Evangelios apócrifos: La túnica mágica de Poncio Pilatos
por Alan Brain
Fragmento de “Cristo ante Pilatos” de Munkácsy.
Poncio Pilatos, aquel que se lavó las manos en la muerte de Jesús pero que terminó condenándolo a la crucifixión es, al igual que su víctima, casi un desconocido de la historia. Se sabe muy poco sobre su vida especialmente sobre sus últimos días que, según algunos evangelios apócrifos, no fueron muy felices.
Casi nadie conoce la increíble historia de la túnica mágica que Pilatos usó para manipular al emperador Tiberio y evitar la muerte. El evangelio apócrifo llamado “El evangelio de la muerte de Pilatos” nos narra el pintoresco episodio. Aunque la autoría del evangelio no se le atribuye a nadie en especial y su extensión es muy breve, su contenido merece una revisión porque nos presenta a un Pilatos sinvergüenza y timador que se vale de una túnica mágica para protegerse de la furia del emperador Tiberio.
Veamos que nos dice este evangelio.
Evangelio de Pilatos I,1, “Estando Tiberio César, emperador de los romanos, afectado de una grave dolencia y oyendo que había en Jerusalén un médico llamado Jesús, que curaba todas las enfermedades con su palabra, y no sabiendo que Pilatos y los judíos lo habían hecho perecer, dio esta orden a uno de los empleados de su casa, llamado Volusiano: Ve al otro lado del mar todo lo más pronto que puedas, y di a Pilatos, mi servidor y amigo, que me envíe aquí ese médico, para que me devuelva mi antigua salud”.
¿El disoluto y paranoico emperador Tiberio buscando al médico Jesús?
Prefiero no pensar en lo que hubiera sucedido si Jesúcristo visitaba el palacio de Tiberio donde sucedía de todo. Podemos imaginarnos las terribles parábolas que habría inventado Jesús condenando las orgias del degenerado emperador Tiberio.
Volusiano encontró a Pilatos y le contó que el emperador Tiberio estaba enfermo y necesitaba al famoso medico Jesús. para que lo curase. ¿Cuál habrá sido la cara de Pilatos cuando escuchó que su emperador había mandado llamar al hombre que él había condenado lavándose las manos?
“Pilatos lavándose las manos en señal de inocencia”, Jan Lievens.
Evangelio de Pilatos I,4, “Y Pilatos, al oirlo, quedó amedrentado, porque había hecho morir a Jesús, conforme al deseo de los judíos, y respondió al emisario, diciéndole: Ese hombre era un malhechor y un sediciosos que se atraía todo el pueblo a sí, por lo cual y en vista del consejo de los varones prudentes de la ciudad lo he hecho crucificar”.
A Pilatos no le quedaba otra, había que defenderse. ¿Lavarse las manos? No. Yo mismo lo condene por delincuente y malhechor.
Volusiano se retiró con la mala noticia de la muerte de aquel que podía curar a su emperador, y Pilatos, probablemente, se quedó pensando que Tiberio no daba puntada sin hilo. Entre romanos era claro que si el emperador te mandaba llamar era porque ya te había bajado el dedo.
El evangelio apócrifo no lo cuenta pero podemos imaginar que aquí empieza una carrera contra el tiempo para Pilatos. Sabía que su cabeza estaba pedida y necesitaba protegerse.
Temeroso de defraudar al paranoico y degenerado emperador Tiberio, el pobre Volusiano conoce a Verónica, la mujer que secó el rostro de Jesucristo en una de sus caídas rumbo al calvario. Verónica le cuenta a Volusiano que ella guarda aquella prenda que tiene impreso el rostro de Jesucristo. Le confiesa que la prenda muestra sus poderes curativos a aquellos que tienen fe y Volusiano le propone inmediatamente comprarle la preciosa prenda. Verónica rehúsa la oferta y en cambio ofrece llevar la reliquia, en persona, hasta donde se encuentra el emperador.
Evangelio de Pilatos I,11-12, “Y Volusiano fue a Roma con Verónica, y dijo al emperador Tiberio: Hace tiempo que Pilatos y los judíos, por envidia, han condenado a Jesús a la muerte afrentosa de la cruz. Pero ha venido conmigo una matrona que trae consigo la imagen del mismo Jesús y, si tú la contemplas devotamente, gozarás el beneficio de la curación. Y el César hizo extender telas de seda, y ordenó que se le llevase la imagen y, en cuanto la hubo mirado, volvió a su primitiva salud”.
“El velo de Santa Verónica”, el Greco.
Una vez que el emperador Tiberio se recuperó y se enteró de lo que le había sucedido al milagroso hombre que lo había curado a través de una imagen impresa en una tela, se enfureció y ordenó que trajeran a Pilatos.
El relato no nos cuenta lo que hizo Pilatos desde que se enteró que Tiberio lo buscaba hasta el día en el que acudió al llamado del emperador, pero no nos cuesta nada imaginarlo. A juzgar por lo que sucedió después, podemos deducir que Pilatos no tuvo mejor idea que conseguir uno de esos objetos milagrosos que habían sido parte de la vida de Jesús y de los que todos hablaban, para que lo protegiese del emperador Tiberio.
