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martes, 9 de abril de 2013

LOS DOCE TRABAJOS DE HERCULES 9


Herbert Oré Belsuzarri.

Trabajo 8
Matar la Hidra de Lerna
Escorpio (23 Octubre - 22 Noviembre)

Y el Maestro dijo:

-. "Junto al Río Amimona, en el antiguo Argos, está el infecto pantano de Lerna. Dentro de la fétida ciénaga vive la monstruosa Hidra, una desgracia para la región. Tiene nueve cabezas, y una de ellas es inmortal. Prepárate a combatir con ella. Y sabe que no te servirán las armas corrientes porque, si le destruyes una cabeza, le crecen dos.

Hércules escuchaba ensimismado. El Maestro continuó:

- Sólo te daré un consejo: Ascendemos si nos arrodillamos; vencemos si cedemos; ganamos si renunciamos. Ve, pues, hijo del hombre e hijo de Dios, y vence. La luz brilla ahora en el octavo Portal. Entonces, Hércules pasó a través del Portal.

 

El hedor de la ciénaga de Lerna contaminaba toda la comarca. Cuando Hércules se aproximó, tuvo que detenerse de lo insoportable que resultaba. Además, sus orillas estaban formadas por arenas movedizas. Tras muchos tanteos, de día y de noche, encontró Hércules la guarida de la bestia. Estaba oculta siempre. Hércules esperaba que asomase, pero no lo hacía. Intentó usar barcas para llegar allí, pero la ciénaga impedía la navegación. Tampoco se podía llegar andando debido a las arenas movedizas. Ni servían de nada las trampas.

Así que se le ocurrió untar sus flechas con brea y las lanzó dentro de la tenebrosa cueva. De repente, todo se conmovió y la Hidra salió, con sus nueve cabezas erguidas y lanzando llamas. Medía más de cinco metros de altura y su cola sacudía la tierra con violencia.

Súbitamente, se abalanzó hacia Hércules para inmovilizarlo enroscándose alrededor de su cuerpo, pero Hércules la evitó de un salto y le golpeó una de sus cabezas con el garrote, destrozándola.

Pero, en el acto, de esa cabeza destrozada, apenas tocó la tierra, surgieron dos tan agresivas como ella. Una y otra vez se repitió el suceso, hasta que Hércules recordó la recomendación del Maestro:

Arrodillándonos nos elevamos: Así que, arrojó su garrote, se arrodilló en el lodo que le llegaba casi a la cintura y, con sus manos desnudas, la asió y la elevó en el aire. Entonces, la Hidra perdió fuerza. Dándose cuenta de ello, Hércules, se quedó de rodillas en el lodo, sosteniéndola en lo alto. Y el monstruo, tan fuerte en la oscuridad y en medio del lodo, perdió todo su poder cuando entró en contacto con la luz del sol y la caricia del viento.
  
Hércules, pues, la mantuvo en el aire. Ella convulsionó terriblemente, los cuellos de las nueve cabezas se doblaron como marchitos y sus ojos se tornaron vidriosos y sin vida. Menos los de una cabeza, la inmortal. Hércules, entonces, la cortó y la enterró bajo una gran roca. Empapó sus flechas en la sangre del monstruo, que era venenosa, y se encaminó de regreso hacia el Maestro.

Está magníficamente descrita aquí la vida del discípulo, que ha de sumergirse hasta las rodillas en la humanidad y ha de levantar hacia la luz y el aire del espíritu al monstruo de los males acumulados, como errores y fracasos durante su largo pasado. Las flechas luminosas que lanzó Hércules a la cueva de la Hidra para llamar su atención significan la aspiración espiritual, que despierta al monstruo dormido y hace que, todo buscador, apenas inicia el Sendero, sea víctima de tentaciones desconocidas y de problemas y desgracias inesperados.

Porque, en este signo hay que compensar todos los pares de opuestos, ya que puede ser un signo avanzado del discípulo integrado y consciente, o signo retrasado del hombre no evolucionado, como se supone casi siempre. Todo dependerá de en qué sentido esté el hombre transitando por el zodíaco.

