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viernes, 31 de marzo de 2017

El mandil y los guantes de los constructores (Joseph Fort Newton)

El mandil y los guantes de los constructores (Joseph Fort Newton)

Imaginémonos ahora un grupo de estos constructores, unidos con solemnes votos y por intereses mutuos, viajando por los más abominables caminos hacia el lugar elegido para erigir una abadía o una catedral. Entonces era peligroso viajar, y por eso, la compañía iba siempre armada, pues el turbulento estado del país exigía tal precaución. Los utensilios de trabajo y los alimentos iban en el centro del convoy a cargo de los guardianes. La compañía estaba constituida por un Maestro Masón o director de la obra, compañeros del arte, y aprendices. Además de éstos, les acompañaban obreros subordinados que no pertenecían a la Logia, aunque dependían de ella, denominados cimentadores, instaladores, pavimentadores y porteros o guardianes, etc. Los Maestros y Compañeros llevaban vestimentas que les distinguían y que no cambiaron de forma durante tres siglos por lo menos (History of Masonry, Steinbrenner. El hábito consistía en una corta túnica negra, en verano, de lino, y en invierno, de lana, abierta a los lados, con una gola a la que iba unida una caperuza; alrededor de la cintura llevaban un cinturón de cuero, del que pendían una espada y un zurrón. Sobre la túnica iba un escapulario negro que colocaban debajo del cinturón cuando trabajaban y que dejaban pender en los días de fiesta. Sin duda alguna este vestido servía de colcha durante la noche, como era costumbre en la Edad Media, en que sólo los ricos y los títulos usaban sábanas y mantas. –History of Agriculture and Prices in England, T. Roggers–. En su cabeza vestían grandes sombreros de fieltro o paja, completando su vestido ajustadas calzas de cuero y largas botas de montar). Era, pues, una compañía seria, pero en ningún sentido solemne, y el tedio del viaje era sin dudas engañado por canción, historia y el humor propio del viaje.

“Doquiera que iban –escribe Hope en su Ensayo sobre la Arquitectura–, ya siguiendo a los misioneros, ora llamados por los nativos o por impulso propio para buscar trabajo, les dirigía un jefe, quien mandaba la tropa y nombraba un vigilante por cada tienda de diez hombres, el cual cuidaba de los otros nueve, construía chozas alrededor de la obra, abastecía a sus hermanos cuando era necesario y levantaba el campamento para ir a otros lugares a continuar sus trabajos”.

Fort Newton, Joseph (2009). Los Arquitectos. Berbera Editores, México.

Vislumbramos en esto los métodos de los Francmasones, su organización casi militar y su vida migratoria; aunque tenían una vida más asentada de la que esta desgarbada oración permite expresar, por mucho tiempo fue necesaria para la construcción de una gran catedral. A veces, firmaban contratos especiales con los habitantes de las ciudades en donde iban a construir iglesias, en cuyos contratos estipulaban que se construiría una Logia para su acomodo y que se proveería a cada obrero de un mandil blanco de cierta clase de cuero y de guantes para protegerse las manos de la piedra y el cemento (Los guantes se utilizaban más comúnmente en la antigüedad que ahora, y la práctica de regalarlos era común en los tiempos medievales. Con frecuencia, cuando la cosecha había terminado, se distribuían guantes entre los labradores que la habían recogido –History of Princes in England, Roggers–, y los guantes ricamente bordados eran una ofrenda aceptada con verdadero gusto por príncipes. En efecto, la mano desnuda era considerada como signo de hostilidad, y la mano enguantada, como signo de paz y de buena voluntad. Los mandiles y los guantes tenían para los Masones significados insospechados por los demás, y su simbolismo se conserva aún hoy día con su simple y elocuente atractivo. –Véase el capítulo “Vestiduras e insignias masónicas” en Things a Freemason Should Know, de J. W. Crove; el interesante artículo de Rylands en las Ars Quatuor Coronatorum, volumen V, y el placentero ensayo sobre los “Guantes”, por el Dr. Mackey, en su obra Symbolism of Freemasonry–. No sólo los utensilios de los constructores, sino también su vestimenta, tenían un significado moral).

Así, pues, nos los representamos en forma de una pequeña comunidad o pueblo de trabajadores, que moraban en modestas viviendas, con una Logia en el centro adjunta a una catedral que lentamente iba elevándose. El Maestro se ocupaba en los planos y cuidados del Arte, los Compañeros cincelaban las piedras de los muros, arcos y agujas, y los Aprendices llevaban los utensilios y el mortero, y cuando era necesario, cuidaban a los enfermos y realizaban oficios de naturaleza semejante. La Logia era siempre centro de interés y de actividad, un lugar de trabajo, de estudio, de devoción, así como la habitación común en que se realizaba la vida social de la orden. Todas las mañanas, según se ve en los Rollos de Tela de York Minster, se empezaban con actos de devoción a los que seguían las instrucciones dadas por el Maestro sobre la obra que se debía de realizar durante el día, en las que, sin duda alguna, se incluirían el estudio de las leyes del arte, de los planos del edificio y la significación de los ornamentos y emblemas.

[box]Fort Newton, Joseph (1914). The builders. A story and study of masonry Part II: History. Chapter II. Fellowcrafts. The Torch Press, Cedar Rapids[/box]

http://www.gadu.org/antologia/el-mandil-y-los-guantes-los-constructores-joseph-fort-newton/

jueves, 30 de marzo de 2017

EL CHULLACHAQUI - EL DUENDE DE LA SELVA

EL CHULLACHAQUI - EL DUENDE DE LA SELVA.
JUAN PABLO.

El Chullachaqui es un enano o un demonio de la selva cuyo nombre proviene del vocablo quechua "diferente" (Chulla) y el "pie" (Chaqui), significa de "los pies diferentes". De acuerdo a la leyenda de Iquitos, este enano de la selva tiene la capacidad de transformarse en cualquier otra persona que quiera y así engañar a los visitantes o personas locales que viven en la selva o la visitan.


Él puede aparecer como un miembro más de la familia o un amigo, conduciéndolos por el camino equivocado, y adentrándose cada vez más en la selva y luego los dejan allí, perdidos.


Para un niño, Chullachaqui a menudo aparecen como otro hijo u otro compañero de juego. En este disfraz, el malvado Chullachaqui buscara conducir al niño al bosque que perderlo.


La única manera de descubrir la verdadera identidad de Chullachaqui es mirando sus pies porque tiene un pie deforme. En consecuencia, ellos tratan de ocultarlos en sus ropas, en los zapatos o cualquier otra manera.


Al ser descubierto, el Chullachaqui escapara hacia la selva, sin embargo tratara de perder también a los que lo siguen.


La selva peruana con su exuberante vegetación, encierra un sin número de misterios y peligros en la profundidad de sus bosques. Para los habitantes de este inmenso manto de verdor no hay secretos ocultos. En este mundo además de gran variedad de animales salvajes, existen también mitos y leyendas de seres mitológicos y fatídicos como el Chullachaqui, llamado también el espíritu de los pies deformes, llamado así porque se dice que tiene una pierna normal y la otra de cabra. 


Según los habitantes de la selva, esta extraña criatura siempre adopta la figura o la forma de una persona amiga conocida del pueblo, para engañar a la que va a ser su víctima y hacerle perder en la espesura de la enmarañada selva. Muchos pobladores aseguran que en muchas oportunidades han visto las huellas o pisadas desiguales impresos en el barro, mientras otros dicen que es un demonio que cuida la selva para que no penetren en ella. La única forma para descubrir la identidad verdadera de Chullachaqui es mirar a sus pies deformes. 


Consecuentemente, él tratará de esconderlos para que no vean que tiene uno de cabra. Al ser descubierto, el duende escapará a la selva. Cuenta la leyenda que en un poblado enclavado en lo profundo de la selva, en horas de la tarde un vecino del lugar decidió ir al campo para ayudar a su padre quien se encontraba realizando la cosecha. Al estar en camino, improvisadamente se le presentó una persona igual a su padre y sin dejarlo avanzar le dijo; "He venido a esperarte, vamos sígueme". El hijo un poco sorprendido obedeció sin decir una sola palabra siguió caminando junto con su inesperado acompañante por un camino bastante ancho pero a medida que iban avanzando el camino se hacía cada vez más angosto. 


