EL G.·. A.·. D.·. U .·. Y EL LIBRO DE LA LEY SAGRADA
ALEJANDRO O. DE SALVO
I) INTRODUCCIÓN.
Las dos construcciones simbólicas más importantes que ha elaborado la masonería son: El G.·. A.·. D.·. U.·. y el Libro de la Ley Sagrada.
Y los ritos masónicos más extendidos han hecho propia la naturaleza ontológica con que fueron concebidos ambos símbolos. Con lo cual la espiritualidad trascendente asumida en los mismos se trasladó a sus respectivos rituales y a los trabajos de sus logias. Esto último siempre que las interioridades de los obreros participantes conformen Egrégores que así lo permitan.
Las Grandes Logias sostenedoras de la regularidad masónica, predominantes en el ámbito internacional, transmiten los aspectos sobrenaturales y esotéricos velados mediante el G.·. A.·. D.·. U.·. y el Libro de la Ley Sagrada y, asimismo, reivindican la centralidad de estos símbolos en la práctica del Arte Real.
Distinta es la situación en las estructuras irregulares y en las regulares adulteradas (estas últimas son las que operan bajo una regularidad formal pero en los hechos responden a criterios ideológicos irregulares), en las que los aludidos símbolos han sido vaciados de contenido trascendente, cuando no suprimidos. (No nos olvidemos que en la masonería liberal es normal que se inicie -y también que se exalte al grado de maestro- a personas con convicciones ateas, agnósticas, deístas, panteístas y otras creencias contrarias a la espiritualidad teísta que caracteriza al esoterismo masónico occidental).
De modo que este trabajo ha sido enfocado en exclusividad hacia la masonería regular auténtica, que es la única que nos permite abordar las connotaciones sobrenaturales que plantean los símbolos del G.·. A.·. D.·. U.·. y del Libro de la Ley Sagrada. Y, dentro de esa dimensión espiritual, grabamos nuestra plancha direccionándola al simbolismo del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, aunque también buscando que su parte medular resulte igualmente aplicable a los ritos de Emulación, York y Escocés Rectificado, entre otros.
II) EL G.·.A.·.D.·.U.·.
El G.·. A.·. D.·. U .·. es el acrónimo que utiliza la Masonería para denominar al Gran Arquitecto del Universo y generar una alegoría que le permita aludir a Dios sin implicarse en ningún tipo de confesión o religión particular.
Dentro del amplio espectro de opciones de fe que abre la figura del G.·. A.·. D.·. U .·., los rituales simbólicos del R.·. E.·. A .·. A.·. (Al igual que toda la masonería tradicional occidental) incorporaron la creencia en un Principio Superior de Orden Creador y Regulador del Cosmos. Y a partir de esa posición espiritual, desarrollaron las enseñanzas contenidas en este símbolo masónico primordial.
Dicho criterio rector aparece plasmado en distintos pasajes de los citados rituales, en los que se evoca a un Ser Supremo Creador y Proveedor y se ilustra sobre sus vínculos con los seres humanos.
Por lo tanto, la definición del símbolo queda limitada a una Divinidad Creadora, Providencial y Personal, hallándose vedada la adición de principios teológicos y/o ideas filosóficas que impliquen la imposición de otras verdades incontrovertibles o dogmas.
De manera que se deja librado a cada hermano el entendimiento -para sí mismo- de la figura del G.·. A.·. D.·. U.·., en todo cuanto exceda de los lineamientos teístas planteados en su mínima expresión por las normas rituales.
El G.·. A.·. D.·. U .·., en la tradición masónica, es la fórmula simbólica del logos; y como fórmula simbólica supone una lectura abierta: “El logos es el fundamento mismo de todos los símbolos y de la acción simbólica; el logos es el símbolo por antonomasia, el paradigma de los símbolos; el logos es la reunión de los símbolos en su unidad, aquello por lo que hay símbolos, de igual manera que las letras del libro están reunidas en ese mismo libro...”[1].
El G.·. A.·. D.·. U.·. es la clave en la Logias de San Juan, en las que se trabaja para Su Gloria. En los rituales de Aprendiz, Compañero y Maestro se rinde un homenaje de amor, respeto y admiración al Ser Supremo; siempre que las ceremonias sean correctamente practicadas. Y así, con el aporte de las energías espirituales singulares que cada obrero ofrece al Gran Arquitecto, se imprime y sobre-naturaliza el espíritu colectivo o Egregor de la Logia. (Cuando las tenidas se reducen al plano natural estamos en el marco de una masonería irregular o regular adulterada).
