Mano a mano con un masón
La Logia Simbólica de la Argentina ofreció distintas actividades en la Ciudad y el Gran Maestre Máximo Calderón derrumbó mitos de esta hermética organización
La Gran Logia Simbólica de Argentina ofreció en la semana del 10 al 14 de junio una serie de charlas y actividades destinadas a informar sobre la historia y presente de la masonería, una de las sociedades más antiguas del mundo, sobre la cual circulan un sinfín de mitos, leyendas y exageraciones, aunque también verdades.
Durante la conferencia brindada el 12 de junio por el Gran Maestre Máximo Calderón, se profundizó en el origen de la organización, tanto mundialmente como en Argentina, se derrumbaron varios mitos sobre la misma y se intentóexplicar qué significa ser masón.
Alto, con fuerte acento cordobés y de modales educados y amables pero sin caer en el excesivo protocolo, Calderón intento disipar, de una forma amena y coloquial, las sombras que surgen en torno a esta cadena fraterna.
“Siempre escuchamos hablar de la historia, los integrantes ilustres, y los principios de libertad, igualdad y fraternidad, pero nadie dice qué es la masonería exactamente”, comenzó Calderón. “Eso es lo verdaderamente difícil de transmitir. Algunos dicen que sólo estando dentro de la masonería se puede llegar a entender, pero eso es un error. Algunos masones lo aprehenden y otros no lo entienden nunca”, agregó.
El Gran Maestre reconoció que “hay muchos mitos sobre la masonería, como que es una sociedad elitista o que por pertenecer a ella uno es importante, sólo por haber sido iniciado o tener un título grandilocuente”.
Estos títulos pomposos con los que se forma el escalafón masónico fue motivo de una explicación jocosa por parte del orador: “La masonería suele poner títulos muy grandilocuentes. Yo, por ejemplo, soy el Soberano Gran Comendador de la Argentina. Hay grados llamados ‘El Soberano Gran Conservador Guardián del Rito Príncipe de Memphis’. Son nombres que seguimos usando por tradición pero que no tienen ningún valor. Es más, pueden hacer que la persona que lo usa se agrande y lo haga creer algo que no es y así se termina envileciendo”. Para redondear esta idea, Calderón mencionó que “más de un 'Sublime Príncipe del Real Secreto', cuando sale de la Logia y llega a su casa, su mujer lo manda a lavar los platos”.
Los secretos parecen ser la regla principal dentro de estas logias, pero el Gran Maestre minimiza este hecho: “los masones tenemos ciertos signos, toques y palabras que son secretos de acuerdo al grado y ahí se terminó todo el misterio y hermetismo de la masonería. Lo verdaderamente poderoso de la organización es la fraternidad. Si estamos peleando por un cargo no podemos ser ejemplo de nadie”.
La sociedad de los masones es tan antigua que no se sabe a ciencia cierta cuándo ni donde se originó. “Hay muchos mitos sobre el origen de la masonería. Se dice que el emperador romano Numa Pompilio la creó mediante el Colegio de Arquitectos de Roma, pero no se sabe si efectivamente siquiera existió Numa Pompilio”, sostuvo Calderón, y agregó que “otros dicen que nació en Egipto, de los antiguos faraones, o que los masones construyeron el Templo de Jerusalén, o que Adán era un iniciado masón y le enseñó a sus hijos Caín y Abel los principios de la geometría. Algunas de estas divagaciones van hasta la locura”.
Por lo pronto, se sabe al menos con bastante precisión el origen argentino de esta particular hermandad. La masonería argentina nació entre 1788 y 1790, según los registros históricos. La Logia Independencia fue la primera y, con el paso del tiempo, surgieron otras logias con influencias ‘lautarinas’, dado que se basaban en la Logia Lautaro. Todas ellas nacieron como juntas libertarias bajo la influencia de Francisco de Miranda. Incluso José de San Martín fue iniciado en esta célebre Logia Lautaro. “Desde Inglaterra se trajeron estas logias lautarinas hasta América del sur con la intención de sacar a los españoles de estas tierras”, relató el Gran Maestre. “Pasada la Revolución de Mayo y la Independencia (donde muchos masones integraron las juntas impulsoras), la Gran Logia de la Argentina, que aunaba varias logias más pequeñas, fue fundada en 1856, por José Roque Pérez. En algún momento desapareció y aparecieron otras obediencias, como en 1902, con el Gran Oriente del Rito Azul, fundada por sobrinos de Domingo Faustino Sarmiento, que en el siglo anterior fue Gran Maestre. También aparecen las logias italianas de la mano de los inmigrantes, casi todas de pensamientos anarquistas”, añadió.
Para 1930 había en Argentina varias organizaciones masónicas, como la Gran Logia del Rito Escocés, la Gran Logia Argentina o la Gran Logia de Santa Fe, “que fue muy poderosa pero lamentablemente la historia casi no la recuerda”, subrayó Calderón.
En 1956 se conforma finalmente la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones, que actualmente funciona en el Palacio Callao, ubicado en la calle Perón, que es la que cuenta con mayor número de iniciados. Sin embargo, siguieron apareciendo grupos de trabajo, con otros ritos e ideales. Existen actualmente al menos siete Grandes Logias en la República Argentina.
Calderón, Gran Maestre de la Gran Logia Simbólica de la Argentina, sostuvo que su obediencia no depende pero comulga con el Gran Oriente de Francia, fundadora de la llamada masonería ‘progresista’, que postula la corriente adogmática masónica laica, no exige la creencia en la inmortalidad del alma y acepta la igualdad de la mujer con el hombre, algo que la Gran Logia de Libres y Aceptados Masones nunca acepto. Estas logias fueron las primeras en ser mixtas.
Ya cubierto el aspecto histórico, finalmente cabe preguntarse qué hace, concretamente, un masón. “En el final del rito de iniciación masónico, alguien pregunta en qué trabajan los aprendices masones y la respuesta es ‘en desbastar la piedra bruta’ “, reveló el orador. “Siempre se habla de tallar la piedra bruta o pulirla. Gravísimo error. Ese concepto genera malos masones. Desbastar es sacar lo que sobra, lo grosero. En eso trabaja el aprendiz masón. No podemos pulir la piedra bruta, primero se desbasta, porque sino edificamos sobre el error. Una vez que el aprendiz masón ha desbastado su piedra, recién ahí puede pensar en tallarla, porque ya no es piedra bruta. Finalmente, al maestro le toca la fina tarea de pulir la piedra”, explicó Calderón, como metáfora de ser uno la piedra bruta y valerse de la masonería para perfeccionarse como persona.
“Para darle forma a una piedra, primero hay que sacar lo que sobra. Es como trabajar un diamante en bruto. Pero el fracaso más grande es cuando el maestro masón quiere pulir su piedra bruta. Y ocurre seguido y en todo el mundo. Los Soberanos Príncipes de lo Desconocido, con sus títulos rimbombantes y grandilocuentes, sacan brillo a sus piedras brutas. Son piedras brutas brillantes, pero ya es tarde, porque ya no se puede desbastar”, sostuvo el maestro masón, y cerró la charla con una invitación: “golpead a las puertas del templo, porque te abrirán”.
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