En ese trayecto sorpresivamente se detuvo y le dijo: "hasta aquí te he acompañado, tú te quedas y yo me voy”, y desapareció del lugar, riendo burlonamente. Recién entonces se dio cuenta que se encontraba perdido en un enorme bosque y por más que busco el camino para regresar a su casa no lo encontró. Desesperado ando por el monte llamando con voz en cuello a alguien que pudiera encontrarse cerca para que lo saque del lugar pero nadie respondió. 


Al darse cuenta sus familiares que no regresaba a casa, salieron en su busca y lo encontraron luego de cuatro días de intenso trajín. Al verlo se dieron con la sorpresa de que el hijo había perdido la razón. Una vez en su casa trataron de curarlo pero en vista de que no recobraba el conocimiento decidieron llevarlo a un curandero para que lo cure del mal que lo quejaba. Si que tuvo suerte, ya que se dice que generalmente quien es engañado por este espantoso duende no volverá a casa jamás. Mejor lo dejamos ahí ¿vale?


TOMADO DE:
http://historias-y-leyendas.blogspot.pe/search/label/El%20Chullachaqui

miércoles, 29 de marzo de 2017

EL NACIMIENTO DE LA GRAN LOGIA UNIDA DE INGLATERRA

EL NACIMIENTO DE LA GRAN LOGIA UNIDA DE INGLATERRA
Oscar Figueredo.

Sostiene Albert Gallatin Mackey que existieron ciertos eventos, en el proceso histórico de conformación de la Masonería Moderna, que han tenido una importancia capital.

El primero de ellos fue la fusión de las dos Grandes Logias rivales existentes en Inglaterra y, consecuentemente, el nacimiento de la Gran Logia Unida de Inglaterra. Este hecho fue calificado por Mackey, como el “más importante evento que ha ocurrido en la historia de la Masonería Especulativa desde la organización de 1717”.

En segundo término, afirma Mackey, que no existió un evento en la Masonería Especulativa que tuviera mayor importancia en el desarrollo del sistema simbólico, que la invención del grado del Arco Real y su introducción en el Ritual Masónico.

Albert Mackey (1807-1881).

Ambos eventos estuvieron relacionados, o al menos vinculados, dada la influencia que tuvo la Gran Logia de los “Antiguos” en la estructuración del Grado del Arco Real.

Resulta necesario, además, tomar en consideración que en la Masonería de Estados Unidos existió otro evento de enorme importancia, con influencia en su desarrollo posterior, que consistió en la constitución de las Logias “Prince Hall”.

En este capítulo, habremos de considerar el proceso de formación de la Gran Logia Unida de Inglaterra, concretada en 1813, procurando ubicarla dentro del contexto histórico británico.
Los Antecedentes

Tal como hemos relatado en el primer capítulo, en 1717 se funda la primera Gran Potencia Masónica moderna, denominada originalmente como la Gran Logia de Londres y Westminster, pero su influencia en Inglaterra (destacan algunos autores), durante cierto tiempo, fue relativa; pues se destaca que una parte de las logias inglesas de origen operativo (de “masones libres en logias libres”) no querían saber nada de novedades, fruto, tal vez, del ya conocido conservadurismo inglés.

El principal foco de resistencia fue la vieja Logia del Condado de York. En 1725 fue fundada en esta ciudad una Gran Logia, que se autoproclamó como la Gran Logia de Inglaterra, pero que cesó sus actividades más o menos en 1740.

En 1751 se fundó la Gran Logia de los Antiguos formada básicamente por masones irlandeses que se sentían impedidos, por diversas causas, de pertenecer a las logias inglesas.

Esa nueva Gran Logia de York, ligada a la ciudad del mismo nombre, adoptó el nombre de Most Ancient and Honorable Society of Free and Accepted Masons according to the Old Institutions (La Muy Antigua y Honorable Sociedad de Libres y Aceptados Masones de acuerdo a las Antiguas Instituciones).

Las críticas que los “Antiguos” formulaban a la Gran Logia de Londres (denominada por sus críticos como la de los “Modernos”, pese a haber sido constituida en 1717) se debían, básicamente, a las alteraciones que (según ellos), se habían efectuado a las formas litúrgicas: las formas de reconocimiento en los grados de la Masonería, el haber retirado las oraciones de los procedimientos, la descristianización del ritual, la omisión de los Días Santos, etc.
Lawrence Dermott

Quien lideró esta confrontación contra los denominados “Modernos” fue el irlandés Lawrence Dermott, quien, en 1756 publicó las Constituciones de la Gran Logia de los Antiguos, con el título de Ahiman Rezon (del Hebreo Ahim, Hermanos; Manah, Escoger y Ratzon, Ley; algo así como Ayuda al Hermano).

Lawrence Dermott nació en Dublín en 1720, siendo iniciado en la Logia No. 26 en 1740. Seis años después, en 1746 fue elegido Venerable Maestro (Worshipful Master) en su Logia.

Dos años más tarde (en 1748) se trasladó a vivir a Inglaterra (como muchos irlandeses en ese tiempo), integrándose a las Logias “Modernas” pero posteriormente incorporándose (en 1751) a la Gran Logia de los “Antiguos”.

Dermott, dentro del año de establecida la nueva Gran Logia (febrero de 1752) fue designado como Gran Secretario, cargo que desempeñó durante 20 años, asumiendo en 1771 el rol de Gran Maestro Adjunto.

La obra Ahiman Rezon o Libro de las Constituciones de la Gran Logia de los Antiguos fue reproducida por la Gran Logia de Irlanda poco tiempo después de haber sido publicada por los “Antiguos”, extremo que significó un gran cambio, dado que hasta entonces se basaba pura y exclusivamente en lo consignado en las Constituciones de Anderson.


Constituciones de la Gran Logia de los Antiguos, con el título de Ahiman Rezon (Ayuda al Hermano).

Por su parte, la Gran Logia de Pennsylvania en 1781 aprobó la edición de la publicación de Ahiman Rezon, que era prácticamente una reproducción del trabajo elaborado por Dermott. Tal publicación se llevó a cabo en 1783 y fue dedicada al Hermano George Washington.

Dermott era conocido por ser una persona extremadamente rígida, disciplinada y un administrador habilidoso, que se convertía en un escritor sarcástico cuando se trataba de los “Modernos”. Destacan los relatos que, desde el comienzo, Dermott hizo sentir su presencia, tomando a su cargo todos los aspectos relacionados con su Gran Logia.

Hasta tanto se aguardaba la aceptación de algún miembro de la nobleza que desempeñara el rol de Gran Maestro, la Gran Logia de los “Antiguos” funcionó como un Gran Comité y el Gran Maestro era seleccionado, de forma rotativa anual, entre los Venerables Maestros de las Logias Antiguas.

La aceptación aguardada tuvo lugar en 1756, cuando William, el primer Earl (Conde) de Blesington, que previamente había sido Gran Maestro de Irlanda, aceptó el cargo y fue instalado como Gran Maestro de los “Antiguos”, el 27 de diciembre de 1756 (en el Festival de San Juan Evangelista-Solsticio de Invierno).

Por su parte, el sentimiento de fuerte oposición de parte de los “Modernos” contra los “Antiguos” se fue incrementando como consecuencia directa del creciente suceso de sus rivales.


Sello de la Gran Logia de los Antiguos.

En 1777, cuando ya había asumido como nuevo Gran Maestro de los “Antiguos”, el Duque de Atholl (John Murray en 1771 y luego su sobrino el 4º Duque de Atholl), la Gran Logia de los “Modernos” declaró que las personas que se estaban reuniendo en Londres y otros lugares, como masones, autodenominándose como “Antiguos Masones”, bajo el patrocinio del Duque de Atholl, no eran reconocidos como siendo parte de una logia regular o como masones bajo la Constitución de Inglaterra, por lo cual ningún masón regular estaba habilitado a estar presente en sus reuniones, convalidando sus procedimientos, bajo la pena de perder sus privilegios en la Sociedad.

