deja comprender, sin embargo, que algún conocimiento tenia de él, cuando nos
añade: que el mismo día en que Dios creó el Sol, hizo también las estrellas debiendo por analogía creer, que cada estrella es un sol ó el centro de "un mundo semejante al nuestro, formado por la sola voluntad del creador y a quien según esta bella hipótesis, nos parece ver ocupado constantemente en la formación de nuevos cielos o en geometrizar eternamente,
según Platón.
No existe un solo ser que obre por su sola voluntad. Lo que cada día
experimentamos nos hace creerlo así. Sentimos esto a todas horas y de
ello estamos convencidos. No nos seria posible ir á buscar apoyo alguna en la nada ó no existencia; porque, careciendo la nada de vida, no en
contrariamos en ella los resortes que nos son necesarios para mover la voluntad. A esto pudiéramos añadir de que estamos persuadidos de ser
la voluntad en nosotros causa de todos nuestros actos y de hechos que
son enteramente nuevos y que creeríamos salidos de la nada.
Debemos pues admitir y creer en una voluntad infinita y todo-poderosa,
al ver que hacemos todo en virtud de esa misma voluntad, cuyo origen no
encontramos en nosotros, ni nos viene de la nada, debiendo suponer por
una razon idéntica, que también la materia debe existir por solo la voluntad de un creador, que, a todas las perfecciones, reúne el poder de crear.
La materia no es anterior al Universo y ha debido ser creada. No
podría convenirle la eternidad a no ser que fuese infinita y llenase todo
el espacio, de modo que no quedase en él ningún vació; bajo cuyo aspecto jamas podremos considerarla. La empleada en la formación del
mundo es susceptible de movimiento, por ser éste el alma del Universo
sin ser extensa de un modo absoluto, porque entonces ocuparía todo el
vacio y el movimiento no podría tener lugar. No ocupando todo el
espacio, existe en algunas partes de éste la nada, o lo que es lo mismo,
la ausencia de la materia.
Comunicado el movimiento á la materia, trasciende instantáneamente a todos sus partes, las hace mover de un lugar a otro, las pone en distinta
relación entre sí y forma con ella numerosas y variadas combinaciones. Ni es la materia infinita, ni data desde toda eternidad; porque sus efectos naturales no serian posibles y el mundo no existiría.
Siendo la creación, que Dios sacó de la nada, conforme a la razón y
digna de tan Gran Arquitecto.
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