“LA PALABRA PERDIDA Y EL SENDERO”
Lazaro Hael
Alegóricamente, se “dice” que la palabra perdida, es el nombre de Dios, y que éste mismo la “emitió” en el inicio de los tiempos, como una honda vibratoria hendiendo el útero cósmico y preñándolo con los elementos positivos que habrían de constituir el universo por nacer, imponiendo orden dentro de caos y engendrando movimiento como inicio de la existencia.
“La “Palabra Perdida” sintetiza esotéricamente la caída del hombre en la materia, y continua, es el verbo creador, que es él mismo, es decir su entidad verdadera, su “ego”, y ponerse en contacto con él” (2).
El alma del hombre es la palabra perdida, así lo expresa la liturgia del Gr. XVIII Príncipe Rosacruz al afirmar que tal palabra representa esotéricamente la caída del hombre en la materia. “Dios creó al hombre a su imagen” (1), la imagen es una proyección, de tal forma que el hombre vendría siendo una proyección de Dios sobre la materia primordial caótica a la cual le impone orden de acuerdo a las leyes cósmicas como parte de su propia naturaleza.
La palabra como una idea vocativa y vibratoria es el verbo “creador”, Verbo que como tal tiene implícito la acción y movimiento que transmitiéndoselo a la materia primordial inerte y caótica, genera el magnetismo con su polaridad del negativo y positivo como el principio de la dualidad que creo todo el universo manifiesto al imponer orden por medio de la atracción y repulsión entre las partículas de loa energía primordial generando cuerpos subatómicos hasta macro conjuntos estelares y dando origen a la densidad, dimensión, y profundidad en la materia como contenedor y compañera del elemento positivo y divino que es el alma.
“El todo es mente”, dice el < Kybalión >. Sí, es ésta mente cósmica quien fue el teatro donde el Gran Arquitecto del Universo trazaría los planos de la creación que iba a llevarse a cabo. El espacio conteniendo la materia primordial caótica, debió ser los arquetipos que se sucedían unos a otros en el proceso de definir la idea primordial de la formación. Las leyes como fuerzas condicionantes fijaron el círculo como límites de la creación. Y la palabra como fuerza vibratoria, fue la fuerza volitiva que dio inicio a la formación del universo a través del orden.
El espacio, materia primordial, leyes, y palabra, pueden sintetizarse en una palabra, Dios. Pues todo el evento tenía lugar en su mente. Esto nos lleva a reflexiona, y pensar que el germen o los elementos constitutivos de la consciencia ya existía desde antes de la formación en la materia primordial con que todo fue hecho.
El “ego” en psicología, se define como “yo”. Por ser la parte dinámica de nuestra mente que nos relaciona con la realidad circundante. En misticismo el “ego” es el falso “yo” que ha suplantado a la consciencia original del ser.
Se nos pide buscar la “Palabra Perdida” que es nuestro propio “yo”, pero el alma se ha identificado con el ego quien a su vez exige el reconocimiento como el “yo” original negando la existencia del “yo” espiritual; Entonces ¿Quién ha de buscar la palabra perdida o al “yo” original”... Acaso ¿Él mismo que se opone a ello?.
La personalidad del ego se va formando por los estereotipos y exigencias de la sociedad, cultura e idiosincrasia del individuo. Entonces podríamos concluir que existe una mente donde una pequeña parte de ella, que es el “ego” ha tomado el mando y control del hombre… y el alma se ha identificado con ella.
La palabra perdida o el ser perdido y el buscador que en apariencia son dos, en realidad solo son una sola “cosa” y Quien busca la palabra perdida es el mismo que dificulta encontrarla. El ego en su deseo de importancia y perfección se encamina hacia el alma que en el proceso va despertando de su letargo absorbiendo cada vez más al ego.
“En el principio era el verbo, y el verbo era con Dios, y el verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres, La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella” (1)
¿Se Debe entender que el verbo o la palabra perdida que dio origen al universo, era Cristo, el cual, era con Dios antes de la creación del universo, y era Dios por ser parte de la esencia y naturaleza del Dios Único?... ¿Estamos hablando de la materia o esencia primigenia con que todo fue hecho? o ¿De la consciencia que ya venía implícita en la materia primordial?... ¿Consciencia? ¿Lucifer el portador de la luz?..“In splendóribus sanctórum, ex útero ante lucíferum génui te” (3).
“El Místico debe encontrar la palabra perdida, el verbo creador, que es él mismo. Es decir su entidad verdadera”… Su propia alma que simbólicamente es la Rosa con sus 22 pétalos en medio de la Cruz. El Cristo clavado en el madero Cruciforme del cuerpo material de todo ser humano.
El pelicano otro símbolo Crístico del alma. Es una Ave marina que se adentra en lo profundo del mar de la materia, para alimentarse con su producto de experiencias, enriqueciendo su propia sangre, que al desgarrarse el pecho, alimenta con ella a sus siete polluelos, Las siete iglesias, Los siete chakras, Los siete Sephiroth del universo manifiesto… Entonces la palabra perdida no es el “ego”, sino el alma de todo ser humano que confundida por el velo de la materia cree ser el ego, pero que aún así, prevalece como una entidad única como una pequeña llama en medio de la oscuridad de la materia.
“La palabra perdida o el verbo creador, somos nosotros mismos, nuestra entidad verdadera, y para encontrar esa palabra, necesario es ponernos en contacto, recogerse, reconcentrarse en el santuario de nuestro fuero interno. Debemos practicar diariamente para iniciarnos en las practicas psíquicas que, un día nos conducirán al fin deseado” (2).
