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martes, 31 de diciembre de 2013

Cagliostro, un superior desconocido

Cagliostro, un superior desconocido

Por Alejandro de Seleuki
Si me amas y si me buscas con todo tu espíritu, con toda tu alma y con todo tu cuerpo, pondré un espíritu de discordia entre tú y el mundo a fin de que ningún consuelo ajeno te aparte de mi vía recta; tus allegados te odiarán y rechazarán, les resultarás odioso y ellos te serán insoportables y contrarios en todo, dice el Señor oculto; incluso tu compañera se levantará contra ti y tus hijos se burlarán de ti por mi causa. Palabras crueles para el mundo ignorante; amor santo y perfecto para el que sabe.  

(Louis Cattiaux) 

Esta pequeña introducción sintetizaría la vida y la obra espiritual de un personaje sobradamente conocido llamado por unos, Alejandro Cagliostro y por otros, José Bálsamo. De él se han escrito algunos libros, memorias, cartas, artículos. Aunque todo lo que se ha dicho sobre este hombre debe tomarse con ciertos reparos, pues muchos de estos escritos han sido dictados por la envidia y el odio, más que al servicio de la verdad histórica sirven a la polémica. La principal fuente de información de la vida de Cagliostro fue la misma Iglesia Católica, que tras el proceso seguido por el Santo Oficio en Roma contra este Adepto en el año 1790, publicaría el siguiente panfleto: El demoníaco rito egipcio y su fundador, poco después en España se publica: conde de Cagliostro. Compendio de su vida... que puede servir de regla para conocer la índole de la secta de los francmasones (Sevilla, 1791).


Entre sus mejores biógrafos se encuentra Roberto Gervaso. Los Dumas, padre e hijo, le dedicaron cuatro obras que favorecieron su popularidad más que cualquier otro memorial. Durante un viaje a Italia Goethe se entrevistó en Palermo con la madre y la hermana, compuso una comedia satírica en cinco actos, El Gran Copto. Hasta Orson Wells, realizó sobre él una película decepcionante. Su vida aventurera, secreta e iniciática, su genio “extraordinario”, su “muerte” trágica y dolorosa a manos del Santo Oficio contribuyeron a crear para la posterioridad un mito “profano” que sobrevive en la literatura romántica, pero en la memoria de los nobles-viajeros, siempre será un “representante” de la tradición iniciática, auto-sacrificado por amor a la humanidad. 

José Bálsamo o Alejandro Cagliostro

Según algunos biógrafos, Alejandro de Cagliostro (su nombre verdadero era José Bálsamo, 1743-1795) habría nacido en Palermo, Sicilia. De Acuerdo con estos, fue un individuo perverso y excesivamente inmoral durante su juventud. Algunos escritores crearon de su figura a un personaje despreciable, farsante, estafador y charlatán, pero como veremos más adelante este individuo y sus correrías, son ajenas a la vida y obra de este Adepto. 

Por otro lado, también se considera que no existen pruebas evidentes de que Cagliostro y el conocido charlatán José Bálsamo fueran la misma persona. Desde su iniciación masónica hasta el proceso de Roma, Alejandro Cagliostro rechazará obstinada y desesperadamente el identificarse con José Bálsamo. “En los papeles de Cagliostro, secuestrados por dos veces y por sorpresa en París en 1784 y en Roma en 1789 – según Haven- no se encuentran huellas de Bálsamo.” Según el historiador Pier Carpi, José Bálsamo habría nacido en Italia, pero Alejandro Cagliostro ha nacido en Portugal. He incluso Goethe intentó remontar los orígenes de este apellido a una deformación de la palabra codorniz. Pero la verdad parece ser más sencilla: Cagliostro era descendiente de los condes de Cagliostro, nombrados por Felipe de España; y el apellido se deriva del origen del nombramiento hecho al bisabuelo de Alejandro, pues durante una tormenta, salvó con su propio barco al rey, y éste le nombró conde de Callosto. Pero también hay que considerar que en ciertas ocasiones un iniciado puede adoptar un nombre simbólico que define su función esotérica, ocultando y dejando en un segundo plano su individualidad humana y su papel profano en la sociedad.

El Adepto no suele revelar su identidad a nadie, salvo a quien considera digno de conocerla. El trabajo oculto que les ha sido encomendado es como una espada de doble filo, de ahí que no revelan a nadie las instrucciones secretas que han recibido ni la fuente de donde tales instrucciones provinieron, contentándose con difundirlas callada y prudentemente. Si se les pregunta acerca de esto, sólo aclaran el punto de interés inmediato y luego callan. Otra de las obligaciones del Adepto es adoptar las vestimentas y las costumbres del país o de la gente con quien reside, a fin de que un apartamiento de tales hábitos no lo hagan señalarse. Esta era una de las reglas más estrictas de los maestros antiguos, y se la halla en los manifiestos de la Hermandad Rosacruz.

Tal vez unos de los pasajes que mejor describen la personalidad de este Adepto se hallen en su Memoire contre le Procureur général, en el que se describe a sí mismo de la siguiente manera: “No pertenezco a ninguna época ni a ningún lugar; fuera del tiempo y del espacio, mi ser espiritual vive su eterna existencia, y, si me sumerjo en mi pensamiento remontando el curso de los años, si extiendo mi espíritu hacia un modo de existencia alejado del que percibís, me convierto en el que deseo ser. Al participar de modo consciente en el ser absoluto, adecuo mi acción según el medio en el que me encuentre. Mi nombre es el de mi función y lo elijo, al igual que mi función, porque soy libre; mi país es aquel en el que momentáneamente he fijado mis reales (...). Héteme aquí: soy noble y viajero; hablo, y vuestra alma se estremece al reconocer palabras antiguas; una voz, que está en vosotros y que permanecía en silencio desde hacía mucho, responde a la llamada de la mía; actúo y la paz regresa a vuestros corazones. Todos los hombres son mis hermanos; todos los países me son queridos; los recorro para que, en todas partes, el Espíritu pueda descender y encontrar un camino hacia vosotros.

No les pido a los reyes, cuyo poder respeto, más que hospitalidad en sus tierras y, cuando se me concede, paso por ellas haciendo en derredor mío el mayor bien posible; pero no hago sino pasar. ¡Soy un noble viajero!”. Resulta difícil después de leer esta cita comprender la actitud detractora de Mme. Blavatsky, fundadora de la doctrina teosófica, cuando afirma de Cagliostro, “su destino fue el de cualquier ser humano que demuestra saber más que los demás. Su final no fue del todo inmerecido porque no mantuvo sus promesas, pecó contra la castidad y cayó en el egoísmo”. Creemos que desconocía el valor y la función espiritual de este Adepto, y quiso alinearse “ignorantemente” a la política infamante de la época, al igual que hacen algunos historiadores actuales, cuando recurren a los panfletos y escritos del Santo Oficio para relatar su vida. Las enciclopedias modernas, como la Británica todavía perpetúan estas declaraciones. 

El Itinerario Iniciático  

Cagliostro viajó por Grecia, Egipto, Arabia, Persia, la Isla de Rodas y a través de toda Europa. En Mesina parece que conoce a quien será su Maestro Alquimista, un tal Altotas, quien decía ser medio griego, medio español, hablaba una mezcla de italiano, francés y árabe, vestía una zamarra albanesa, se tocaba con un gorro rojo y llevaba una gran barba. Cuando Altotas abandona Mesina para ir a Alejandría y El Cairo, se lleva a su alumno Cagliostro. Declaró muchas veces que había sido iniciado en los Misterios Egipcios, durante su estadía en Egipto, le fue impartida la gran gnosis, la transmisión espiritual del sacerdocio egipcio. Finalmente parece que desembarcaron en Malta, sede de los caballeros de Malta, la antigua Orden de San Juan de Jerusalén, donde parece que se mantenían algunos círculos herméticos imbuidos de doctrinas esotéricas, aprendidas de los sabios orientales. Especialmente versado en estas materias estaba el Gran Maestre, Pinto de Fonseca, un portugués originario de Lamego. Apasionado por la alquimia acoge en Malta a Altotas y a su discípulo Cagliostro y los hace caballeros de la Orden de Malta.

El Gran Copto

Más tarde Cagliostro es presentado a muchas familias prominentes de Roma. De regreso en Europa, visitó muchas de las grandes capitales, extendiéndose su fama como alquimista, filósofo y sanador. Mantiene también diversas entrevistas con el conde Saint-Germain en Hamburgo. El 12 de abril de 1777, en el curso de una solemne sesión, es admitido en la masonería, se le inicia en la logia de la “Esperanza”, perteneciente a la Obediencia de la “Estricta Observancia”. En La Haya, la masonería templaria de la “Estricta Observancia”, le invita a una de sus logias, donde pronuncia un discurso “de una sublimidad, excelencia y unción extraordinarios” que duró algunas horas y que abarcó “todas las ciencias en materias sacras y profanas”.

Es entonces cuando su labor iniciática entra en expansión, se convierte en Gran Maestro del rito Escocés, y del Temple, Iniciado de Martínez de Pascuales con el grado de Sacerdote Electo, amigo de Saint Martín, de Swedemborg y de Willermotz con quien mantiene largas charlas y discusiones sobre la C.B.C.S. (Caballeros Bienhechores de la Ciudad Santa). El 24 de diciembre de 1784, inaugura su “Rito de la masonería egipcia Superior” en el marco de la logia-madre La sabiduría triunfante de Lyon. En algunas de sus alusiones se desprende que Cagliostro tiene como misión la de crear las bases para lo que es llamado la Venida de la Jerusalem Celeste, es decir, la instauración de una Jerarquía de Sabios llegados a la Realización, también conocido en el hermetismo cristiano como SION, el Priorato del Temple, el templo de Dios entre los hombres. Pero como diría un contemporáneo de Cagliostro, sería preciso ser él mismo para comprender su misión, pues esta escapa a la simple compresión humana. Sus palabras así lo atestiguan: “Los Holocaustos no os son agradables.

El sacrificio que Dios pide es un espíritu afligido. ¡Oh, Dios! No puedes ignorar a un corazón pleno de humildad. Señor, en vuestra bondad, repartid vuestros bienes y vuestras ganancias sobre SION, a fin de que los muros de Jerusalem sean alzados”. También los Philalethas, recurren a él para que ponga orden en el caos de sus logias, pero Cagliostro exige la disolución de la Orden, y la adhesión a su Rito Egipcio, petición que fue secamente rechazada. Entonces el Gran Copto les dirige la siguiente carta: “En el nombre y a la gloria del Eterno, Nos, os hemos ofrecido la verdad y la habéis despreciado. Os la hemos ofrecido únicamente por amor a ella, y vosotros la habéis rechazado por amor a las formas. Pero ¿qué son las formas cuando no existen los fundamentos? No queráis llegar hasta Dios y al conocimiento de vosotros mismos con la única ayuda de un secretario de congreso. No es necesario que os justifiquéis, no estamos ofendidos. Considerar que si, para elevaros, os hemos enviado a nuestros adeptos, mientras que vosotros no hacéis 22 ningún esfuerzo para elevaros por vosotros mismos, ¿cómo podréis llegar hasta nos? Nos, damos, y vosotros habéis querido enseñarnos cómo y a quién debemos dar. Vosotros habéis querido dirigir nuestro camino por una vía que no habéis frecuentado nunca. Mirad qué inciertos son vuestros pasos. Habéis esperado seis semanas para responder a nuestros sencillos ofrecimientos.

