Herbert Oré Belsuzarri.
Trabajo 9
Ahuyentar las Aves de Estinfalos
Sagitario (23 Noviembre 22
Diciembre)
El Maestro, desde un lugar de paz,
habló así a Hércules:
- Hijo mío, estás ante el noveno
Portal. Pasa y encuentra el pantano de Estinfalos, donde moran los pájaros que devastan
la zona. Y da con el sistema para hacerlos huir de allí.
Y, tras un momento de silencio,
continuó:
Recuerda que la llama que brilla
más allá de la mente te revelará la dirección a seguir. Adelante.
Hércules, pues, partió a realizar su
noveno trabajo. Durante largo tiempo buscó y buscó, hasta que localizó el
pantano. A medida que se aproximaba, un coro de infinidad de pájaros elevaban
el tono de sus graznidos amenazadores. Eran pájaros muy grandes, feos y feroces.
Su pico era de hierro y afilado como un puñal y sus plumas eran de acero y
herían de muerte a quien alcanzaban. Y sus garras no iban a la zaga. Pero había
tres que sobresalían. Eran enormes y, apenas percibieron a Hércules se
precipitaron sobre él. Él se mantuvo en su lugar y, con su garrote, fue
rechazando sus ataques. Logró golpear a uno en el dorso y las plumas que
desprendió se clavaron en la tierra alrededor de Hércules. Luego, se alejaron.
Hércules vio lo difícil de la situación
y se preguntó cómo alejarlos de la región. Intentó matarlos con sus flechas,
pero eran tantos que cubrían el sol y resultaba imposible acabar con ellos por
ese medio. Se le ocurrió ponerles trampas, pero ni las barcas ni los pies podían
atravesar el pantano y, además, tampoco hubiera sido solución por su gran
número.
Entonces, le vinieron a la memoria las
palabras del Maestro: “la llama que brilla por más allá
de la mente te revelará la dirección a seguir y,
reflexionando largo rato, dio con una solución. Recordó que tenía un regalo de
Atenea consistente en dos címbalos de bronce que, al hacerlos sonar, emitían un
sonido sobrenatural, tan penetrante y aterrador que se decía que podía
despertar a los muertos. Así que, al ponerse el sol, cuando todos los pájaros
estaban de regreso a su morada, tapándose los oídos para no ser víctima de
aquel sonido, hizo sonar sus dos címbalos. Inmediatamente, horrorizados y
aturdidas por el estruendo, los pájaros huyeron formando una bandada de dimensiones
nunca vistas y, graznando, se alejaron del lugar para siempre. La región había
sido liberada y disfrutaba de un silencio ya olvidado. Y el sol poniente emitió
su último rayo del día.
Al regresar junto al Maestro, éste le
dijo:
-
Las aves han sido ahuyentadas.
El trabajo está cumplido. Descansa ahora, hijo mío.
Repasemos la historia de Hércules, el
aspirante, y lo que ha hecho en cada signo hasta llegar a Sagitario:
a)
En Aries, comenzó en el plano de la mente,
en su esfuerzo por capturar las yeguas devoradoras de hombres, y fracasó,
porque trabajó desde el punto de vista de la personalidad y no desde el punto
de vista del espíritu.
Ahora, en Sagitario, se volvió a
enfrentar al mismo problema en el plano de la mente. Y, ahuyentando las
malignas aves, demostró su dominio del arma que todo aspirante ha de saber
usar: el control de la mente. Porque, si sabemos controlar nuestros
pensamientos, controlaremos nuestras palabras y nuestros actos. Y es imposible la Iniciación si no lo
logramos antes. En Aries, pues, empezó Hércules a aprender a controlar el
pensamiento.
b) En Tauro, hubo de descender un plano
y, en el del deseo, se enfrentó al problema del sexo mal entendido, que es la
más baja manifestación de la universal Ley de Atracción. En aquel trabajo triunfó
y dominó al toro, llevándolo dominado a la tierra de los cíclopes.
