APUNTES SOBRE EL TRABAJO V
LA EDAD MEDIA
No existe un acuerdo unánime sobre lo que debe considerarse como principio de la Edad Media.
En general se considera que a partir del siglo V surgen las condiciones particulares del sistema medieval cuyas tres etapas principales no habrán de tener la misma duración en todas partes.
La temprana Edad Media corresponde a un periodo de economía cerrada. Se produce un decaimiento de la vida urbana en beneficio de un incremento de la actividad campesina. El comercio exterior se esconde ante las amenazas árabes. Sobreviene una economía rural y doméstica.
Después del siglo X que aparecen las asociaciones de mercaderes y artesanos. Lo más característico de estos grupos es ante todo la fusión de intereses, la comunidad de los esfuerzos y la estrecha alianza del trabajo.
Una característica permanente de todos los oficios es la vinculación del aprendiz. Éste si es capaz, se puede transformar en compañero habiendo adquirido el maestrazgo y puede asumir la condición de obrero especializado. El grado máximo del maestro exigía la realización de una obra maestra, un verdadero examen profesional ante un tribunal integrado por maestros que solía culminar. Las corporaciones tenían una cuidadosa administración y debían tener una calidad moral. Los maestros eran los jefes del oficio pero los jefes efectivos eran los funcionarios y jurados. Variaban su número con los oficios diferentes
Un tema fundamental en la regulación medieval del trabajo está constituido por el tránsito de la esclavitud, que desaparece con Roma aunque se mantuvo por varios siglos más, particularmente en América y aún en el siglo XX, hacia la servidumbre.
En el pacto de servidumbre el campesino se comprometía a trabajar las tierras del señor, gratuitamente, recibiendo a cambio protección del castillo. Otras prestaciones del servidor, como el reconocimiento del derecho de pernada, contribuyó también a la emancipación de los campesinos que huían a las ciudades para evitar ser siervos.
El descubrimiento de una energía nueva, diferente de la humana, de la animal o del aire o del agua, la energía del vapor gracias al ingenio de James Watt (1736-1819) produjo la transformación rotunda de las relaciones de producción. A partir de este momento los gremios cedieron frente a la presencia de las empresas que, además, superaron el problema de la iluminación y, por lo tanto, de las restricciones a la duración de la jornada, con el uso del gas de carbón.
El antiguo taller familiar cedió frente a la gran fábrica que acumulaba trabajadores en condiciones infrahumanas. Pero al mismo tiempo las ideas que dieron origen a la Revolución francesa, operaban ya en el ánimo de todos y la libertad se consideró el vapor supremo del hombre. Siendo el gremio, en general, atentatorio de esa libertad ya que vinculaba al hombre de por vida al oficio, por regla general, la supresión formal de los gremios no tardó en producirse.
En primer lugar aparece la prohibición consagrada en el edicto Turgot puesto en vigor por decisión real ante el Parlamento, el 12 de marzo de 1776, que en realidad fue una decisión que apoyaba la libertad de ejercicio del comercio, artes y oficios que a cada quien le pareciere adecuado.
En segundo término la ley Le Chapelier, de 14-17 de junio de 1791, que vuelve sobre lo mismo y prohíbe las corporaciones de oficios.
En su final, después de una vida tan prolongada, el sistema gremial se vio en medio de dos fuegos: el de la revolución tecnológica y el de la revolución política. Pero seguramente la primera fue de mucha mayor influencia en el resultado. Lo que sigue después no ha sido precisamente mejor.
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