La Hidra de cada uno de nosotros vive en las cavernas de la mente. Crece en el fango y la oscuridad de los rincones mentales sin luz.. Simboliza la fuerza serpentina, que actúa en el cuerpo del hombre, bajo el dominio de Escorpio y que, si se la controla, lo conduce hasta la Iniciación, pero si no, lo lleva a los grados más ínfimos de la animalidad. Por eso este signo tiene dos notas clave: la
regeneración y la degeneración.

Esta Hidra terrible, alojada en los repliegues del subconsciente, suele dormitar allí por largo tiempo pero, de repente, puede explotar en un furor terrible, inesperado y desconocido. Nadie imagina que está alimentando en su subconsciente un monstruo tal, pero allí está. Y surge, una vez u otra, trastocándolo todo y produciendo mucho daño.

Por eso es conveniente lanzarle, como Hércules, esas flechas de luz, para poder descubrirla y, una vez conocida su existencia, combatirla frente a frente a la luz del espíritu.

Combatir algo así que está en nuestro interior es muy difícil incluso para un hijo de Dios. Porque, eliminada una cabeza, le crecen dos tan malignas o más. Y, eliminado un pensamiento o un deseo negativos, siempre nacen otros que los reemplazan.

El aspirante ha de hacer tres cosas para vencer: - Percatarse de su existencia, lo cual requiere humildad, para saber reconocer las propias imperfecciones de un modo objetivo.

- Localizarla, que requiere discernimiento y búsqueda de una técnica apropiada.

- Sacarla a la luz y destruirla, lo cual requiere valor.

Nos está diciendo claramente que, descubiertos nuestros bajos deseo e impulsos egoístas que supuran en nuestra naturaleza subconsciente, hemos de elevarlos de nivel y estudiarlos a la luz de la sabiduría, es decir, con la ayuda de la intuición, con la tutoría del Yo Superior. Es el sistema para resolver la mayor parte de nuestros problemas: estudiarlos desde un nivel más alto donde, vistos desde otra perspectiva, dejan de ser problemas y se vislumbra su solución, que parecía imposible.

El psicoanálisis y las ciencias modernas del alma han aprendido a sacar a la superficie ese monstruo, que todos nos asombramos de tener dentro, que es capaz de las mayores monstruosidades y que ha ido creciendo, reprimido, a lo largo de incontables vidas, pero que, en momentos determinados, como las guerras o las luchas sociales o políticas o familiares, sale a flote produciendo estragos. La ciencia, pues, lo saca a la superficie, pero es incapaz de aportar soluciones para dominarlo o reconducir sus energías.

La cabeza cercenada y enterrada bajo una roca significa que toda la energía generada por el problema queda, una vez resuelto éste, perfectamente utilizable para fines positivos, a disposición de la roca de la voluntad. Vale, pues, la pena, descubrir esa joya en nuestro yo inferior, pues es una fuente de poder.

Cada una de las nueve cabezas de la Hidra representa uno de los problemas que suelen acosar a quien pretende el dominio de sí mismo. Estos nueve problemas, o cabezas o facetas de las tendencias negativas ocultas, que han producido indecibles estragos entre los hijos de los hombres desde el principio de los tiempos, y que el Hércules que hay dentro de cada uno de nosotros ha de redirigir y transmutar en sus equivalentes positivas, son las siguientes:

A).- Tres apetitos que son:

a).- El sexo

Los problemas que surgen del abuso de la energía creadora, conocida como sexo, atraen nuestra atención por todas partes. Pero, si nos dominan, llegamos hasta la animalidad. Y, si los dominamos y alquimizamos la energía sexual, podemos convertirnos en superhombres.

La ciencia sabe que la energía de la materia contenida en los alimentos la convierte nuestro organismo en movimiento, y sabe convertir el calor en movimiento y éste en electricidad. Pero aún no ha llegado a transmutar la energía de las emociones y los deseos ni la energía sexual o la del pensamiento o la de la palabra, en algo positivo, cosa que el ocultismo sabe hacer y nos lo enseña en este maravilloso trabajo de nuestro héroe Hércules.

b).- La comodidad

El amor a la comodidad, al lujo y a las posesiones exteriores, prevalece todavía con fuerza en la raza humana.