Como fundamentos de los criterios expuestos precedentemente resultará útil analizar los antecedentes que aportan la Declaración de la Gran Logia Unida de Inglaterra del año 1929, en la que en su primer punto estableció: “…«La creencia en el Gran Arquitecto del Universo y en su voluntad revelada serán condiciones esenciales para que se admitan sus miembros»”. Y la resolución de fecha 18 de octubre de 1950, dictada por esa Gran Logia al romper relaciones con la Gran Logia de Uruguay, en la que endureció aún más su postura teísta al declarar que: “«Todo hombre que pida entrar en la masonería tiene que profesar la fe en el Ser Supremo, Dios Invisible y Todopoderoso. A este respecto no se permite ninguna excepción. La masonería no es un movimiento filosófico abierto a todas las orientaciones y opiniones. La verdadera masonería es un culto para conservar y difundir la creencia en la existencia de Dios, que tiene que ser el de una religión monoteísta».” “Por temor a que se le tachara de deísmo, la Gran Logia Inglesa y, detrás suyo, las de Escocia e Irlanda, impusieron la fe monoteísta a sus afiliados y a los iniciados a obediencias vinculadas con ella”. “En conclusión, cabe afirmar que la masonería es religiosa, sin llegar a convertirse en religión ella misma porque no se propone conciliar la fe de los individuos en una religión única, superior o diferente.”[2]
Así el G.·. A.·. D.·. U.·., en las expresiones masónicas relevantes, se erige en un símbolo universal que da cabida a las Divinidades de todas las religiones monoteístas reconocidas, permitiendo de este modo la convivencia fraterna de personas de bien que profesen diferentes cultos y que fuera de la Masonería estarían enfrentadas o, por lo menos, separadas.
Asimismo, G.·. A.·. D.·. U.·. contiene, integra y referencia a todos los demás símbolos y alegorías del Arte Real.
En el Anexo I del presente incorporo un artículo de Fernando Laredo (tomado del sitio Reeditor.com), cuya lectura puede ser de utilidad a quienes deseen reflexionar sobre los alcances Teísta o Deísta que se le suelen dar al G.·. A.·. D.·. U.·. en las distintas vertientes de la masonería internacional).
III) EL LIBRO DE LA LEY SAGRADA.
En la Masonería Regular practicada en Occidente, la Biblia es el Volumen de la Ley Sagrada y también es la primera y la más importante de las Tres Grandes Luces que iluminan simbólicamente a la Logia y a la Franc-Masonería. (Como sabemos, las otras dos Grandes Luces son el Compás y la Escuadra).
Desde la perspectiva masónica la Biblia es un Libro Sagrado que integra el patrimonio de la humanidad. En consecuencia, la masonería desconoce el derecho a reivindicar como propios a los Testamentos, sea por parte del judaísmo, del cristianismo o de otras religiones particulares.
En ese marco de interpretación resulta natural que el Arte Real de occidente haya ahondado en el esoterismo bíblico, dejando los aspectos exotéricos de las Sagradas Escrituras a las religiones tradicionales, encargadas de comunicar la palabra de Dios a las grandes mayorías. (Y es obvio que todos los seres humanos tienen derecho a recibir atención espiritual en la medida de sus capacidades de comprensión y demás posibilidades personales. Por lo que entiendo que corresponde reivindicar la tarea de todas las religiones serias).
De forma que se incurriría en un error si se asimilara a la masonería con las confesiones religiosas mayoritarias, aunque los ritos nacidos en occidente hayan basado sus rituales en el Antiguo y el Nuevo Testamento y considerado a las Sagradas Escrituras un símbolo de Luz Divina, de la que emanan los rayos de la verdadera espiritualidad y de la recta moral.
Así no habrá de extrañarnos que el objetivo de la espiritualidad masónica consista en regenerar la naturaleza dañada por el pecado original (Alcanzar la perfección humana), conformar un templo interior que sea apto como morada del Espíritu Divino (Lograr en esta vida la comunión con el Altísimo) y salvar el alma inmortal para la Eternidad (Regresar a la casa del Padre para vivir en Su compañía).
El aspecto moral, que cobra especial relevancia en el ámbito masónico, también encuentra su criterio rector en el Libro de la Ley Sagrada.
Los mandamientos bíblicos aportan un código revelado de conducta por el que todo masón sensato iluminará su razonamiento y regulará sus acciones.
Para reconocer el vínculo indisoluble que tiene la Masonería Occidental con la Biblia basta con recordar que las palabras ritualistas más importantes han sido tomadas de ese Libro Sagrado y que todas ellas aparecen en los textos bíblicos vinculadas con profundas cuestiones teológicas y morales. En el Anexo II del presente incorporo un excelente artículo del citado Fernando Laredo (tomado del sitio monografías.com), cuya lectura sugiero a todo aquel que desee adentrarse en el estudio de este medular tema).
