Herbert Oré Belsuzarri.
Trabajo 8
Matar la Hidra de Lerna
Escorpio (23 Octubre - 22
Noviembre)
Y el Maestro dijo:
-. "Junto al Río Amimona,
en el antiguo Argos, está el infecto pantano de Lerna. Dentro de la fétida
ciénaga vive la monstruosa Hidra, una desgracia para la región. Tiene nueve
cabezas, y una de ellas es inmortal. Prepárate a combatir con ella. Y sabe que
no te servirán las armas corrientes porque, si le destruyes una cabeza, le crecen
dos.
Hércules escuchaba ensimismado. El
Maestro continuó:
- Sólo te
daré un consejo: Ascendemos si nos arrodillamos; vencemos si cedemos; ganamos
si renunciamos. Ve, pues, hijo del hombre e hijo de Dios, y vence. La luz
brilla ahora en el octavo Portal. Entonces, Hércules pasó a través del
Portal.
El hedor de la ciénaga de Lerna
contaminaba toda la comarca. Cuando Hércules se aproximó, tuvo que detenerse de
lo insoportable que resultaba. Además, sus orillas estaban formadas por arenas
movedizas. Tras muchos tanteos, de día y de noche, encontró Hércules la guarida
de la bestia. Estaba oculta siempre. Hércules esperaba que asomase, pero no lo
hacía. Intentó usar barcas para llegar allí, pero la ciénaga impedía la
navegación. Tampoco se podía llegar andando debido a las arenas movedizas. Ni servían
de nada las trampas.
Así que se le ocurrió untar sus flechas
con brea y las lanzó dentro de la tenebrosa cueva. De repente, todo se conmovió
y la Hidra salió,
con sus nueve cabezas erguidas y lanzando llamas. Medía más de cinco metros de
altura y su cola sacudía la tierra con violencia.
Súbitamente, se abalanzó hacia Hércules
para inmovilizarlo enroscándose alrededor de su cuerpo, pero Hércules la evitó
de un salto y le golpeó una de sus cabezas con el garrote, destrozándola.
Pero, en el acto, de esa cabeza
destrozada, apenas tocó la tierra, surgieron dos tan agresivas como ella. Una y
otra vez se repitió el suceso, hasta que Hércules recordó la recomendación del
Maestro:
Arrodillándonos nos elevamos:
Así que, arrojó su garrote, se arrodilló en el lodo que le llegaba casi a la
cintura y, con sus manos desnudas, la asió y la elevó en el aire. Entonces, la Hidra perdió fuerza. Dándose
cuenta de ello, Hércules, se quedó de rodillas en el lodo, sosteniéndola en lo
alto. Y el monstruo, tan fuerte en la oscuridad y en medio del lodo, perdió
todo su poder cuando entró en contacto con la luz del sol y la caricia del
viento.
Hércules, pues, la mantuvo en el aire.
Ella convulsionó terriblemente, los cuellos de las nueve cabezas se doblaron
como marchitos y sus ojos se tornaron vidriosos y sin vida. Menos los de una
cabeza, la inmortal. Hércules, entonces, la cortó y la enterró bajo una gran
roca. Empapó sus flechas en la sangre del monstruo, que era venenosa, y se
encaminó de regreso hacia el Maestro.
Está magníficamente descrita aquí la
vida del discípulo, que ha de sumergirse hasta las rodillas en la humanidad y
ha de levantar hacia la luz y el aire del espíritu al monstruo de los males
acumulados, como errores y fracasos durante su largo pasado. Las flechas luminosas
que lanzó Hércules a la cueva de la
Hidra para llamar su atención significan la aspiración
espiritual, que despierta al monstruo dormido y hace que, todo buscador, apenas
inicia el Sendero, sea víctima de tentaciones desconocidas y de problemas y
desgracias inesperados.
Porque, en este signo hay que compensar
todos los pares de opuestos, ya que puede ser un signo avanzado del discípulo
integrado y consciente, o signo retrasado del hombre no evolucionado, como se supone
casi siempre. Todo dependerá de en qué sentido esté el hombre transitando por
el zodíaco.
regeneración y la degeneración.