Un tiempo antes, Dermott había manifestado que la conformación de la Gran Logia de los Antiguos, era fruto de la separación de varias Logias de la Gran Logia de los Modernos, afirmando que la sociedad creada en 1717, se había constituido violando las normas tradicionales de conformación en número (pues según él deberían haber sido un mínimo de cinco logias y no sólo cuatro) y consecuentemente, naciendo con defectos de forma y, por ende, de capacidad.
El proceso unificador

Luego del fallecimiento de Lawrence Dermott (ocurrido en 1791) los líderes de la Gran Logia de los “Antiguos” comenzaron a atemperar sus reclamos de la “ilegalidad constitutiva” que alegaban y el sostenimiento de su defensa respecto de la secesión ocurrida, fundamentada en el rechazo de las innovaciones introducidas a los Antiguos Landmarks, así como por los cambios generados en las “palabras” y ceremonias litúrgicas, que imputaban a los “Modernos”.

Entre fines del siglo XVIII y los inicios del siglo XIX, por su parte, muchos de los miembros de los “Modernos” comenzaron a reconocer la necesidad de generar la unión de ambas sociedades, considerando Albert Mackey, que en parte el éxito de expansión de los “Antiguos” estimulaba este deseo de forjar una fusión entre ambas Grandes Logias; pues lo cierto es que, en ese tiempo, se habían conformado diversas “Grandes Logias de Antiguos Masones de York” en Canadá, Pennsylvania, Maryland, Carolina del Sur, Nueva York, Massachusetts, Nueva Escocia, Gibraltar y muchas de las provincias de las Indias Orientales y Occidentales, además de contar los “Antiguos” con el reconocimiento de las Grandes Logias de Irlanda y Escocia.

Si bien es cierto que el éxito alcanzado y la gran difusión de su predicamento no inclinaba a los “Antiguos” a ver como favorable la idea de la unión, el hecho de que sus reclamos se habían atemperado, comenzó a inclinarlos a aceptar esa fusión, siempre y cuando sus concesiones no fueran excesivas.

Sello de la Gran Logia de los Modernos.

Luego de diversos intentos frustrados ocurridos a partir de 1801, sustentados entre otros aspectos en la voluntad manifestada por el Príncipe de Gales (Gran Maestro de los “Modernos”) de unificar a todos los Masones Ingleses, lo cual era compartido por sus hermanos, los Duques de Kent y Sussex, el proceso de fusión comenzó a tomar forma, generándose –en primer término– un buen entendimiento entre la Gran Logia de Escocia y la Gran Logia de los “Modernos”.

Así fue que la Gran Logia de Escocia reconoció a la Gran Logia de los “Modernos” como la Suprema Autoridad de la Masonería Inglesa. Adicionalmente en 1805, eligió al Príncipe de Gales como Gran Maestro de la Gran Logia de Escocia y al Conde (Earl) de Moira, como Gran Maestro en funciones, resultando, como consecuencia de estas decisiones, que ambas Grandes Logias tenían el mismo Gran Maestro. A ellas, se adhirió la Gran Logia de Irlanda, en ese mismo año.

A partir del año 1808 las tres Grandes Logias de Gran Bretaña se unieron en una alianza cuyo objetivo primordial consistió en procurar extinguir los cismas que habían prevalecido por tres cuartos de siglo y consolidar toda la Masonería Inglesa bajo un solo gobierno.

Augusto de Sussex (1773-1843).

Poco tiempo después, el Príncipe de Gales se convirtió en Príncipe Regente y debió abandonar el cargo de Gran Maestro de la Gran Logia de los “Modernos” (luego de 21 años), siendo sustituido por su hermano, el Duque de Sussex, quien era un ferviente partidario de la unificación.

Poco a poco las resistencias de los “Antiguos” fueron cayendo una a una pese a que el éxito obtenido (en especial en Estados Unidos) había extendido su influencia entre los miembros de la Orden Masónica, motivo por el cual tenían aversión a cualquier tipo de compromiso que extinguiera su poder y posición independiente.

Sin embargo, varios acontecimientos, relata Mackey, comenzaron a crear cambios en sus puntos de vista y debilitaron su oposición a concertar la unión de las dos Grandes Logias.

En primer término, el reclamo de que los “Modernos” habían introducido innovaciones en los Landmarks fue perdiendo la importancia que se le había dado en la época de Lawrence Dermott. Si bien se mantenía dicha crítica, se hizo evidente que el cisma de 1751-1753 había sido anterior a tales innovaciones y por otro lado, los “Antiguos” eran responsables de haber generado innovaciones como la modificación del Tercer grado y la generación del Cuarto Grado (Arco Real).

En segundo lugar, la teoría sustentada por Dermott y aceptada por sus seguidores de que la Gran Logia de Londres (instituida en 1717) era un cuerpo ilegal, por haberse constituido sin cumplir los requisitos de forma y número (cuatro logias en lugar de cinco), había sido de hecho abandonada. A ello se adicionaba el argumento de que si la organización creada en 1717 era ilegal, la formada en 1751-1753, por provenir de la anterior, también lo era.

En tercer lugar, indica Mackey, fue una razón política. Hasta ese tiempo había existido una estrecha alianza entre la Gran Logia de los “Antiguos” y las Grandes Logias de Escocia e Irlanda; sin embargo –según hemos descripto– estas Grandes Logias habían cambiado de posición reconociendo a la Gran Logia de Londres como la única cabeza de la Masonería en Inglaterra, por lo cual los “Antiguos” devinieron, de hecho, en “irregulares”.

Por último, la cuarta razón estuvo relacionada con el hecho de que el cuarto Duque de Atholl (que había sucedido a su tío, John Murray, el tercer Duque de Atholl) renunció a continuar siendo el Gran Maestro de la Gran Logia de los “Antiguos”, siguiendo los argumentos o influencia del Duque de Sussex (Gran Maestro de los “Modernos”), resignando su cargo a favor del Duque de Kent (hermano del Duque de Sussex y del Príncipe de Gales) a fin de seguir el propósito de preparar la unión de las Sociedades.

Vinculada con esta cuarta razón se encontraba una imperiosa necesidad, desarrollada durante las Guerras Napoleónicas, cuando los líderes de los “Antiguos”, los “Modernos” y la Gran Logia de Escocia actuaron en forma conjunta para prevenir que sus logias se convirtieran en organizaciones proscriptas. (Acuerdo arribado con el Primer Ministro William Pitt en 1799 para quedar excluidos de la “Unlawful Societies Act”).
El Acta de Unión

El 8 de Noviembre de 1813 se llevó a cabo una reunión especial de la “Gran Logia de Libres y Aceptados Masones de Inglaterra, de acuerdo a las Antiguas Instituciones”, esto es de “Los Antiguos”, en la “Taberna de la Corona y el Ancla”, en donde se leyó la carta del Duque de Atholl en la que planteaba su deseo de renunciar a su cargo de Gran Maestro, “a favor de su Alteza Real el Duque de Kent”.

Detalles de la sede en Londres de la Gran Logia Unida de Inglaterra.

Los participantes de la reunión aceptaron la renuncia presentada y unánimemente eligieron al Duque de Kent (Eduardo Augusto, cuarto hijo del Rey Jorge III y padre de la futura Reina Victoria) como Gran Maestro de la Gran Logia de los “Antiguos”.

Eduardo Augusto, el Duque de Kent, había sido iniciado en la Masonería en una Logia de Ginebra, Suiza. Al momento de su designación como Gran Maestro en Londres, lo era también de los “Antiguos Masones” de Canadá, en donde había establecido la unificación de ambas sociedades, por el simple hecho de abolir la Gran Logia de los “Modernos” e integrar a sus Logias a la Gran Logia de los “Antiguos”.

