¿Es la masonería opuesta a la religión? La respuesta habitual ya es por todos bien conocida, considerando los sucesos que tuvieron lugar a raíz de la conformación de las logias Andersonianas a principios del siglo XVIII y sus posteriores desarrollos. La tendencia a considerar masonería y religión como términos mutuamente excluyentes ha llegado a cristalizar como un hecho natural, propio del sentido común, pese a los orígenes cristianos de la Orden entre los gremios de albañiles y constructores medievales. Este aparente conflicto no deja de provocar frecuentes discusiones en el seno de la hermandad y llevó a la creación de sendos Prioratos independientes a las Grandes Logias y Grandes Orientes tanto en Francia como en España, donde los masones de fe cristiana pudieron hallar un espacio de construcción afín a su sentir religioso. Por supuesto que con dicha creación se buscó además resolver el problema de la administración del cuarto grado simbólico del R.E.R. que provocaba desavenencias con las autodenominadas Obediencias Regulares. Pero incluso entre los hermanos del Régimen Escocés Rectificado surgen en ocasiones dudas o confusiones respecto a la relación entre masonería y fe cristiana. Citamos a continuación dos párrafos pertinentes a propósito del asunto que nos permitirán realizar un breve análisis de la cuestión que nos interesa. La primera cita pertenece a Jean-Baptiste Willermoz, principal gestor de la masonería rectificada.
“Si del Tercer grado simbólico se salta sin intermedio alguno a la clase de Profeso, esto no podrá hacerse sin preparar demasiado abiertamente en ese Tercer grado al candidato, y ésta preparación no podrá hacerse sin mezclar mucho o poco las formas o instrucciones religiosas, y en el momento en que se mezcle la religión a la masonería en la Orden simbólica se operará su ruina... para hacer preferible nuestro régimen ponemos a descubierto sus principios y su objetivo particular, nuestros discursos oratorios se convertirán en sermones, pronto nuestras Logias se convertirán en iglesias o en asambleas de piedad religiosa […] Según mi idea, amigo mío, la masonería simbólica no debe ser más que una escuela de moral y beneficencia, pero sin introducir ninguna mezcla o propósito religioso, a no ser, los principios generales que toda sociedad cristiana debe profesar.” (Extracto de una carta de Willermoz de 3 de Febrero de 1783 dirigida a Turckheim. Citado por Jean-François Var en “Willermoz, su vida y su obra”, pág. 22.)
Del párrafo anterior parece desprenderse claramente la idea de que la religiosidad nada tiene que hacer en el seno de las logias rectificadas. Sin embargo se debe considerar que cuando Willermoz escribe lo hace explícitamente en referencia a la clase simbólica de la Orden, y no a las otras, clase que comprende a los cuatro primeros grados. No es casualidad que lo haga así, puesto que en la Orden Interior las cosas son bien distintas, ya que el juramento de los Caballeros Benefactores de la Ciudad Santa los lleva a realizar una profesión de fe inclaudicable. Mayor diferencia existe en la Orden Secreta, en donde los Profesos y Grandes Profesos reciben una doctrina directamente religiosa, pero en un sentido iniciático y por ende mucho más profundo de lo que esta palabra suele indicar en el mundo profano. Veremos qué se entiende por religión en este contexto. Por ahora hay que señalar que la clase simbólica debe preocuparse ante todo de realizar un trabajo moral sobre sus miembros por medio de los símbolos y emblemas, evitando siempre toda forma de proselitismo religioso particular. El sentido de esto no puede ser otro que el de preservar la condición cristiana de la Orden, pues en el instante en que comiencen los sermones se perderá la calidad ecuménica, surgirán las disputas y se disipará el espíritu de fraternidad. Al mismo tiempo la Orden quedará expuesta al ataque directo y a las persecuciones mientras los hermanos confunden la Iglesia (en su ámbito exterior) con la Logia (instancia intermedia para la Iglesia Interior).
