Razones por las que es necesario recordar la lucha de las mujeres
“Los hombres me explican cosas, a mí y a otras mujeres, independientemente de que sepan o no de qué están hablando. Algunos hombres. Todas las mujeres saben de lo que estoy hablando. Es la arrogancia lo que lo hace difícil, en ocasiones, para cualquier mujer en cualquier campo; es la que mantiene a la mujeres alejadas de expresar lo que piensan y de ser escuchadas cuando se atreven a hacerlo”, afirma Rebecca Solnit en su libro “Los hombres me explican cosas”.
Es también que por eso el 8 de marzo más que una celebración, se conmemora al grupo de obreras a quienes les arrebataron el aliento mientras exigían mejores condiciones de vida, aquellas mujeres que sufrieron las atrocidades de las guerras, y a todas las que se arriesgaron y fueron más allá del lugar que la sociedad les “permitía”.
Es una recapitulación histórica de todos los retos, logros y también de los tropiezos, es preguntarnos qué hacemos para mejorar nuestra condición, y demostrar nuestra igualdad en una sociedad habitada, en su mayoría, por mujeres, pero controlada por hombres. Es mandar a volar los estereotipos de quedarse en casa al cuidado del hogar y tener lista la cena, de ir a misa cada domingo, vestir recatadas y no opinar sobre fútbol.
Darnos cuenta que esa igualdad inicia con cosas tan sencillas, como hacer y decidir lo que deseamos, y no quedarnos calladas ni limitarnos sólo porque lo dicen los demás; es vivir y ser libres de hablar, reír, fumar, tomar, tener relaciones sexuales y gritar sin ser criticadas; tener acceso a oportunidades y ser tomadas en cuenta en todos los ámbitos. No guardar silencio, solidarizarnos y exigir justicia por todas aquellas que aún no han parpadeado y viven reprimidas, repudiar la violencia, el acoso y el maltrato en todas sus expresiones.
Cabe reconocer que ha existido un cambio positivo en cuanto la inclusión y reconocimiento de los derechos de las mujeres; sin embargo, falta aún mucho por lograr para llegar a la cumbre de la igualdad, y vivir en un país donde el Congreso de la República esté conformado por la misma cantidad de hombres como de mujeres, para que podamos caminar libremente en la calle sin escuchar absurdos intentos de piropos que lejos de halagar, dan asco.
Hoy es más que necesario cambiar el casete rallado que vive en la mentalidad de las mismas mujeres, y nos priva de defendernos, de actuar, según nuestras creencias. Hoy debemos salir y hacer lo que nos dé la gana, vestirnos para nosotras, tomar nuestras decisiones, cumplir únicamente nuestras expectativas, aceptarnos y amarnos.
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