Si bien estaba identificado con la causa de los “Antiguos”, compartía el punto de vista de sus hermanos, el Príncipe de Gales (Jorge Augusto Federico) y el Duque de Sussex (Augusto Federico de Hannover, noveno hijo de Jorge III) respecto a la necesidad de consolidar las dos Grandes Logias.

El 1º de diciembre de 1813, el Duque de Kent fue instalado como Gran Maestro de los “Antiguos”, encontrándose presente –en tal ocasión– el Duque de Sussex (Gran Maestro de los “Modernos”), quien ese mismo día había sido iniciado como “Antiguo Masón” en la Logia del Gran Maestro No. 1.

Previamente, en el mes de septiembre, se había nominado un comité formado por representantes de los “Antiguos”, quienes se reunieron en diversas ocasiones con el Duque de Sussex y sus Grandes Oficiales, a fin de redactar los artículos del Acta de Unión entre ambas Grandes Logias. A comienzos de diciembre, tales artículos fueron sometidos a ambas Grandes Logias y solemnemente ratificados, estipulándose que en el siguiente Festival de San Juan Evangelista (Solsticio de Invierno) habría de celebrarse una Asamblea conjunta, a fin de instrumentar los acuerdos arribados.

En este proceso unificador, la Gran Logia Unida de Inglaterra retuvo la infraestructura de los “Modernos” que aportaron –en consecuencia –, las temporalidades de Freemason’s Hall, así como a muchos hermanos de alto rango y distinciones, incluyendo a un Príncipe de Sangre Real como Gran Maestro y al Rey como Patrono de la Orden. Por su parte los “Antiguos” integraron los rituales y todos los aspectos espirituales de la Masonería, las creencias esenciales que fueron aceptadas por la Unión y que se transformaron en su fundamento ideológico.

Dado que las dos Fraternidades diferían en sus formas y ceremonias, resultó necesario acordar la adopción de un sistema universal que utilizaría en lo sucesivo la Gran Logia Unida. La determinación de lo que ese sistema sería, fue confiada a la “Logia de Reconciliación” (creada para tal ocasión y cometido) como su más importante y sin dudas, más difícil deber. Esta empezó a reunirse a principios del mes de diciembre, a fin de acordar y posteriormente demostrar, la forma del ritual de la Gran Logia Unida de Inglaterra.

Su rol consistió en visitar las diferentes logias de la nueva entidad, instruyendo a los oficiales y miembros de las mismas respecto a las formas de la iniciación, colación, etc., a fin de que la uniformidad del trabajo pudiera establecerse.

Al estar prohibido imprimir los rituales, se decidió constituir algunas logias especiales donde los hermanos pudieran ver demostraciones y aprender el nuevo ritual. La “Logia de Reconciliación”, como logia temporal existió sólo hasta 1816, siendo sucedida en su cometido por “The Stability Lodge of Instruction”, en 1817, y “The Emulation Lodge of Improvement” en 1823.

El 27 de diciembre de 1813, ambas Grandes Logias se reunieron en el local del Freemason´s Hall, procediendo –cada una de ellas– a abrir la tenida de su Gran Logia, de acuerdo a sus respectivas peculiares formas y regulaciones, en dos salones adjuntos. Una Gran Procesión se conformó, ingresando los dos cuerpos –lado a lado- a la Sala donde habría de llevarse a cabo la Asamblea. El Duque de Sussex cerraba una de las procesiones y la otra el Duque de Kent. Los diversos miembros fueron sentándose en bancas especialmente dispuestas a tal fin, de tal manera que las dos Fraternidades se encontraren completamente mezcladas.

Ambos Grandes Maestros avanzaron hacia el Trono y tomaron asiento a sus lados. El Acta de Unión fue leída, proclamada y puesta a consideración de la Asamblea, que la ratificó a viva voz. El Gran Capellán entonces dijo: “Que el Gran Arquitecto del Universo haga esta unión perpetua”, a lo que la Asamblea respondió: ¡Qué así sea!

Los Artículos de Unión fueron firmados por ambos Grandes Maestros y seis Comisionados, a lo que se adicionó los sellos de las dos Grandes Logias.

Los elementos masónicos de consagración: maíz, vino y aceite fueron utilizados, de acuerdo a los antiguos ritos, por ambos Grandes Maestros, acompañando por las usuales invocaciones.

Dado que las dos Fraternidades diferían en sus formas y ceremonias, resultó necesario acordar la adopción de un sistema universal que utilizaría en lo sucesivo la Gran Logia Unida, y que, como hemos indicado, se puso a cargo de la temporal “Logia de Reconciliación”.

Eduardo de Kent (1767-1820).

Luego de la ceremonia de ratificación, la “Logia de Reconciliación” se retiró a un templo adjunto en donde fueron retejados por el Past Gran Maestro de la Gran Logia de Suecia y el Gran Maestro de Hamburgo, quienes junto con otros distinguidos masones presenciaron las formas y ceremonias adoptadas por la “Logia de Reconciliación”. Luego retornaron adonde se encontraba reunida la Asamblea y declararon que el ritual era “puro y correcto”, por lo cual la Asamblea aprobó que ese habría de ser el ritual observado y practicado por todas las logias de Gran Logia Unida, de ahí en adelante.

De inmediato el Duque de Kent se dirigió a la Asamblea a fin de proponer al Duque de Sussex como Gran Maestro de la Gran Logia Unida de Inglaterra, lo cual fue unánimemente aceptado por los Asambleístas.

Los excelentes resultados que siguieron a la Unión de ambas Fraternidades, en la restauración de la paz y la concordia, así como en el consecuente fortalecimiento de la Institución ha preservado, según Mackey, el método con el cual esta Unión fue obtenida, de las críticas adversas. La Unión fue fruto de una transacción donde se efectuaron mutuas concesiones, entre ambas partes.

Los Artículos de Unión, que constituyen el documento clave del nacimiento de la Gran Logia Unida de Inglaterra, fueron veintiún en número, la mayoría de los cuales están referidos a regular el proceso de transición. Solamente el segundo, el tercero y el cuarto se refieren a las concesiones acordadas respecto al ritual y al sistema de la Masonería Especulativa estipulado en el acuerdo.

Dispone el artículo dos:

Se declara y pronuncia que la pura y Antigua Masonería consiste de tres grados y no más; que son los de Aprendiz Ingresado, Compañero de Oficio y Maestro Masón, incluyendo a la Suprema Orden del Santo Real Arco, pero este artículo no está destinado a evitar alguna logia o capítulo por mantener una reunión en alguna de las Ordenes de Caballería, según las Constituciones de dichas Ordenes.

El Arco Real es reconocido como parte de la más “pura y Antigua Masonería” La Gran Logia de los “Modernos” había sistemáticamente rechazado esta “innovación” de un nuevo grado, por lo cual puede considerarse que los “Antiguos” en este punto obtuvieron una victoria importante.

El artículo tres preceptúa:

Existirá la más perfecta unidad de obligación, de disciplina, de trabajo de las logias, de hacer, pasar y exaltar, instruir y vestir a los hermanos. Así que solo un sistema puro, incontaminado, según los landmarks genuinos y las tradiciones del Oficio, deberá ser mantenido, confirmado y practicado en todo el mundo masónico, desde el día y fecha de la Unión hasta el fin de los tiempos.

En este artículo se declara que los métodos de iniciación e instrucción lo serán de acuerdo a lo que disponen los genuinos landmarks, leyes y tradiciones de la Orden, pero la Gran Logia Unida adoptó los cambios en las “palabras” de los grados que habían introducido los “Modernos” para prevenir el ingreso de los secesionistas en las logias, por lo cual ésta, evidentemente, fue una disposición de compromiso, que tuvo como resultado crear una diferencia entre los Masones Ingleses y los Masones del Continente Europeo. Si bien esta disposición podría ser considerada como una victoria de los “Modernos”, debe considerarse como menor en comparación con la alcanzada por los “Antiguos” en cuanto al reconocimiento del grado del Arco Real.

