- El día antes del primer día -
Raymond François AUBOURG DEJEAN
Hace entre diez y veinte mil millones de años que sucedió la gran explosión, el «Big Bang», el acontecimiento que inició nuestro universo. ¿ Por qué sucedió esto ? es el mayor misterio que conocemos. En la época muy remota del inicio del universo, no había galaxias, estrellas ni planetas, no había vida ni civilizaciones; toda la materia y la energía presentes en el universo estaba concentrada con una densidad muy elevada en una masa uniforme y radiante, una única bola de fuego que llevaba todo el espacio y que podemos imaginar como un «huevo cósmico»; el que recuerda los mitos de la creación de muchas culturas: (*53)
“...Hubo primero el gran huevo. Dentro del huevo había el caos, y flotando en el caos estaba «Pan Gu», el gran «No» desarrollado, el embrión Divino; y Pan Gu salió, rompiendo el huevo con un martillo y un cincel en la mano con los cuales dio forma al mundo...” (Teosofía China Siglo III D.d.JC).
No es que toda la materia y la energía del universo estuvieran apretadas en un pequeño rincón del universo actual, sino que el universo entero: materia y energía, ocupaba un volumen muy pequeño. En esa época muy remota, el universo estaba lleno de radiación y de materia sutil, al principio hidrógeno y helio formado a partir de partículas elementales en la densa bola de fuego primigenia y estaba brillantemente iluminado (*53). El universo inició, con aquella titánica explosión cósmica, una expansión que no ha cesado y sus dimensiones son tan grandes que superan la comprensión del hombre. Recurrir a unidades familiares de distancia que se escogen por su utilidad en la tierra, como los kilómetros, no serviría por nada.
A medida que el tiempo pasaba, el tejido del espacio continuó expandiéndose, la radiación se enfrió y el espacio se volvió por primera vez oscuro, tal como lo conocemos ahora. Luego, empezaron a crecer pequeñas bolsas de gas, pequeñas inuniformidades.
Se formaron zarcillos de vastas y sutiles nubes de gas, colonias de cosas grandes que se movían pesadamente, girando lentamente, haciéndose cada vez más brillantes, conteniendo cien mil millones de puntos brillantes. Se habían formado las estructuras mayores del universo: las galaxias, las estamos viendo hoy. La tierra, creada gracias a una de estas proyecciones, se condensó a partir de gas y polvo interestelares hace 4.600 millones de años. (*49)
Unos mil millones de años después del Big Bang, la distribución de materia en el universo se había hecho algo grumosa, quizás porque el mismo Big Bang, no había sido perfectamente uniforme. La materia estaba empaquetada más densamente en estos grumos que en otros partes.
Puede imaginarse que hubo dos o más Big Bang casi simultáneos: la llamada “reacción en cadena” bien conocida por los físicos nucleares. La gravedad de estos grumos atraían hacia ellos cantidades substanciales del cercano gas, nubes de hidrógeno y de helio que estaban destinadas a convertirse en cúmulos de galaxias. (*53)
Es muy claro que el universo haya estado expandiéndose desde el Big Bang, pero no está en absoluto claro que continúe expandiéndose indefinidamente. La expansión puede hacerse cada vez más lenta hasta detenerse e invertirse, haciendo que el universo creado un día por Dios, regresará un día final a Dios. Si vivimos en un universo flexible de este tipo, el Big Bang no es la creación del Cosmos, sino simplemente el final del ciclo anterior, la destrucción de la última encarnación del Cosmos. Pero al contrario, es científicamente conocido que si hay menos de una cierta cantidad crítica de materia en el universo, la gravitación de las galaxias será insuficiente para detener su expansión y provocar la recesión; en este caso, el universo continuará su fuga por siempre en el infinito (*53).
El tamaño del universo es inaccesible a nuestro conocimiento actual y, creciendo cada día más, sería todavía más difícil medirlo, si tuviéramos los instrumentos adecuados para tan gigantescas medidas. Conocemos mucho mejor la talla de nuestro sistema solar. Las simulaciones numéricas realizadas en 1970 estiman que la nube “Oort” (cuya estructura esférica de asteroides envuelven el sistema solar), es de 20.000 a 50.000 unidades astronómicas. Sí cada unidad astronómica tuviese 150 millones de kms, el perímetro interior de nuestro sistema solar se situaría entre 3.000.000 a 7.500.000 millones de kms (*55). Carl Sagan decía en su muy celebre serie televisiva «Cosmos»: «... El Cosmos (*) es todo lo que es, lo que fue y lo que será alguna vez ...».
(*): Cosmos: palabra griega que significa el orden del universo, opuesto a Caos.
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