El Gran Dios, en nombre de quien trabajamos, os devuelva al buen camino e ilumine vuestras deliberaciones...” La asamblea de los Philatethas hace un intento de reconciliación, pero Cagliostro vuelve a ser inflexible: “Sabed que Nos no trabajamos para un hombre, sino para la humanidad. Sabed que queremos destruir el error, no de uno solo, sino de todos. Sabed que esta línea de conducta está trazada no contra la falsedad aislada, sino contra todo un arsenal de mentiras. (...) Vosotros decís que buscáis la verdad. Yo os la he presentado y vosotros la habéis rechazado. Ya que preferís un montón de libros y de escritos pueriles a la felicidad que os había reservado y que debíais compartir con los elegidos, ya que no tenéis fe en las promesas del Gran Dios y en sus ministros sobre la tierra, os abandono a vosotros mismos y os digo, en verdad, que mi misión ya no es la de instruiros...”.

Esta elocuente intransigencia hizo perder a Cagliostro las simpatías y respaldo de los altos grados de la masonería francesa que era patrimonio de los príncipes de sangre real, y que en el escándalo del collar de la reina María Antonieta no moverán un dedo para salvarlo.

La hora de la traición y crucifixión 

La Iglesia Católica estaba muy preocupada por la formación de Logias de la Masonería Egipcia en París. La generosidad de Cagliostro con los pobres, su manifiesta abnegación y benevolencia, así como la reputación moral que los círculos sociales más altos y humildes le dispensaban, difícilmente podía interesar a la Iglesia Romana. De hecho el Papa había promulgado una sentencia de muerte para quien estableciera logias francmasónicas en Roma. Pero Cagliostro convencido de su “misión” se mete en la “boca del lobo” y viaja a Roma intentando conseguir del Papa la legalización de su Rito. Varias personas se unieron a su Rito en la Logia de Roma, entre ellos un capuchino llamado Francesco de San Maurizio. Este monje era un agente del Santo Oficio al que se le encomienda vigilar y dar información a la Santa Iglesia sobre Cagliostro y sus trabajos de Logia. En la mañana del 27 de Diciembre de 1789, día de San Juan Evangelista, autor del Apocalipsis y patrón de la masonería, el Papa Pío VI, después de haber consultado con su secretario de Estado, ordena el arresto del conde. “Esa misma noche –informa Orengo-, Cagliostro fue arrestado en su casa por un piquete de soldados, que se apoderaron de todos sus papeles y le trasladaron al castillo de Sant´Angelo. Su mujer fue conducida y encerrada en un monasterio de religiosas. Otro piquete de soldados arrestó en su convento al capuchino, que fue trasladado al monasterio de Aracoeli. (...). El gobierno mantiene secretas las razones de estos arrestos y registros. No hay duda, sin embargo, de que éstos tienen móviles religiosos. Se da como cierto que el delito de Cagliostro consiste en haber tratado de conseguir prosélitos. Como escribiría posteriormente el abogado Cassinelli, el proceso fue un “error político”: “El audaz aventurero fue condenado más por sus intrigas masónicas, a las que se dio erróneamente gran importancia política.

Era necesario atemorizar a los masones de Roma, paralizándolos con un ejemplo de rigor inexorable y quitarles el deseo de dedicarse a las prácticas de su secta. Cagliostro, que con la masonería de Roma no tenía nada que ver, se presta a este plan y cae víctima de una necesidad política inevitable. Cagliostro fue castigado no por lo que había hecho, sino por lo que representaba, cuando reyes, príncipes y emperadores se lo disputaban, cuando las gacetas lo aclamaban como a un divo. Había sido uno de los jefes de la masonería, la pesadilla del papado y de las monarquías, había sido un mago famoso, y se había salido del seno de la Iglesia católica, apostólica y romana. Todo esto era suficiente para enviarle a la hoguera”.

El sumario que se inició inmediatamente duró dieciséis meses. Los interrogatorios estuvieron a cargo del procurador fiscal, Barberi, al archivero del Santo Oficio, Cavazzi, y al sustituto de la chancillería, Lelli. El 4 de enero, cuatro meses después del arresto, fue escuchado el acusado, quien llegó a ser sometido a cuarenta y tres extenuantes interrogatorios. El Santo Oficio le acusa de haber hecho y dicho una larga lista de horribles blasfemias; que Cristo y sus doce apóstoles eran francmasones; que la virginidad de María era un “camelo”, porque si la Virgen había tenido un hijo no podía ser virgen; que la confesión y la comunión eran “tonterías”; de haber echado de casa a Lorenza y al cuñado, para no oírles recitar el rosario; (...) etc. Pero él rechaza estas acusaciones. Dijo que nunca había blasfemado de Jesús, de la Virgen y de los santos porque era un buen católico, creía en la inmortalidad del alma, nunca había dudado que en la Eucaristía estuviera Dios mismo, que iba regularmente a misa, confesaba, comulgaba y observaba los ayunos (...). De hecho citó como prueba de sus buenas relaciones con la Iglesia, de contar entre sus amigos con el cardenal de Rohan y los arzobispos de Brujas, Chartres y Lyon. Los inquisidores pasaron a continuación a los delitos comunes (aunque el tribunal eclesiástico no tenía competencia para juzgar culpas cometidas fuera de su jurisdicción). Los jueces le acusaron de: falsificación de células, estafas sacrílegas, calumnias, maquinaciones y otros delitos cometidos en diversas ciudades Europeas. También se le acusa de “comercio carnal con varias doncellas”. Pero la mayor atracción son los interrogatorios sobre el “Rito Egipcio”.

A la pregunta de qué objetivos perseguía, respondió: el conocimiento de Dios, la fraternidad humana y la felicidad eterna. Habló durante horas y horas con una maravillosa verbosidad hasta que los inquisidores lo acusaron de haber admitido judíos y protestantes en las logias.(...) Entonces, le acusaron de haber tomado como emblema de su rito una serpiente, símbolo de Lucifer. “Esto no es verdad –protestó- : la serpiente con la manzana en la boca simboliza el pecado original, origen de todas nuestras desgracias. La redención de Jesús la ha vencido, y nosotros debemos tenerla siempre ante nuestros ojos y nuestro corazón, porque los ojos y el corazón son el espejo del alma, y el hombre debe guardarse de las tentaciones del demonio.” Los interrogatorios le acusan de participación en la revolución francesa. ¿Era verdad que había recopilado pasquines licenciosos contra el rey de Francia y enviado un memorándum a los Estados Generales? Respondió que era falso, que nunca había soñado con armar revueltas y aún menos con criticar a la monarquía. Se le hace que enuncie los pecados mortales, se le pregunta cuántas son las virtudes teologales y las cardinales. Se le sigue interrogando y acusando durante horas sobre los espíritus celestiales, sobre su visión beatífica, sobre sus profecías y en un momento dado el mago se derrumba, se deshace en lagrimas e implora la misericordia de sus inquisidores, dice: “Hundido como estoy en el dolor y el arrepentimiento de haber pasado cuarenta y cinco años de mi vida en el estado miserable de la perdición de mi alma, estoy dispuesto, para reparar las ofensas hechas a la religión y a las almas de mis semejantes, a hacer declaración, retractación o cualquier otro acto que se juzgue necesario (...). Pero aún no había terminado de firmar sobre el acta, cuando se percata de que estaba firmando su condena a muerte. Intentó salvarse, in extremis, realizando otras declaraciones, pero no quisieron escucharle.

El 7 de abril de 1791, escucha el veredicto, de rodillas, maniatado, con la cabeza cubierta con un velo negro: “José Bálsamo, acusado y reo de un gran número de delitos, que ha incurrido en las penas previstas contra los herejes formales, los defensores de falsos dogmas, los heresiarcas, los maestros y discípulos de la magia supersticiosa, cae bajo las censuras y penas establecidas por las leyes apostólicas de Clemente XII y Benedicto XIV contra aquellos que favorecen o forman sociedades y camarillas de francmasones (...). Sin embargo, como gracia especial, esta pena que entregada al culpable al brazo secular (el de la muerte) es conmutada por la de cadena perpetua, que ha de expiar en una fortaleza, donde el condenado será estrechamente vigilado, sin esperanza de indulto (...). 24 El 4 de mayo, en la plaza de Santa María Sopra Minerva, se celebró el auto de fe de sus instrumentos masónicos: bandas, calaveras, triángulos, llanas, reglas, cordones, delantales, insignias, estandartes, espadas, estrellas salomónicas, manuscritos, cartas y documentos. El 8 de junio, el Moniteur Universel escribió: “La hoguera duró tres cuartos de hora, en medio del regocijo de la gente. La muchedumbre aplaudía y gritaba de alegría a cada objeto que se echaba a las llamas.” Pero no todo el material que cayó en manos del Santo Oficio fue destruido, se sabe que un número importante de documentos, cartas y confidencias fue guardado en los archivos vaticanos. Y que la Iglesia no ha sacado aún a la luz. En los años 70 Roberto Gervaso, escritor y colaborador del diario Corriere della Sera solicitó al cardenal Seper, presidente de la Sagrada Congregación para la Defensa de la Fe, ex Santo Oficio, que le dejara consultar los documentos de José Bálsamo, y recibió la siguiente negativa diplomática. “Los documentos que poseemos, no añaden ni quitan nada a los que se conservan en las bibliotecas del Estado y en los archivos públicos accesibles a todo el mundo.” Cagliostro fue conducido a la Prisión de Saint Leo, en una montaña cerca del Adriático, fortaleza inexpugnable donde murió cuatro años más tarde. ¿Murió Cagliostro?, las informaciones son diversas y contradictorias, se cree que ante la inminente llegada de tropas liberadoras a Italia y temiendo que los revolucionarios encontraran vivo a un líder al que el público de Francia mantenía una particular devoción, se le estranguló en su celda el 26 de Agosto de 1795.