Por su parte, el artículo cuatro expresa:

Para evitar toda controversia o disputa en las reglas y formas de las puras y genuinas obligaciones y antiguas tradiciones de la masonería, y además unir y atar a la fraternidad entera de masones, con un lazo indisoluble, coinciden en que las obligaciones y formas que tienen desde tiempo inmemorial, serán establecidas, usadas y practicadas, en el Oficio, reconocidas, tomadas y aceptadas por los miembros de ambas fraternidades como las puras y genuinas obligaciones y formas por las cuales la incorporada Gran Logia de Inglaterra y sus logias dependientes en cualquier parte del mundo, serán de obligación; y con el propósito de recibir y comunicar la debida luz, y lograr uniformidad de regulaciones e instrucción ( y en especial en asuntos que no pueden expresarse ni describir por escrito), coincidiendo además que esta comunicación fraternal sea hecha a las Grandes Logias de Escocia e Irlanda, para que autoricen y designen dos o más de sus esclarecidos miembros a estar presentes en la Gran Asamblea en la solemne ocasión de la Unión de las dos dichas fraternidades. Y que los respectivos Grandes Maestres, Grandes oficiales, Past Masters, Vigilantes y Hermanos, que entonces estén presentes, sean solemnemente comprometidos a someterse por las debidas formas y obligaciones (en especial, en asuntos que no pueden ser descriptos o expresados por escrito), en presencia de los antedichos miembros de la Gran Logia de Escocia e Irlanda, que pueda declararse ser reconocidos y conocido que todos están unidos en el mismo solemne compromiso y trabajan bajo la misma ley.

La inclusión en este artículo cuarto que las obligaciones y las formas acordadas han sido aquellas que tienen desde tiempo inmemorial establecidas, usadas y practicadas, en el Oficio, es una referencia a los antiguos usos y costumbres, pero que de hecho se remonta a la fecha de organización de la “Logia de Reconciliación” a que hace referencia el artículo quinto, a la cual se le encomienda la regulación de tales obligaciones y formas.

Pese a lo que dispone este artículo que, como los demás fue redactado el 25 de Noviembre de 1813, las Grandes Logias de Irlanda y de Escocia no estuvieron presentes en la ocasión de que se fundara la Gran Logia Unida. Según se relata en la Historia de la Logia de Edimburgo, la Gran Logia de Escocia demoró mucho tiempo en reconocer la inclusión del Arco Real.

La transacción alcanzada y la forma de instrumentarla sellaron definitivamente cualquier cuestión vinculada con la legalidad o regularidad de las sociedades. El hecho de que el Gran Maestro de la Gran Logia de los “Modernos” no sólo estuviera presente en la instalación del Gran Maestro de los “Antiguos”, sino que además se sometiera a la iniciación de acuerdo al sistema de éstos, hizo que precluyera cualquier reclamación que pudieran formularse mutuamente.
El contexto histórico

El relato efectuado revela el importante rol que tuvo la Casa Real Inglesa en el proceso de consolidación y unificación de la Masonería en Gran Bretaña.

En el tumultuoso período de la Revolución Francesa y las posteriores Guerras Napoleónicas, en el cual todos los gobiernos europeos se estremecieron, la Masonería en Gran Bretaña estuvo a punto de tener que detener sus actividades.

En el año 1799, el gobierno británico, temiendo que los efectos de la Revolución alcanzaran a Gran Bretaña, promovió en el Parlamento una serie de normas que prohibiesen, entre otras, a las sociedades secretas (sindicatos, clubes políticos y otras organizaciones que alteraren el orden social). En este año se dictó la norma conocida como “The Unlawful Societies Act”, que prohibía cualquier reunión de grupos que requiriera de sus miembros brindar un juramento o tomar una obligación.

Escudo y sello de la actual Gran Logia Unida de Inglaterra.

La Francmasonería pudo escapar a esta prohibición poniendo por delante su lealtad con la Dinastía Hannover, testimoniada por la presencia del Gran Maestro en funciones de la Gran Logia de los “Modernos”, el Conde (Earl) de Moira y el Gran Maestro de la Gran Logia de los “Antiguos”, el Duque de Atholl; quienes visitaron al Primer Ministro de tal momento, William Pitt (que no era masón) a fin de plantearle el caso. Le explicaron al ministro que la Masonería era una sostenedora de la ley y de las autoridades constituidas de acuerdo a ésta, destacando que la Sociedad se encontraba, básicamente, envuelta en el trabajo caritativo y filantrópico.

Específicamente, la Masonería fue excluida de las normas de la ley. Pese a ello, cada secretario de logia debía anualmente dar cuentas al Juez de Paz de cada localidad, informando el nombre, edad, profesión y domicilio de cada uno de sus miembros. Esta normativa fue recién derogada por el Parlamento inglés en 1967.

Señalan los relatos que la Corona exigió además que ambas Obediencias debían unificarse. Así comenzó el camino forzoso de reunificación; que, a su vez, estaría explicando la activa participación que tuvieron en dicho proceso el Príncipe de Gales (Príncipe Regente al tiempo de concretarse la Unión) y sus hermanos los Duques de Sussex y de Kent.

Referencias:
Mackey, Albert Gallatin – The History of Freemasonry – Vol. 5.
Mackey, Albert Gallatin – Encyclopedia of Freemasonry and its Kindred Sciences. Publicación Digital de Pietre Stone Review of Freemansory.
Ferrer Benimelli, José Antonio – La Masonería – Alianza Editorial.
Oliynik Anatoli y Spoladore Hercule – Historia do Rito de York – Publicación Digital Ritos Maçônicos Adotados pelo Grande Oriente do Brasil.
Clarke I. R. – The Formation of the Grand Lodge of the Antients – Publicación de Grand Lodge of British Columbia and Yukon.
Castells y Roura – JACOBINISMO Y CONTRARREVOLUCION EN LAS ISLAS BRITANICAS, 1789-1815, Madrid, Ediciones del Orto.
History of Freemasonry – United Grand Lodge of England
Sitio web de la Enoch Lodge No. XI (UGLE) – Publicación en homenaje a Lawrence Dermott.
Sitio web de Phoenix Masonry. Publicación del Acta de Unión de las Grandes Logias Inglesas.
Sitio web de Sussex Masons – History of Freemasonry.

http://www.gadu.org/antologia/las-masonerias-en-el-mundo-contemporaneo/

martes, 28 de marzo de 2017

LOS AGOTES UN PUEBLO MALDITO

LOS AGOTES UN PUEBLO MALDITO


La historia de los agotes es la crónica de una discriminación. De origen incierto y tildados de leprosos, este grupo social habitaba principalmente en los valles del Baztán y del Roncal del pirineo navarro. Durante siglos, la palabra agote fue utilizada como insulto y sinónimo de apestado, y sus miembros segregados y relegados a ejercer ciertos oficios. ¿De dónde procedían?. ¿Eran albigenses, conversos, gentiles, godos...?. Ciertamente, el enigma continúa y son muchas las hipótesis que vamos a repasar en este relato de una injusticia social.


¿QUIÉNES FUERON LOS AGOTES?

El diccionario de la Real Academia Española nos define la palabra agote de la siguiente manera: “se dice de un linaje o gente del valle de Baztán, en Navarra, España”. Joan Corominas en su diccionario Crítico Etimológico no da algún dato más: “Paria, individuo perteneciente a una generación postergada de valle de Baztán, Navarra”. Aunque Navarra no fue la única zona donde habitaron estas gentes, si fue donde dejaron mayores vestigios de su asentamiento como muestra el Museo Etnográfico de los Agotes, situado en el caserío Gorrí-Enea de Arizkun, museo construido con el impulso de un descendiente de los agotes, el escultor Javier Santxotena Alsua. También hay novelas que, ambientadas en la zona, trataron de los agotes como es el caso de Las horas solitarias: Notas de un aprendiz de psicólogo (Pío Baroja, 1918), El barrio maldito (Félix Urabayen, 1925) y la más reciente El agote (Gaizka Arostegi, 2002).

