AMIGOS DEL BLOG

jueves, 11 de abril de 2013

LOS DOCE TRABAJOS DE HERCULES 11


Herbert Oré Belsuzarri.

Trabajo 10
Matar al can Cerbero, el guardián del Hades
Capricornio (23 Diciembre 20 Enero)

El Maestro dijo:

- Es llegada la hora de que el hijo del hombre, que es a la vez hijo de Dios, pase por el décimo Portal. Has desafiado mil peligros y mucho has logrado. Posees ya la sabiduría y la fuerza. ¿Sabrás usarlas para liberar al que sufre terriblemente en perpetua agonía?

A continuación, el Maestro tocó suavemente la frente de Hércules y, a su ojo interior se apareció la visión de un hombre encadenado a una roca, que gemía mientras un buitre le picoteaba el hígado, del que salía un reguero de sangre. Luego, la visión se esfumó.

Hércules permaneció quieto. Y el Maestro prosiguió: El encadenado es Prometeo y lleva muchos años sufriendo así. Sin embargo, no puede morir porque es inmortal. Robó el fuego del cielo y se lo dio a los hombres y por eso fue castigado. Su morada que has visto es el reino de Hades. Deberás, oh Hércules, bajar a las profundidades y liberarlo de su sufrimiento.

Además, le advirtió que debía purificarse e iniciarse en los Misterios de Eleusis.
Y el hijo del hombre que era también hijo de Dios, inició su trabajo pasando a través del décimo Portal

Mientras buscaba la entrada al Hades, encontró a dos personas atadas y acosadas por fieras. Entonces Hércules, olvidando el objetivo de su viaje, se dedico a liberarlas, cosa que logró. Luego, reanudó su camino. Descendiendo a través de los densos mundos de la materia, donde la atmósfera es casi irrespirable y sofocante y la oscuridad casi total, poniendo en juego su voluntad, buscó dentro de sí y oyó mientras erraba de un lugar a otro, la voz de la Sabiduría, Atenea, y los consejos de Hermes.

Por fin llegó a la laguna oscura y venenosa llamada Estigia, que han de cruzar las almas de los que mueren. Caronte, el barquero que las transporta a la otra orilla, exigió el pago del óbolo, pero Hércules lo amenazó con sus armas y aquél lo transportó sin cobro alguno.

Así penetró Hércules en el reino de Hades, un lugar por donde se deslizan los cascarones de los muertos.

A poco de llegar, se le apareció Medusa, de cabellos formados por serpientes sibilantes y venenosas. Hércules le arrojó su espada, pero ella desapareció.

Por fin, tras muchos pasadizos y lóbregos lugares, llegó a la sala del trono de Hades. El dios le preguntó qué buscaba un vivo en el reino de los muertos y Hércules le dijo que venía a liberar a Prometeo.

Hades se lo autorizó, pero le advirtió que tendría que enfrentarse, con sus propias manos, a Cerbero, el perro con tres cabezas, todas ellas con serpientes enroscadas en torno a ellas y cola formada también por serpientes.

Satisfecho con la autorización, Hércules siguió su camino en busca de Prometeo. De repente, Cerbero apareció y saltó sobre él gruñendo. Hércules agarró la cabeza central, donde estaba la garganta de las tres cabezas y, oprimiéndola con todas sus fuerzas, la estranguló a pesar de la feroz resistencia del monstruo.

 
Aquí valdría la pena ilustra a los lectores y oyentes sobre el hecho de que la palabra “cancerbero” como equivalente de “portero” viene, precisamente del “can” o perro “Cerbero”, que era el portero del infierno. Así se forman los idiomas que, como todos sabemos, son siempre algo vivo, mutante y creciente.

Tras ello, siguió su camino hasta que encontró a Prometeo. Hércules rompió sus cadenas y lo liberó de su tormento. Y desandando sus pasos, acompañado por Prometeo, regresó junto al Maestro. Y éste, al verlo llegar, le dijo:

- La luz brilla ahora dentro del mundo de la oscuridad. El trabajo está realizado. Descansa ahora, hijo mío.