Esta Hidra terrible, alojada en los
repliegues del subconsciente, suele dormitar allí por largo tiempo pero, de
repente, puede explotar en un furor terrible, inesperado y desconocido. Nadie imagina
que está alimentando en su subconsciente un monstruo tal, pero allí está. Y
surge, una vez u otra, trastocándolo todo y produciendo mucho daño.
Por eso es conveniente lanzarle, como
Hércules, esas flechas de luz, para poder descubrirla y, una vez conocida su
existencia, combatirla frente a frente a la luz del espíritu.
Combatir algo así que está en nuestro
interior es muy difícil incluso para un hijo de Dios. Porque, eliminada una
cabeza, le crecen dos tan malignas o más. Y, eliminado un pensamiento o un
deseo negativos, siempre nacen otros que los reemplazan.
El aspirante ha de hacer tres cosas
para vencer: - Percatarse de su existencia,
lo cual requiere humildad, para saber reconocer las propias imperfecciones de
un modo objetivo.
- Localizarla,
que requiere discernimiento y búsqueda de una técnica apropiada.
- Sacarla a
la luz y destruirla, lo cual requiere valor.
Nos está diciendo claramente que,
descubiertos nuestros bajos deseo e impulsos egoístas que supuran en nuestra
naturaleza subconsciente, hemos de elevarlos de nivel y estudiarlos a la luz de
la sabiduría, es decir, con la ayuda de la intuición, con la tutoría del Yo Superior.
Es el sistema para resolver la mayor parte de nuestros problemas: estudiarlos
desde un nivel más alto donde, vistos desde otra perspectiva, dejan de ser
problemas y se vislumbra su solución, que parecía imposible.
El psicoanálisis y las ciencias
modernas del alma han aprendido a sacar a la superficie ese monstruo, que todos
nos asombramos de tener dentro, que es capaz de las mayores monstruosidades y
que ha ido creciendo, reprimido, a lo largo de incontables vidas, pero que, en momentos
determinados, como las guerras o las luchas sociales o políticas o familiares,
sale a flote produciendo estragos. La ciencia, pues, lo saca a la superficie,
pero es incapaz de aportar soluciones para dominarlo o reconducir sus energías.
La cabeza cercenada y enterrada bajo
una roca significa que toda la energía generada por el problema queda, una vez
resuelto éste, perfectamente utilizable para fines positivos, a disposición de
la roca de la voluntad. Vale, pues, la pena, descubrir esa joya en nuestro yo inferior,
pues es una fuente de poder.
Cada una de las nueve cabezas de la Hidra representa uno de los
problemas que suelen acosar a quien pretende el dominio de sí mismo. Estos
nueve problemas, o cabezas o facetas de las tendencias negativas ocultas, que
han producido indecibles estragos entre los hijos de los hombres desde el
principio de los tiempos, y que el Hércules que hay dentro de cada uno de
nosotros ha de redirigir y transmutar en sus equivalentes positivas, son las
siguientes:
A).- Tres
apetitos que son:
a).- El sexo
Los problemas que surgen del abuso de
la energía creadora, conocida como sexo, atraen nuestra atención por todas
partes. Pero, si nos dominan, llegamos hasta la animalidad. Y, si los dominamos
y alquimizamos la energía sexual, podemos convertirnos en superhombres.
La ciencia sabe que la energía de la materia
contenida en los alimentos la convierte nuestro organismo en movimiento, y sabe
convertir el calor en movimiento y éste en electricidad. Pero aún no ha llegado
a transmutar la energía de las emociones y los deseos ni la energía sexual o la
del pensamiento o la de la palabra, en algo positivo, cosa que el ocultismo
sabe hacer y nos lo enseña en este maravilloso trabajo de nuestro héroe
Hércules.
b).- La
comodidad
El amor a la comodidad, al lujo y a las
posesiones exteriores, prevalece todavía con fuerza en la raza humana.