El valle de Baztán está situado a 58 kilómetros al norte de Pamplona y tiene una extensión de 376,81 km2, regado por el río Bidasoa, tiene una población estimada de unos 7.800 habitantes. El propio topónimo de Baztán es un misterio, tradicionalmente se hace derivar del vasco baz-nat, “soy uno”, en alusión al carácter de aislamiento de sus moradores que llegaron a proclamar una república independiente en tiempos de la invasión musulmana. Otras versiones hacen derivar el nombre del valle de la raíz azta, “zarza” más el sufijo locativo –an, “lugar donde abundan”. No falta los que acuden al latín vastum, “devastado”, por la tierra sin labrar o a la voz vasca baste, “retama espinosa”.


La capital del valle es Elizondo y una de sus poblaciones con más trascendencia histórica es Arizcun, el último reducto de los agotes. En esta noble villa de casonas blasonadas como muestra de la hidalguía de sus habitantes como los Ursúa, Goyeneche, etc., creció un barrio de chabolas, Bozate, el lugar maldito de los agotes. El barrio fue construido en el siglo XIV por la familia Ursúa para dar cobijo a esta etnia fugitiva. Al otro lado de la frontera, el vizconde de Etxauz también construiría el barrio de Mitxelenea en St. Étienne-de-Baïgorri con el mismo fin, allí los conocían por el nombre occitano-bearnés de cagots, en Etxauz se les confinaría en Chubitoa y en Toulouse fundaron el barrio de Montaut.

Con los nombres de chrestiaas, gafos o mesieillos, entre otros nombres, los agotes ya aparecen documentados desde los siglos XI, XII y XIII en adelante. Durante mucho tiempo, era obligatorio indicar expresamente la condición de agote en todo tipo de documento oficial como procesos judiciales, actas matrimoniales, etc. A cambio de protección, tierras, permiso para pescar y utilizar los bosques, entre otras cosas, estas familias tenían que ofrecer parte del fruto de las tierras, pagar impuestos y trabajar como criados para los señores, aunque en otros lugares, no pagaban tributos y se les excluía del servicio de armas. El asunto del sometimiento y esclavitud ejercidas por los Ursúa o los Goyeneche sobre los agotes es citado por varios autores, Aguirre Delclaux, autora de una tesis doctoral sobre el tema, nos dice que no hay ninguna prueba documental sobre esto, o porque no existió esta servidumbre, o porque los investigadores llegaron tarde y desaparecieron los documentos que daban fe de ello. En este caso, como en otros, las incógnitas siguen abiertas, pero lo cierto es que la marginación y el odio vecinal se cebaron sobre estas gentes. Los agotes se vieron recluidos al ghetto de Bozate en Navarra y en Francia en las llamadas cagoteries como las ya citadas, así se acrecentó la leyenda negra de estos supuestos herejes y portadores de enfermedades terribles.


UNA MARGINACIÓN MEDIEVAL

Existe un documento de 1597 que dice: “¡Cállate agote!. Tú opinión cuenta menos que la del perro. ¡No eres nadie!”. En un pleito se decía que el testimonio de seis agotes era equivalente al de un ciudadano natural. “Patanes de la piedra”, “sapos cagots” o “carpintero de obra” utilizado como insulto, eran algunos de los apelativos que sufrían. Como otros grupos sociales estigmatizados, léase pasiegos, maragatos, chuetas, vaqueiros de alzada, quinquis, raqueiros..., fueron utilizados como cabeza de turco de todos los males que sufría la población como plagas, robos o mal de ojo. El conocimiento de las propiedades medicinales de las plantas les valió la fama de brujos y se llegó a decir que tenían... “rabo y un aliento fétido”.

Al igual que “los intocables” de la India, los agotes eran considerados una casta inferior sometida a todo tipo de vejaciones y se dictaron leyes y reglamentos discriminatorios contra ellos. Se llegó a decir que tenían la sangre tan caliente que las manzanas en sus manos se arrugaban, por este motivo, no se les permitía andar descalzos para que no quemaran la hierba, el que desobedecía la prohibición se le quemaba la planta del pie con un hierro candente. No podían llevar armas ni objetos puntiagudos, beber en el mismo vaso de un natural y tenían sus propias fuentes. Hasta mediados del siglo XIX no se les permitió construir un lavadero comunal para hacer la colada en público. El cultivo de la tierra y la cría de ganado también la tenían limitada así como el uso de los molinos, aunque algunos señores que los empleaban les dejaban ejercer de molineros.


Los oficios que tuvieran que ver con la alimentación, les estaban expresamente prohibidos así como los empleos públicos. Tejedor, tonelero, sepulturero, cantero, etc., y todas las profesiones que tenían que ver con la madera, quizás por que se decía que esta no contagiaba la lepra, eran las profesiones reservadas para los agotes. Destacaron como buenos carpinteros, albañiles y como chistularis y versolaris. En algunos lugares de Navarra, no se le permitía vestir los trajes típicos en las fiestas y, frecuentemente, se les dedicaban canciones de mofa y escarnio.

Como pasara con los letreros de parroquias que rezaban: “De aquí no pasarán los vaqueiros”, los agotes tenían el “banco de los agotes” al final de las iglesias. Una puerta lateral exclusivamente para ellos, la “agoten athea”, les permitía la entrada a los templos donde disponían de una pila bautismal propia y recibían la comunión con un palo que les acercaba el monaguillo, no podían abandonar la iglesia antes de que acabara la misa y sus limosnas eran separadas de las de los demás fieles. Los “bancos de los agotes” se mantuvieron en algunas iglesias hasta el siglo XIX, en Bozate duró esta separación hasta 1962. Una sentencia del parlamento de Burdeos de 1596 decía así: “no podrán sentarse en la iglesia en ningún lugar que no sea el que ellos y sus antecesores tenían el hábito de ocupar, a saber, para la iglesia de St. Pée, los hombres sobre los grados de la escala que conduce a las tribunas y las mujeres contra ésta”. Esta costumbre de separar a los agotes de los demás feligreses, era común en todos los sitios donde habitaron los agotes como en Navarra, País Vasco, Aragón, el sur de Francia y el País de Gales. Hasta en la muerte la exclusión continuaba, los agotes eran enterrados aparte e incluso se llegaron a tener cementerios especiales.


Algunos de los procesos judiciales que han llegado hasta nosotros, evidencian la persecución. Se llegó a encarcelar a un agote por pescar sin permiso y se taló sus árboles frutales por saltarse la prohibición. Un carpintero de obra se casó con una natural y se instalaron en Arizcun, los vecinos los obligan a vivir fuera del pueblo. Se obligó al cura de esta misma población, a alejar a una joven de Bozate que se ocupaba de su hogar como sirvienta. En 1820 fue multado un vecino por insultar a un semejante, le llamó agote. Los agotes pleitearon por sus derechos y, en muchas ocasiones, tuvieron el apoyo de nobles y miembros de la curia, en otras ocasiones los propios párrocos fueron cómplices de la discriminación.

Los agotes tenían prohibido casarse con los no agotes, en algunos sitios incluso bajo pena de muerte, la endogamia fue práctica común, aunque hay documentación que certifican algunos matrimonios mixtos. En 1745 el cagot Jean Alfaro, de Baigorri, se casa con Marie Joanneshandy. En 1749 Pedro Garhé, de Chubitoa, hace lo propio con Dominica Narbalatz, apellido no agote, los hijos de estos matrimonios eran considerados agotes. Para la historiadora vasca Alicia Stürtze Mendia, el origen de la marginación tenía un claro componente económico, los agotes lucharon durante siglos por sus derechos vecinales y de hidalguía que se les negaba a los foráneos y a los que no podía probar su “limpieza de sangre”.