Este signo de Capricornio es uno de los más difíciles de interpretar. Se dice que ni siquiera su símbolo se ha delineado nunca correctamente porque, de hacerse, la afluencia de fuerza que produciría no sería deseable.

Al pie de la montaña, la cabra, el materialista, busca alimento en lugares desérticos y áridos. El chivo expiatorio, algo más arriba, pace las flores del deseo cumplido, cada uno con su espina correspondiente. Y, en la cima, la cabra sagrada o unicornio ve la visión. Y entonces aparece el Iniciado.

Hay dos portales de importancia dominante: Cáncer, hacia lo que erróneamente llamamos la vida, y Capricornio, el portal hacia el reino espiritual.

Capricornio es la puerta a través de la que pasamos cuando ya no nos identificamos con la parte material de la existencia, sino que vivimos identificados con el espíritu. Eso es lo que significa ser iniciado.

Un Iniciado es una persona que no sitúa la conciencia en su mente, sus deseos, o su cuerpo físico. Los puede usar si lo desea; y lo hace para ayudar a la humanidad, pero no es ahí donde su conciencia está enfocada. Está enfocado en lo que llamamos espíritu, que es ese aspecto de nosotros mismos que está libre de forma. Es en la conciencia del espíritu donde nosotros funcionamos finalmente en Capricornio, nos conocemos a nosotros mismos como iniciados y
entramos en los dos grandes signos universales de servicio a la humanidad.

Es interesante que, en Acuario, tratemos simbólicamente con animales a granel, ya que en ese signo, Hércules tiene el trabajo de limpiar a fondo los establos de Augías, su primer trabajo como discípulo del mundo. Pero en Piscis captura, no al toro, sino a todos los bueyes, llevando a nuestra conciencia la idea de la universalidad del trabajo del mundo, de la conciencia de grupo, de la conciencia universal y del servicio universal.

Capricornio es el signo de la Iniciación, en la que los cuerpos físico, emocional y mental se postran ante el Cristo Interno en el momento de su Transfiguración.

Esto está simbolizado en el pasaje evangélico de la Transfiguración, en el que Cristo se llevó consigo “a lo alto de la montaña” a Pedro, Juan y Santiago. Y allí, ante ellos, se transfiguró y ellos pudieron verlo en toda su gloria. Pedro, la “piedra”, representa el cuerpo denso, Santiago, el cuerpo de deseos y Juan, el cuerpo mental.

Y los tres adoraron a Cristo en el momento de su Transfiguración.

Hasta ahora, todos los trabajos de Hércules han tratado sobre sus consecuciones personales. Ahora ya no. Ahora Hércules es ya libre. Es un Iniciado. Un discípulo del mundo. Ha dado vueltas y más vueltas al zodíaco.

Ha aprendido las lecciones de todos los signos y ha subido a la montaña de la Iniciación. Ha experimentado su transfiguración y puede ya trabajar en tareas que no se relacionen consigo mismo ni con su pasado como hombre.

Capricornio es un signo triste; es el signo del sufrimiento intenso y la soledad y el silencio, pues éstas son también las señales del Iniciado. La característica principal del Iniciado es, precisamente la impersonalidad.

La impersonalidad está basada en un logro de la personalidad. Se debe haber estado enormemente apegado a la personalidad para poder luego conocer el significado de la impersonalidad, pues no se llega a ser impersonal sin pasar antes por la tentación de lo personal.

La impersonalidad que debemos desarrollar es una expansión del amor personal que tenemos por un individuo, por nuestra familia, por nuestro círculo de amigos; es exactamente esa misma actitud pero hacia la humanidad y no tiene nada que ver con el sentimentalismo.

Podemos amar a toda la humanidad porque conocemos el significado del amor personal, y debemos brindar a todos el mismo amor que hemos dado a los individuos cercanos a nosotros.

La impersonalidad no es impedir la entrada ni levantar muros sino amar a todos porque somos capaces de ver a las gentes como realmente son, con sus faltas, sus fracasos, sus logros y con todo lo que hace de ellos lo que son. Ésa es la condición que se debe lograr en Capricornio.