¿Era él quien fue encontrado muerto en su celda? Otras fuentes aseguran que debido a su precario estado de salud, Cagliostro pidió los servicios de un padre para su confesión. Un poco después, los carceleros encontraron en el suelo de su celda a un hombre estrangulado. No era José Bálsamo. Pero según el certificado de defunción extendido por el arcipreste de la parroquia de San Leo, don Luis Marini su muerte fue ocasionada por un ataque de apoplejía, dice: “Año del Señor 1795, 27 de agosto, San Leo. José Bálsamo, apodado conde de Cagliostro, natural de Palermo, bautizado, pero incrédulo, hereje, conocido por su mala fama, después de haber difundido en distintas naciones de Europa la doctrina impía de la masonería egipcia (...). Habiendo soportado con igual firmeza y obstinación las privaciones de la cárcel durante 4 años, 4 meses y 5 días, fue aquejado de improviso de un ataque de apoplejía. De mente pérfida y de malvado corazón como era, no habiendo dado la menor prueba de arrepentimiento, muere sin quejarse, fuera de la comunión de la Santa Madre Iglesia, a la edad de 52 años, 2 meses y 18 días.” ¿Pudo ser una muerte fingida? No lo sabemos, José Bálsamo desaparece de la escena mundial como Adepto y se perpetúa en un personaje mítico. Quizá regresó a su morada en el Este del Mundo, a la Santa Ciudad. Al igual que el Cosmopolita, Filaleteo, el conde Saint- Germain, son “Nobles Viajeros” que, lo mismo que los Phap del Taoísmo y los S^a´ih^un del esoterismo islámico, “se desplazan recorriendo el país con el objetivo exterior de encontrarse con los hombres (de Alá).

El provecho interior de sus viajes consiste en la adquisición de maqâmât (grados de realización iniciáticos) superiores, y de estados de inspiración provenientes de la fuente generosa de todo saber. Son siete, todos hombres, sus personas están purificadas de las escorias inherentes a la condición humana” (Ibn Arabí, Las Categorías de la Iniciación). Sería, pues, completamente vano buscar documentos históricos que probasen que el conde Cagliostro hubiese alcanzado un grado de iniciación más o menos elevado, o que fuese realmente el enviado de un centro espiritual, lo cierto es que su nombre no es un patronímico, sino un “hierónimo”, un nombre de función; su título de conde, no se relaciona, seguramente con su nacimiento, sino con un grado iniciático. Y pretender saber con certeza su “estado espiritual” por unos signos externos cualesquiera sería sumamente imprudente. Lo que puede decirse con seguridad es que, antes del fin del ciclo, debe producirse lo que a veces se llama la “reaparición de los Sabios”, la remanifestación de las funciones tradicionales hoy día ocultas. Aquellos rosacruces retirados a la India, creemos que volverán del exilio, pues como afirma Khunrath en su Anfiteatro de la Sabiduría Eterna que “los fieles intérpretes de la Sabiduría son relegados en exilio más allá de los montes del Caspio”... 

Fuente: Revista Hermética No. 17 – Mayo 2005

lunes, 30 de diciembre de 2013

La investigación sobre la Atlántida

La investigación sobre la Atlántida

Durante dos milenios y medios, la investigación sobre la Atlántida o Atlantis ha estado presente en el mundo de los intelectuales y los investigadores. Hoy, a través del avance la ciencia, parece que definitivamente nos acercamos al fin de ella. En este artículo, se presenta de forma muy resumida la historia de la investigación y las diferentes teoría sobre el mítico continente.
Un debate profundo y milenario

A lo largo del tiempo, parte significativa del debate sobre La Atlántida o Atlantis ha estado puesto en su propia existencia o inexistencia, discusión muy activa desde la misma época helénica clásica, extendiéndose también a la romana. Según nos señala hoy el escéptico escritor Richard Ellis, “La Atlántida no está en ningún mapa (…) Es sui generis, una isla en sí misma (…) puede ser una gran ciudad que se hundió en el mar, o un continente que fue destruido por un asteroide errante. Puede ser una ciudad en el Egeo, o un puerto avanzado en el Sahara. Puede ser una isla sumergida en el Atlántico Norte o una comunidad en lo alto de las laderas del monte Shasta en California. Ha aparecido en estudios históricos, proyecciones de futuro, monografías arqueológicas, discursos filosóficos, opúsculos de geología, tratados de astronomía, novelas de ciencia-ficción, relatos de aventura en el mar, estudios de jeroglíficos antiguos, libros de viaje, revelaciones psíquicas, poemas, películas y tebeos, y son incontables las explicaciones descabelladas sobre que era y dónde estaba en realidad.”

Pero pese a esta mirada culta, profunda y algo irónica, el mito se ha negado a morir y su estudio ha vivido una tendencia que nos acerca cada día más a descubrir la verdad profunda sobre este mito de los mitos y asumir que allí nació la civilización humana, tal como señalara Donnelly.

Justamente por este carácter extraordinario, las mejores mentes del mundo antiguo estuvieron puestas en comprobar la veracidad de la historia de la mítica isla perdida. Entre estos destacados intelectuales del pasado, vale la pena mencionar obviamente a Solón (427 a.e.c.), a Macrobio (400 a.e.c.), a Aristóteles (384 a.e.c.), a Theopompos de Quios, (380 a.e.c.), a Crantor de Soli, (340 a.e.c.), a Plutarco (50 a.e.c.), a Ammiano Marcellino, (350 e.c.), y a Chalcidius, quién, en el siglo IV, realizó la primera traducción conocida del Timeo de Platón al latín, muy usada durante la Edad Media. Desdichadamente , esta primera fase de la investigación, por hacer así decirlo, finalizó sin mayores conclusiones, ya que jamás apareció el mítico territorio y el mundo intelectual se dividió a partir de entonces entre los que creían en su existencia y los que lo consideraron una mera fantasía de filósofo heleno.

Pasada la Edad Media , en plena época de los descubrimientos, los iniciales escritos sobre el tema lo hace, en 1592, el Padre Juan de Mariana, quien según señala José Pellicer de Ossau i Tovar, fue el primero en vincular la isla Atlántida de Platón con la península de Iberia o España. Luego, en 1638 el inglés Francis Bacon, en su obra Nova Atlantis, plantea que el entonces recientemente descubierto continente americano era el territorio descrito por Platón. Desde ese período, una gran cantidad de intelectuales comenzaron a escribir sobre el mítico continente. En el año 1644, J. Swan, un erudito, siguiendo la tradición platónica, sitúa la isla mítica en el Atlántico. En el 1655, otro sabio, el jesuita alemán Athanasius Kircher, afirmaba que la Atlántida se habría tratado de una isla propiamente dicha, de un tamaño inmenso, situada entre Europa y América. En 1673, José Pellicer Ossau y Tovar, al igual que el Padre Mariana, relacionó la isla Atlántida con la península ibérica, siendo además el primero en realizar un estudio comparado entre los diálogos - Timeo y Critias- de Platón, y algunas tradiciones de la historia de España. Relacionó a los tartesios con los atlantes, ubicó la isla del templo de Cleitos en la desembocadura del Guadalquivir, en las Marismas de Hinojos, y afirmó que Ofir era la región de las costas occidentales de Iberia (Portugal). En los dos siglos siguientes, emergió una larga lista de investigadores que escribieron sobre el tema y la isla en el lugar definido por Platón, es decir el Atlántico, entre América y el Viejo Continente: Becman, geógrafo; Bircherodius, erudito; Pitton de Tournefort, botánico; De Brosses, etnólogo, Cellarius, geógrafo; Raynal, historiador; Cottin, teólogo; Buache, erudito y cartógrafo; Engel, erudito, Saint-Vincent, naturalista; De Carli, erudito; Blake, poeta, pintor y grabador, entre varios otros. Este nuevo periodo investigativo llegó a conclusiones algo más específicas, por cuanto si aparecieron algunos datos que indicaban su existencia y surgieron posibles territorios, que pudieron ser parte de la mítica isla continente: la recién descubierta América, algunas islas del Atlántico y trozos del Mediterráneo Occidental. 

Ya en siglo XIX, la lista de las locaciones de la Atlántida continúa, con algunas novedades. En 1801, Fabre d'Olivet, escritor, ubica la Atlántida en el Mediterráneo occidental, entre España y Marruecos, pero dentro del Mediterráneo, aunque más tarde también levantó la teoría del Cáucaso. Bory de Saint-Vincent (naturalista), dos años después, señala específicamente que las Canarias son parte de la isla desaparecida. J. Verdagués, poeta español, emplaza la Atlántida en parte de España y Marruecos. Lo mismo hace en 1874 E.F. Berlioux (geógrafo-arqueólogo), que identifica los Montes Atlas, en Marruecos, y Gibraltar, como la mítica isla. En 1896, los franceses Brasseur de Bourbourg y Le Plongeon se mostraban convencidos que algunos habitantes de la Atlántida habían conseguido llegar hasta Centroamérica tras el hundimiento de la isla, ejerciendo luego una influencia decisiva sobre las culturas olmeca, tolteca, maya y azteca, ya que los descendientes de los mayas han conservado una tradición acerca de una isla llamada Aztlán, supuestamente la patria original de todas las tribus indígenas centroamericanas. Schliemann, por su parte, la sitúa en el Atlántico, en el mismo centro del Atlántico, cercano a las Azores y Madeiras. Sin embargo, la gran mayoría de los autores se siguen inclinando por la posición clásica: el medio del Atlántico.

El gran cambio con respeto a su investigación durante el siglo XIX, ocurrió a partir de la publicación de la obra de Ignatius Donnelly, un miembro muy instruido del congreso de EE.UU. Este político publicó el libro "Atlantis: The Antediluvian World" (1883), en él que el político hace una síntesis de descubrimientos arqueológicos, encontrando nexos entre datos que parecían no tener nada en común, consiguiendo ofrecer una secuencia de argumentos que no sólo corroboraban la historia de Platón, sino que además ofrecían datos nuevos sobre el continente en su período de la Edad de Oro. Donnelly se basó en lo que hoy los antropólogos denominan “teoría difusionista”, que sostiene que si en lugares muy apartados surgen culturas parecidas, el hecho no puede ser casual, sino que se debe a contactos directos o indirectos. El investigador señaló en sus escritos que hay dos culturas con grandes similitudes: la egipcia y la americana. Establece asombrosas semejanzas entre sus templos, el hecho de que ambas culturas construyeran pirámides, la similitud entre sus aparejos, etc. semejanzas que los más recientes descubrimientos de arqueología, Caral en concreto, de paleoastronomía y de antropología, como los de William Sullivan, están confirmando. Tan importante fue su obra, que incluso llevó al gobierno inglés a desarrollar una exploración concreta en las Islas Azores en su búsqueda. 

La fama de la teoría de Donnelly le abrió también la puerta al esoterismo, que comenzaron a levantar sus propias propuestas sobre el tema: Blavatsky, Scott-Elliot, Besant, Le Cour, Cayce, que la ubicaban en el Océano Atlántico. Mario Rosso de Luna (científico y esoterista español) defendió la presencia de Atlantes en Extremadura, región occidental de España, junto a Portugal, pero compartía la idea de sus antecesores teósofos y esoteristas de identificar la Atlántida con un gran continente en el Atlántico, entre Europa y América.