Los apellidos, debido a la endogamia, venían repitiéndose durante generaciones por lo que se podía identificar a los miembros de este pueblo por ellos. Los Bidegain, Errotaberea, Zaldua, Maistruarena, Amorena, Arrut, Santxotena, etc., son algunos de estos apellidos hoy totalmente mezclados. Si los agotes procedían de fuera, está claro que cogieron los apellidos del lugar. El apellido vasco-navarro Agote aún existe en Guipúzcoa, Navarra, Vizcaya y Cantabria, quizá este apellido nació como mote aplicado a los habitantes de las cagoteries. Con las emigraciones a Argentina de 1779, el apellido Agote llegó a América y hoy se puede encontrar en el citado país y en México.

Bajo el reinado de Luis XIV de Francia, se prohibieron el trato y los apelativos discriminatorios hacia los cagots, dicen que esto se hizo a cambio de grandes sumas de dinero a cuenta de los impuestos de los que estaban exentos los cagots hasta entonces. Por su parte, las Cortes de Navarra en 1817 y 1818, les reconoció como navarros y con igualdad de derechos

LA INCÓGNITA DE SU ORIGEN

El origen de los agotes sigue siendo un misterio. Esto ha hecho que se sean diversas las hipótesis que se mantienen sobre el mismo, desde las más peregrinas, hasta las más factibles, pero como hemos dicho, ninguna cuenta con una base sólida como para dar por cerrado el asunto.


Los rasgos físicos comunes a este grupo, los presumía extranjeros para los lugareños del valle, pero tampoco en esto hay unanimidad. Algunos los describían como de complexión fuerte y altos, pómulos salientes, pelo rubio o castaño y grandes ojos azules o verdes. Otros como de tez blanca sonrosada, rubios, de frente convexa y ojos hundidos y con un rasgo que, durante mucho tiempo, se destacó como distinción de los agotes, se trataba del lóbulo de la oreja hinchado y redondo o la falta del mismo. La descripción de raquitismo, cabeza grande, chatos, palabra vacilante y bocio, se enlaza con las tesis que tuvieron predicamento durante un tiempo entre algunos círculos científicos, unánimemente descartada, de que los agotes no eran una etnia sino una enfermedad como el cretinismo. La enciclopedia Espasa nos remite a la entrada “cretinos” cuando buscamos agotes y nos habla de los mismos cuando buscamos “gafo”, que así eran llamados los individuos que padecían la lepra llamada gafedad.

Palassou en su obra Memoire sur la constitution physique des cagots estudió en 1815 los registros de los buques y los papeles de marineros y pasajeros en el Ministerio de Marina de Bayona, hizo lo mismo en los archivos del hospital Saint Leon de esta misma ciudad. Constató que en las fichas, los rasgos físicos descritos de los cagots, eran tan variados como sucedía en lo no cagots. Para este autor no había rasgos físicos diferenciados en estos individuos.


Aunque es posible que el bocio, enfermedad muy común en los valles de la época, el raquitismo producido por el hambre y la miseria, problemas producidos por la consanguinidad, las particularidades propias de un aislamiento de siglos y la gafedad, afectara a algunos individuos, esto está lejos de la supuesta “enfermedad de raza” que se les achacaba. Entre otras cosas porque sería imposible ejercer las profesiones que durante siglos dieron fama a los agotes, como la de carpinteros de obras, que son los que hacen los entramados de los edificios, y la de canteros. También, son tantos los diferentes nombres con los que se conocían a los agotes y a los leprosos: cahelgs, gabets, caqueux, acotados, agotak, cailluands, colliberts, caeths, chistones, oiseliers, lazdres, gavots, cagtz, gavaches, etc., que la confusión es grande.

DEL TEMPLO DE SALOMÓN A LOS GENTILES

De entre las hipótesis sobre el origen de los agotes, sin duda la más sugerente y fantasiosa es la que nos cuenta que los agotes eran los descendientes de unos constructores del templo de Salomón. Expulsados por el propio Hiram, sufrieron una maldición divina por su mal trabajo y fueron condenados cual Judío errante a vagar por el mundo. Otro de los nombres de los agotes, y quizá el más antiguo, era el de crestias o cristias que en lengua provenzal es cristiano, y no falta la leyenda que sitúa a los agotes como los carpinteros que construyeron la cruz del calvario de Cristo. Hay quien ve a los agotes como descendientes de los jentillak, que es como llamaban los vascones cristianizados a los paganos o gentiles, estos eran marginados y obligados a vivir en cuevas. Aparte de paganos o gente de religión diferente, la palabra gentilis era utilizada en la época de la Reconquista para denominar a los bárbaros. La creencia popular atribuía a los gentiles orígenes fabulosos, se les creía gigantes que levantaron los dólmenes como representación de sus dioses paganos, de ahí que muchos de estos monumentos megalíticos se les conozca con nombres tales como la Pedra Gentil de Vallgorguina (Barcelona) o el jentilarri (piedra de los gentiles) de la sierra de Aralar (Guipúzcoa), entre otros ejemplos.



GODOS O SEGUIDORES DE CARLOMAGNO

Michel y otros autores, recogen la teoría de que eran descendientes de los godos y esto explicaría su piel blanca y pelo rubio, pero no el odio que suscitaron. Serían familias visigodas que se escondieron en los Pirineos después de la invasión de los francos, marginados, se retirarían a lugares aislados. Hay quien piensa que fueron godos arrianos o restos del ejército que vieron morir al rey visigodo Alarico II en la batalla de Vouillé del año 507 o españoles que siguieron a Carlomagno y cuyos privilegios levantaron la envidia y el desprecio de sus vecinos. Los defensores de esta hipótesis citan la etimología, hoy descartada, de caa got que en bearnés se le dio el significado caprichoso de “perros godos”, para Corominas esta pseudoetimología no tiene fundamento semántico-histórico.

ALBIGENSES

Uno de los documentos históricos en los que se basa la teoría del origen albigense de los agotes, es la carta que los miembros navarros de este pueblo enviaron al Papa León X en el año 1513. En la misiva, los propios interesados se reclaman albigenses pero ya libres de dicha herejía. Para Pío Baroja, esto explicaría el apartheid que sufrieron, sólo un fanatismo religioso puede ser tan violento y daría razón de ser al nombre de chrestiaas que significa “cristiano nuevo”. ¿Esto resuelve el enigma?, parece que no. Contra esta teoría los autores como Michel, Lardizábal y otros, aducen que la aparición de los albigenses se sitúa en el Languedoc en los años 1170 y 1180 y desaparecen tras la Cruzada Albigense de 1209-1229. Los agotes se conocen desde el año 1000 con el citado nombre de chrestiaas como recogen los antiguos fueros de Navarra entre otros documentos. El que los propios agotes se proclamasen descendientes de herejes, lo explica Aguirre Delclaux como una forma de mal menor para defenderse del desprecio de sus vecinos. Ser albigense les confería una diferencia de fe y no racial, y proclamándose buenos católicos podían reclamar la protección de la iglesia, protección ante las leyes y la ignorancia y prejuicios del pueblo. Pero, por otra parte, grupos de cátaros albigenses huyeron para refugiarse en lugares apartados de los Pirineos, y fueron perseguidos por la Inquisición hasta el siglo XIV.


LEPROSOS Y CRUZADOS

“Todo el tiempo que le dure la lepra será inmundo. Es impuro y habitará sólo, fuera del campamento tendrá su morada.”, (Lev.13, 46). En el Nuevo y el Viejo Testamento, se aplicaba el término leproso a muchas dolencias que en realidad nada tenía que ver con esta enfermedad, incluso se habla de la lepra de los vestidos y las casas. Los que presentaban ciertos síntomas se les creía tsara`ath, termino hebreo que se aplicaba al que estaba en pecado ya que se pensaba que era una maldición divina. Luego este término derivó en lepros y de ahí al nombre griego como se conoce la enfermedad del bacilo de Hansen.