Pilatos debe haberse puesto en contacto con los guardias romanos que se jugaron las prendas de Jesucristo para pedirles que le dieran, aunque sea, un par de clavos de la cruz. Pilatos sabía que no podía elegir cualquier objeto, tenía que ser algo que él pudiera tener consigo todo el tiempo y pasar desapercibido. Al fin y al cabo estaba tomando un riesgo pues no nadie le podía asegurar la capacidad milagrosa del objeto. Caminar con los clavos de la cruz en la mano lo pintaría como un loco y le podría traer más problemas que milagros, la corona de espinas era impensable, pero una túnica si podía funcionar…
No sabemos como la consiguió, si la robó o si pagó una fortuna por ella. Lo cierto es que el famoso Pilatos llegó a la audiencia ante el emperador Tiberio vistiendo, nada menos, que la túnica de Jesús. Pilatos se había disfrazado con la túnica del hombre al que había condenado, con la única intención de que su poder o magia lo protegiese de las malas intenciones del recuperado emperador Tiberio, recién convertido al cristianismo.
Evangelio de Pilatos II, 2-3, “Y Pilatos había traído consigo la túnica de Jesús, y la llevaba sobre sí, cuando compareció ante el emperador. Y apenas el emperador lo vio, se apaciguó toda su cólera, y se levantó al verlo, y no le dirigió ninguna palabra dura, y, si en su ausencia se había mostrado terrible y lleno de ira, en su presencia sólo mostró dulzura”.
“Cristo ante Pilatos”, Duccio di Buoninsegna.
El plan de Pilatos funcionó a la perfección, la túnica mágica de Jesucristo lo había protegido. La túnica provocaba un halo de dulzura que contagiaba a todos aquellos que estaban en su presencia. Tiberio despotricaba y maldecía a Pilatos para luego mandarlo llamar. Cuando Pilatos entraba en la sala de audiencias, Tiberio se convertía en una mansa paloma que sólo se dirigía a Pilatos para hacerle dulces comentarios. Pilatos se retiraba y Tiberio reaccionaba enfurecido sin entender lo que le estaba sucediendo. Según el evangelio apócrifo, Pilatos entró y salió de la sala de audiencias de Tiberio al menos 3 veces.
Evangelio de Pilatos II, 4-5,”Y, cuando se lo hubieron llevado, (Tiberio) de nuevo se enfureció contra él de un modo espantoso, diciendo que era muy desgraciado por no haber podido mostrarle la cólera que llenaba su corazón. Y lo hizo otra vez llamar, jurando que era merecedor de la muerte, e indigno de vivir sobre la tierra. Y, cuando volvió a verlo, lo saludó, y desapareció toda su cólera. Y todos los presentes se asombraban, y también el emperador, de estar tan irritado contra Pilatos, cuando salía, y de no poder decirle nada amenazador, cuando estaba ante él”.
Finalmente, el evangelio apócrifo cuenta que gracias a un “impulso divino”, Tiberio se dio cuenta de la jugada de Pilatos y ordenó que le quitaran la túnica. Así, pudo condenarlo a una muerte “ignominiosa”.
Pilatos decidió escapar de la muerte que le tenía reservada el psicópata de Tiberio quitándose la vida con su propio cuchillo. Las autoridades arrojaron su cuerpo al rio Tiber. Según el evangelio apócrifo los malos espíritus conjurados por el cuerpo del impuro Pilatos provocaron tantas tormentas en Roma que los romanos decidieron recuperar el cuerpo para arrojarlo a otro rio, el Ródano, donde sucedió lo mismo. El evangelio apocrifo cuenta que el cuerpo de Pilatos terminó enterrado en un rincón olvidado de la ciudad de Lausana en Suiza. Lamentablemente la historia no termina aquí, los demonios atraídos por el el cuerpo ya maldito de Pilatos inquietaron tanto a los habitantes de Lausana, que estos decidieron arrojarlo en un estanque rodeado de montañas.
El lago Lucerne y atras el Monte Pilatos en Suiza. Se dice que aqui reposa el alma del terrible Pilatos, y que desataba tormentas cuando alguien trataba de llegar a la cima del monte.
En Suiza, a orillas del lago Lucerne existe una montana que los habitantes del lugar conocen como “Monte Pilatos”. Los pobladores dicen que el monte tiene ese nombre porque allí mora el alma de quien permitió que condenaran a Jesucristo y luego osó ponerse la túnica del mismo para protegerse. Cuenta la leyenda que el alma de Pilatos desataba tormentas cuando alguien trataba de subir a la cima.
Nadie sabe que sucedió con la túnica mágica.
Los Divulgadores nos preguntamos ¿qué habría cambiado en la Iglesia Católica si este evangelio, por esos azares del destino, hubiera sido parte del Nuevo Testamento? ¿el momento de la misa en el que los católicos se dan la paz tendría un matiz más cinematográfico?…
Un personaje vestido con una túnica blanca irrumpe en medio de la misa católica, y de pronto todos los fieles empiezan a gritar palabras dulces: alegría, felicidad, amor, paz, cariño, hermandad, en una especie de catarsis colectiva, hasta que el personaje se retira. El personaje aparecería 3 veces y en la última todos los fieles correrían enfurecidos a arrancarle un pedazo de la túnica hasta dejarlo desnudo. Los fieles luego harían una fila hacia el altar para entregar los pedazos de tela al sacerdote y con la ayuda de los acólitos reconstruirían la túnica al final de la ceremonia…
No suena tan mal y parece más divertido.
Tomado de:
http://losdivulgadores.com/blog/2012/02/06/evangelios-apocrifos-la-tunica-magica-de-poncio-pilatos/
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