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jueves, 14 de marzo de 2013

El PODEROSO EFECTO PALABRA PERDIDA


A lo largo del tiempo, han aparecido palabras que según sus poseedores son la verdadera palabra perdida, muchos afirman la palabra tiene poderes increíbles; y poder con esa palabra hacer u obrar milagros. Eso es muy común en el mundo esotérico, de que alguien presuma la conoce y la sabe utilizar, y dicho saber lo guardan como un saber secreto y exclusivo. Nos podemos perder en un laberinto en la búsqueda de la palabra perdida, sin llegar a nada concreto, o incluso saberla sin poder utilizarla.

La trama masónica cuando a Hiram Abiff  le pretendían arrancar la palabra de maestro masón, nos da a entender  a qué precio estaba valuada esa palabra, que eran capaces de asesinarle para obtenerla, con esto la palabra se pierde con él, y la que nos llega es una palabra sustituta, de ahí que le llamen la Palabra Pérdida.

La Palabra Perdida es la clave olvidada de la Francmasonería- La Masonería resalta una extraña pero seductora Leyenda, relacionada profundamente con un insólito homicidio; el  homicidio del Maestre de Obras Hiram Abiff, encargado por el mismo Rey Salomón para la Construcción del Primer Templo dedicado a Jehová en Jerusalén, todo parecería normal a simple vista, pero este relato novelesco ha influenciado a hombres y mujeres, que han cambiado el destino del mundo entero, y capaz es esta historia de crear un Nuevo Orden Mundial, hablo de personajes claves que cambiarán el destino de Naciones, impulsaran respetables instituciones científicas, o en su caso modificaran el boceto nacional de muchas patrias, derrocando monarcas, incluso deponiendo el andamiaje de un decadente y viejo orden mundial, inclusive desafiando con esto al mismo Vaticano.

La masonería lleva cientos de años usando claves ocultas de influencia subliminal. Muchos han argumentado que las claves se podían encontrar en nuestras tres primeras liturgias o ceremoniales masónicos, como el Rito Escocés Antiguo y Aceptado.

Esa palabra que los compañeros masones querían arrancar de la boca del mismo Maestre Hiram Abiff, palabra que les otorgaría grandes poderes, estos malvados incluso llegaron, para obtenerla, el atentar contra la vida del Gran Maestre de Obras del Templo de Salomón y así asesinar al mismo Hiram Abiff si el secreto no les fuera revelados por él; a ese precio estaba valuada la palabra mágica que poseía ese Maestro de Obras.

¿Valía la pena incluso asesinarlo para obtener esta palabra y estas claves secretas? Pero suponiendo, que no se encuentran ni en las liturgias ni en los ritos masónicos estas claves, ¿dónde se encuentran? Al ser exaltado al sublime grado de maestro de obras masón, se aborda la historia de Hiram y su asesinato a manos de sus mismos subalternos albañiles – La Historia es: Cuando la construcción del templo de Salomón llegaba a su culminación , tres compañeros albañiles (lo que equivaldría a un bando medio dentro del gremio), un punto inferior en jerarquía superior de operarios de la construcción; que desearon conocer el secreto de los maestros arquitectos albañiles, y así operar en un grado superior dentro del gremio de albañiles, por lo que decidieron abordar a Hiram Abiff. Un primer compañero albañil se apostó en la puerta del Medio día del templo y, al salir Hiram del recinto, le hizo su demanda. 

Ante la negativa de Hiram a revelar el secreto de la palabra mágica, el primer compañero le asestó un golpe en la nuca con una regla o compás. Entonces, Hiram Abiff intentó huir a través de la puerta de Occidente, pero allí le esperaba el segundo compañero, que tras intentar conseguir el secreto y obtener de nuevo una negativa golpeó fuertemente a Hiram en el pecho con una escuadra de hierro. Finalmente, al tratar Hiram de huir atravesando la puerta de Oriente, se encontró con el tercer compañero albañil, quien ante la resistencia del maestro de arquitectos a revelar el secreto de la palabra mágica le propinó un gran golpe en la frente con un martillo y le causó la muerte.

Los asesinos enterraron el cadáver de Hiram Abiff lejos de 
Jerusalén, justo del monte Moria, -El rey Salomón, al echar de menos a 
Hiram, ordenó que nueve maestros lo buscaran. Al llegar éstos a un lugar alejado de Jerusalén y habiéndose echado a descansar en un pequeño cerro, notaron que la tierra estaba removida. Entonces, cavaron en aquel lugar y descubrieron allí el cadáver de Hiram. Volvieron a enterrar al maestro masón y, para poder reconocer el lugar, plantaron encima una rama de acacia.

Más tarde, Salomón hizo trasladar el cuerpo ya putrefacto de Hiram Abiff a Jerusalén. Esa extraña historia sobre el asesinato no aparece en el relato Bíblico ¡extraño!... ¿No les parece? La casa que el rey Salomón edificó a Jehová (ese extraño Dios Antropomórfico judío) tenía sesenta codos de largo, veinte de ancho y treinta de alto. Ante el templo, se erigía un pórtico de veinte codos de largo.

Existe un texto masónico secreto que contiene detalles sobre la construcción del edificio y de sus ornamentaciones del Templo donde menciona que Salomón mandó construir una bóveda subterránea en la parte más profunda del templo una bóveda sagrada, a la que únicamente podía accederse descendiendo una escalera de veinticuatro peldaños, dividida en tramos de tres, cinco, siete y nueve, cuya ubicación sólo era conocida por el rey y por los maestros que habían trabajado en ella.
 
