LOS SECRETOS DE LA BIBLIOTECA DE ALEJANDRÍA
Andrew Thomas
Cuando los sacerdotes de Egipto y de Babilonia afirman que sus crónicas tenían una antigüedad de centenares de siglos, ello nos parece una burda exageración. Sin embargo, sabemos que las colecciones del Serapeum y el Brucheum de Alejandría contenían más de medio millón de manuscritos de un valor infinito. El descubrimiento de sólo una parte de esos documentos bastaría, quizá, para hacernos cambiar de golpe nuestras concepciones de la historia antigua.
La Biblioteca de Alejandría ha sido designada con justicia como el lugar de nacimiento de la ciencia moderna. Si la civilización europea hubiera tenido la suerte de heredarla en su totalidad, el progreso de la Humanidad se habría visto grandemente acelerado.
La línea de monarcas del antiguo Egipto finaliza con Cleo-patra. Ultima reina del país de los faraones, habría podido muy bien dar la orden de encerrar los archivos y los papiros en cámaras subterráneas.
Según una tradición, ciertos libros sagrados de Egipto fueron escondidos en lugares secretos poco tiempo antes de que los romanos incendiaran Alejandría y sus bibliotecas. Se llega, incluso, a sostener que el lugar en que se encuentran los escondrijos repletos de valiosos manuscritos es conocido de irnos cuantos iniciados de una antigua hermandad (60).
Julio César incendió la flota egipcia frente a Alejandría; como se sabe, el incendio se propagó a la ciudad y destruyó el Brucheum. Diocleciano restauró las bibliotecas, pero, bajo el reinado de Aureliano, el Brucheum fue una vez más destruido por completo. Bajo el reinado de Teodosio, el Serapeum fue saqueado por fanáticos cristianos. La Historia no nos informa sobre el destino de los libros que fueron robados. Es posible que cierto número de rollos cayera en manos de hombres instruidos que los ocultaran en lugar seguro para beneficio de las generaciones futuras.
La señora H. P. Blavatsky afirma en su libro Isis sin velo que un monasterio griego posee un manuscrito muy raro de Theodas, escriba de la célebre Biblioteca de Alejandría. Asegura haber visto en manos de un monje una copia de este documento. Indica que poco tiempo antes de la entrada de Julio César en Egipto se estaban realizando reformas en la Biblioteca y que, previamente, los pergaminos más valiosos habían sido depositados en la casa de uno de los bibliotecarios.
Cuando el incendio provocado por los romanos destruyó los tesoros acumulados en la biblioteca de Cleopatra, se admitió generalmente que los papiros retirados habían ardido también, pero, gracias a los esfuerzos de los bibliotecarios, que contaban con la posibilidad de un desastre en tiempo de guerra, se habrían salvado en gran parte.
El informador de la señora Blavatsky, que poseía una copia del documento extendido por Theodas, le dijo que en el momento oportuno muchas personas podrían tomar conocimiento de este antiguo informe sobre el destino de la Gran Biblioteca. Les revelaría el lugar en que fueron escondidos los valiosos rollos. Se trataría, siempre según el monje, de millares de libros, especialmente seleccionados y almacenados en Asia. ¿Decía la verdad o inventaba?
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