La Libertad: El derecho del masón de ser libre.
Barredo Mandziuk
La Libertad (la verdadera Libertad, esa que es la capacidad para saber y escoger lo bueno y lo correcto) es el pre rrequisito individual indispensable para comenzar a recorrer el auténtico camino de la realización masónica de cada hombre que forma parte de las filas de nuestra augusta institución. Por eso debemos luchar contra los vicios que nublan la razón y comprometen la voluntad a una inclinación hacia lo vil y por consiguiente imposibilitan ejercer o poseer la Libertad que cada masón necesita para lograr su progreso personal.
Es imposible negar que exista una paradoja en el corazón de la Libertad, una tensión entre nuestro deseo por lo que es bueno y nuestra voluntad de sacrificar la verdadera felicidad por una satisfacción efímera. Esa paradoja común en el mundo profano está resuelta hace mucho tiempo en el mundo masónico, ya que el problema radica en la ignorancia que imposibilita al hombre común para ver que la virtud donde incluimos toda una gama de valores primordiales (inculcados por la Masonería), es lo que posibilita y establece el derecho fundamental del hombre que es su Libertad.
Como masones nos daremos cuenta que la fragilidad de la Libertad humana no puede ser explicada sin acudir a las realidades del bien y del mal. La Libertad en todas partes del mundo es buscada y está en riesgo por causa de la imperfección de la naturaleza humana. Somos seres que buscan lo que es bueno, pero por ignorancia somos tentados por lo que es malo. Los hechos del pasado deberían valernos como enseñanza: la Libertad que permite la existencia de las empresas, de la competencia, de la soberanía individual y privada, el poder escoger libremente entre todas las opciones de la vida, debe defenderse. Es un deber del masón su protección.
Por esto es que la Libertad florece sólo en una sociedad madura, una cultura en la que la disciplina de actuar virtuosamente es general, una sociedad claramente masónica. Ella requiere un orden moral, cultural, social preparado y capaz por consiguiente de gobernarse a sí mismo en Libertad y cumpliendo sus deberes y derechos de ciudadano. Pero el masón instruido sabe que la tentación de cambiar a la Libertad por otros bienes aparentes siempre está presente. La igualdad económica radical aparece como una meta deseable en nuestra sociedad moderna; pero oculto bajo un velo acecha el poder para unos pocos y una posición inferior para el resto, una clara pérdida de la Libertad individual. La seguridad financiera sin esfuerzo personal es igualmente atractiva para el profano; pero también a su tiempo se revelará como ilusoria, ya que la prosperidad material conseguida sin esfuerzo finalmente terminará desapareciendo con la Libertad personal, por eso la verdadera Libertad requiere del trabajo emancipador, del esfuerzo para que además del progreso, moral e intelectual, también exista el progreso económico, todos ellos producto de nuestro fervor de obtener la verdadera Libertad.
El 6 de Enero de 1941 al comienzo de la Segunda Guerra, el Q.·.H.·. y Presidente de los Estados Unidos de América Franklin D. Roosevelt (1882d.C.-1945d.C.) pronunció un discurso ante el Congreso Americano el cual está claramente inspirado en el concepto masónico de la Libertad, y entre otras cosas dijo que los Estados Unidos esperaban un mundo fundado sobre cuatro Libertades esenciales:
∗Libertad de palabra (Libertad para expresar sus ideas, ya sea individualmente o en grupo, por escrito o verbal, etc).
∗Libertad de cultos (Libertad para adorar a Dios en la forma preferida, la forma que su razón y su conciencia le dicten a cada ser humano).
∗Libertad de trabajo (Libertad para elegir la forma de trabajar a fin de no padecer necesidad, en otras palabras poder escoger como sostenerse a sí mismo de manera digna con su propio esfuerzo).
∗Libertad de eludir el temor (Libertad de evitar todo aquello que haga que la gente sufra algún temor, de poder evitar las cosas que atenten contra su derecho a estar seguros).
Estas directrices establecidas en aquel discurso marcaron el futuro de la Libertad en el siglo XX, ya que luego vinieron la Carta del Atlántico (agosto de 1941), la Declaración de las Naciones Unidas (1 de diciembre de 1942), la Declaración de Filadelfia (10 de mayo de 1944), la Conferencia de Chapultepec (8 de marzo de 1945), la Conferencia de San Francisco (26 de junio de 1945) y finalmente con la colaboración de varios QQ.·.HH.·. la importantísima Declaración Universal de los Derechos Humanos. Este camino de una u otra forma ha sido influenciado por los magníficos y progresistas principios de Libertad que la Masonería defiende. Y así seguirá siendo en este siglo XXI donde los masones debemos seguir luchando por la Libertad en sus diferentes formas.
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