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sábado, 6 de agosto de 2016

DIOSES SUMERIOS- VERDADES Y MITOS 2 de 3

DIOSES SUMERIOS- VERDADES Y MITOS 2 de 3

LA APARICIÓN DEL HOMBRE SEGÚN LOS SUMERIOS 

La división territorial propiciada por el jefe principal de los nefilim “Anu” entre sus dos hijos, tuvo el propósito de dividir las tareas de los colonizadores en el nuevo mundo. Mientras que “Enki” en el AB.ZU o “mundo inferior” extraía oro y otros metales preciosos de las minas para su envío en las embarcaciones MA.GUR UR.NU AB.ZU, éstas atracaban en el puerto de Bad-Tibira, en tierras mesopotámicas o del “Mundo Superior”, donde los metales eran procesados y elaborados para ser transportados posteriormente al lugar de origen de los nefilim. 

Y fueron precisamente las duras condiciones de extracción de los metales en el AB.ZU (África sur oriental), las que propiciaron el caldo de cultivo necesario para que se empezase a fraguar la aparición del hombre. Lejos de su mundo y rodeados de penurias y calamidades en una tierra inhóspita, decidieron revelarse ante tal situación. 

Cuando los dioses, al igual que los hombres,
tenían que trabajar y sufrir la labor
de los dioses era grande,
el trabajo era pesado,
la aflicción era mucha.
Ellos se quejaban, murmuraban,
refunfuñaban en las excavaciones.
Hagamos frente a nuestro... el Oficial Jefe,
que nos libere de nuestro pesado trabajo.
Al rey de los dioses, al héroe Enlil,
¡vamos a enervarle en su morada!
Así pues, proclamad la guerra;
vamos a combinar las hostilidades y la batalla. Los dioses siguieron sus palabras.
Prendieron fuego a sus herramientas;
fuego a sus hachas prendieron;
llevaron a mal traer al dios de la minería en los túneles;
lo atraparon mientras iban
a la puerta del héroe Enlil.

La situación se tornó tan extrema que, exigió la presencia del mismísimo “Anu”, que para evitar una “guerra civil” entre los nefilim, accedió a presidir un gran consejo, donde todos los dioses, incluidos los rebeldes, plantearan sus exigencias y deseos. Fue en esta reunión o consejo, donde Enki ofreció una solución que contentase a todas las partes… 

Mientras la Diosa del Nacimiento esté presente
que cree un Trabajador Primitivo;
que lleve él el yugo.
¡Que cargue él con el duro trabajo de los dioses!
Convocaron a la diosa y le preguntaron,
la comadrona de los dioses, la sabia Mami,
[y le dijeron
«Tú eres la Diosa del Nacimiento, ¡crea Trabajadores!
¡Crea un Trabajador Primitivo,
que pueda llevar el yugo!
Que lleve el yugo encomendado por Enlil,
¡Que El Trabajador cargue con el trabajo duro de los dioses!


Para ello, Enki observó entre toda la fauna que habitaba en sus dominios del AB.ZU, y localizó la existencia de un grupo de simios muy avanzados respecto a otros observados con anterioridad, y capturó y eligió varios ejemplares para que, con la ayuda de la “diosa del nacimiento” poder crear al “trabajador primitivo”. 

Peludo es todo su cuerpo,
dotado en la cabeza con una melena como la de una mujer...
No sabe nada de gente ni de tierra;
su atuendo es como el de uno de los campos verdes;
come hierba con las gacelas; con las bestias salvajes se codea
en el abrevadero;
con las prolíficas criaturas en el agua
su corazón se deleita.
Cuando la Humanidad fue creada,
no sabían nada sobre comer pan,
y no sabían nada sobre ponerse prendas de vestir;
comían plantas con la boca, como la oveja;
bebían agua de una zanja.

En el antiguo texto babilonio llamado “La Creación del Hombre por la Diosa Madre”, los dioses llaman a la “comadrona” para que inicie el proceso: 

Tú eres el útero-madre,
la que puede crear a la Humanidad.
¡Crea, pues, a Lulu, que lleve él el yugo!
Prepararé un baño purificador,
que un dios sea sangrado…
De su [de él] carne y sangre,
que Ninti mezcle la arcilla.
Ninki, mi esposa-diosa
será la que afronte el parto.
Siete diosas-del-nacimiento
estarán cerca, para asistir.
El destino del recién nacido tú pronunciarás;
Ninki fijará sobre él la imagen de los dioses;
y lo que será él es hombre.

Con la mezcla de genes del homínido seleccionado y de los propios dioses (…fijará sobre él la imagen de los dioses…), se empezaron a realizar los primeros intentos para crear a los primeros trabajadores que supliesen las duras tareas que hasta ese momento habían venido siendo desarrolladas por los propios dioses. Los primeros intentos según los textos mesopotámicos fueron acompañados de fracasos. Distintas taras físicas, o la falta de aptitudes intelectuales para el desarrollo de las funciones requeridas, impidieron inicialmente conseguir los objetivos fijados, con lo que los intentos se prolongaron durante algún tiempo. Estos textos entroncan perfectamente con los de otras latitudes, que tratan de explicar la creación de los seres humanos en términos muy parecidos. Por ejemplo, en la mitología maya, Tepeu y Gucumatz (el Quetzalcoatl de los aztecas) son referidos como los creadores, los fabricantes del ser humano. El hombre es creado primero de fango pero este se deshace. Convocan a otros dioses y crean al hombre a partir de la madera, pero este no posee ninguna alma. Finalmente el hombre es creado a partir del maíz por una cantidad mayor de dioses y su trabajo es completo. 


Los griegos afirmaban que, en tiempos muy remotos, sobre la tierra sólo existían dioses inmortales. Zeus, Dios supremo del Olimpo griego, junto con el resto de dioses decidió crear seres para poblar la tierra y ponerlos a su servicio. Para ello, Zeus encargó a los hijos del titán Jápeto, que dotaran de gracias y fuerzas a las criaturas terrenales. Fue Epimeteo, quien rogó a su hermano Prometeo, que le permitiera repartir los dones entre los seres terrenales. Epimeteo dio a cada animal un don, la belleza a uno, a otro la potencia, a otro la velocidad, a otro la corpulencia, a otro la sagacidad, etc., según su criterio de conveniencia. 

Careciendo de la sabiduría de su hermano Prometeo dio todos los dones a los animales dejando al hombre para lo último, quedando de esta forma el ser humano desnudo, indefenso y desarmado. Fue entonces cuando Prometeo, el amigo del hombre, viendo la injusticia que se había cometido, tratando de corregir el error y robándole la sabiduría a la diosa Atenea, concedió al hombre la lógica. Prometeo tomó al género humano bajo su protección y robó el fuego a Hefesto regalándoselo al hombre para que se calentara y pudiera vivir mejor, y le enseñó todo lo que sabía. 


Pero Zeus, al enterarse de los dones otorgados al hombre que le permitían parecerse a los dioses, lleno de ira, arrojó rayos y relámpagos y castigó a Prometeo duramente encadenándolo en el monte Cáucaso, en los límites del Universo. Allí todas las mañanas un águila le roía el hígado, que durante la noche le volvía a crecer para volver a ser devorado nuevamente al día siguiente. 

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