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lunes, 8 de abril de 2013

LOS DOCE TRABAJOS DE HERCULES 8


Herbert Oré Belsuzarri.

Trabajo 7
Capturar el Jabalí de Erimanto
Libra (22 Septiembre - 21 Octubre)

Había llegado el momento de iniciar otro trabajo. Pero, a medida que se avanza en la rueda, la prueba es mayor y hacen falta más equilibrio y juicio más sano y seguro.

La voz del Maestro dijo:
-Ve, hijo mío, y captura el jabalí, liberando a la región, pero tómate tu tiempo para alimentarte.

Y Hércules, que es un hijo de hombre pero también es hijo de Dios, pasó, decidido, por el séptimo Portal, sin saber que se iba a enfrentar a una doble prueba, la de la amistad y la del valor inteligente.

 
De modo que, armado sólo con su familiar garrote, trepó, montaña arriba al encuentro del terrible jabalí. Le asaltaron visiones y tuvo atisbos de pánico, pero siguió adelante, subiendo decidido.

Inesperadamente y en plena ascensión, se encontró con su amigo Folos, miembro de un grupo de centauros, y se detuvo a hablar con él, olvidando el objeto de su trabajo. Folos le invitó a abrir un tonel de vino y a beber de él. Pero ese tonel era propiedad de todo el grupo de centauros y, según los dioses habían establecido al regalárselo, nadie podía abrirlo sin estar todos presentes y de acuerdo.

Folos y Hércules, sin embargo, lo abrieron y bebieron hasta emborracharse. Y llamaron a Quirón, otro amigo centauro, para que participara de la juerga. Y tal escándalo organizaron que los demás centauros lo oyeron y acudieron indignados. Se entabló una batalla y Hércules, a pesar de sus experiencias anteriores y sus sabias resoluciones, mató, entre otros, a sus dos amigos Folos y Quirón.

Y, una vez más, Hércules, que era hijo de los hombres pero que era también hijo de Dios, se convirtió en mensajero de la muerte Compungido por lo que había hecho, continuó su búsqueda hasta que localizó al jabalí y lo capturó con una trampa.

Entonces, lo agarró por las patas traseras y, desde la nevada cumbre, condujo al jabalí caminando sobre sus patas delanteras y produciendo el jolgorio de todos los pueblos por donde pasaba.

Así regresó Hércules al maestro, que le dijo:

- Has pasado el séptimo Portal. Medita las lecciones del pasado y reflexiona sobre las pruebas, hijo mío. Dos veces has matado lo que debías amar. Aprende el por qué.
  
El signo de Libra ofrece muchas paradojas y extremos acusados que dependerán de si uno está recorriendo el zodíaco como el hombre ordinario, en sentido contrario al de las agujas del reloj, o lo transita como aspirante, en el sentido de éstas.

Es éste uno de los signos más difíciles de comprender e interpretar. Es el primero que no tiene ni símbolo humano ni animal, si se hace caso omiso de la mujer que sostiene la balanza, la Justicia, a la que se representa con los ojos vendados, significando que la visión externa no es nada comparada con la intuición o visión interna, que es la que nos conduce al equilibrio y a la Justicia y, consecuentemente, a la Verdad.

Libra es como un compás de espera, un período de silencio. Y, mientras el hombre ordinario entra en este signo a través de Escorpio, con lo que la balanza oscila salvajemente arriba y abajo, el hombre más avanzado, que ya tiene la conciencia crística agitándose en su corazón, entra en este sigo proviniendo de Virgo, y tiene mucho más fácil lograr el equilibrio entre materia y espíritu y entre todos los pares de opuestos.

Por eso, en este signo, aparecen como principales los problemas del sexo y el dinero. Los dos pueden conducirnos por el buen camino o por el malo, según el uso que de ellos hagamos. Por eso, el sexo puede ser un sacramento, una compensación, una recuperación del equilibrio cósmico perdido en el momento de la separación de los sexos para la producción de cuerpos y para llevar adelante la evolución humana, o puede ser un medio de degradarse hasta la animalidad inferior.

Y al dinero le ocurre lo mismo: que puede, bien usado, ser una fuente de bendiciones para los demás y para uno mismo pero, mal empleado egoístamente, puede llevarnos a la ambición, la injusticia y la crueldad más abyecta.

Así que la balanza de Libra puede oscilar desde la prevaricación hasta la justicia; desde la parcialidad hasta el discernimiento; o desde la inutilidad hasta la sabiduría.

Se le había dicho a Hércules que se tomara su tiempo para alimentarse. Y, en vez de ello, se entregó a una orgía con vino que no le pertenecía y acabó matando a quien le había invitado. Y eso, mientras se preocupaba de no matar al jabalí y llevarlo vivo ante el Maestro.

Ésos son los vaivenes de Libra, que hacen que la tentación reaparezca cuando creíamos haberla dominado definitivamente.

Los dos centauros buenos que Hércules mató, son conocidos como Quirón (el pensamiento positivo) y Folos (la fuerza física). Esta prueba nos muestra la necesidad del control de la naturaleza emocional, en cualquier forma que se presente.

Porque no se puede controlar la naturaleza del deseo por medio de la fuerza física ni sólo con el pensamiento; se puede tener éxito temporalmente, pero pronto resurge con todo su vigor inicial.

La única manera consiste en apresar al jabalí del deseo en la montaña. Es en la cima de las montañas, como sabemos, donde se dan todas las grandes revelaciones, donde la niebla del valle desaparece y llega la iluminación.

