Hercules.
Herbert Oré Belsuzarri (*)
Se cuenta que el día antes de que el
rey Amfitrión regresase a su casa, tras una guerra victoriosa, Zeus, tomando la
apariencia de aquél, pasó la noche con la esposa del mismo, Alkmene. Aún estaba
amaneciendo cuando Amfitrión, llegado al hogar, hizo lo propio.
Alkmene, dio a luz, primero a Hércules
y, con una noche de diferencia, a Ificles. El primero, hijo de Dios aunque
mortal. El segundo hijo de mortales.
Queriendo Zeus conceder la inmortalidad
a su retoño, una noche ordenó a Hermes que lo sustrajese de su cuna, lo subiese
al Olimpo y, mientras su esposa Hera dormía, lo acercara a uno de sus senos
para que Hércules mamase su leche. Hércules, al notar el tibio contacto del pezón,
comenzó a chupar, pero lo hizo con tal fuerza que Hera, despertándose, lo
rechazó. Y el chorro de leche que se derramó formó la Vía Láctea.
Zeus no descuidó la educación de
Hércules y les dio por maestros a los mejores educadores. Antes de los 18 años
ya medía dos metros y medio y tenía una fuerza extraordinaria.
En el Kitairón, montaña entre Ática y
Beocia, había un león que estaba acabando con los rebaños, tanto de Amfitrión
como del rey Tespios, de Tebas. Deseando cazarlo, fue Hércules al país de
Tespios en cuyo palacio se hospedó.
Todos los días salía al alba en busca
del león y volvía, ya de noche. Cincuenta días transcurrieron así hasta que, al
fin, pudo matarlo con sus propias manos. Desde entonces adoptó la piel de aquel
león como vestimenta.
En Delfos, recibió de Apolo el nombre
de "Hércules" que lo hizo célebre, en sustitución de su nombre
anterior "Alkaides", derivado del de Alkaios, su abuelo. Y recibió
también el mandato –como penitencia por un error cometido- de ir a Tirinto y
ponerse a las órdenes del rey Euristeo durante doce años. Fue entonces cuando Euristeo
(símbolo del Maestro), por inspiración de Hera, le impuso los doce célebres
trabajos.
Los trabajos de Hércules están
vinculados a los doce signos zodiacales. En los cuatros primeros signos,
prepara su equipo y aprende a utilizarlo. En Aries, se aferra con fuerza a su
mente y busca inclinarla a su necesidad, aprendiendo el control mental. En
Tauro, “la madre de la iluminación", recibe su primer destello de esa luz
espiritual que crecerá, cada vez más brillante, a medida que se acerca a su
meta. En Géminis, no sólo aprecia los dos aspectos de su naturaleza, sino que
el aspecto inmortal empieza a acrecentarse a expensas del mortal. En Cáncer,
logra su primer contacto con ese sentimiento más universal, que es el aspecto
superior de la conciencia de la masa. Equipado, por consiguiente, con una mente
controlada, una capacidad de registrar la iluminación, una facultad para hacer
contacto con su aspecto inmortal y para reconocer intuitivamente el reino del
espíritu, está listo ahora para el trabajo mayor.
En los cuatro signos siguientes, los
signos de la lucha del plano físico por la realización, el individuo
autoconsciente se conoce a sí mismo como el individuo en Leo, el Cristo
potencial en Virgo, el aspirante esforzándose para equilibrar los pares de
opuestos en Libra, y el que vence a la ilusión en Escorpio. Estos son los
cuatro signos de crisis y de enorme esfuerzo. En ella toda la iluminación, la
intuición, y el poder del espíritu del cual Hércules, el aspirante, es capaz,
son utilizados al extremo. El espíritu logra individualidad, en Leo; se vuelve
el que alimenta las ideas y las capacidades potenciales, en Virgo; oscila
violentamente de un extremo al otro, en Libra; y está sujeto al efecto
disciplinante del mundo de la ilusión y la forma, en Escorpio.
Los últimos cuatro signos, son los de
la realización. El aspirante ha trabajado en el mundo del espejismo y de la
forma, y su conciencia está libre de sus limitaciones. Ahora puede ser el
arquero en Sagitario, yendo directamente a su meta; y puede ser la cabra en
Capricornio, escalando el monte de la Iniciación ; y puede ser el Servidor del Mundo en
Acuario, y el Salvador del Mundo en Piscis y, en estos cuatro signos finales,
demostrar los beneficios logrados y los poderes
desarrollados.
Antes de que diese comienzo a sus doce
trabajos, los dioses lo pertrecharon para ello. Minerva le dio una túnica, símbolo de la vocación; Vulcano le dio una coraza de oro,
que capacitaba al aspirante para emprender los doce trabajos y seguir adelante
sin amedrentarse. De Neptuno,
el dios de las aguas, recibió
dos caballos, la naturaleza emocional, que
representan la capacidad de ser
arrebatado, ya sea por una línea de pensamiento o por una reacción
emocional. Esta naturaleza emocional, cuando
es usada correctamente y subordinada a los propósitos de Dios,
es una de las más grandes
posesiones que el discípulo tiene. Con la ayuda de Neptuno y los rápidos
corceles, Hércules podía estar en contacto con la esfera más distante en la
cual podían ser ejecutados sus trabajos. Equipado, por lo tanto, con vocación,
energía espiritual y sensibilidad, el obsequio de una espada que vino de Mercurio,
el mensajero de los dioses, es de profunda significación, pues la espada es el símbolo de la mente que
divide en pedazos, separa y destruye. A través de su uso, Mercurio agrega a los
otros dones conferidos a Hércules, el del análisis
mental y la discriminación. Y Apolo, el mismo Dios Sol, se interesó por Hércules y le dio un arco de luz y una flecha,
simbolizando la capacidad de ir
rectamente a la meta; símbolo también de esa penetrante iluminación, que como una flecha de luz podría iluminar la oscuridad de su sendero cuando
fuera necesario.
Así equipado, Hércules permanece listo
para el gran esfuerzo. Y cuando todos los dones habían sido concedidos y él
permanecía con su divino equipo, tuvo lugar la más sorprendente reacción por su
parte: se alejó un momento, y se internó en el bosque y regresó con un garrote que había cortado. Porque, aunque todos
los presentes divinos eran
muy hermosos y magníficos, él no sabía
aún cómo usarlos y prefería abrirse camino sólo con lo que sabía y podía usar.
(*) El peruano Herbert Oré Belsuzarri es un destacado autor y escritor de temas masonicos y otros de interés general, cuyos trabajos son publicados en diferentes medios tanto en América como en Europa.
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