c) En Géminis, empezó a darse cuenta de
que él era un ser dual y de que le preocupaban dos temas, el del cuerpo y el
del espíritu. Y, sobre todo, cómo armonizarlos y coordinar su acción. Ésa es la
razón por la cual Géminis fluctúa en las primeras etapas.
d) En Cáncer, tomó forma en su
conciencia el hecho de que estaba integrado en la masa humana. Para muchos, el
hecho de ser seres humanos relacionados con otros seres humanos, no entra en absoluto
en su conciencia. En Cáncer, Hércules empezó a lograr ese punto de vista. En el
momento en que uno logra eso, captura un tenue chispazo de la intuición, y
empieza a ser intuitivo y ya no síquico.
e) En Leo, donde tantos humanos estamos
ahora trabajando, Hércules se convirtió en un individuo potente, seguro de que
podía hacerlo todo incluso estando solo. El hombre cree, en esta etapa de poder,
que puede gobernar a los hombres. Pero se equivoca. Porque se cree más
importante de lo que es en realidad. Y el aspirante ha de librarse del
sentimiento del "yo soy". Debe identificarse con la entidad espiritual
que hay detrás de todas las formas y no ocuparse por la suya propia ni por sus
reacciones mentales o emocionales ni por su propia utilidad.
f) En Virgo, Hércules se concienció, no
del espíritu y el cuerpo yuxtapuestos uno a otro, sino de que, dentro de sí
mismo late el Cristo, de que la personalidad, el aspecto forma, está nutriendo
un hermoso Niño. Y sus ojos se abrieron.
g) En Libra, tuvo que lograr el
equilibrio, porque no somos un espíritu ni somos un cuerpo, sino que somos las
dos cosas y las hemos de equilibrar y Libra es el equilibrio en el plano
físico, de los pares de opuestos. Y Hércules los equilibró tanto que no se dio
cuenta de que se estaba aproximando a la meta.
h) En Escorpio, en el plano astral, se
dedica uno de nuevo al trabajo empezado en Tauro, lo completa y quita los
estorbos del gran lodazal, la gran ilusión, y permanece libre con la meta clara
a la vista i) En Sagitario, es el arquero sobre el caballo blanco (mitad humano
y mitad divino), representado también como el centauro (mitad humano y mitad
animal) con el arco y las flechas. Es un signo doble y siempre que hay un signo
doble existe algún problema.
Géminis es lo opuesto de Sagitario;
Géminis es la dualidad, y Sagitario es la unidad, la personalidad unificada y
consciente del espíritu, decidida a entrar en el signo de Capricornio, donde se
hace la gran transición del cuarto al quinto reino o reino espiritual.
A Sagitario se le denomina “el efecto
de Escorpio” porque, en cuanto nos liberamos de la ilusión y nos concienciamos
de que somos un espíritu, entramos en Sagitario y vislumbramos la meta que,
hasta entonces, la nube de formas de pensamiento que se interponía entre ella y
nosotros nos impedía ver.
Y ello porque hablamos del amor
espiritual, de la devoción a Cristo y a los Hermanos Mayores, del espíritu, de
lo que hay que hacer, de cómo hay que vivir, nos aprendemos de memoria las Enseñanza,
etc. y, sin darnos cuenta, vamos formando a nuestro alrededor tal nube de
pensamientos relativos a nuestras aspiraciones, que no vemos nada más. Pero lo
procedente y necesario es dejar de pensar en lo que hemos de hacer y…
¡¡¡hacerlo!!!
Sagitario es la preparación para
Capricornio. Y se le llama también el signo del silencio porque, antiguamente,
los neófitos debían guardar silencio hasta que dominasen completamente la palabra
y el pensamiento, única manera de entrar en el quinto reino, el espiritual, o
sea, de escalar la montaña de Capricornio.