Hoy está claro que Donnelly cometió muchos errores, pero dio la primera mirada científica a la exploración del mito. Desde esa fecha hasta la actualidad, miles de libros se han escrito sobre el tema, pasando a ser el mito de los mitos del mundo moderno y en ellos Donnelly está tan presente como Platón. A veces el juicio sobre este investigador es extremadamente duro, incluso burlescos, sin tomar en consideración los reales niveles de las ciencias en aquella época, como por ejemplo la geología, que no tomaría un rango de tal hasta el desarrollo de la teoría de la placas tectónicas y la deriva continental o la arqueología que daría sus primeros pasos como ciencia recién con Evans y Woolley en las primeras décadas del siglo XX y no lograría su consolidación hasta mediados del siglo con el sistema de dataciones por intermedio de carbono 14 o la antropología, nacida recién a mediados del siglo, vinculada a muchas otras ciencias claves, como la genética. Para que vamos a mencionar a muchas otras ciencias dedicadas a estudiar el pasado, disciplinas que aún están en etapa de desarrollo, tales como la paleoastronomía, paleoclimatología o la paleooceanografía.


El debate del siglo XX

El debate en el nuevo siglo comienza en 1907, cuando el estudioso británico K. T. Frost plantea una hipótesis totalmente distinta a las tres ya clásicas. Señala que es posible que la Creta minoica, recientemente descubierta e investigada por Evans, fuese el verdadero asiento del imperio de la Atlántida y el volcán Thera fuese la causa de su declinación.

Su hipótesis es retrucada en 1911 por Juan Fernández Amador de los Ríos, quien vuelve a señalar que Atlantis es en realidad Tartesios y la península ibérica. Siguiendo la línea trazada por sus antecesores José Pellicer de Ossau y Tovar y el Padre Mariana, realizó un estudio extenso comparativo entre los diálogos del Timeo y el Critias de Platón y la geografía, arqueología e historia de Iberia, siendo además el primero en relacionar a los Pueblos del Mar con los Atlantes. Siguiendo esta misma línea, en 1920, A.L. Rutot (geólogo), postula a Marruecos. En 1922, Adolf Schülten, arqueólogo, postula a Andalucía y el reino de los Tartesios como la Atlántida, siguiendo las mismas ideas de los autores españoles anteriormente citados, aunque no los reconoce ni los menciona en su obra. En el mismo año de la aparición de su obra en España, se le interpuso una demanda por plagio. Seis años después lo hace Elena Wishaw, Directora de la Asociación para la Investigación del Antiguo Mediterráneo, quién ubica el corazón de Atlantis en Niebla, ciudad antigua de Huelva. Tampoco reconoce el trabajo de los autores españoles anteriores. La arqueóloga inglesa afirmó haber localizado los restos sumergidos de la capital Atlántida en las costas de Cádiz a unos 60 metros de la orilla, semienterrados por bancos de almejas, arenas movedizas y otros sedimentos acumulados durante los 10.000 años transcurridos. En 1944, presenta su hipótesis el historiador Richard Hennig, que repite mas o menos las mismas ideas de Schülten y otras tomadas de los autores españoles, a los que tampoco menciona ni reconoce. 

Con la teoría clásica de Atlántida surgen algunos trabajos en la primera mitad del siglo, de calidades muy dispares: Paul Schliemann (1912); el científico Hans Hörbiger (1913); Rudolf Steiner (1922) y en 1925 lo hace Lewis Spence. Este periodista postula un grupo de islas desaparecidas en algún lugar del Océano Atlántico, aunque también dice que podría ser parte de América. Este profundo investigador señala, con sabiduría y con gran sentido común, que “Es obvio que nos encontramos ante una gran memoria del mundo, de la cual el relato de Platón no es más que uno de los fragmentos rotos y tergiversados”.

Una gran novedad la presenta en 1929 Hermann Wirth, quien postura el área continental del Atlántico del Norte, y en ella fundamenta la superioridad racial de los arios, que serían los descendientes de los atlantes. Este autor crea posteriormente la “Ahnenerbe ", una organización especialmente creada para impulsar el estudio de la "herencia del espíritu alemán" y asentar científicamente la doctrina racial del partido Nacional Socialista Alemán (Nazi). Esta institución de investigación fue fundada el 1 de Julio de 1935 por el profesor Hermann Wirth, Heinrich Himmler y Walter Darré, tenía una orientación abiertamente "racialista-cientifista", dependía de las SS y su nombre completo era Ahnenerbe Forschungs- und Lehrgemeinschaft, "Comunidad de Investigación y Enseñanza 'Herencia de los Ancestros'”. La Anhenerbe llegó a contar con 43 departamentos más o menos extensos, versando sobre temas como el folklore popular, canciones tradicionales, geografía sagrada, ocultismo, esoterismo. Se encargaba de estudiar desde lenguas indoeuropeas hasta materias científicas como botánica, astronomía, geofísica, biología, entomología, etc. También llevaron a cabo excavaciones arqueológicas y expediciones. El enigmático Friederich Hielscher, se dedicó en buena parte a la excavaciones de posibles emplazamientos de la Atlántida, Los Templarios, estudios de antiguos cultos paganos, comprobaciones sobre las teorías Horbiguerianas de la "Tierra hueca", enigmáticos viajes al Tibet y como no la búsqueda del Santo Grial y las Calaveras de Cristal.

En 1938, James Branwell, en su libro, Lost Atlantis, estudia la tradición del continente perdido, y analiza las evidencias de la verdad detrás de la leyenda. Él examina las escrituras y las conclusiones de Platón, pasando por Ignatius Donnelly hasta Lewis Spence, y presentó allí los resultados científicos más recientes y las principales teorías modernas. En su conclusión, a ese momento había varias teorías vigentes: Islas en el Atlántico, América, Tartesios, Irlanda-Bretaña, Nigeria, Norte de África e islas del Mediterráneo.

En 1939, el profesor Spyridon Marinatos, jefe del Servicio Arqueológico Griego, inició sus investigaciones para vincular la erupción del Thera con el fin de la Atlántida. Otros científicos han colaborado en ese estudio, en especial los geólogos norteamericanos B. C. Heenen y el doctor Ninkovitch, quienes han retirado núcleos de sedimentos que contenían ceniza volcánica del fondo del Mediterráneo oriental, y también el profesor A. G. Galanopoulos, director del Instituto Sismológico de la Universidad de Atenas. Para los griegos Galanoupoulos y Marinatos, así como para el francés Cousteau, la Atlántida no sería otra que la isla de Santorín, situada a 110 Km. al norte de Creta. Platean que la antigüedad de 9 mil años antes de Platón es un error y la fecha correcta son 900 años. La isla es en efecto circular, y en el 1500 a.C., Creta estaba en el apogeo de su poderío. La civilización minoica era brillante y su comercio se extendía por todo el Mediterráneo. Además era enemiga de Atenas y practicaba el culto al toro, al igual que los Atlantes.

En la segunda mitad del siglo XX, cuando comienza a descartarse la posición de la isla en el centro del Atlántico producto de la investigación submarina, nacen una enorme cantidad de nuevas teorías proponiendo los más diversos lugares. En 1953, en un libro de 150 páginas, “Das enträtselte Atlantis”, el clérigo Jürgen Spanuth reiteró la teoría de Wirth, fijando el mítico continente en un área del Atlántico del Norte y Mar del Norte. Al igual que hiciera el historiador español Juan Fernández Amador de los Ríos antes, identifica a los Pueblos del Mar con los Atlantes y que a ellos hace referencia el mito, pero señala que eran vikingos. Sin embargo, como rezago del anterior período, en 1954, León Sprague de Camp, ingeniero y escritor de ciencia ficción de gran prestigio presenta su libro “Lost Continents: The Atlantis Theme in History, Science, and Literatura”, donde se inclina por ubicar el territorio mítico en el medio del Atlántico.

Otro que da un nuevo y curioso enfoque al tema en la segunda mitad del siglo XX es la teoría de Otto Muck, que si bien murió en 1953, su libro se publicó en 1976. Muck sostiene que en La Atlántida desapareció por efecto de un meteorito, al igual que los dinosaurios, estableciéndose de alguna manera que una catástrofe de esa magnitud estaba dentro de lo posible en el campo de la ciencia. En 1980 se desarrolla la teoría de Bahamas (Bimini) propuesta por varios escritores: Manson, Valentine, Berlitz, Carnac. En 1988, Edgar Evans Cayce publica su libros Los misterios de la Atlántida, en el que actualiza información sobre la mítica isla y su conexión evidente con Egipto, pero siguiendo las ideas de su padre, el autor se inclina por la hipótesis de Bimini. 

También desde hace varias décadas existe una teoría que plantea que la Antártica fue La Atlántida, idea que estuvo de moda durante los años 60 y los años 70, basada en el aislamiento del continente, y también en el mapa de Piri Reis, que muestra una Antártica libre de hielo, sugiriendo un alto nivel de conocimiento humano durante ese período. Charles Berlitz, Erich Von Daniken y Peter Kolosimo han estado entre esos autores populares que hicieron esta propuesta. Más recientemente Rand y Rose Flem-Ath han propuesto esta misma idea en su libro, "Earth crust displacement", basado en una teoría geológica conocida como "dislocación de la corteza de tierra", idea que era compartida por Einstein antes de que se consolidara la teoría de la deriva continental.

Las últimas dos década y medias han sido muy proliferas en materia de teorías, tal vez como efecto de las facilidades que reportan al trabajo investigativo las nuevas tecnologías. En 1982, Helmut Tributsch; profesor en el instituto para la química física y teórica en la Universidad de Berlín, creó su propia teoría de Atlántida al estudiar las reflexiones de la luz del sol en la costa de mar de Bretaña. Su libro se llama “Las torres de cristal de Atlántida”. En 1985, Emilio Spedicato (científico), establece que la Atlántida era la Isla Española o de Santo Domingo.

En 1984 Jorge María Ribero-Meneses, filólogo y prehistoriador, vuelve a la carga con la teoría española, presentando una nueva teoría de la evolución del hombre, cuyo punto de origen es el norte de España, afirmando también que hay una relación entre Tartesios = Tártaros = Titanes y que los egipcios y fenicios procedían de Cantabria. En 1994 hace lo propio Jorge Díaz-Montexano, que identifica los símbolos ibéricos “Atlanteans de Concentric Rings an Channel” y un nuevo sistema de escritura desconocido en la región con Atlántida. Su teoría es que el centro de Atlantis fue el sur de España (tartesios) y Marruecos, señalando también este cubano-español que hay un error con respecto a la fecha definida por Platón, por efecto de una defectuosa traducción de un códice en el medioevo, y que la data correcta es mil nueve años antes de Platón y no nueve mil años. Asimismo, identifica a los Pueblos del Mar como originarios de la península ibérica, que invadieron el Mediterráneo oriental después de una catástrofe. En 1990 Jean Deruelle, plantea que la Atlántida estuvo en el Mar del Norte en el Dogger Bank. En 1991, Charles Pellegrino, reitera la teoría que a partir de los eventos de Creta se generó el mito de la Atlántida, suceso que según su libro habría ocurrido en el otoño del 1628 a.e.c. 

