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lunes, 27 de agosto de 2018

EN EL PAÍS DEL SOL NACIENTE

EN EL PAÍS DEL SOL NACIENTE
Andrew Thomas

Garcilaso de la Vega nos ha transmitido la historia de los incas. El Sol, antepasado de la Humanidad, tuvo piedad de los hombres y envió a Manco Capac y Mama Ocllo para enseñarles el arte de hilar y tejer. Los habitantes del Perú acogieron a los hijos del Sol y pusieron los cimientos de la ciudad de Cuzco. Según otra leyenda, llegaron del Este hombres blancos y barbudos que aportaron a los indígenas los beneficios de la civilización.

En 1952, B. E. Gilbey y M. Lubran realizaron análisis sanguíneos de los tejidos de cinco momias de reyes incas conservadas en el Museo Británico. Sus resultados fueron presentados en un informe sometido al Real Instituto Antropológico.

En la sangre de tres de esas cinco momias había rastros del grupo «A», absolutamente desconocido entre los indios de América. Ninguno era «Rh» negativo, pero uno de ellos contenía sustancia «D» y «c», con ausencia de «C» y de «E», combinación muy rara entre los indios. Había luego otra momia real inca que poseía las sustancias «C», «E» y «c», con ausencia de «D», tipo de sangre verdaderamente único, sin par en nuestra Tierra. Estos sorprendentes hechos nos demuestran que los reyes incas no podían pertenecer a la población indígena de América del Sur. 

Es de notar también que los conquistadores españoles oyeron a los cortesanos incas usar un lenguaje secreto, incomprensible para sus subditos.

Una tradición del mismo tipo se conserva en México, Guatemala y Yucatán, donde Quetzalcoatl, Kukumatz o Kukulkán es designado como hombre-dios. Era un hombre blanco, pelirrojo y barbudo. Tenía sobre los hombros una larga túnica de tela negra y mangas cortas. A continuación de Quetzalcoatl llegaron los toltecas, hábiles artesanos, constructores, escultores y agricultores.

La Serpiente emplumada, o Quetzalcoatl había llegado de un país situado al Este; con él, México entró en una Era de progreso y de gran prosperidad. En una de las versiones existe un interesante detalle referente a su llegada: aterrizó en una extraña nave alada en el lugar en que actualmente se encuentra Veracruz (28). El Codex Vindobonensis le representa descendiendo a tierra tras haber salido de un agujero en el cielo.

Cuando la misión de este apóstol de la civilización fue interrumpida por sus enemigos, regresó a la costa y partió en una balsa de serpientes hacia el país de Tlapallán. Otra leyenda cuenta cómo este mensajero se arrojó a una pira funeraria. Sus cenizas se elevaron al cielo y se transformaron en pájaro, mientras que su corazón se convirtió en el planeta Venus. Quetzalcoatl resucitó y subió al cielo como un dios. ¿Era su nave alada un ingenio espacial, y la pira funeraria su rampa de lanzamiento?

Civilizador, arquitecto, agricultor y jefe religioso, Quetzalcoatl ha dejado una huella indeleble en la historia de México, y todavía hoy es venerado en ese país.

Según Pedro de Cieza de León, Viracocha, figura legendaria de los incas, era un hombre blanco, de elevada estatura, llegado del país de la aurora. Inculcó la nobleza en los corazones de los incas y les reveló los secretos de la civilización. Una vez cumplida su misión, desapareció en el mar. El nombre de Viracocha significa «la espuma del mar». 

La actitud de los indios con respecto a la leyenda del semidiós blanco se manifiesta aún hoy en el hecho de que estos hombres del Perú saludan a un extranjero blanco que les es simpático llamándole «Viracocha».

Existe una indudable analogía entre las leyendas americanas de Quetzalcoatl y Viracocha y la tradición babilonia de Oanes, el hombre-pez, aunque sus países de origen se hallen tan distanciados el uno del otro. La mitología de numerosas razas abunda en historias referentes a dioses que vivieron en otro tiempo sobre la Tierra; productos de la fantasía, algunos de estos mitos deben, indiscutiblemente, de evocar acontecimientos históricos reales.

Se atribuye a estos apóstoles de la civilización, descendidos del cielo o surgidos del mar, el haber aportado a las tribus primitivas una cultura completa. Pero, ¿quiénes eran esos fundadores de las dinastías solares? Puede verse en ellos a los últimos atlantes escapados del gran Diluvio en aviones o naves del espacio, como afirma el canto épico de Gilgamés.

El sabio inglés W. J. Perry se hallaba convencido de que la Era de los dioses estaba ligada a los Hijos del Sol.

«Parece, pues, imponerse la conclusión de que los diversos grupos de Hijos del Sol dispersos a través del mundo provienen de la misma raza primordial (33).»

¿No sería esta raza la de los legendarios atlantes?

En Oriente, y sobre todo en la India, el visitante extranjero es considerado como una persona sagrada porque, según las creencias locales, los dioses hicieron en otro tiempo su aparición en forma de seres humanos. A fin de asegurarse los favores de estos visitantes que podrían venir de los cielos, los hindúes les otorgan hasta nuestros días su veneración y su más amplia hospitalidad, aun cuando tengan ante sí a un simple ser humano. La tradición se remonta a muchos milenios de antigüedad, a una época en que los dioses transitaban sobre la Tierra.

A mí me tocó en la India vivir un momento de confusión cuando, adornado con guirnaldas tropicales, vi cómo hombres y mujeres se prosternaban a mis pies para rendir homenaje a un «dios visitante».

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