Hércules no usa la fuerza bruta para capturar al jabalí. Coloca una trampa, espera y permite que la bestia caiga por sí sola en ella, cuando el jabalí, acosado, tropieza y cae por los ventisqueros.

Entonces él aprovecha la ocasión. Porque eso es típicamente libriano. El nativo de este signo tiende a evitar el enfrentamiento directo y a ahorrar energía. Nunca fuerza las cosas, sino que actúa con suavidad y constancia.

Es característico de Libra el encontrar soluciones nuevas y hacer ver lo incongruente de las cosas. Por eso tomó al jabalí por las patas traseras y lo hizo bajar del monte sobre las delanteras. Y por eso causó la risa de todos. A veces, un detalle inusitado cambia la historia.

En este sentido se recuerda que un antiguo jefe tártaro viéndose en trance ser vencido en una batalla, hizo producir un gran incendio a espaldas de sus tropas que, sin otra posibilidad de salvar la vida, ganaron la batalla. Recordemos también a Hernán Cortés, quemando sus naves e impidiendo así el regreso a España de sus soldados que, ante el peligro de morir, no tuvieron más remedio que iniciar la conquista de México. Se cuenta igualmente de Escipión que, ante el peligro que suponían los elefantes del ejército de Aníbal y el terror que producían entre sus soldados, ordenó a sus cornetas que las hiciesen sonar todo lo fuerte que pudieran, lo más cerca posible de las orejas de aquéllos que, espantados, produjeron una matanza en las tropas enemigas. Son actitudes típicamente librianas.

Hércules, conduciendo al jabalí del modo descrito, simboliza al cuerpo siendo conducido por el espíritu, que es una característica del hombre evolucionado.

El libriano no es nunca un extremista. Sabe que hay una gradación entre el blanco y el negro, entre la verdad y al mentira, entre lo bueno y lo malo. Y está siempre calculando, reflexionando, ponderando. Sabe que los que pasan por modelos entre los hombres, tienen defectos ocultos y que los depravados tienen también aspectos positivos. Y que los humildes y los modestos pueden ser la sal de la tierra. Y que los juicios mundanos pueden ser revocados por un tribunal superior. Y que la verdad tiene multitud de caras y todas participan de ella.

Esto conduce al desarrollo del discernimiento y de la tendencia a elevarse un nivel buscando en él coincidencias entre lo que más abajo parece antagónico.

En Libra estamos suspendidos entre el cielo y la tierra. Arriba, la belleza, la perfección, la felicidad; abajo la podredumbre, la mentira, la muerte. Arriba los hermosos ideales. Abajo su olvido y su descrédito. Si descendemos, perdemos las vistas y las perspectivas de lo alto y, si nos elevamos, perdemos contacto con la realidad de aquí.

Es, por tanto, la de Libra una situación de permanente inestabilidad y duda y reflexión y maduración y, poco a poco, de síntesis, que incluye lo superior y lo inferior, lo bueno y lo malo, la materia y el espíritu y que produce la compasión.
¿Y qué efecto producen todas esas reflexiones en los librianos? En primer lugar, los atractivos de lo material disminuyen a sus ojos.

Además,  Se da cuenta de que la vida no es un fin en sí misma, porque se acaba de modo inevitable y, en cambio, el hombre se engaña a sí mismo aferrándose a la vida. No le atrae tomar parte en la lucha por la vida, pero es sensible a quienes necesitan ayuda, aunque sabe que no la agradecerán y hasta quizás le ataquen o desprecien o insulten después de recibirla.

Sabe ponderar la necesidad y la dosis de ayuda que debe prestar y su oportunidad.

Ese constante reflexionar y medir y pesar da por resultado el equilibrio. El libriano comprende que el mundo está sostenido por el equilibrio., Que todo está y ha de seguir estando equilibrado. Que lo que sobra por un sitio, falta por otro; que el bien hecho a alguien, revierte a su autor; que la Ley de Retribución es la justicia perfecta. Y que ese equilibrio no es algo estático, sino radicalmente dinámico, en continuo movimiento, desequilibrándose y reequilibrándose todo sin interrupción.

Estas conclusiones hacen que el libriano utilice la persuasión,, la cortesía y la cooperación y se sienta atraído por el trabajo en grupo y los programas que propugnan la hermandad y la fraternidad. Y, cuando ha asimilado las energías de Venus, se hace sensible a las de Urano, que están representadas por la frase: “Mira. Yo hago todas las cosas nuevas,.” Porque son vibraciones para cambiar lo viejo por lo nuevo, lo inútil y anticuado y cristalizado por lo útil y lo joven y lo ágil.

Pero ese cambio no se puede hacer desde arriba. Ha de desarrollarse en cada hombre, en la cueva de su interior y, desde allí, ir subiendo hasta cambiar la sociedad toda, expresando en ella el amor, la fraternidad, la amistad y todas las maravillas de la vida divina manifestada.

A Libra se la denomina “la puerta abierta a la consecución” y es el signo en el que se encuentra “el sendero angosto como el filo de una navaja ”, que conduce al hombre al reino del espíritu. Y al libriano se le denomina "el maestro de la tierra de nadie".

La gran Verdad no es que nosotros seamos espíritu sino que todo es Dios en manifestación; que todo es energía de diferentes categorías y que Cristo fue la perfecta expresión de la divinidad en la forma.

Él equilibraba perfectamente el espíritu y la materia. Y ése es el trabajo que todos nosotros hemos de realizar.

Tomado de: 

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