También se han levantado teorías que ubican a La Atlántida en Asia. El investigador brasileño Arisio Núñez señaló que el mítico continente estaría en algún lugar del Océano Indico, como Indonesia. En la India del sur y Sri Lanka existe el mito de "Kumari Kandam" (kandam significa el "continente" en tamil), que se cree que está sumergido debajo del mar. Este continente esta rodeado por historias legendarias similares a las de la Atlántida. Se le ha llamado "Cradle Dravidians", la “cuna de los dravidianos”, puesto que es la primera civilización de la India, coetánea con todas las primeras civilizaciones. En el golfo de Cambay, hay un sitio submarino arqueológico de una isla anterior nombrada Dwaraka, que se asocia principalmente a localizaciones en la mitología india (especialmente en el Mahabharata), pero también ha aparecido en discusiones sobre Atlantis. Pero su fecha (cerca de 1.500 A.C.) es demasiado reciente para corresponder al sitio verdadero de Atlantis, según la fecha de Platón de 9.600 a.e.c. Por otra parte, en Japón se descubrieron estructuras de piedra gigantescas que rodean la isla japonesa de Yonaguni. Algunos arqueólogos creen que éstos pertenecieron a una civilización antigua anterior a los egipcios por unos 5.000 años, fecha muy cercana a la de La Atlántida. 

En 1992, Eberhaard Zangger, geoarqueólogo, postula a Anatolia como el lugar del mito. Más concretamente señala que en realidad el mito de la Atlántida se refiere a la guerra de Troya, que fue reescrita por Platón, basada en datos obtenidos por Solón. En 1995, Peter James, arqueólogo, vuelve a postular Anatolia como el lugar del mito, señalando que en realidad Solón obtuvo la información supuestamente del rey de Lidia, el mítico Creso, en un viaje no confirmado del político heleno. En 1995 Viatcheslav Koudriavtsev sostiene que estuvo en el Mar Céltico: Sole Bank. En 1999, J. M. Allen levanta la última teoría americanista y postula en su libro -"Atlantis: The Andes Solution"- apuntando que el mítico continente era América y que su capital estaba en la zona de Pampa Aullagas, Bolivia.

En el año 2000 lo hace Maxine K. Asher, que sigue la misma línea de Juan de Mariana, Pellicer de Ossau i Tovar, Elena Whishaw, Schülten, Díaz Montexano y otros, y señala que la Atlántida se hallaba en Cádiz. Esta autora, a finales de la década de los años 80 reporta unas supuestas ruinas arqueológicas sumergidas frente a Cádiz que los científicos españoles conocían desde hacía mucho tiempo y que pertenecen a los fenicios. Ella sostiene que su teoría fue expuesta en 1974, en una publicación particular sin número de registro de ISBN. Sin embargo, no fue hasta después del año 1997 que publicó su primer libro con número de ISBN, que se trata de una novela y no un trabajo de investigación. En el mes de agosto del 2000, Asher publicó por primera vez en la prensa escrita sobre esta teoría como una investigación.

En el siglo XXI el debate aumenta y se concentra en el Mediterráneo

Con el cambio de milenio, irrumpen varias nuevas hipótesis, pero ya la de Atlántico como opción válida va desapareciendo. El debate se concentra en el Mediterráneo, en especial en el Mediterráneo occidental y en el oriental.

En el año 2000, Axel Hausmann, físico de la Universidad de Aquisgrán publico su libro "Atlantis",en el cual señala que la Atlántida estaba en el fondo del mar, entre Sicilia y Malta en una profundidad de 100 metros. En el año 2001, Jacques Collina-Girard afirma que existió como un puente entre Iberia y África, delante de la boca de Gibraltar, y que consideraba la posibilidad de buscar la Atlántida delante de la boca del estrecho de Gibraltar. El francés Collina-Girard, secundado por Marc-André Gutscher, propone a la Isla de Spartel, que es el nuevo nombre que él le da a la Isla de Majuan. También el investigador Johan Van de Velde, postula que la Atlántida corresponde a la Isla de Spartel, actualmente sumergida 60 metros bajo el mar, en el Estrecho de Gibraltar. Sin embargo, la expedición organizada en el 2004 finaliza sin resultados efectivos. Al parecer, hay nuevas exploraciones en marcha para el 2006, según señaló el diario ABC del 12 de noviembre del 2005.

En el año 2002 Sergio Frau, periodista italiano, publicó el libro, "d'Ercole de Le colonne", en el cual indica que antes de Eratostenes, los helenos antiguos localizaban los pilares de Hércules en el estrecho de Sicilia, y que solamente la gran conquista de Alejandro obligó a Eratostenes a mover los pilares a Gibraltar. Según su tesis, la Atlántida descrita por Platón se podía identificar con Cerdeña. De hecho, una catástrofe con tsunami suprimió la antigua y aún enigmática civilización de Nuragic de Cerdeña. Según este autor, los pocos sobrevivientes emigraron a la península italiana próxima, fundando la civilización Etrusca , la base de la futura civilización romana, mientras que otros sobrevivientes fueron parte de los Pueblos del Mar que atacaron Egipto. En abril de 2005, la teoría del periodista italiano fue discutida en una conferencia de alto nivel organizada por la UNESCO en París. Conjuntamente, una exposición con los resultados principales de la teoría y sus evidencias estaban en la exhibición en la UNESCO para confirmar que los expertos de la organización tomaron la hipótesis absolutamente en serio, y que eso que ésta parece ser apenas otra teoría de la Atlántida. 

En el año 2002, en Chile, yo publiqué mi libro “La Atlántida: el mito descifrado”, en el cual hago muy importantes reenfoques a la teoría, señalando en primer lugar que esta fue una cultura semítica y no indoeuropea, como generalmente se piensa por la influencia de Platón. Establezco que el territorio de la isla es la zona que hoy son Israel y el Sinaí, que es una placa geológica independiente y que fue efectivamente una isla hasta hace 7600 años (Ryan y Pitman). Señalo que Platón se equivocó al interpretar geográficamente las coordenadas dadas por los egipcios, confundiendo el Mediterráneo con el mar Rojo y el Mediterráneo con el Atlántico, el Punt con Tirrenia, y Arabia con Europa, Gibraltar con Bab-el Mandeb, girando en la práctica la geografía regional en 90º. Asimismo, especifico que esta isla fue la cuna del primer pueblo productor de alimentos, los naturitas o natufienses (K. Kenyon). Expongo que allí está el primer puerto de la humanidad, Jericó, y que de esta región nació la primera cadena de puertos y civilizaciones marítimas conocidas (K. Kenyon). También, asiento que la forma y características morfológicas de la zona coinciden totalmente con la descripción platónica: montes, llanura, costas altas en la región del Mar Muerto, forma oblonga, gran cantidad de canales y varios estrechos. De igual forma, basado en los más recientes estudios de los paleoclimas, señalo que las características atmosféricas de la región fueron templadas y que debido a eso contó en el pasado con un gran diversidad de flora y fauna, todas condiciones óptimas para el desarrollo de la primera civilización humana. También puntualizo que esta cultura con base en esta isla, se expandió en todas las direcciones -Egipto, Anatolia, Alta Mesopotamia, Arabia, Creta, Chipre- expandiendo con ello los procesos de producción de alimentos (J. Hawkes; J. Mellaart), toda su tecnología y sus aspectos antropológico, tales como su organización social, los sacrificios rituales del toro y su monoteísmo. De igual manera, señalo que esta cultura choca en su proceso expansión con los pueblos indoeuropeos, los antepasados de los griegos, asentados al norte, lo que da origen a la leyenda de la guerra entre atlántidos y griegos, con la victoria final de los indoeuropeos que efectivamente conquistan el sur oriente de Europa (M. Gimbutas). Esta primera civilización llega a su fin con el gran desastre geológico en todo el Mediterráneo oriental fechado por la geología en el 5600 a.e.c. (Ryan y Pitman) Como este desastre geológico conlleva un brusco descenso del mar, comienza el fin del mar Muerto y se aísla la región por grandes pantanos por un largo tiempo. Luego, las colonias esparcidas hacia los cuatro puntos cardinales, darán inicio a las primeras civilizaciones reconocidas. 

En el 2003, Robert Sarmast, señaló que restos arqueológicos en una franja sumergida a mil metros de profundidad de la costa sur de Chipre, son parte de la Atlántida. El mismo año, los autores Flying Eagle (Águila Voladora) y Whispering Wind (Viento Susurrante), publicaron “Atlantis Motherland” donde se localiza la isla de Atlántida en el fondo del mar de Azov y en los llanos fértiles adyacentes al oeste en Ucrania y al este en Krasnodar Kray, Rusia. Su investigación se basa en evidencia tectónica de un terremoto masivo centrado en Kerch, en el final del pleistoceno y de la evidencia de una gran inundación en el final de la edad de hielo (Younger Dryas), en el 11.600 bp o el 9600 a.e.c. Estos investigadores señalan que un terremoto masivo hizo hundirse la isla, creando un mar nuevo, que según Eagle/Wind es el mar de Azov, que fue bloqueado por los bajíos de fango en aquella época, y todavía lo estaría hoy sin el dragado regular. La dupla Eagle / Wind planea una nueva teoría con respecto a la destrucción de Atlántida, que ellos llaman "la gran inundación de Atlantis". Su teoría dice que en aquella época sobre un tercio de Europa drenaba en el Mar Negro, con lo que su nivel se levantó sobre los 20 metros de su nivel actual. El agua fluía por un canal subterráneo por debajo del puente de tierra del Bósforo, desembocando al mar de Mármara y al norte del Mar Egeo. Según Eagle / Wind, un terremoto devastador y un tsunami aumentaron la presión hidráulica haciendo que este canal subterráneo se rompiera de manera catastrófica, generando una "inundación extraordinaria" del Ática antigua. La isla de La Atlántida, Ática y las tierras del Hélade antigua fueron destruidas por la catástrofe. Los sobrevivientes huyeron y fundaron nuevos asentamientos. Ese mismo año, Jonas Berghman ubica la región principal de Atlantis y su acrópolis en el Marruecos occidental, siguiendo la teoría de autores como Berlioux (1883) y Rutot (1920), que postularon también que la Atlántida estaba en Marruecos y en el Atlas. En la actualidad, Jonas Berghman es el único autor que defiende esta teoría. Asimismo, en el curso del ese año, Rainer Kühne (científico), sostuvo que la acrópolis de Atlantis se hallaba en la desembocadura actual del río Guadalquivir, en las Marismas de Hinojos, teoría ya presentada por otros varios autores, pero al igual que Schulten, los omite a todos. También Werner Wickboldt, profesor, siguiendo a Schülten, Whishaw, Hennig, y también, al parecer sin conocer tampoco a los autores españoles anteriores, defiende que la acrópolis de Atlantis se hallaba en la desembocadura actual del río Guadalquivir, en las Marismas de Hinojos. Se basa en la supuesta identificación de unas posibles ruinas de templos observadas en fotos de satélite. El lugar es el mismo que ya había sido antes propuesto por el historiador español José Pellicer de Ossau i Tovar en 1673.