Ésa es, pues, la lección de Sagitario:
control de la palabra mediante el control del pensamiento. Y, cuando se ha
dejado de murmurar o de hablar negativamente, hay que aprender también a no hablar
de las cosas espirituales cuando no proceda, a “no
echar las perlas a los cerdos”. Es decir, a no empeñarse en
convertir a quien no está preparado ni interesado en el tema.
El control del pensamiento y del
lenguaje nos llevará automáticamente a la inofensividad que, a su vez, nos
conducirá a la liberación, a no tener que renacer más veces. Porque, lo que nos
hace tener que renacer no es ninguna fuerza maligna, sino nuestros propios actos
o, mejor dicho, el tener que equilibrar las consecuencias de nuestros actos.
Si dejamos de crear relaciones erróneas
con la gente, con lo que decimos o pensamos acerca de ella, hacemos imposible
la actuación del karma.
Se dice que hay dos puertas cósmicas,
Cáncer, la puerta de la encarnación, y Capricornio, la puerta del reino
espiritual.
Pero, antes de Capricornio hay una
puerta más pequeña al pie de la colina y por la que hemos de pasar para escalar
la montaña, que es la puerta de Sagitario. Pasando a través de esa pequeña
puerta demostramos nuestra aptitud para usar con justicia las flechas del pensamiento.
Y ésa es la gran prueba.
También se denomina a Sagitario la
etapa de la crisálida. ¿Por qué? Porque, lo mismo que la
oruga, cuya única actividad consiste en comer y, tras un período de silencio,
quietud y misterio en la crisálida, donde todo desaparece y se mezcla y se
recombina, sale convertida en una hermosa mariposa que surca los cielos libre y
alegre, el aspirante, sale de Sagitario convertido en algo nuevo, espiritual y
libre.
Porque, en la vida del aspirante de hoy
en día, que en Escorpio se desprendió de todo lo relativo a la materia, no hay
nada por lo que valga la pena vivir ni suficientemente interesante para seguir
luchando Y ése es el signo del aspirante honesto. El verdadero sagitariano es una
persona muy potente porque ése es el período que precede inmediatamente al
nacimiento de Cristo.
Sagitario es el espíritu de la verdad.
Pero también del sectarismo. Es frecuente eso de “he tenido una revelación”,
“Dios me ha escogido” y, por tanto, impongo a los demás mi visión de la verdad.
Pero esa verdad es sólo un trozo de la Verdad. Y hemos de ser capaces
de reconocer que hay otras ideas y otras opiniones y otras porciones de la
verdad y, mientras no seamos capaces de compartir la verdad de los demás, nos será
imposible poseerla.
Por eso Sagitario es el primero de los
cuatro grandes signos universales. Porque en él vemos la verdad en su conjunto
y aprendemos a disparar debidamente las flechas de nuestro arco mental Se dice
que en Escorpio conocemos el pecado, mientras que en Sagitario conocemos lo que
es justo.
Se dice también que los tres dones del
zodíaco son: el don del ser, que se nos da en Aries y nos permite ser
conscientes de la existencia; el don de la oportunidad, que conquistamos en Leo
y nos permite dedicar nuestra vida a abrir la puerta de la verdad a otros; y el
don del poder, que adquirimos en Sagitario y que nace de la comprensión de los
demás, del amor universal y del recto juicio.
Recordemos que, entre todos los pájaros
de Estinfalos sobresalían tres, enormes, y de fuerza devastadora. Si
comprendemos que el pantano simboliza la mente dirigida por el cuerpo de
deseos, pronto identificaremos a esos tres pájaros enormes devoradores de hombres.
Porque los aspirantes, dado que
nuestras principales actividades son los pensamientos y las palabras, poseemos
un gran poder de influencia y podemos causar verdaderos estragos mediante esos
tres grandes pájaros que son: la murmuración, la conversación egoísta y la pretensión
de “convertir” a los que no lo desean.
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