El hombre de hoy, prisionero de la comodidad, se sume en la apatía, olvidando las luchas y pruebas que templan la afilada hoja del esfuerzo espiritual. La voluntad de buscar, la tendencia impulsora de resolver el misterio de la vida, es ajena a la inclinación narcisista de hacer del confort un motivo central de la vida.

c).- El dinero

La búsqueda del dinero como un fin en lugar de un medio, reduce la vida de incontables hombres y mujeres. La acumulación de dinero es una pasión dominante que yace en todas las actividades de los pueblos. Se hace caso omiso de los valores éticos y morales, en el loco esfuerzo por reunir el poder que confiere el oro. El impulso de acumular riqueza es insaciable. No importa cuánta tenga una persona, ávidamente aún desea más.

El individuo que sufre de esta aflicción, desea muy a menudo recibir todo y no dar nada. Se mira a sí mismo como protagonista único de la vida del planeta y no reconoce tener la responsabilidad de compartir con otros los beneficios que ha recibido.

Pero, como el que da todo lo que tiene, se encuentra a sí mismo más rico de lo que era antes, ese impulso de adquirir bienes materiales puede ser transmutado en el deseo de acumular conocimiento y de adquirir las joyas del espíritu.

La tarea de destruir estas tres primeras cabezas (sexo, comodidad y dinero) continúa desafiando los poderes de la humanidad, miles de años después de que Hércules realizara su extraordinaria proeza.

B).- Tres pasiones, a saber:

a).- El miedo

Los fantasmas del miedo atormentan a los hijos de los hombres. Son simples formas mentales ilusorias que los confunden y los amedrentan, actuando como grilletes en sus pies y como una piedra de molino alrededor de su cuello.

Existen varias clases de miedo: al ridículo, al fracaso, a lo desconocido, a la vejez, al peligro y a la muerte.

Pero todos esos miedos pueden ser vencidos elevando la conciencia a un punto más alto de integración. Cuando la vida de una persona se centra en un propósito superior al miedo (como el servicio altruista o la salvación de un hijo) o cuando actúa conscientemente en el momento presente, el miedo desaparece..

b).- El odio

El odio tiene sus raíces en la negación. Es lo opuesto al deseo de unión y, por tanto, al amor. Por eso, cuando se supera, se transforma en amor.

c).- El ansia de poder

El poder, cuando no está relacionado con el amor, es una fuerza corruptora. Muchas tragedias en las relaciones humanas, resultan del incontrolado deseo de dominar la verdad de los otros, de dictar y regular sus conductas. El que substituye los principios éticos por consideraciones de poder, engendra perpetua lucha. Los altos ideales que han servido como faros, a través de los siglos, la hermandad, la cooperación, el idealismo, dejan de brillar apenas mientras el poder es el factor determinante en la sociedad.

Cuando el ansia de poder se transmuta debidamente, se convierte en el ansia de realizar y, luego, en ansia de sacrificarse por los demás.

Y entonces el poder sirve al amor y el amor glorifica al poder.

C).- Tres vicios de la mente no iluminada, a saber:

a).- El orgullo

Los muros construidos por el orgullo encarcelan al hombre más que los barrotes de una prisión. Sujeto por las cadenas de pensamientos ególatras, mira con condescendecia a los demás. Y, de ese modo, debilita continuamente el vínculo que unifica a todos los hombres en indisoluble hermandad y se aleja progresivamente del círculo de las simpatías humanas.

b).- El separatismo

La mente analítica divide y subdivide, apreciando la parte por encima del todo. Coloca mayor énfasis sobre la diversidad que sobre la indiscutible unidad. Tal pensamiento fragmentado se opone al impulso natural hacia la síntesis.

La actitud separatista se fija más en las diferencias entre los hombres que en sus similitudes, y así:
- Concibe la religión como una serie de unidades antagónicas en vez de como simples expresiones del impulso espiritual único.

- Considera la oposición de las clases sociales como más importante que la sencilla humanidad que hace hermanos a los hombres.

- Ve la tierra como una serie de naciones diferentes en vez de cómo un mundo único.

