LA DUALIDAD
A lo largo de la evolución, todos los seres vivos, ajenos por completo a su propia identidad individualidad, han desarrollado en complicidad y enfrentamiento con su entorno natural mecanismos que les garantizaran la supervivencia de sus propias especies.
Esa dualidad de complicidad y enfrentamiento es la base del equilibrio natural de las especies, equilibrio frágil e inconstante que en sus rupturas obliga a nuevas mudanzas, mutaciones y adaptaciones a los nuevos escenarios, provocando una concatenación de cambios en los que siempre ha prevalecido la ley de la supervivencia de las especies que antes y mejor se adaptan a los cambios.
Los vegetales hunden sus raíces en la tierra para alimentarse, sus hojas miran al cielo en busca de la energía necesaria y el fruto germina en coloridas flores fecundadas con la complicidad de otros seres vivos que las visitan para alimentarse devorando muchas veces sus frutos y engendrando nueva vida. El equilibrio de esa dualidad de raíces, hojas; tierra, cielo, complicidad, enfrentamiento; es quizás el secreto de esa perduración en el tiempo de las especies vegetales.
No hay individuos en la naturaleza, sólo anónimos eslabones de largas cadenas conformando un mundo de dualidades en continua contienda para preservar el equilibrio. Un equilibrio dual, efímero y constante, la excepción es la regla de ese equilibrio aparente tantas veces quebrado, ruptura y continuidad, sucesión interminable de muerte y vida apareándose cada día.
Y quiso el azar o la providencia, que una de las varias especies que tuvieron que abandonar su hábitat, adaptarse a nuevos entornos, buscar nuevas complicidades para hacer frente a nuevos enemigos, renegó de las copas arbóreas para pisar la tierra firme, cambio su dieta, alzo sus patas delanteras y evolucionó hacia nuevas fronteras, desarrolló su capacidad craneal y emergió paulatinamente la inteligencia.
Y con la inteligencia llegaron aparejadas dos nuevos elementos que trastocarían la vida de esa especie; la conciencia de su identidad como ser individual, único e irrepetible y la certidumbre de la muerte. Dos ingredientes desconocidos en el resto de los seres vivos, la dualidad de la afirmación y negación, la duda entre certeza de un presente y la incertidumbre de un futuro. La dualidad de ser protagonista y ser espectador.
El hombre dominante y dominado, Dios y siervo de su entorno, alzó a los altares al Sol, al Trueno y al Viento y convirtió en siervos a la gallina, el grano de trigo y la amapola.
Y surgieron las preguntas sin respuestas, la evidencia de su insignificancia y de su superioridad, la convivencia con la ignorancia y su lucha por desvelarla, se armó con la osadía de la curiosidad y se defendió con el miedo de lo misterioso.
La dualidad humada de la fe y la razón tantas veces enfrentadas y siempre unidas, viajeras inseparables del hombre como individuo y como especie, a lo largo de su historia. Fe para creer que existe algo más allá del límite en que cada momento alcanza su conocimiento y razón para trazar los senderos que le conduzcan a desvelar el misterio.
Miremos hacia atrás hermanos. Han pasado ya muchos años desde la noche de los tiempos y los mismos interrogantes que atormentaban a nuestros ancestros en los albores de la existencia, vienen repitiéndose a través de la historia, empecinándonos en convertir la parte en el todo, sin aceptar que somos dualidad en busca de equilibrio.
En nuestro delirio ególatra de sabernos únicos y diferentes nos negamos a aceptar la efímera realidad de la vida, pero tras el espejo de nuestra vanidad, nos devuelve la mirada imperturbable la certidumbre de la muerte y surgen en cascada las preguntas. Y nos faltan respuestas. E inventamos mitos que nos ayuden a sobrellevarlas.
Ciencia y religión, la diferencia entre lo cierto y lo ignorado, una frontera difusa entre respuestas, la eterna lucha entre dominar y ser dominado.
El fuego patrimonio de los Dioses, mientras no fue entregado al hombre, era religión y creencia; en nuestras manos, se convierte en ciencia y conocimiento. Ese fuego que utilizamos para alumbrar la curiosidad en la búsqueda entre las tinieblas, es el mismo que alumbra a los Dioses cuando le suplicamos clemencia.
La curiosidad, unas veces encerrada en el cofre de Pandora, otras en en la manzana de Eva, es la osada alidada en el sendero de la ciencia; el miedo a nuestra incapacidad, es el alimento de la religión que nos ayuda a sobrellevar la propia limitación humana. Pandora y Eva, mitos, religión y ciencia, unidos en la dualidad de la razón y la fe.
No existe el misterio ni el enigma, lo único que tenemos es nuestra ignorancia y sólo aceptando nuestra propia ignorancia buscaremos respuestas; si las hallamos, diremos que hacemos ciencia, pero si a alcanzarlas no llegamos, las imaginaremos y es esa imaginación ilimitada lo que llamamos religión.
La fe es ciencia y es religión, sin fe en lo desconocido no avanza la sociedad, fe en la búsqueda de nuevas respuestas y fe en respuestas sin búsqueda. Hay cinco formas de religarnos con el Origen y el Final, el más humano y primitivo panteísmo, que otorga a la madre naturaleza ese principio y fin de todas las cosas; el deísmo la creencia en un Creador desconocido que nunca estará a nuestro alcance: el teísmo, la interpretación de los mensajes revelados por el Origen; el agnosticismo o la duda permanente del que sabe que no tiene respuestas; el ateismo o la negación del Origen. Cinco formas de re-ligarnos con el Origen, de vivir la religión. Y mientras nos posicionamos en una u otra de estas actitudes, seguimos preguntándonos científicamente quién es el relojero que puso en marcha la máquina exacta de este Universo gobernado por las leyes físicas.
El principio de la francmasonería es unir lo que está disperso, y lo mismo que en la logia no existe los valores profanos de la humildad ni el egoísmo, ambas actitudes profanas solapadas por la libertad individual, la fraternidad necesaria para ser iguales todos nosotros, abandonemos en pasos perdidos la oposición entre ciencia y religión, unamos razón y espíritu, ya no puede existir la una sin la otra, ambas definen al ser humano y le otorgan el equilibrio necesario para su desarrollo en sociedad, como especie, como lo hacen nuestra viejas familiares las plantas sobreviviendo en el equilibrio entre la tierra y el cielo.
“El edificio se sostiene por lo lleno, pero es útil por lo vacío” Proverbio Taoísta
El conocimiento es el cómodo edificio donde nos hemos instalado y la religión son los vacíos existenciales a los que no hemos encontrado, aún, respuestas. Las dos caras que definen nuestra andadura, inseparables compañeras de viaje desde aquellos lejanos orígenes donde dimos el salto del hombre como especie, al hombre como individuo.
Seguid preguntado hermanos, seguid buscando respuestas, comprobad que cada respuesta encontrada, nos suscita nuevas preguntas, sed racionalistas o místicos, poned vuestra fe al servicio de la ciencia o al servicio de la religión, el desenlace si hay honestidad es siempre le mismo, PREGUNTAS a las que hay que encontrar respuestas retroalimentando la dualidad humana, la necesidad de la quiebra constante del equilibrio para mantener el equilibrio constante.
https://centauro996.wordpress.com/2007/06/20/ciencia-y-religion/
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