En el año 2004, una nueva teoría fue presentada en el libro “La Atlántida en la perspectiva de un geógrafo”, del Dr. Ulf Erlingsson. Señala que el imperio de Atlántida se refiere a una cultura neolítica y deduce que la isla de Atlántida era Irlanda. Según este autor, la capital de Atlantis estaba conectada con Newgrange, Knowth, y Tara, Irlanda. Irlanda no se ha hundido debajo del mar, pero el bajío del banco de Dogger era una isla que se hundió en el Mar del Norte cerca de 6100 a.e.c. Esta hipótesis primero fue desarrollada seriamente por Lewis Spence y ha sido restablecida recientemente por algunos oceanógrafos, tales como Jean Deruelle. Igualmente en el año 2004, los investigadores alemanes Siegfried y Cristhian Schoppe localizan la Atlántida en el Mar Negro (“La Atlántida y el diluvio”), siguiendo los planteamientos de Ryan y Pitman, que señalan que antes de 5500 A.C., este mar era un gran lago interior de agua dulce. y que en el 5510 A.C., el mar destruyó la barrera en Bósforo de hoy, inundando la región. Ellos identifican los pilares de Hércules con el estrecho de Bósforo plantean que este acontecimiento catastrófico coincidiría con una diáspora neolítica por Europa, iniciada hacia el 5500 a.e.c. Según Ryan y Pitman, esta inundación pudo haber inspirado la historia bíblica de la arca de Noah; pero el área no necesariamente era la Atlántida. Otro candidato que postuló el Mar Negro fue Hasan Umur en los años 40. También en el año 2004, Paulino Zamarro publica su libro titulado "Del estrecho de Gibraltar a La Atlántida”. Este español señala que la mítica civilización desapareció bajo las aguas hace aproximadamente 7.500 años. Plantea que las Cicladas, por efecto de niveles más bajo del Mediterráneo producto de un bloqueo del Estrecho de Gibraltar, eran una gran isla de unos 5.300 km2 que conformaba el centro de esta civilización. Luego, según Zamarro, se rompió el bloqueo, provocando la elevación repentina del nivel del mar Mediterráneo y acto seguido el del mar Negro, con lo cual la gran isla desapareció bajo las aguas en tan sólo dos o tres días. Basado en las pruebas del carbono radioactivo 14 realizadas en los sedimentos del mar Negro, establece que esto debió ocurrir hace aproximadamente 7.500 años, fecha establecida por Ryan y Pitman para la catástrofe del Mediterráneo oriental. En cuanto a las posibles relaciones con las culturas que le sucedieron, señala que la cultura de los atlantes no desapareció por completo, ya que quedaron emergidas las cumbres de las montañas (las actuales islas Cícladas), donde se desarrolló la cultura cicládica o geométrica y la de Creta , que también pertenecería al ámbito cultural de la Atlántida, donde se desarrolló la cultura minoica. El autor dice que este es el único hecho real y que “A partir de aquí, casi todo lo que se dice o se escribe son puras elucubraciones, la mayor parte de ellas sin ningún tipo de fundamento, aunque algunas sobradas de ingenio e imaginación, las cuales no resisten el más mínimo análisis crítico.” También hay un investigador griego, Diamantis Pastras, que tuve la oportunidad de conocer en la Conferencia de Milos, Grecia, que plantea desde hace varios años una similar teoría, señalando que la Atlántida son la Islas Cicladas. Pastras sostiene que el sitio son hoy los restos de las Cícladas y Astipalea, que era una isla hermana a la que hoy llamamos Creta, que tenía un nombre distinto hace 3500 años. Señala que los egipcios antiguos creían que esa antigua Creta se había hundido en el mar, y que hay un mapa egipcio antiguo en el Libro de los Muertos, que está en el Museo Británico, que muestra que hace mas de 3 500 años estas dos islas estaba divididas por un río o canal.



Con esto finaliza, hasta ahora, la historia de las teorías sobre el mítico continente, aunque yo dejé fuera de este artículo todas las que a mi juicios carecen de algún valor científico y algunas, muy pocas en realidad, que a mi entender, si bien tienen alguna base científica, son meras repeticiones de otras y no aportan nada nuevo a investigación, ni siquiera un punto de vista interesante. Mis excusa a aquellos investigadores que se sientan ofendidos por esta omisión.

Milos 2005: un nuevo comienzo

La conferencia realizada en la isla de Milos en Grecia, durante julio de año 2005, es quizás un nuevo comienzo en el estudio del mito. Allí se reunieron académicos e investigadores “escépticos” y “creyentes” para ver cual era el estado actual del debate y conocer los planteamientos de los diversos investigadores, que hicieron sus presentaciones basados en antecedentes científicos. Esta percepción de que nos estamos acercando a desentrañar el mito prevaleció en la mayoría de los investigadores y en el público asistente, más allá de alguna mirada algo escéptica, como la de Christos Doumas. De hecho, allí se establecieron los 24 criterios para la investigación, a la cual deberemos someternos todos los que dedicamos esfuerzos intelectuales al tema. Lo negativo de la Conferencia es que los organizadores no han cumplido hasta hoy con las promesas hechas al comienzo: publicar un libro y un video con las ponencias presentadas, a lo cual se suma hoy la desaparición del sitio Web, espero que temporalmente, con los trabajos presentados, lo que dificulta enormemente la difusión del debate. Asimismo, la difusión mediática de la Conferencia como tal fue bastante escasa y limitada.

Allí mi teoría fue reconocida por los organizadores como un aporte al debate, tal vez más por la novedad del enfoque inicialmente, pero sin duda, dejó reflexionado a mas de algunos de los investigadores y científicos, por su enfoque global y específico. De hecho, no hubo ningún cuestionamiento de fondo o de contradicción a los antecedentes presentados.

Sin duda que este debate seguirá y ya está propuesta una nueva conferencia para el 2007. A mi juicio, con esta nueva etapa que se inicia, ha finalizado el estudio del mito de la Atlántida y comienza el estudio de la historia de la Atlántida, enmarcándola en una nueva especialidad histórica. Quizás el gran desafío en los próximos años, es crear un centro de investigación dedicado el tema con apoyo académico o de universidades, que ponga el foco en la investigación general, que vaya analizando las diversas teorías, despejando opciones y haga reales avances en el tema. Hoy la tendencia es a dar respaldo académico a algunas iniciativas específicas, como el proyecto español Kritias, iniciativas que han generados más de un conflicto entre los mismo investigadores y especialistas.

Para finalizar, quiero contradecir las palabras del escéptico Richard Ellis, que señala que “En la Atlántida, que nosotros sepamos, hay mitología, pero ni un ápice de historia a menos que pensemos que las experiencias y los recuerdos personales de Platón pueden considerarse ‘historia’. Es el relato de Platón, y sólo de Platón, y por más que se recurra al misticismo, la reinterpretación, el submarinismo o la arqueología, eso no cambiara nunca”. Y la razón de por qué está equivocado rotundamente es porque sigue existiendo un profundo misterio sobre el inicio real de la civilización, así como un conjunto de fenómenos y datos no explicados con claridad de la historia humana, que siguen retando al ingenio humano; y porque hay mentes agudas que están dispuestos a asumir este gigantesco desafío de llevar un paso más allá la historia humana. Si no fuese así, no mereceríamos haber salido de las cavernas.

por Jaime Manuschevich


Fuente: Nueva Tartessos

domingo, 29 de diciembre de 2013

Círculos de Maíz: ¿”Signos” desde arriba o artefactos humanos?

Círculos de Maíz: ¿”Signos” desde arriba o artefactos humanos?

por Jacques Vallée

La clave para la investigación de las anomalías yace a menudo en formular las preguntas correctas en vez de contemplar una larga lista de respuestas asumidas y pugnar sobre las hipótesis. Los círculos de maíz que han adornado los sembrados ingleses en las ultimas décadas son un buen ejemplo de este principio. Muchos investigadores bien intencionados de lo “paranormal” y entusiastas de la Nueva Era han sugerido inmediatamente que los círculos deben ser obra de Extraterrestres, mientras que la opinión generalizada de los periodistas y estudiosos tiende a manifestar que son el producto de fraudes. De hecho, dos jubilados fueron presentados por los medios mundiales como los autores autoproclamados de numerosos círculos. Con el paso de los años, muchos investigadores interesados –incluyendo este autor–han conocido y entrevistado a los “artistas” que habían generado algunas formaciones complejas de cultivos como una nueva clase de despliegue, en donde se utiliza el paisaje como lienzo para azorar la conciencia popular y estimular reacciones. No hay duda de que al menos algunas formaciones–incluyendo algunas que son sumamente complejas–son obra suya.

Esto deja sin explicación a la mayoría de las formaciones, especialmente aquellas que han aparecido en corto plazo o bajo condiciones de gran precisión matemática. El dibujar una bicicleta o una araña en un trigal es una cosa, pero el conjunto Mandelbrot de geometría fractal es otra.

Cuando comenzaron a aparecer formaciones sofisticadas en los campos ingleses, varios equipos de investigadores ovni (provenientes de un trasfondo de estudios de suelos y rasgos relacionados a las impresiones familiares como consecuencia de avistamientos tales como el caso Delphos o el de Trans-en-Provence) comenzaron a darse cuenta de ellos. En vez de apresurarse a emitir conclusiones sobre el origen y el propósito de las formaciones, redactaron un listado de preguntas fundamentales que iban así:

¿Existe un cambio en la naturaleza de las formaciones con el paso del tiempo? ?Qué es precisamente lo que sucede con la vegetación dentro de las zonas afectadas?

¿Hay algo de especial sobre la ubicación del fenómeno? Para buscar información sobre estos temas, establecieron un protocolo para recopilar muestras de vegetación y las remitieron a un número de laboratorios para someterlas a estudios de microscopía. Los resultados, que fueron tratados mayormente en las reuniones de la Sociedad de Exploración Científica y en otros eventos públicos, jamás parecen haber sido de suficiente interés a los medios (o de hecho, a la vertiente principal de la ovnilogía) como para llamar su atención, tal vez porque estaban en conflicto con la naturaleza sensacional de las otras hipótesis.

