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sábado, 8 de junio de 2013

HISTORIA DE LA MASONERÍA


iii. HISTORIA  DE  LA  MASONERÍA
Un alto cargo de la masonería del grado 33, Paul Naudon, en su libro Les origines de la francmaçonnerie (Los orígenes de la masonería), afirma con claridad: La historia científica de los orígenes de la francmasonería no se ha tratado aún en forma alguna[3].Normalmente, suelen decir que todas las grandes obras arquitectónicas de la humanidad han sido hechas por masones.
Ciertamente, si consideramos masón en sentido literal es cierto. Masón (inglés) o Maçon (francés) significa constructor o albañil. Todas las grandes obras han sido hechas por constructores, pero que Salomón, Moisés, Abraham, Jesucristo, Alejandro Magno, etc., etc., hayan sido todos grandes constructores es otra cosa.
El origen remoto de la masonería moderna o especulativa está en la masonería operativa, es decir, en los gremios de constructores que se reunían para tratar de sus cosas, transmitir sus secretos de construcción y celebrar algunas fiestas religiosas por medio de ciertos ritos. El origen de estos gremios, algunos lo ponen en las asociaciones de obreros de Egipto y otros en los que construyeron el templo de Salomón. Incluso, hay quienes ponen su comienzo en los seres extraterrestres que, según dicen, enseñaron a los humanos el arte de la construcción. Pero es más probable hablar de los gremios ya establecidos en Roma, llamados collegia fabrorum (gremios de artesanos), que hasta acompañaban a las legiones romanas.
De hecho, no hay un acuerdo unánime. En 1909, Charles Bernardin, miembro del gran Consejo del Gran Oriente de Francia, decía: Entre las 206 obras supuestamente históricas que he consultado sobre el origen de la masonería, he encontrado 39 opiniones diferentes. Entre ellos, 28 autores se remontan a la creación; veinte afirman que el origen se pierde en la noche de los tiempos[4].
En lo que sí podemos concordar es en que las asociaciones de constructores entran en la historia con la plenitud de la República romana. Su poder social llegó a ser tan considerable que el emperador dictó la ley Julia para restringir su número e influencia. Eran asociaciones privadas que gozaban de privilegios públicos, entre los que estaba el monopolio de su oficio. Hacia finales del siglo III, el Collegium fabrorum era el más importante de todos, hasta el punto que el emperador Maximiliano concertó con ellos una alianza para apuntalar su poder.
Como los predecesores de Grecia, los collegia (gremios) de constructores romanos poseían un carácter sagrado con secretos del oficio, signos de reconocimiento, lugares de reunión y actos sacrosociales, banquetes rituales… La aparición del cristianismo y su conversión en religión del Imperio después de Constantino, transformó la orientación religiosa de los gremios de constructores, pero no anuló sus tradiciones rituales, algunas de ellas con residuos de paganismo.
Al caer el Imperio romano de Occidente, las Órdenes monásticas se dedicaron a evangelizar a los pueblos invasores. Los benedictinos conservaron la cultura antigua, copiando manuscritos antiguos y construyendo iglesias y monasterios. Por eso, alrededor de los monasterios, que fueron los principales focos de cultura, se ubicaron las asociaciones de constructores que dependían de los monasterios y, a veces, eran dirigidas por los mismos monjes. Los benedictinos fueron los creadores del arte pre-románico en toda Europa. Los benedictinos del famoso convento de Cluny, en Francia, fueron en el siglo XII los creadores del arte románico.
Y, en torno a los monasterios, se fue desarrollando el arte gótico como una evolución del románico. Estos constructores (masones) florecieron a la sombra de los monasterios, eran eminentemente católicos y así sembraron Europa de conventos, iglesias y catedrales, que ahora son una de las glorias de Europa, visitadas por millones de tu­ristas como prueba de la fe de sus antepasados de la Edad Media.
Los constructores medievales estaban bien organizados (masonería operativa) y tenían los tres grados primeros de la masonería actual: aprendiz, compañero y el maestro, que sería como el maestro de obras, ingeniero o arquitecto. Algo también muy claro es que la masonería operativa medieval era eminentemente cristiana católica como lo era la sociedad en general. Era una masonería meramente profesional y compartía su fe católica de modo normal.
El primer documento conocido de la masonería medieval son los Estatutos de la Asociación, escritos el 8 de agosto de 1248 por un notario de Bolonia (Italia). Se llamaron Statuta et ordinamenta societatis magistrorum tapia et lignaminis (Estatutos y ordenamientos de la sociedad de maestros de piedra y leño). Se conoce como Carta de Bolonia. Comienzan así: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu santo. Amén. Estos son los estatutos y ordenanzas redactadas en honor de Dios, de Nuestro Señor Jesucristo y de la Santísima Virgen María y de todos los santos[5].
En las ordenanzas se decía que el compañero debía jurar ante los evangelios cumplir fielmente su trabajo. Es interesante anotar que en estas asociaciones medievales, protegidas y guiadas por la Iglesia, se admitían mujeres, que después fueron separadas al organizarse la masonería especulativa.
El segundo documento importante que se encuentra en el British Museum es el Poema Regius (Poema Regio) del año 1390. Escrito por un clérigo católico anónimo. En él se describe en 794 versos, de inglés antiguo, el funcionamiento de la masonería operativa hasta el reinado del rey Adelstonus (año 925-939).
Un tercer documento es el manuscrito Cooke, escrito hacia 1425 en prosa. En él se dice que la primera regla del masón es amar a Dios, a la santa Iglesia y a todos los santos[6]. Este documento también está en el British Museum.
Los problemas surgieron especialmente a partir de la Reforma protestante, cuando gran parte de Europa, no sólo se apartó de la Iglesia, sino que se hizo anticatólica. Con la paz de Westfalia de 1648, se determinó que cada región tuviera la religión del príncipe gobernante. Y tanto en países católicos como protestantes, el principio práctico fuecuius regio eius et religio, o sea, cada uno debe tener la religión de su país.
Entonces, en los países protestantes surgieron las logias protestantes desvinculadas de la Iglesia y con tendencias anticatólicas, fomentadas por las anteriores guerras de religión. Esto se juntó a que, desde hacía muchos años, se aceptaban en las reuniones de masones a profesionales y nobles que no eran de la construcción y a quienes se les llamaba masones aceptados. Desde 1600 hay documentos que prueban que ya se aceptaban a caballeros, médicos, abogados y otros profesionales que buscaban en las logias un ambiente de debate cultural en torno a los signos y rituales del arte arquitectónico, que se habían transmitido de generación  en generación.
Esto hizo que estas logias  dejaran de ser propiamente profesionales como antiguamente y comenzaran a ser lugares de reunión cultural. Y para que nadie quedara privado de ser admitido, se decidió que no se hablara de política o religión; y que cada uno respetara las opiniones de los demás. De este modo, poco a poco, la masonería se convirtió de operativa en especulativa (dedicada a cuestiones culturales y ya no a cuestiones de construcción). Y se impusieron en las logias las ideas culturales que se debatían en la sociedad como el racionalismo, que afirma que la razón es la única guía de conocimiento, rechazando toda alusión a lo sobrenatural y a las verdades reveladas. Así se llegó a constituir una masonería racionalista y anticristiana.
Título: ¿Católico y Masón?
Autor: R. Padre Ángel Peña, O. A. R.
Nihil Obstat P. Ignacio Reinares Vicario Provincial del Perú Agustino Recoleto. Imprimatur Mons. José Carmelo Martínez Obispo de Cajamarca (Perú) Lima, Perú

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