El discípulo del mundo no sólo hace lo que hizo Hércules, bajar al infierno para vencer a Cerbero, sino que trabaja entre los hombres todo el tiempo, interesado en su prójimo, pero de modo impersonal.

Se nos relata en el mito de este signo que Hércules tenia que hacer tres cosas antes de penetrar en el infierno. Son tres cosas interesantes, así como lo es el orden en que debía hacerlas.

a)      Primero, tenía que purificarse. Hércules, el hijo de Dios, que había vencido, que había sido transfigurado, iba a bajar al infierno a trabajar, y le llegó la orden de que se purificara.

Él pensaba que era muy puro. El mito no nos dice cómo se purificó pero, seguramente, tuvo que demostrar estar libre de irritabilidad y egoísmo. Porque es una regla en ocultismo que, si no puedes vivir de modo puro en tu propio círculo, no eres de utilidad ni en el cielo ni en el infierno. ¿Y qué significa aquí “puro”? Libre de las limitaciones de la materia. Si yo soy en alguna manera prisionero aún de mi mente, que es una forma de materia sutil, no soy puro. Si tengo cualquier emoción egoísta, no soy puro. Hércules tenía que purificarse.

b) Luego, tenía que ser iniciado en los Misterios de Eleusis que, entre otras cosas, enseñaban a los iniciados a bajar a los infiernos sin peligro, y a salir de ellos, a voluntad. Quiere decir también que cada cual ha de pasar a través de su propio infierno personal, antes de que pueda pasar por el infierno universal. Se aprende la naturaleza de lo universal a través de la experiencia individual. No podemos aprender de oído.

c) Por fin, Hércules tenía que detenerse y realizar un acto de servicio antes de poder imponerse a Cerbero. Vio a dos personas atadas y siendo atacadas por las fieras. Tenía que liberarlas antes de que pudiera hacer frente a su propio problema. Siempre, para el iniciado, el servicio está primero; dejar pasar lo que ha emprendido si se necesita su ayuda. Esa es siempre la historia del iniciado, porque está basada en la conciencia de grupo.

Cerbero, el perro de tres cabezas, de espantoso ladrido, con serpientes creciendo en todo su cuerpo y con víboras por cola, era el guardián del Hades. Las tres cabezas simbolizan: el amor a las sensaciones, el deseo y las buenas intenciones no realizadas. La más importante, y de la cual dependen las otras dos, es la central, la del deseo. La importancia de la tercera cabeza está resumida en la conocida frase que dice que "El camino del infierno está pavimentado de buenas intenciones".

La cola, formada de serpientes, representa a todas las ilusiones que impiden el progreso de la vida espiritual: la materialidad, que nos oprime; la naturaleza psíquica inferior que causa gran destrucción; el miedo a lo largo de cada posible línea; el temor al fracaso, que mantiene a tantos apartados de la actividad y engendra sólo inercia, la gran falta, se nos dice, de los aspirantes y los discípulos. Por eso se nos insiste siempre en “no dejar de intentar.”

Cuando el verdadero sentido de la realidad reemplaza tanto a la ambición terrenal como a la ambición espiritual, el hombre puede decir: "Estoy perdido en la luz suprema, pero vuelvo mi espalda a la luz".

Porque así va el discípulo del mundo, el iniciado en Capricornio, por su camino, para servir a la humanidad en Acuario. En ese signo limpia los establos de Augías (del karma de toda la ignorancia y errores pasados: el Morador en el Umbral) y así se convierte en Piscis en un Salvador del Mundo. Recordemos que el último acto de Cristo en su camino a Getsemaní y al Calvario fue el de lavar los pies a sus discípulos.

Cada hombre debe recordar que el destino de la humanidad es incomparable y que depende en gran parte de su voluntad de colaborar en una tarea trascendente. Que la ley es, y siempre ha sido, luchar; y que la lucha no ha perdido nada de su violencia al ser transportada del plano material al espiritual. Que nunca debe olvidar que la chispa divina está en él, sólo en él y que él es libre de descuidarla, de matarla, o de acercarse a Dios mostrando su anhelo de trabajar con Él, y para Él.

Tomado de: 

No hay comentarios:

Publicar un comentario