Las respuestas son las siguientes

Las formaciones iniciales fueron círculos sencillos, seguidos por círculos con satélites. En años posteriores, aparecieron figuras geométricas más sofisticadas y trazadas con mayor precisión.

La vegetación está doblada debido a que los nódulos han reventado. Los tallos no están rotos, y de hecho, se informa que las plantas a menudo reanudan su crecimiento. Todas las formaciones significativas estaban en una zona próxima a centros de investigación importantes del “establishment” militar británico, a menudo en espacio aéreo controlado.

Se acabaron los aliens y los druidas

Estos estudios señalan que las formaciones son el resultado de experimentos sofisticados de guerra electrónica llevados a cabo por contratistas de defensa. La respuesta a la pregunta (1) ofrece la primera pista: si tratamos de calibrar un haz, el trazado de un patrón sobre un trigal puede rendir información precisa dentro del diámetro de un tallo en cientos de pies, representando una situación de prueba inicial. La respuesta a la pregunta (2) se reduce a la clase de energía que puede ser responsable, porque la cantidad de radiación termal que debe acoplarse en un solo tallo de trigo para vaporizar el contenido de agua es una variable conocida, como establecieron las pruebas de laboratorio en Francia y en los Estados Unidos. Las respuestas a la pregunta (3) apunta hacia los probables autores de las pruebas.

Resulta tentador saltar a la conclusión de que se desarrolla alguna clase de arma basada en el espacio. Tengo reparos en suponer esto debido al gran costo que representa. Aunque los satélites representen la máxima plataforma para semejante tipo de arma, algo que no me parece obvio, las pruebas de calibración pueden realizarse mucho más económicamente desde un avión convencional. En aquellos casos en que los testigos en tierra han presenciado la creación de formaciones, hand descrito un resplandor rojo a nivel de tierra, con la vegetación quedando doblada en cuestión de minutos. Esto sería consistente con un haz dirigido contra la tierra desde un dirigible, pintando una figura de manera muy parecida a la que el haz de electrones “pinta” una imagen digital en la pantalla de un ordenador. Partiendo de conversaciones entabladas con los investigadores involucrados, sería difícil que se tratara meramente de un simple haz infrarrojo, o alguna clase de máser. Tal vez las pruebas, y el aumento en la sofisticación de las mismas, responda al descubrimiento de combinaciones óptimas.

Esto deja varios asuntos pendientes: ¿Por qué no ven los testigos las supuestas plataformas flotantes, si sencillamente vuelan sobre los campos? ¿Y qué hay de las “confesiones” de los dos jubilados que reclaman haber hecho los círculos con un tablón y un trozo de cuerda? ¿Y por qué prosiguen los experimentos hasta un punto en que la tecnología parece haber alcanzado un alto nivel de perfeccionamiento? Sólo tengo respuestas provisorias para este nuevo conjunto de interrogantes:

Hace muchos años dicté una conferencia sobre investigación ovni en la universidad de Oxford. Uno de los participantes, miembro de la facultad de física, me relató una experiencia personal interesante. Su pasatiempo consistía en volar sobre los campos ingleses en su planeador. En una tarde soleada, quedó atónito al ver que su avión estaba reflejado en una superficie que parecía estar inmóvil en la atmósfera. Voló en torno al objeto para determinar que era un cilindro perfectamente reflectivo. Resulta obvio que semejante dispositivo tendría características de “baja observabilidad” — una plataforma “Stealth” visual.

Lo que resulta sospechoso es que la confesión de los dos jubilados es que apareció simultáneamente en la primera plana de los periódicos internacionales y en CNN el mismo día. Cualquier autor publicado que esté familiarizado con la dificultad de obtener la atención de los medios sabrá que se requiere una agencia de relaciones públicas muy importante para colocar una noticia de primera plana en el Wall Street Journal, el New York Times, Le Figaro y muchos otros periódicos el mismo día. ¿Dónde adquirieron los dos jubilados la clase de influencia que circularía sus reclamos alrededor del mundo? El resultado fue instantáneo: tanto la prensa como la mayoría de los científicos perdieron el interés en la historia por 10 años.

¿Por qué prosiguen las pruebas? Confieso que no tengo buenas respuestas para ello. Parece inverosímil suponer que se han convertido en pruebas más sociológicas que tecnológicas, pero esto puede proporcionar una explicación. Tarde o temprano se sabrá la verdad, y podrá utilizarse para desacreditar la comunidad de investigadores paranormales que se precipitaron a descifrar escritos alienígenas en las formaciones, o que han supuesto el regreso de los druidas, luces terrestres o mensajes desde Gaia sin haber comprobado primero la física básica de la situación. También puede ser cierto que dichas hipótesis hayan sido fríamente sembradas entre mundillo de la Nueva Era como parte de un experimento de guerra psicológica, y la verdadera naturaleza de las formaciones agrícolas podrá ocultarse de la atención seria por mucho tiempo.

¿Para qué se necesitaría desarrollar semejante haz? La destrucción de los misiles entrantes (o la mera confusión de sus electrónica) representan un motivo obvio, pero ya hay varios proyectos en vías a producir semejantes armas, notablemente en Boeing y en otros contratistas de la defensa. Pero tal vez estemos equivocados al suponer que el haz en sí es un arma. Tal vez pueda utilizarse para conducir una cantidad mucho mayor de energía (plasma confinado, o la bola de fuego creada por una detonación nuclear, por ejemplo) hasta su destino final.  La clase de amenaza presente en el mundo de hoy incluye objetivos que tal vez no convenga destruir, sino fundirlos dentro de una bola de fuego. Dicho objetivo bien podría ser un laboratorio biológico o una fábrica química en donde la difusión de patógenos resulta poco deseable. ¿Es esto lo que nos advierten los inocentes diseños en la campiña británica? De ser así, sus mensaje puede ser mucho más grave que cualquier comunicación recibida de los ET, sea amistosa o no.

Fuente: Boletin Inter*Alia - Traducción (C) 2003. S. Corrales para InterAlia, con agradecimiento especial a Jacques Vallée y Robert Friola, Australasian Ufologist (Vol.6#4)

sábado, 28 de diciembre de 2013

Civilizaciones antiguas. Dudas y Misterios

Civilizaciones antiguas. Dudas y Misterios

Chullpa, casa por sobre las nubes, de los antiguos pobladores de la meseta sagrada de Marcahuasi
Por Lysandro Z. D. Galtier

De acuerdo con determinadas hipótesis, los primeros hombres que poblaron la Tierra fueron de una fuerza y talla superiores a las que el género humano tiene en la actualidad. "Había gigantes sobre la tierra en aquellos tiempos", registra el GENESIS (VI, 4), y luego, cuando los hijos de Dios, los hijos de la Luz (¿acaso los hijos del Sol?) se unieron a las hijas de los hombres y les engendraron hijos, éstos se volvieron hombres poderosos, varones de nombre y héroes célebres de la antigüedad. Se los llamaba: Giborim.

La Biblia nos ofrece numerosas referencias y noticias sobre estos gigantes. Leemos en EL LIBRO DE LOS NUMEROS (XIII, 33): "Y allí vimos a los gigantes, los hijos de Anak, que descienden de los gigantes y a nuestros ojos éramos ante ellos como langostas, y a los ojos de ellos éramos como langostas"; en el DEUTERONOMIO (III, 3-11), al referirse a la destrucción de los gigantes por los hombres, se dice que "el Señor entregó a nuestras manos a Og, el rey de Basham, y a todo su pueblo; y nosotros tomamos sus ciudades; el lecho de Og era de hierro y estaba en Rabbath, en casa de los hijos de Ammón, y eran de nueve codos de largo (4,14 metros) por cuatro de ancho (1,84 metros), en codos de los hombres".

EL LIBRO DE JOSUE (XII, 4) nos informa a su vez, que cuando los hijos de José se lamentaban de su exigua tierra, de Palestina, Josué les dijo (XVII, 15): "Si sois un gran pueblo, marchad al país de los bosques y cread para vosotros un reino en las tierras de los gigantes, puesto que el monte Efraim es demasiado pequeño para vosotros". Fue así que la tribu de Manasé (JOSUE, XVII) se estableció hasta los límites del territorio de los gigantes ...

Recordemos a los Titanes, que se rebelaron contra Zeus en Grecia y trataron de apoderarse del Olimpo; a Calímaco, el poeta griego del siglo IV antes de Cristo, cuando, en un enigmático pasaje de su "Himno a Delos", la isla consagrada al Sol, presagiaba que: "Un día vendrá para nosotros de una lucha común,/ un día que del extremo Occidente los últimos Titanes,/levantando contra la Hélade la bárbara espada y el arés celta,/ se precipitarán, tal como los copos de la nieve,/ tan numerosos como las constelaciones esparcidas por la celeste pradera". A los Rakshas o gigantes, que al mando de Rávana, el príncipe demoníaco, combatieron contra el pueblo de los Monos que habitaban la India primitiva y fueron vencidos por Rama, según refiere el RAMAYANA, el poema de Valmiki.

Preguntémonos, finalmente, con el Coronel Braghine (el autor de EL ENIGMA DE LA ATLANTIDA, si todos estos gigantes, "de quienes se dice que estaban familiarizados con los métodos de la magia y bastante orgullosos de su ciencia para atreverse a desafiar al mismo poder supremo, no serían, sencillamente los descendientes de los Atlantes, los habitantes del continente sumergido de que hablaron Platón y Teopompo..."

"Mira que los gigantes están debajo de las aguas y los antiguos habitantes de la Tierra están con ellos" -nos advierte EL LIBRO DE JOB, en el capítulo XXV versículo 5, el que alude sin duda a la legendaria civilización de los Atlantes.

Todas las antiguas Mitologías, desde Egipto a México, nos hablan de que los hombres fueron civilizados por gigantes y dioses, y señalan la existencia de un Diluvio universal. Dos mil años antes de nuestra era y seiscientos antes que Moisés escribiese su relato (GENESIS, VII-VIII), la famosa tablilla de arcilla redactada en caracteres cuneiformes hallada en Nínive, y descifrada por G. Smith, lo relata con una incuestionable similitud.

Se trata de un prisma de arcilla que contiene la cronología escrita cerca de Ur por los caldeos, en tiempos de Abraham. Dicha tablilla, hoy en el Asdmolean Museum de Oxford, declara que la raza anterior al Diluvio reinó 241.200 años sobre la Tierra: El Diluvio se extendió (sobre la Tierra) / después que se produjo / la Autoridad descendió del cielo. / En Kis estaba la Autoridad. / El Kis Gaur se convirtió en rey.

MARCAHUASI: RECINTO SAGRADO

Etnógrafos y arqueólogos, sabios y testigos bien informados están de acuerdo en afirmar la imposibilidad de que ciertas similitudes entre la civilización egipcia y las culturas precolombinas se hayan producido aislada y espontáneamente.

