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miércoles, 18 de noviembre de 2015

LA ASTRONOMIA MAYA (I)

LA ASTRONOMIA MAYA (I)
Alexandra Rodriguez Romero.

Astronomía Maya compone el conjunto de estudios sobre los astros que realizaron los mayas y que hoy siguen sorprendiendo a los científicos. Su obsesión por el movimiento de los cuerpos celestes se basaba en la concepción cíclica de la historia, y la astronomía fue la herramienta que utilizaron para conocer la influencia de los astros sobre el mundo. 

Los mayas eran un grupo de pueblos indígenas mesoamericanos perteneciente a la familia lingüística maya o mayense, que tradicionalmente han habitado en los estados mexicanos de Yucatán, Campeche, Tabasco y Chiapas, en la mayor parte de Guatemala y en regiones de Belice y Honduras.

LOS DIOSES MAYAS

Los dioses mayas se distinguen por su naturaleza antropomorfa, fitomorfa, zoomorfa y astral. La figura más importante del panteón maya es Itzamná, dios creador, señor del fuego y del corazón. Representa la muerte y el renacimiento de la vida en la naturaleza. Itzamná se vincula con el dios Sol, Kinich Ahau, y con la diosa Luna, Ixchel, representada como una vieja mujer endemoniada. Algunos investigadores opinan que su nombre deriva de las palabras con que supuestamente se definió ante los hombres: "Itz en Caan, itz en muyal" ("Soy el rocío del cielo, soy el rocío de las nubes"). Pero también parece que significa "casa de la Iguana" y, conforme a esta idea, habría cuatro Itzamnás, correspondientes a las cuatro direcciones del universo. Itzamná, en la mitología maya, es la divinidad más importante, el señor de los cielos, del día y de la noche. Suele aparecer como un dios cuádruple, característica mágica que también se ve en la cábala judía y el tetragrámaton, las cuatro letras de dios y el valor mágico del número cuatro. Los itzamnás abarcan el Universo y, como en otras culturas mesoamericanas, están relacionados con los cuatro puntos cardinales y sus colores: Este, rojo; Norte, blanco; Oeste, negro; Sur, amarillo. Se le identifica unas veces con el dios creador Hunab Ku y otras con el dios Sol, Kinich Ahau. Se manifestaba como mujer bajo el nombre de Ixchel, diosa de la Luna y de las artes femeninas. Su imagen es la de una vieja desdentada, con los pómulos hundidos y la nariz grande. A su carácter divino, debe agregarse su condición de héroe cultural, inventor de la escritura y de los libros y protector de la medicina. Cuatro genios o divinidades, los Bacabs, por otra parte, aparecen como sostenedores del cielo, los identificados con los cuatro puntos cardinales, un árbol (la ceiba sagrada) y un ave. Según la versión de ciertos pueblos mayas, sería hijo de Hunab Ku, ser supremo y todopoderoso.

Chac, que se destacaba por su larga nariz, es el dios de la lluvia y suele aparecer multiplicado en chacs, divinidades que producen la lluvia vaciando sus calabazas y arrojando hachas de piedra. Las uo (ranas) son sus acompañantes y actúan como anunciadoras de la lluvia. Ligado con la vegetación y con un alimento primordial entre los mayas y otras culturas precolombinas es el joven dios del maíz, Ah Mun, en frecuente lidia con el dios de la muerte, Ah Puch, señor del noveno infierno. Otras divinidades asociadas con las tinieblas y la muerte son Ek Chuah, dios negro de la guerra, de los mercaderes y de las plantaciones de cacao. Sobresale también Ixtab, diosa de los suicidios.

La similitud y los contactos entre la cultura maya y la azteca explican la aparición entre los mayas de la Serpiente Emplumada (Quetzalcóatl), que recibe el nombre de Kukulcán en Yucatán y de Gucumatz en las tierras altas de Guatemala.

El dios Jaguar se considera señor de la noche estrellada, aunque en realidad reina al mismo tiempo en el cielo, en la tierra y en el mundo subterráneo de las sombras. Bajo distintos nombres (onza, ocelote, yaguareté) aparece en distintas mitologías de África y América, como en la tupí-guaraní, en una de cuyas leyendas se cuenta que "Jaguar reventó el vientre de Sol, lo comió, le royó los huesos" o, según otra versión, que tiene una piel de color azul celeste y está esperando la orden divina para devorar a la humanidad.

COSMOLOGÍA Y PALINGENESIA

Los mayas creían que había trece cielos dispuestos en capas sobre la tierra y que eran regidos por sendos dioses llamados Oxlahuntiku. La tierra se apoyaba en la cola de un enorme cocodrilo o de un reptil monstruoso que flotaba en el océano. Existían nueve mundos subterráneos, también dispuestos en capas, y regidos por sendos dioses, los Bolontiku, que gobernaban en interminable sucesión sobre un "ciclo" o "semana" de nueve noches. El tiempo era considerado una serie de ciclos sin principio ni fin, interrumpidos por cataclismos o catástrofes que significaban el retorno al caos primordial. Pero nunca se acabaría el mundo porque creían en la palingenesia, la regeneración cíclica del universo. Los libros del Chilam Balam exponen predicciones acerca de esos ciclos de destrucción y renacimiento, como la que relata la sublevación de los nueve dioses contra los trece dioses celestiales, el robo de la gran Serpiente, el derrumbe del firmamento y el hundimiento de la tierra. También en el Chilam Balam se dice que en 1541 llegaron los dzules, los extranjeros. Hasta ese momento estaba medido "el tiempo de la bondad del sol, de la celosía que forman las estrellas, desde donde los dioses nos contemplan", pero llegaron los dzules y lo deshicieron todo. "Enseñaron el temor, marchitaron las flores, chuparon hasta matar la flor de los otros porque viviese la suya": habían venido "a castrar al Sol". Según los mayas lacandones, cuando se acabe el mundo los dioses decapitarán a todos los solteros, los colgarán por los talones y juntarán su sangre en vasijas para pintar su casa. Después reconstruirán la ciudad de Yaxchilán, donde se habrán refugiado los lacandones. Según otra versión, los jaguares de Cizín, dios del inframundo, se comerán al Sol y la Luna.

Congreso de astrónomos

Copán fue uno de los centros mayas que más contribuyó al desarrollo de la astronomía; allí se celebraron varios congresos de astrónomos. El altar Q (en la fotografía), en el que aparecen 16 astrónomos —cuatro en cada cara lateral—, fue erigido en conmemoración de uno de estos congresos.

Richard A. Cooke III/Corbis Media

http://www.danielmarin.es/hdc/astronomiamaya.htm


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