El hombre de hoy, prisionero de la
comodidad, se sume en la apatía, olvidando las luchas y pruebas que templan la
afilada hoja del esfuerzo espiritual. La voluntad de buscar, la tendencia
impulsora de resolver el misterio de la vida, es ajena a la inclinación
narcisista de hacer del confort un motivo central de la vida.
c).- El dinero
La búsqueda del dinero como un fin en
lugar de un medio, reduce la vida de incontables hombres y mujeres. La
acumulación de dinero es una pasión dominante que yace en todas las actividades
de los pueblos. Se hace caso omiso de los valores éticos y morales, en el loco
esfuerzo por reunir el poder que confiere el oro. El impulso de acumular
riqueza es insaciable. No importa cuánta tenga una persona, ávidamente aún
desea más.
El individuo que sufre de esta
aflicción, desea muy a menudo recibir todo y no dar nada. Se mira a sí mismo
como protagonista único de la vida del planeta y no reconoce tener la
responsabilidad de compartir con otros los beneficios que ha recibido.
Pero, como el que da todo lo que tiene,
se encuentra a sí mismo más rico de lo que era antes, ese impulso de adquirir
bienes materiales puede ser transmutado en el deseo de acumular conocimiento y
de adquirir las joyas del espíritu.
La tarea de destruir estas tres
primeras cabezas (sexo, comodidad y dinero) continúa desafiando los poderes de
la humanidad, miles de años después de que Hércules realizara su extraordinaria
proeza.
B).- Tres
pasiones, a saber:
a).- El miedo
Los fantasmas del miedo atormentan a
los hijos de los hombres. Son simples formas mentales ilusorias que los
confunden y los amedrentan, actuando como grilletes en sus pies y como una
piedra de molino alrededor de su cuello.
Existen varias clases de miedo: al
ridículo, al fracaso, a lo desconocido, a la vejez, al peligro y a la muerte.
Pero todos esos miedos pueden ser
vencidos elevando la conciencia a un punto más alto de integración. Cuando la
vida de una persona se centra en un propósito superior al miedo (como el
servicio altruista o la salvación de un hijo) o cuando actúa conscientemente en
el momento presente, el miedo desaparece..
b).- El odio
El odio tiene sus raíces en la
negación. Es lo opuesto al deseo de unión y, por tanto, al amor. Por eso,
cuando se supera, se transforma en amor.
c).- El ansia de
poder
El poder, cuando no está relacionado
con el amor, es una fuerza corruptora. Muchas tragedias en las relaciones
humanas, resultan del incontrolado deseo de dominar la verdad de los otros, de
dictar y regular sus conductas. El que substituye los principios éticos por consideraciones
de poder, engendra perpetua lucha. Los altos ideales que han servido como
faros, a través de los siglos, la hermandad, la cooperación, el idealismo,
dejan de brillar apenas mientras el poder es el factor determinante en la
sociedad.
Cuando el ansia de poder se transmuta
debidamente, se convierte en el ansia de realizar y, luego, en ansia de
sacrificarse por los demás.
Y entonces el poder sirve al amor y el
amor glorifica al poder.
C).- Tres vicios
de la mente no iluminada, a saber:
a).- El orgullo
Los muros construidos por el orgullo
encarcelan al hombre más que los barrotes de una prisión. Sujeto por las
cadenas de pensamientos ególatras, mira con condescendecia a los demás. Y, de ese
modo, debilita continuamente el vínculo que unifica a todos los hombres en
indisoluble hermandad y se aleja progresivamente del círculo de las simpatías
humanas.
b).- El
separatismo
La mente analítica divide y subdivide,
apreciando la parte por encima del todo. Coloca mayor énfasis sobre la
diversidad que sobre la indiscutible unidad. Tal pensamiento fragmentado se
opone al impulso natural hacia la síntesis.
La actitud separatista se fija más en
las diferencias entre los hombres que en sus similitudes, y así:
- Concibe la religión como una serie de
unidades antagónicas en vez de como simples expresiones del impulso espiritual
único.
- Considera la oposición de las clases
sociales como más importante que la sencilla humanidad que hace hermanos a los hombres.
- Ve la tierra como una serie de
naciones diferentes en vez de cómo un mundo único.
Las consecuencias lógicas son: el
patriotismo, el nacionalismo, el fanatismo, el integrismo, el racismo y una
serie casi interminable de “ismos”,
causa de una gran parte de las calamidades por las que la humanidad ha pasado y
sigue pasando.
c).- La crueldad
La crueldad es un testimonio de la
existencia de tendencias perversas que corroen la mente. Es la satisfacción que
experimentan los hombres en herir a los otros. La vida moderna ofrece muchos ejemplos
de brutalidad y desenfrenada crueldad.