Lo cierto es que en la cordillera de los Andes, desde el Ecuador, Perú, Bolivia, y aun en las fronteras de Chile y del Brasil, se encuentran esparcidas ruinas y vestigios de antiguas culturas prehistóricas que presentan el mayor enigma arqueológico del mundo. Entre ellas, la cultura Masma, en la altiplanicie de Marcahuasi.

Marcahuasi, cuyo nombre en quechua quiere decir, según Stiglich, "casa de dos pisos" y, según el R. P. Jorge A. Lira, "el sobradillo", "el altillo" o bien "el segundo piso de un edificio", lleva esa denominación desde que una construcción militar Incaica del tipo fortaleza se levantó en las laderas de la misma. Se encuentra en el Perú, en la provincia de Huarochiri -distrito de Casta-, a una distancia de 90 kilómetros de la ciudad de Lima y a cuatro mil metros sobre el nivel del mar, entre los valles de Santa Eulalia (cuyo nombre en quechua es Mamay) y el valle del Rimac (cuyo nombre, Apu-Rimac -en ese idioma- quiere decir: "El Señor que habla"), en pleno corazón del macizo andino. Tiene una superficie de tres kilómetros de longitud por uno de anchura. Su ubicación es, pues, muy significativa. El hecho de estar más cerca del cielo que la planicie la inviste de doble sacralidad: participa, por un lado, del simbolismo espacial de la trascendencia y, por el otro, constituye el dominio por excelencia de las hierofanías atmosféricas, centro ideal para la morada de los dioses.

Arqueólogos trashumantes, de paso por la región de Marcahuasi de la que sólo visitaron quizá las ruinas de los cuarteles de la fortaleza Incaica, las clasificaron genéricamente como "civilización inca", sin advertir que dicha fortaleza estaba rodeada por un cerco de construcción prehistórica que nada tiene que ver con las construcciones Incaicas y que recuerda notablemente, las construcciones hititas del Asia Menor. No escalaron tampoco la montaña ni sospecharon lo que la misma encerraba a cuatro mil metros. También los vestigios gigantes de Tiahuanaco están levantados a cuatro mil metros de altitud sobre el nivel del mar, como las de la altiplanicie de Marcahuasi, y evocan extrañamente las construcciones egipcias y etruscas.

LA CULTURA MASMA

Pedro Astete (1871-1940), escritor peruano e investigador tenaz, que estudió en Nueva York, Madrid y Lima, pasó once años en Buenos Aires asistiendo regularmente a la Biblioteca Nacional en afanosa búsqueda del conocimiento oculto sobre los Números, los Signos y las Letras. Astete tuvo la clara intuición de la existencia de una Cultura Masma, sin haber logrado, en vida, descubrir su asiento, tarea ésta que debía tocarle en suerte a su amigo y compatriota el doctor Daniel Ruzo de los Heros, escritor como aquél, poeta, investigador pertinaz y "buscador de piedras".

Un día del año 1952, en que recorría la comarca en una pormenorizada búsqueda, tropezó con un indio que le sugirió visitar en lo alto de la altiplanicie, para él embrujada, una cabeza del Inca.

Organizó Ruzo una expedición, instaló en lo alto de la meseta su tienda, y de asombro en asombro fue descubriendo aquella cultura ignorada, que reveló al mundo en una comunicación detallada que hizo en 1953 a la Academia de Ciencias de México y luego a la Sociedad de Etnografía de París.

La figura que el indio peruano llamaba "La cabeza del Inca", roca fantástica de 25 metros de altitud en la que está tallada, no estaba sola. Había catorce representaciones humanas más, no todas concluidas, y, diseminadas en la amplia meseta, un millar de representaciones zoomorfas o antropomorfas talladas directamente en la piedra entre las que se destacan el sapo, la tortuga, el mono, el león, el búho y pájaros extraños, animales fabulosos y prehistóricos como el huacamalco y el stegosaurio, que simbolizaban cada uno de los clanes a que los pobladores de la meseta pertenecían.

Se encuentran allí, también, piedras para los sacrificios o rituales funerarios y altares de evidente sentido mágico. Masma, nos advierte el doctor Ruzo, es un nombre que llega hasta hoy, en el Perú, desde el fondo de los tiempos. La leyenda refiere que se trata de una raza blanca de hombres altos barbados, fuertes y valientes, a los que sólo pudo vencer el tiempo y la realidad histórica del pueblo huanca, que, siglos después de su última derrota, conservaba virtudes guerreras y grandes tradiciones religiosas. Ricardo Palma, por su parte, ha emplazado a la antigua San Pedro de Mama o de Mamay en la confluencia con el río Rimac, frente al cerro Cono. Pero este antiguo nombre corrobora a su vez el nombre de Mamay que se ha dado al valle de Santa Eulalia, donde se halla la meseta de Marcahuasi.

¿Qué ritos de iniciación y qué sacrificios se habrán desarrollado en esa plataforma andina, cuyas aras (altares) de piedra tanto se asemejan a las de Machu Pichu? ¿Y cuál no sería la sorpresa del doctor Ruzo cuando encontró, fuera de aquella figura del inca, una colosal estatua de ocho metros de altura (luego habría de encontrar cinco más de la misma representación) que se asemeja extrañamente a la diosa Thoueris, la divinidad egipcia representada: por un hipopótamo hembra erguido sobre sus patas posteriores, símbolo de la fecundidad, que puede verse actualmente en el Museo de El Cairo?.

Lo asombroso es que no sólo el origen de la referida diosa es netamente egipcio, sino que, incluso, el hipopótamo que la representa es un animal originario del Alto Egipto que jamás vivió en América.


¿SEMITAS EN AMERICA?

El francés Emile R. Wagner (que con su hermano Duncan rastrearon concienzudamente el norte de la Argentina estudiando la civilización Chaco-Santiagueña y la llamada cultura Diaguita-Calchaquí), en un enjundioso estudio realizado con su colaboradora Olimpia Riguetti titulado ARCHEOLOGIE COMPAREE (Resumé de Préhistoire), publicado en 1946, señala el hallazgo, en los túmulos precolombinos de la tierra santiagueña de estatuillas de la divinidad protiforme primordial, que configuran verdaderos terafims: pequeños ídolos o talismanes portátiles que constituían accesorios del culto, símbolos de los dioses lares entre los antiguos hebreos, como los que, según la Biblia, Jacob enterró bajo un rollo en Siqués (GENESIS, 35-2,4) similares por otra parte y confundibles plenamente con los que se han descubierto bajo el limo diluviano de Ur, en Caldea (Babilonia), y que hoy se conservan en el British Museum de Londres, así como torteros con caracteres alfabetiformes neolíticos con dibujos totalmente idénticos a los de los torteros hebreos.

Así también, entre las miles de figuras que pueblan la altiplanicie de Marcahuasi, se destaca una de veinte metros de altura, que ostenta claramente la estilización de una barba faraónica y otra de perfil netamente semítico.

"¿Por qué -se pregunta el doctor Ruzo- en una ciudad y en un valle de inmediata vecindad con Jauja se ha conservado desde la época inmemorial el nombre de Masma? ¿Que tiene que ver con huancas del Perú el decimoséptimo patriarca de la Biblia después de Noé, según su descendencia por Ismael?. Y finalmente, ¿qué relaciones unen a la América con Egipto, la Mesopotamia, Tiahuanaco y la Isla de Pascua?".

El nombre de Masma (oído, en hebreo) responde, precisamente, al quinto hijo de Ismael y también a su posteridad, una tribu al nordeste de Medina, la Bene-Misma o Bene-Masma, como está registrado en el GENESIS (XXI,14), en el Libro primero de LAS CRONICAS (I,30) y en el Libro segundo de las mismas (IV,25-26).

Pedro Cueza de León, cronista español del siglo XVI, nos informa que habiendo interrogado a las tribus chaucas, que habitaron entre ruinas de la meseta de Marcahuasi en esa época, le revelaron que habían sido levantadas por extranjeros "blancos, rubios y barbudos" mucho antes de la llegada de los Incas. Otros cronistas dicen que entre los Incas subsistía una casta de hombres venerados, más fuertes que los otros, que hablaban un lenguaje distinto y a quienes llamaban los Hijos del Sol. El conquistador Pizarro, por su parte escribe que "los cabellos de esos hombres y mujeres eran rubios como el trigo y algunos mostraban una piel más blanca que la de los españoles". Se decía que vinieron de Oriente a través de las montañas. Hoy día, entre las viejas familias indias del Perú, como lo señala el mismo doctor Ruzo, encuéntrase frecuentemente el nombre de Corisapra, esto es: Barba de Oro. Y los indios huancas saben decir que sus antepasados habían conocido gigantes que llegaron al Perú hace infinidad de años y que eran blancos, rubios y barbudos.

ESCULTURAS MAGICAS

La talla de las piedras de Marcahuasi son de una técnica original que sorprendió y llenó de estupor a los especialistas en culturas americanas, como el arqueólogo austríaco Hans S. Bellamy, el inglés Peter Allan, el alemán Albert Glesecke y el francés Marcel F. Hormet, a quienes el doctor Ruzo invitó para mostrar su hallazgo in situ.

Dichas esculturas se vuelven mágicamente visibles cuando la luz del sol incide sobre ellas en determinada dirección e inclinación y desde un punto de vista señalado por lo general en el suelo, o bien en cierto momento del año únicamente, desapareciendo de la visión humana en otras circunstancias y desde otros puntos de mira.

"El hecho de que esas representaciones puedan ser solamente vistas desde un determinado ángulo y que sean aparentes sólo a determinada hora del día -señala Peter Allan- implica una técnica poco común".

"Estos monumentos son únicos en el mundo por su concepción, su tallado y su ejecución", escribe a su vez el doctor Hans Shindler Bellamy, el más conocido de los discípulos de Hoerbiger.

¿Y qué opinaría el lector el agrego que en la fotografía de un mausoleo, en la que se advierte la pulcra talla de un anciano yacente, esta representación aparece, como por arte de mutación mágica, trastrocada en el negativo de esa misma fotografía -como me lo ha mostrado mi amigo el doctor Ruzo- en el rostro de un hombre joven, de expresión altanera, cuyos cabellos caen sobre su frente y cuyo puño derecho se alza amenazante?...

Las miles de figuras y monumentos megalíticos que pueblan los tres kilómetros cuadrados de la meseta de Marcahuasi expresan un arte de considerable elevación. Tienen, además, una forma bidimensional y fueron realizadas en relieve sobre un solo plano, habiendo sido aprovechados sus costados para otras representaciones. Difícil resultaría precisar la época en que esa fascinante cultura floreció. Hablar de diez mil, de veinte mil, de treinta mil años, y esto en América, produciría cierto escozor a los arqueólogos apegados a teorías y técnicas y académicas.

Fuente: Revista 2001 Periodismo de Anticipación, Octubre 1969