La iniciación para muchos entendidos es equivalente a un nacer de
nuevo. Nuestro primer nacimiento ocurre del mundo carnal que debe
evolucionar hacia una nueva etapa, esta nueva etapa raramente se da.
Iniciarse es Renacer, o nacer de nuevo, significa tácitamente
evolucionar hacia nuestro destino real, dejar atrás todo lo profano
que es lo religioso, lo académico y lo social. Tal es la meta que el
ser humano se traza al llegar a este mundo, que es trascenderlo, dejar
de ser un simple trozo de carne y huesos lleno de basura académica y
religiosa. Ésta es la idea masónica por excelencia, que aquel que se
sienta inconforme con lo que le ofrezca la vida profana, que tenga el
coraje de dar un paso más allá; y es por mucho y para muchos el único
acto libre en su vida; muchos somos obligados a llevar una vida
social, académica y religiosa por obligación – pero, a ser masón nadie
nos obliga – somos masones por convicción liberal. Pero a este
conocimiento masónico solamente se puede llagar por un nuevo
conocimiento y tales posibilidades al hombre o a la mujer en su caso
se presentan por encontrar un sentido más real a la vida. Pero no se
trata de una verdad ordinaria, corriente, profana, o de un
conocimiento que se imparte en un taller universitario sobre
masonería, impartida por un profesor masonologo. Se trata de la
posibilidad de transformarnos de seres carnales en seres Luz.
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