En dos pruebas, como hemos visto,
Hércules "mató" cuando debería haber amado. Pero en Escorpio realizó
esa transformación, extirpando de su propia naturaleza una tendencia que lo
habría perjudicado en toda empresa futura. Y eso lo logró cuando - Dio entrada
a la luz dentro del oscuro retiro de su subconsciente.
- Luchó con las fuerzas monstruosas que
se revolcaban en el fango subliminal. Y
- Venció a los enemigos de su propia
casa.
Hércules estaba, pues, listo para
aventurarse en el próximo trabajo.
A diferencia de Hércules, nosotros no
hemos triunfado sobre la
Hidra. La mayoría de nosotros está ocupada con los métodos
fútiles empleados primero por él en esta prueba. Individualmente, estamos tan
interesados en nuestra propia evolución que olvidamos cualquier panorama más
amplio, cuando deberíamos perder de vista la personalidad y empezar a funcionar
como espíritus.
Hay una ley natural que establece que
todo tiene su ritmo y su momento y su cantidad. Y esa ley es la que, a veces,
nos impide dar un salto hacia arriba. Aparentemente, es un problema. Pero lo
sería mayor si pudiésemos, de un salto, instantáneamente, situarnos más altos
de lo que nuestro estatus actual pudiera soportar. Hemos de ir avanzando paso a
paso, y creciendo al ritmo apropiado. Si pudiéramos limpiar en un momento todo
nuestro subconsciente y percibir, de una vez, toda la luz y la energía y la
omnisciencia y omnipotencia de nuestro propio Yo Superior, ello resultaría
devastador para nuestros vehículos.
¿Hemos, entonces, de permanecer
inactivos? No. Hemos de luchar con nuestra propia Hidra interior mediante los
trabajos regulares y sistemáticos contenidos en la retrospección y la concentración
y la meditación y la oración diarias. Y así, casi sin darnos cuenta, venceremos
a la Hidra.
La prueba real de Escorpio sólo llega
cuando uno funciona como una unidad, cuando sus espíritus y sus vehículos estás
armonizados y coordinados. Entonces. uno entra en Escorpio y es objeto de mil
agresiones y trastornos; los deseos, que uno creía dominados, se desbocan; el
equilibrio que uno creía definitivo, se pierde; y la mente, que uno creía que
controlaba la personalidad, parece que no funciona.
El aspirante ha de hacer tres cosas en
Escorpio:
Primera: demostrarse a sí mismo, que la
materia ya no lo domina.
Segunda: demostrarse a sí mismo que la
materia es sólo un canal a través del que él se pone en contacto con la
manifestación divina.
Tercera: comprender que la Personalidad
(vehículos físico, etérico, de deseos y mental) son necesarios para evolucionar
y para manifestar el propio espíritu en la tierra y para entrar en contacto con
los demás espíritus manifestados del mismo modo aquí. Y que, por tanto, ha de
cuidar y proteger esos vehículos y mantenerlos en el mejor estado posible de
funcionamiento.
La gran ilusión es la utilización de la
personalidad para fines egoístas.
Se dice de Escorpio que es el signo de
la magia. Existe una magia blanca, que es la expresión del espíritu por medio
de la forma, y una magia negra, que es el uso de la forma para ganar lo que queremos
para la forma. La magia blanca es el uso del espíritu con propósitos de
elevación humana, utilizando la personalidad. La magia negra es puro egoísmo.
¿Y por qué es Escorpio el signo de la
magia? Porque en Virgo descubrimos, dentro de nosotros mismos a un Cristo que
hemos ido nutriendo a lo largo de los tiempos; en Libra, oscilamos entre los
pares de opuestos, la forma y el espíritu de Cristo, hasta que logramos el
equilibrio; y en Escorpio se nos prueba para ver cuál de los dos triunfará, la
forma o Cristo, el Yo Superior o el yo inferior, lo real o lo irreal, lo
verdadero o la ilusión. Ésta es la historia real de la prueba de la Hidra en Escorpio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario