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martes, 23 de enero de 2018

La fraternidad masónica no es lo que parece.


Si consultamos a cualquier masón, cualquier web o libro que encontremos sobre la masonería este nos hablará de la fraternidad masónica, incluso en el foro masónico asociado a esta web, hemos tenido largos debates sobre el alcance de dicha fraternidad y hemos visto como las personas interesadas en la masonería nos preguntaban sobre como reaccionamos los masones ante distintos escenarios para poner a prueba ese concepto de fraternidad.

Encontramos la idea de la fraternidad como un mito universal, pareciendo que una persona es iniciada en masonería e ipso facto tiene garantizado un trato superior a una amistad y tiene las puertas abiertas de todas las logias y todos los masones del mundo a su disposición en base a esa clausula de hermandad.


Lo cierto, es que sin la fraternidad la masonería no es nada, esto es absolutamente cierto, pero el alcance de la misma hay que matizarlo.

Me cabrean sobremanera los textos y afirmaciones sobre la fraternidad masónica que la presentan como el bálsamo de Fierabrás capaz de permitir la calidez de la hermandad entre personas que tiende a curar todas las dolencias del cuerpo y del alma. Me enfadan los textos que presentan la fraternidad masónica como la sublimación de todas las virtudes humanas, virtudes que ademas son presentadas al alcance de la mano como por una característica que se imprime entre los masones, tan ineluctable como el destino.

Lo cierto es que la fraternidad, al igual que otros conceptos básicos en la masonería es una esperanza, tan frágil, que un suspiro puede deshacerla en el aire, una esperanza que se torna deseo, una luz al final del túnel de nuestras propias vidas masónicas.

La verdad es que la fraternidad existe, y es grande, pero esta no viene marcada de serie, se gana día a día en el trabajo de logia, cada uno de los masones tiene entre los miembros de su logia un hermano y ese sentimiento fraternal crece con el tiempo ( y a veces se malogra). Personalmente tengo hermanos en mi logia que son mas mi familia que mi propia familia natural, que conozco mejor sus vidas que las de mis vecinos y que si pasan quince días sin saber de ellos el teléfono no puede mitigar la sensación del espacio vacío entre nosotros y una llamada o un mensaje no pueden reemplazar su sonrisa y la calidez de mi corazón al sentarme junto a ellos.

Pero ese sentimiento de hermandad, no ha surgido como un hongo después de una lluvia de otoño, ese sentimiento lo hemos sembrado, cultivado, abonado y trabajado durante años y esta es la realidad de la hermandad masónica.

Es majadero pensar que un masón recién iniciado o con poco recorrido en una logia, visite a otra y tenga ese sentimiento de hermandad, evidentemente es bien recibido, disfruta con la visita, ríe y aprende durante la cena o comida, conoce gente nueva y puede que con los años surja el sentimiento fraterno que buscamos.

Entonces ¿Qué nos distingue del club de golf o de la asociación de senderismo?, en el caso que nos ocupa es que en las asociaciones culturales el sentimiento de hermandad es una anécdota y en masonería se fomenta, alienta y se busca.

Quienes me conocen en persona, leyendo hasta el momento dirán… está siendo prudente, ya toca ser imprudente.

Yo cuento un chiste siempre ¿Qué es tolerancia y fraternidad en masonería?, la tolerancia es reconocer que impresentables hay en las logias y la fraternidad es no decir quienes son. Y es verdad, masones impresentables, hipócritas y desagradables también los hay, en mi memoria que para esto es muy larga, hay una lista imponente de personas a las que llamar hermano me provoca dolor de estomago. Pero esto es la condición humana, somos personas con filias y fobias, quizás la diferencia es que en masonería tendemos al perdón y a la empatía, por ello, somos así de extraños.

Tomado de:
http://www.masoneria.es/la-fraternidad-masonica-no-lo-parece/

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