Para lograr lo anterior, debemos iniciar por observarnos y descubrirnos a nosotros mismos. Distinguir entre nuestros deseos y lo que realmente queremos. El hombre es consciente de la presencia de sus deseos, pero no de su origen. Navegamos en medio de un mar embravecido por fuertes corrientes que emergen desde el inconsciente impulsados por la fuerza de nuestras pulsiones básicas… A la mente como a nuestras fuerzas instintivas no debemos amordazarlas, sino educarlas y ser “sanamente” congruentes entre nuestra realidad física y nuestros valores morales y espirituales.
La palabra perdida, es nuestro propio “yo” que se ha extraviado en los bosques de la ilusión de Maya. Es el alma que se ha confundido con el “ego” y ha perdido temporalmente su identidad original. Encontrarla no es posible hacerlo por medio de palabras, ni tampoco por esfuerzo ajeno a nosotros mismos.
La meditación es un sendero interior que el meditante debe recorrer como una plegaria silenciosa y viviente que se eleva hasta la parte más espiritual y divina de él mismo que a la vez lo trasciende hacia el cósmico.
El meditante debe tener siempre ubicado el puerto de donde ha partido, conocer en donde se encuentra actualmente, y saber hacia dónde pretende llegar.
El sendero interior que conduce al alma, es el mismo que conduce a nuestro propio dios personal y nos acerca al Dios único del universo. El alma forma parte de la naturaleza de Dios y es la fuerza vibratoria que transmite movimiento de vida, y luz de consciencia en el hombre.
Cualquier evento o acto que se dé en cualquier parte del cosmos, afecta en distinto grado y manifestación el resto del universo, de igual modo, La evolución del hombre no puede quedarse en él mismo, sino que se extiende a través de la mente universal hacia los dioses o fuerzas que nos crearon y aún más allá de nuestro entendimiento.
Dioses y Universo están comprometidos en un proyecto llamado “HUMANIDAD”, El hombre es su creación y lo cuidan afanosamente como su hijo que es, esperando recibir los frutos de su inversión en la vuelta de retorno… La multiplicidad es aparente, el uno es el todo.
La divinidad es perfección, El hombre no es divino porque es imperfecto, pero es perfectible.
“Corpus et Sanguis Dómini nostri Iesu Christi custódiat ánimam meam in vitam aeternam” (4)
Pax Vobiscum.
Lázaharo Hael,’,
Nota:
El presente, son, reflexiones y meditaciones personales, no necesariamente representan la opinión de la orden.
No escribo para todos, sin embargo, todos son invitados a leer.
Glosario:
1) La Biblia Reina Valera.- Jn 1:1 A diferencia de los otros evangelios que comienzan con el Jesús histórico, Juan comienza con el Cristo cósmico, a quien designa con el término griego Verbo (Logos, Palabra).
2) Preguntas y Respuestas de los Grs. 15º al 18º.- Supremo Consejo de México del R,’, E,’, A,’, L,’, A,’,
3) In splendóribus sanctórum, ex útero ante lucíferum génui te.- Entre resplandores de santidad, antes del lucero de la mañana, de mis entrañas te engendré.
4) Corpus et Sanguis Dómini nostri Iesu Christi custódiat ánimam meam in vitam aeternam.- El cuerpo y la sangre de nuestro señor JesúsCristo guarde mi alma para la vida eterna.
Palabra perdida.- Debiera decirse “palabras perdidas” y secretos perdidos, en general, porque aquello que se ha llamado “Palabra” perdida, no es palabra en manera alguna, como en el caso del Nombre inefable. (Véase esta palabra). El Grado del Arco Real de la masonería ha estado en “busca de ella” desde que se fundó. Pero los “muertos”, especialmente los matados, no hablan; y aun cuando “el Hijo de la Viuda” volviese a la vida “materializada”, difícilmente podría revelar lo que jamás existió en la forma en que ahora se enseña. El Shemhamphorash (el nombre separado, mediante cuyo poder Jeshu Ben Pandira, segun dicen sus detractores, obró sus milagros después de haberlo robado del Templo), sea derivado o no de la “substancia existente por sí misma” del Tetragrammaton, jamás puede substituir el Logos perdido de la magia divina. [Siglos depués de nuestra era, los iniciados de los templos interiores y los mathams (comunidades monásticas) elegían un consejo superior presidido por un todopoderoso Brahmâtmâ, jefe supremo de todos estos mahâtmâs, único guardián de la mística fórmula y el único que podía explicar la significación de la sagrada palabra AUM y la de todos los ritos y símbolos religiosos. Pero existía y existe aun hoy día una Palabra que supera mucho al misterioso monosílabo y que hace casi igual a Brahma a aquel que está en posesión de su clave. Los Brahmâtmâs son los únicos que poseen esta clave, y sabemos que en el Sur de la India hay actualmente dos grandes Iniciados que la poseen, y sólo pueden transmitirla en la hora de la muerte, porque es la “Palabra perdida”. Ningun tormento, ningun poder humano podrían obligar a ningun brahmán que la conozca, a revelar un secreto que tan bien guardado está en el Tibet. (Doctr. Secr., III, 411-412). Con mucha razón decía el vidente Swedenborg: “Busca la Palabra perdida entre los Hierofantes de la Tartaria, de la China y del Tibet”.] (G.T. H.P.B.)
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