Las consecuencias lógicas son: el patriotismo, el nacionalismo, el fanatismo, el integrismo, el racismo y una serie casi interminable de “ismos”, causa de una gran parte de las calamidades por las que la humanidad ha pasado y sigue pasando.

c).- La crueldad

La crueldad es un testimonio de la existencia de tendencias perversas que corroen la mente. Es la satisfacción que experimentan los hombres en herir a los otros. La vida moderna ofrece muchos ejemplos de brutalidad y desenfrenada crueldad.

En dos pruebas, como hemos visto, Hércules "mató" cuando debería haber amado. Pero en Escorpio realizó esa transformación, extirpando de su propia naturaleza una tendencia que lo habría perjudicado en toda empresa futura. Y eso lo logró cuando - Dio entrada a la luz dentro del oscuro retiro de su subconsciente.

- Luchó con las fuerzas monstruosas que se revolcaban en el fango subliminal. Y
- Venció a los enemigos de su propia casa.

Hércules estaba, pues, listo para aventurarse en el próximo trabajo.

A diferencia de Hércules, nosotros no hemos triunfado sobre la Hidra. La mayoría de nosotros está ocupada con los métodos fútiles empleados primero por él en esta prueba. Individualmente, estamos tan interesados en nuestra propia evolución que olvidamos cualquier panorama más amplio, cuando deberíamos perder de vista la personalidad y empezar a funcionar como espíritus.

Hay una ley natural que establece que todo tiene su ritmo y su momento y su cantidad. Y esa ley es la que, a veces, nos impide dar un salto hacia arriba. Aparentemente, es un problema. Pero lo sería mayor si pudiésemos, de un salto, instantáneamente, situarnos más altos de lo que nuestro estatus actual pudiera soportar. Hemos de ir avanzando paso a paso, y creciendo al ritmo apropiado. Si pudiéramos limpiar en un momento todo nuestro subconsciente y percibir, de una vez, toda la luz y la energía y la omnisciencia y omnipotencia de nuestro propio Yo Superior, ello resultaría devastador para nuestros vehículos.

¿Hemos, entonces, de permanecer inactivos? No. Hemos de luchar con nuestra propia Hidra interior mediante los trabajos regulares y sistemáticos contenidos en la retrospección y la concentración y la meditación y la oración diarias. Y así, casi sin darnos cuenta, venceremos a la Hidra.

La prueba real de Escorpio sólo llega cuando uno funciona como una unidad, cuando sus espíritus y sus vehículos estás armonizados y coordinados. Entonces. uno entra en Escorpio y es objeto de mil agresiones y trastornos; los deseos, que uno creía dominados, se desbocan; el equilibrio que uno creía definitivo, se pierde; y la mente, que uno creía que controlaba la personalidad, parece que no funciona.

El aspirante ha de hacer tres cosas en Escorpio:

Primera: demostrarse a sí mismo, que la materia ya no lo domina.
Segunda: demostrarse a sí mismo que la materia es sólo un canal a través del que él se pone en contacto con la manifestación divina.
Tercera: comprender que la Personalidad (vehículos físico, etérico, de deseos y mental) son necesarios para evolucionar y para manifestar el propio espíritu en la tierra y para entrar en contacto con los demás espíritus manifestados del mismo modo aquí. Y que, por tanto, ha de cuidar y proteger esos vehículos y mantenerlos en el mejor estado posible de funcionamiento.

La gran ilusión es la utilización de la personalidad para fines egoístas.

Se dice de Escorpio que es el signo de la magia. Existe una magia blanca, que es la expresión del espíritu por medio de la forma, y una magia negra, que es el uso de la forma para ganar lo que queremos para la forma. La magia blanca es el uso del espíritu con propósitos de elevación humana, utilizando la personalidad. La magia negra es puro egoísmo.

¿Y por qué es Escorpio el signo de la magia? Porque en Virgo descubrimos, dentro de nosotros mismos a un Cristo que hemos ido nutriendo a lo largo de los tiempos; en Libra, oscilamos entre los pares de opuestos, la forma y el espíritu de Cristo, hasta que logramos el equilibrio; y en Escorpio se nos prueba para ver cuál de los dos triunfará, la forma o Cristo, el Yo Superior o el yo inferior, lo real o lo irreal, lo verdadero o la ilusión. Ésta es la historia real de la prueba de la Hidra en Escorpio.

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