Muchas de las hipótesis y los nombres que se le daba relacionan a los agotes con la lepra y así se explicaría su marginación. Francisco Navarro Villoslada escribió en su libro Doña Blanca de Navarra el siguiente pasaje: “Era la lepra de los agotes una enfermedad tan repugnante, que nadie podía atribuirla a causas naturales, sino a visible castigo de Dios, por pecados propios o de linaje...”. En el Béarn chrestiaa o cagot era sinónimo de leproso blanco, luego él término cagot se aplicó de forma burlesca a los bigots, los santurrones hipócritas. El escritor François Rebelais utilizaba el nombre arcaico de cagotz para designar a los falsos devotos. Para Corominas la palabra agote tendría un origen vasco-navarro y derivaría de kakote, gancho pequeño en alusión a las manos encogidas de los que sufrían la gafedad, para Julio Altadil agote sería enfermo de la boca y el barrio de Bozate significaría confinamiento por afonía, entre otras muchas teorías.


Para los que plantean la tesis de la lepra, el agote seria descendiente de cruzados que, infectados en Tierra Santa, buscaron lugares aislados del sur de Francia y el norte de España para refugiarse. Situaban la aparición de la lepra en Oriente y en la época de las cruzadas, pero la lepra es anterior a las cruzadas y fue traída a Europa, posiblemente, por los legionarios romanos. En el siglo XIII, hubo un gran auge de las enfermedades de la piel y algunas eran confundidas con la temida lepra. Muchos lugares reservados para los leprosos, fueron designados con el nombre de agote o cagot, como es el caso de la fuente de los cagots de Nay (Béarn) o la cova dels cagots de Morella (Castellón).

En Los pueblos de España, Julio Caro Baroja hablando del posible origen del desprecio hacia los agotes dice: “...a mi juicio, hay que buscarlo en el hecho de que, durante períodos críticos de la historia medieval, muchas gentes, para zafarse de las cargas fiscales, militares, etc., (...) se refugiaban en las leproserías, fingiendo haber contraído la repugnante enfermedad. Una vez conocida su hipocresía (...), se les debió de privar de todos sus derechos y se los rodeó de toda clase de trabas.”. Precisamente, unas de las acepciones de cagot en Francia es la de hipócrita. Por su parte, Aguirre Delclaux sugiere como un posible origen de los agotes lo siguiente: “No los creemos, pues, godos, albigenses, sarracenos, leprosos, judíos, cristianos primitivos...; nos parecen sencillamente gente víctima de la ignorancia de tiempos atrasados, separados del trato con los demás por un cerco sanitario levantado debido al temor de una falsa lepra.”. Cierto es que en las leproserías había personas con enfermedades cutáneas que nada tenían que ver con la lepra y también fugitivos y personas que buscaban cama y comida gratis.


Otros detalles curiosos los relacionan con los templarios. Uno de los nombres de los agotes era el de Cristianos de San Lázaro, una orden hospitalaria y militar que regentaban las leproserías y que tenía puntos en común con la Orden del Temple, incluso algunos los ven como una especie de sucursal. Al morir un templario cedía sus ropas a una leprosería e ingresaba en la orden lazarista cuando contraía esta enfermedad. Los agotes eran marcados con un signo de segregación, se les cosía en el hombro izquierdo de la ropa, una pata de oca en rojo. Los templarios llevaban una cruz roja también en el hombro izquierdo y, lo más curioso, es el simbolismo que esta ave tiene con el Temple y con el Camino de Santiago. Las ocas ya eran utilizadas por los romanos como guardianas de las propiedades por el escándalo que montaban ante la presencia de extraños. La mitología nos cuenta que las ocas del Capitolio, consagradas a la diosa Juno Moneta (la que advierte), salvaron a los romanos despertándolos con sus gritos ante el ataque de los galos. No olvidemos que la principal misión de los templarios, era la salvaguarda de peregrinos y caminos. Pero también la oca está enraizada con el lenguaje oculto, la jerga (del francés jars, ganso) propia de los constructores. Un dicho dice: “No hablo por boca de ganso”, una vieja costumbre llamaba “gansos” a los profesores que cuidaban de sus pupilos, hablar por boca de esas aves era repetir lo dicho por el maestro. Estos palmípedos son la representación de la madre y el destino, y el azar puede estar plagado de peligros y fortunas. ¿No les recuerda esto a cierto juego de mesa?

El juego de la oca forma una espiral, y son diversos los petroglifos en forma de espiral que jalonan el Camino de Santiago, ruta que pasa por provincias donde habitaron los agotes. En la toponimia del camino nos encontramos con el río Oca, Villafranca Montes de Oca (Burgos), el Paso de la Oca en Lalín (Lugo) o el Valle de Ansó en Jaca (Huesca), que nos remiten al ave citada, la propia concha de Santiago recuerda a una pata palmeada. También hay mosaicos y pinturas con el tablero del juego, este es el caso del que existe en el pavimento de la Plaza de la Oca (Logroño) o el que está pintado en la pared del albergue templario de Arroyo San Bol (Burgos). Son muchos los autores que ven en este juego un simbolismo iniciático con referencias al esoterismo templario, el tablero sería la representación virtual del Camino de Santiago. Pero también la espiral está ligada a la idea religiosa de la muerte y la resurrección y a los ritos paganos de la fertilidad. En las catedrales medievales las espirales y los laberintos se utilizaban para la penitencia, eran llamados “Caminos de Jerusalén” por estar destinados a las personas que no podían peregrinar a los Santos Lugares. El creyente debía recorrer de rodillas la espiral dibujada en el suelo mientras oraba, en las espirales grabadas en los muros, se hacía lo propio utilizando el dedo para recorrer este camino iniciático hacia el propio ser.


Los agotes, como buenos canteros y carpinteros, fueron contratados por los templarios para construir los andamios necesarios para levantar los arcos y las bóvedas de sus templos y fortalezas. Quizá formaron parte de los llamados “Compañeros Constructores” que, curiosamente, tenían como marca gremial una oca y un caracol, cuyo caparazón tiene forma de espiral. La leyenda negra de este pueblo, nos explica que la marca de pata de oca o de gato que llevaban los agotes, era la representación de la afición al agua que utilizaban para aliviar los picores de la psoriasis o disimular el mal olor que desprendían.

CONCLUSION

En fin, celtas, ligures, alanos, pueblos primitivos de la Bretaña, esclavos del Este de Europa vendidos por traficantes germánicos, delincuentes expulsados de Francia, etc., son otras de las tesis barajadas sobre el origen de los agotes. Para los baztaneses venían del norte, del Béarn o la Gascuña, para los franceses procedían del sur, de España, los aragoneses situaban el origen de los agotes en la Navarra Alta. Lo cierto es que tenían apellidos vascos y hablaban un euskera más puro que el de sus vecinos. Las preguntas continúan, si la religión, ni la raza, ni la lengua era diferente, ¿porqué este pueblo fue marginado durante siglos?.

Lo que está claro es que, el prejuicio, la superstición, la xenofobia, pronto se instalaron en la conciencia popular y hasta en la de los propios protagonistas que llegaron a creer en una diferencia étnica inexistente y en su origen maldito. Cuentan que los cagots aprovecharon la Revolución Francesa para hacer desaparecer todos los documentos que hablaban de ellos. A la pseudo-historia de los agotes, contribuyeron la imaginación de los primeros viajeros que los visitaron y la literatura que se basó en ellos.


Autoridades civiles y eclesiásticas, emitieron decretos para terminar con la segregación, pero el peso de la memoria y la tradición de siglos, hizo que el desprecio o por lo menos la reticencia hacia los agotes, se prolongara hasta el siglo XIX y principios del XX. Poco a poco, la segregación fue desapareciendo hasta la integración total, en ello influyó el éxodo rural, la mezcla y el desarrollo industrial y cultural. Pero aún hoy en día, los lugareños del valle evitan hablar del tema y recelan de los que quieren hacerlo. No falta el que dice que los agotes nunca existieron y todo es una leyenda.
JUAN PABLO.

TOMADO DE:
http://historias-y-leyendas.blogspot.pe/2015/12/los-agotes-un-pueblo-maldito.html