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domingo, 7 de abril de 2013

LOS DOCE TRABAJOS DE HERCULES 7


Herbert Oré Belsuzarri.

Trabajo 6
Apoderarse del cinturón de Hipólita
Virgo (22 Agosto - 21 Septiembre)

El sexto año de su servidumbre recibió Hércules de Euristeo la orden de traerle el cinturón de Hipólita, que era la reina de las amazonas. Ella lo había recibido de la propia Venus, diosa del amor, como símbolo del poder que ostentaba sobre sus súbditos.

Las amazonas eran un pueblo legendario que se decía vivía en el margen izquierdo del Danubio, a las orillas del gran mar. Estaba formado exclusivamente por mujeres, y los hombres sólo hacían trabajo de esclavos y de reproductores, siendo eliminados tras cumplir su misión. Los niños eran también sacrificados apenas nacer. A las niñas se les extirpaba el seno derecho para que no les sirviese de estorbo al lanzar sus flechas, ya que las amazonas se dedicaban exclusivamente a la guerra. Descendían de Ares, el dios de la guerra, y de la ninfa Armonía.

 
Sólo mujeres, pues, se reunían alrededor de su reina. Dentro del templo de la Luna celebraban diariamente su culto y hacían sacrificios a Marte.

Acababan de regresar de su visita anual a la tierra de los hombres. Dentro de los recintos del templo esperaban la orden de Hipólita, su reina, que estaba de pie sobre las gradas del altar mayor, llevando el cinturón que le había dado Venus, la reina del amor. Este cinturón era un símbolo de la unidad lograda a través de la lucha, el conflicto, la contienda; un símbolo de la maternidad y del Niño sagrado hacia quien toda vida humana realmente se dirige.


Ha llegado la noticia - dijo ella - de que por su camino viene un guerrero cuyo nombre es Hércules, un hijo de hombre y no obstante un hijo de Dios, al que he de dar este cinturón. ¿Obedeceré la orden o combatiremos contra la palabra de Dios?

Y, mientras escuchaban sus palabras y reflexionaban, se oyó una voz, diciendo que él ya estaba allí, que había venido con anticipación y esperaba apoderarse del sagrado cinturón de la aguerrida reina.

Sin esperar, Hércules, apenas penetró en el templo, atacó a la reina. Durante la lucha, no quiso escuchar las palabras amables que ella le dirigía. Hasta que la venció, le arrancó el cinturón que ella había recibido como símbolo de unidad, amor y sacrificio y fe, y la mató. Con ello mató a la que le ofrecía lo que él pretendía. Y allí, junto a la reina muerta, horrorizado por lo que había hecho, oyó la voz del Maestro:

Hijo mío. ¿por qué matar lo que necesitas, está próximo y es querido? ¿Por qué matar a quien amas, la dadora de dignos obsequios, custodia de lo posible? ¿Por qué matar a la madre del sagrado niño? Otra vez advertimos un fracaso. Otra vez no has entendido. Redímete enseguida

Hércules se dirigió hacia las costas del gran mar, con el cinturón de Hipólita. Cerca de la costa, vio a un monstruo marino que tenía en sus fauces a la pobre Hesione. Ésta gritaba desesperada pidiendo socorro. Así que Hércules, sin pensarlo dos veces, corrió hacia el monstruo para salvarla. Pero, cuando llegó, ya la había engullido, así que, espada en mano, se introdujo en su garganta y, llegado al estómago, tomó a la doncella de la mano y se abrió camino hacia el exterior, matando al monstruo y liberándola de él. De este modo compensó el error cometido al matar a la reina de las amazonas.

Así es la vida: un acto de muerte por un acto de vida. Y, de ese modo, los hijos de los hombres que son hijos de Dios, van creciendo en sabiduría y equilibrio y aprenden a caminar con Dios.

Tras ello, Hércules pasó de nuevo por el sexto Portal y el Maestro, viendo esto y viendo el cinturón de la reina le dijo:

Tu sexto trabajo está concluido. Mataste lo que te quería y recataste lo que te necesitaba y así los dos son uno de nuevo. Reflexiona sobre los caminos de la vida que se reflejan en los caminos de la muerte. Ve y descansa, hijo mío.

Se dice que Virgo es el más antiguo de los signos zodiacales.

A través del tiempo, ha habido Isis, Evas, Astartés y otras, hasta llegar a María. Todas ellas reverenciadas como madres del mundo.

Pero María es la única que sostiene al Niño en sus brazos. Porque en este signo es en el que concebimos y nutrimos el conocimiento de Cristo que, tras el período de gestación, en su signo opuesto, Piscis, nace como Salvador del Mundo.

La experiencia de Virgo es, como la de Leo, una experiencia de cueva, si bien se trata de “la cueva del tiempo”, que se caracteriza Por el calor, la quietud, las experiencias profundas y las crisis lentas y hondas.