En esa bóveda, construida a escala del gran templo que estaba sobre ella, el rey Salomón hizo colocar un pedestal triangular donde mandó grabar los diversos signos secretos. En ese lugar secreto, se dio sepultura finalmente a Hiram Abiff, y junto a él se guardó el mayor tesoro que hombre alguno pueda imaginar. 

Un tesoro más valioso y portentoso que todo el oro que utilizó Salomón para cubrir las paredes de su templo, eran esas joyas traídas por el mismo Moisés de Egipto. El tesoro de los tesoros, que primero los babilonios luego los romanos buscaron sin éxito al destruir el templo Toda esta historia no puede ser una simple leyenda, al menos no para un masón. Nosotros los masones actuales creemos que fue en la parte más oculta del templo, justo abajo del sancta sanctórum, donde se ocultaron algunos símbolos. La clave de la búsqueda está en la palabra perdida. Esa palabra conduce al lugar donde se encuentra realmente la tumba de Hiram Abiff en el monte Sion y emprender la búsqueda de la palabra perdida que conduce a la tumba y al tesoro de Hiram Abiff. La palabra que hoy utilizamos los francmasones en el tercer grado, no es la original, está fue sustituida por M:.B:. debido a que el Rey Salomón pensó que posiblemente a último momento pudieron los asesinos haberla escuchado en el último aliento del Maestre Hiram La Palabra Perdida es la clave simbólica de la francmasonería.

Se refiere, en efecto , a los secretos que poseía el Maestre Hiram Abiff, que se perdieron cuando fue asesinado, según sabemos por la «Historia Tradicional Masónica » recitada en el Sublime ritual del Tercer Grado; desde entonces los compañeros del Maestre, al frente de toda la Masonería, siguen buscando esos sagrados secretos, simbolizados en la Palabra Perdida, a la que por orden del propio Salomón se sustituyeron por otras palabras provisionales y signos «aleatorios» que surgieron durante la exhumación del cadáver. La mejor y más atractiva explicación sobre el simbolismo de la Palabra Perdida se identifica con el verdadero nombre de Dios (El Gran Arquitecto del Universo), que se perdió; en la más remota antigüedad, tras la dispersión de la Torre de Babel y con el asesinato del Maestre Hiram Abiff, pero que Moisés sustrajo de las escuelas misteriosas de Egipto.

«Los compañeros asesinos de Hiram interpretando mal el relato de la del Verbo o Palabra en una fábula, asesinaron al Constructor y suspendió las obras del Templo espiritual». Aquella Palabra primordial se vincula como los orígenes de la Masonería a la primitiva religión de los egipcios: «Los Misterios del Egipto no son sino restos de la antigua tradición universal milenaria» como un rechazo a los nuevos dioses helénicos. 

Así toda la historia legendaria de la Masonería, desde los misterios 
egipcios a las aportaciones de los templarios, es una búsqueda de la Palabra Perdida. V.:M:.- Q:.H:. 2° Vig:. ¿de dónde venís? 2° Vig:. - Del Or:. V:.M:. - H:. 1er Vig:. ¿hacia dónde andáis? 1er Vig:.- Al igual que el Sol, hacia Occ:. V:.M:.- H:.2° Vig:. ¿Por qué andáis de Or:. A Occ:.? 2° Vig:. – Para buscar lo que se ha perdido, y que esperamos recuperar por medio de vuestras instrucciones y de nuestros esfuerzos. V:.M:. – Q:.H:.1er Vig:. ¿Qué es lo que se perdió? 1er Vig.: - El genuino Secreto Masónico.

Existe un texto masónico secreto que contiene detalles sobre la construcción del edificio y de sus ornamentaciones del Templo donde menciona que Salomón mandó construir una bóveda subterránea en la parte más profunda del templo una bóveda sagrada, a la que únicamente podía accederse descendiendo una escalera de veinticuatro peldaños, dividida en tramos de tres, cinco, siete y nueve, cuya ubicación sólo era conocida por el rey y por los maestros que habían trabajado en ella. En esa bóveda, construida a escala del gran templo que estaba sobre ella, el rey Salomón hizo colocar un pedestal triangular donde mandó grabar los diversos signos secretos. 

En ese lugar secreto, se dio sepultura finalmente a Hiram Abiff, y junto a él se guardó el mayor tesoro que hombre alguno pueda imaginar. Un tesoro más brillante y poderoso que todo el oro que utilizó Salomón para cubrir las paredes de su templo. El tesoro de los tesoros, que primero los Babilonios luego los Romanos buscaron sin éxito al destruir el templo Toda esta historia no puede ser una simple leyenda, al menos no para un masón Nosotros los masones actuales creemos que fue en la parte más oculta del templo, justo abajo del sancta sanctórum, donde se ocultaron algunos símbolos. La clave de la búsqueda está en la palabra perdida. Esa palabra conduce al lugar donde se encuentra realmente la tumba de Hiram Abiff y emprender la búsqueda de la palabra perdida que conduce a la tumba y al tesoro de Hiram Abiff. 

En cierta ocasión un masón me comentaba saber la Palabra Perdida, 
porque había estado en la Orden Rosacruz, y que la usaba para ciertos fines, que a mi parecer eran muy infantiles esos fines, luego en una conversación con una hermana francmasona, me comenta que dicho hermano había abandonado la Orden Masónica, porque nadie de nosotros los masones lo tomábamos en cuanta cuando hacia sus comentarios, nadie asistía a sus conferencias, bueno pensé: Sencillamente no tenía el Poder de Convocatoria, tan necesaria en la Orden Masónica. La hermana francmasona sostenía que le daba la razón en sus quejas, y que juntos argumentaban que en la masonería no había masones que comprendieran lo suficiente de esoterismo, yo no conteste nada, simplemente permanecí callado, por respeto a la hermana masona. 

Vicente Alcoseri

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