A nadie puede caberle una sola duda respecto a la perfecta condición cristiana del Régimen y de su principal fundador, Jean-Baptiste Willermoz. Prueba de ello es esta segunda cita que proporcionamos, extraída de la Regla Masónica al uso de las Logias Rectificadas que el mismo Willermoz promulgó, en su Artículo Primero, bajo el subtítulo de los Deberes con Dios y la Religión, párrafo II. Dice así:
“¿Cómo osarías sostener su mirada, tú, ser frágil, que infringes a cada instante sus leyes y ofendes su santidad, si su bondad paternal no te proporcionara un reparador infinito? Abandonado a los extravíos de tu razón, ¿dónde hallarías la certeza de un porvenir consolador? Entregado a la justicia de tu Dios, ¿dónde estará tu refugio? Da pues gracias a tu Redentor; prostérnate ante el Verbo encarnado, y bendice a la Providencia que te ha hecho nacer entre los cristianos. Profesa en todo lugar la Divina Religión de Cristo, y no te avergüences de pertenecer a ella. El Evangelio es la base de nuestras obligaciones; si no creyeras en Él dejarías de ser Masón…”
Considerando lo anterior ¿cómo entender entonces que en las Logias Simbólicas no tenga cabida la religión? La cuestión estriba en qué se entiende por religión. Cuando Willermoz emplea este vocablo en su carta a Bernard de Turckheim, lo hace en referencia a su sentido institucional, sectario y mundano. Por otra parte, la religión en su sentido trascendente hace referencia, como lo indica su etimología, a la re-unión del hombre con Dios y es justamente éste el propósito del trabajo en las Logias Rectificadas, es decir, retornar al Misterio Divino de cuya participación gozaba el hombre antes de su caída y expulsión del Paraíso. Por ello, existen dos formas distintas de comprender lo que es la religión cristiana. Una primera forma de abordarla, superficial y estrecha, se refiere a las iglesias de este mundo, a las instituciones históricas que dicen representarla y que suelen estar en conflicto entre sí. La otra forma de comprensión, mucho más profunda y amplia, expresa a la religión tal como la entendía Willermoz, a quien volvemos a citar textualmente en referencia a la iniciación cristiana, para quien ésta representa “el desarrollo efectivo de las alegorías y el cumplimiento real de los Misterios de la Religión primitiva y universal”. Esta Religión primordial corresponde a la tradición revelada por el Logos, la Palabra Divina, que como todo cristiano sabe, se encarnó en forma de hombre para traer la salvación al mundo como Divino Mediador, al unir la naturaleza humana con la naturaleza divina en su misma persona. Nada hay en ello de sectarismo, proselitismo ni religiosidad mundana. La verdadera religión busca religar, volver a unir lo que estaba separado, estableciendo la paz en el corazón de los hombres y no el conflicto ni el odio religioso como ha ocurrido tantas veces a lo largo de nuestra sangrienta historia.
Aún hay algo más. La carta de Willermoz a Turckheim, haciendo referencia en un primer momento a la clase simbólica, pasa a continuación a demostrar la necesidad de una Orden Interior que haga de intermediaria y preparatoria para la Orden Secreta, en donde se enseñan y practican los conocimientos reservados de la clase “religioso-científica” como le llamaba el maestro de Lyon. Es en consideración a ello y no a otras cuestiones que debe observarse la disposición a la prudencia y la abstención en asuntos religiosos dentro de las logias simbólicas, pues a ese nivel primario la mayoría de los iniciados aún supondrá muchas cosas sobre lo que es la religión, preconcepciones larvadas en el seno de la sociedad profana que de poca ayuda le serán en su progreso masónico. Vemos que la idea de Cristianismo que posee el mundo exterior es bien limitada y obtusa en comparación con la amplitud de miras de la concepción cristiana presente en la tradición interior de la Orden. Por ello es conveniente mantener estos ámbitos estrictamente delineados y evitar que las personas con una comprensión aún no bien desarrollada puedan resultar confundidas, al tiempo que se protege la unidad y concordia dentro de la Orden. La masonería de tradición es un complemento de la espiritualidad cristiana que ayuda a comprender en profundidad lo que veladamente ofrecen las alegorías. Comprendiendo se fortalecen las certezas de la fe que pueden entonces, en el decir de San Clemente de Alejandría, convertirse en verdadera Gnosis. Masonería y religión son por lo tanto mutuamente complementarias si bien distintas. De su sinergia se erigen hombres mejores para beneficio de la humanidad toda.
http://iglesiainterior.blogspot.pe/2010/06/la-masoneria-y-la-religion.html
Nosotros los masones, aceptamos en nuestros templos a todas las religiones, menos a los ateos y dictadores. Yo soy de Ritos: R:.E:.A:.A:. y De York.
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