Todos pasamos por todos los signos pero, en el de Virgo, sus especiales energías se diversifican para generar mil nuevas ideas en todos los aspectos de la vida como el arte, el comercio, la industria y la ciencia, pero todas exigen un período de incubación, de reflexión y, luego, de lucha para imponerlas o compartirlas.

Es interesante resaltar que las amazonas adoraban a la Luna - es decir, a la forma – y a Marte – es decir, a la guerra – y eso demuestra que, como le dijo el Maestro a Hércules, ellas tampoco habían entendido su verdadero cometido en la vida. Ellas eran mujeres, traían en su seno la esperanza de futuro para espíritus anhelantes de renacer, pero los eliminaban si eran hombres y, además,
en guerra permanente con los pueblos vecinos, mataban sin miramiento a los que consideraban sus enemigos. De modo que las que debían dar origen a la vida se habían convertido en adoradoras de la muerte. Fijémonos, en cambio, en que a María, la madre de Jesús, símbolo de la feminidad perfecta, se la representa con la Luna bajo sus pies, es decir, por encima de ella, y sosteniendo en sus brazos al Príncipe de la Paz.

Recordemos el pasaje evangélico de la mujer adúltera en Juan 8:2-11, a quien Cristo dijo, "¿Ninguno te ha condenado? Pues tampoco yo te condeno. Vete y, en adelante, no vuelvas a pecar”.

Puede que, de un modo sutil, Cristo estuviese diciendo algo relativo a este signo de Virgo. Y sería muy interesante reflexionar sobre el pasaje: ¿No la condenó porque los circundantes que la habían denunciado y aprehendido no se atrevieron a condenarla? ¿Estará, entonces, el que algo sea o no pecado, en manos de que lo condene más o menos gente? Hay algo especial, siempre, en todo lo relacionado con el sexo.

Virgo y su signo opuesto, Piscis, junto con Géminis y su opuesto Sagitario forman la que se denomina “Cruz Común o Mudable”, que es la de los que están pasando por la probación.

En ella alcanzamos la resignación y desarrollamos la aspiración que nos prepararán para la Cruz Fija del Discipulado.

Cuando nuestra personalidad está crucificada en la Cruz Mudable nos dedicamos a sus fines materiales, para que adquiramos así la habilidad necesaria para dedicarla a fines más elevados.

Es conocido en ocultismo el llamado “pecado contra el espíritu Santo”, que no es otra cosa que la prostitución de la energía creadora y su utilización para fines perversos. Y éste es el pecado, el más grande de todo su recorrido zodiacal, que, en este signo, cometió Hércules. Y lo cometió cuando mató a la reina de las amazonas en vez de redimirla mediante la unión con ella, que es lo que ella le estaba ofreciendo. Pero también lo cometían las amazonas, como hemos visto antes, aunque su reina murió tratando de rectificar su error.

Hay que tener presente que, como la rueda del zodíaco la recorre el hombre ordinario en el sentido contrario al de las agujas del reloj, pero el discípulo la recorre en el sentido contrario, cuando entran en Virgo, uno lo hace a través de la vibración de Venus, pero el otro llega bajo la influencia de Mercurio.

Esa es la explicación de que, cuando uno tiene su vida centrada por encima del diafragma, su carta astral, calculada del modo tradicional, no resulta exacta.

El signo de Virgo nos permite cultivar la tolerancia, la compasión y la caridad, de modo que, poco a poco, nuestra capacidad de amar se va ampliando y haciéndose más inclusiva.

Sin embargo, lo que exige su signo opuesto, Piscis, es coraje. Porque el espíritu del pisceano es un verdadero campo de batalla, ya que ha de obtener la liberación y la libertad no se regala, sino que se conquista.

Hay un símbolo que representa, unificándolos, a Virgo y a su opuesto Piscis, y es la sirena. Porque, siendo la Segunda Persona de la Trinidad Amor-Sabiduría, esa dualidad es inherente a todas sus criaturas y en el mismo sistema solar.

La meta del nativo de Virgo consiste en tener claro que ninguna verdad es completa, ni siquiera real, si no incluye a su opuesta.

Los principios fundamentales de este signo de Virgo que: para el hombre común se resumen en la frase: “Y el Verbo dijo: que reine la materia.”

pero, para el discípulo es la Virgen misma la que le dice: “Yo soy la madre y el Hijo, Yo soy Dios y soy la materia.”

Porque fuimos nosotros mismos los espíritus que pronunciamos la primera palabra y los que descendimos al tiempo y al espacio hace eones. Pero debemos ya, si lo queremos, reconocer y proclamar nuestra identidad con ambos aspectos de Dios, la materia y el espíritu, la madre y el hijo. Pensamiento resumido por San pablo cuando dijo:

“Cristo en ti esperanza es de gloria.”

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