En las logias azules del R.·. E.·. A .·. A.·. las Sagradas Escrituras se ubican en el Altar Central. Y sobre la Biblia se disponen, entrelazados de maneras particulares, el Compás y la Escuadra; según sea el grado en que se trabaje. En otros ritos, encontraremos las luces mayores sobre la mesa del V.·. M.·..
Faltando esas Tres Grandes Luces, o tan sólo alguna de ellas, la Logia no puede ser abierta y todo ritual realizado desconociendo este requisito es masónicamente inválido.
IV) LA RELIGIOSIDAD MASÓNCIA
EXPRESADA EN UNA BELLA ORACIÓN.
Enséñame Gran Arquitecto.
Enséñame a mí, Gran Arquitecto del Universo, a usar bien del tiempo que me das para trabajar y a emplearlo bien sin perder nada. Enséñame a mí a sacar provecho de errores pasados sin caer en el escrúpulo que corroe.
Enséñame a mí a prever el plan sin atormentarme, a imaginar la obra sin afligirme, si brota de otro modo. Enséñame a mí a unir la prisa y la lentitud, la serenidad y el fervor, el celo y la paz. Ayúdame al principio de la obra, allí dónde soy el más débil. Ayúdame en el corazón del trabajo que tiene apretado el hilo de la atención. Y sobre todo colma Tú mismo los vacíos de mi obra: Gran Arquitecto del Universo, en todo el trabajo de mis manos deja una gracia de Ti para hablar a otros y un defecto de mí para hablarme a mí mismo.
Guarda en mí la esperanza de la perfección, sin que pierda el corazón. Guárdame en la impotencia de la perfección, sin que yo me pierda en el orgullo. Purifica mi mirada: Cuando haga daño, no estando seguro que haya sido malo y cuando haga el bien, no estando seguro que haya sido bueno: Gran Arquitecto del Universo, jamás me dejes olvidar que todo saber es vano, salvo allí donde existe el trabajo. Y que todo trabajo es vano, salvo allí donde existe amor. Y que todo amor es hueco si no me vincula a mismo y a otros como a Ti: Gran Arquitecto del Universo, enséñame a rezar con mis manos, mis brazos y con todas mis fuerzas.
Recuérdame que la obra de mis manos te pertenece y que me incumbe devolvértela con generosidad. Que si realizo algo por el solo gusto del provecho, como un fruto olvidado me pudriré en otoño. Que si hago algo por únicamente gustar a otros, como la flor de la hierba me marchitaré por la tarde. Pero si lo ejecuto para el amor de la bondad, quedaré con la bondad. Y el tiempo de hacer el bien en Tu gloria, es inmediato.
Amén[3]
V) CONCLUSIÓN.
El análisis simbólico del G.·. A.·. D.·. U .·. y del Libro de la Ley Sagrada da lugar a hermosas y profundas meditaciones, que dejo libradas a las reflexiones individuales de los QQ.·. HH.·.
Lo que si haré es compartir las conclusiones principales que extraje del estudio de los mencionados símbolos.
En lo personal considero que para poder aprovechar el carácter iniciático y esotérico que propone la Auténtica Masonería resulta imprescindible poseer:
* Fe en un Ser Superior Creador, Providencial y Personal.
* Convicción de poder entrar en comunión con el Espíritu Divino en esta vida.
* Esperanza de salvar el alma para la eternidad.
* Amor al G.·. A.·. D.·. U .·., a los seres humanos y a la humanidad.
* Comprender que la verdadera masonería es de naturaleza religiosa (Sin llegar a ser una religión) y que por ello se trabaja AL.·. G.·. D.·. G.·. A.·. D.·. U .·.).
Y, asimismo,:
* Aceptar que la espiritualidad y la moralidad masónica se esconden en la dimensión esotérica del Libro Sagrado.
* Poseer un profundo auto-conocimiento.
* Sostener un elevado desempeño moral,
* Observar los rituales,
* Conocer el simbolismo,
* Emplear un plan de trabajo eficiente destinado a: Regenerar nuestra naturaleza dañada; Entrar en comunión con el Espíritu Divino y Salvar nuestra alma.
[1] Javier Otaola. Razón y Sentido, la Metáfora Masónica.
[2] Extractado de: José A. Ferrer Benimeli (Universidad de Zaragoza), “El Gran Arquitecto del Universo”, en José A. Ferrer Benimeli (dir.) Masonería y religión: convergencias, oposición, ¿incompatibilidad?, Madrid, 1996, pp. 49-55.
Contenido tomado de la página Web: Museo Virtual de la Historia de la Masonería.
http://www.uned.es/dpto-hdi/museovirtualhistoriamasoneria/9religion_y_masoneria/es%20el%20GADu%20un%20dios%20masonico.htm
Publicadas por cosmoxenus abbif
http://masoneriateista.blogspot.pe/2017/03/el-g-d-u-y-el-libro-de-la-ley-sagrada.html
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