Los masones, para serlo, deben ser reconocidos como tales por sus hermanos. Si para ser masones tienen que ser reconocidos por sus hermanos, se deduce que todos los masones, siempre que se reconozcan mutuamente como tales, son hermanos.
Por lo que a mí respecta considero el sentimiento de fraternidad así como el de la amistad, como el sentimiento más noble que puede existir. Más incluso que aquél más natural, como el del amor a los hijos o a los parientes de sangre. Ahora bien, como la amistad, el sentimiento de fraternidad se tiene que basar en el roce que forja la estima y el reconocimiento mutuo. Yo jamás negaría la mano amistosa ni el abrazo fraternal a ningún masón o masona sean cuales sean sus creencias o militancias, aunque pueda no compartirlas. También mi Logia y mi Obediencia hacen gala de ello permitiendo recibir como hermanos y hermanas a los miembros de cualquier otra Obediencia masónica regular, al margen de que existan o no firmados acuerdos o protocolos de cooperación con ella. Lo que también es cierto es que, al menos yo, jamás podré considerar como hermano o como amigo a nadie que me niegue a mi tal condición por razón de mis propias creencias o militancias, negándose o justificando la negación del contacto masónico sobre el que debe basarse la estima y el reconocimiento mutuo. Sin este contacto y reconocimiento mutuo, la fraternidad sería para mi sólo una palabra tristemente manoseada.
Sin embargo, muy a menudo, las relaciones entre masones están afectadas por causas más o menos accidentales. Pero es también lo cierto que los hermanos masones, cuando se consideran como tales, guardan entre sí el mayor de los afectos mutuos. Como dije antes, la consideración fraternal en masonería está profundamente relacionada con el hecho del mutuo reconocimiento de la calidad de masón de los hermanos.
Es necesario para entender bien el concepto de la fraternidad en masonería desligarlo, cosa que muy pocas veces suele hacerse, de una concepción cristiana de este concepto.En la cultura cristiana la fraternidad entre todos los hombres es la consecuencia natural de su aceptación de un Dios padre común, pero para el masón (si nos limitamos a su consideración de tal) el hermano es simplemente aquél que se ha iniciado regularmente y practica el Arte Real. Muchos masones son cristianos, pero otros muchos no lo son, por lo que no hay que vincular la ética masónica con la moral cristiana, confundiendo sus consecuencias. Un ejemplo es el famoso precepto de poner la otra mejilla, cuando un hermano (cualquier hijo de Dios padre) es ofendido por otro, lo que es una moral propia de dicha religión pero no de la masonería.
En masonería los conflictos que pueden darse entre hermanos tienen otros canales de solución distintos, pues la fraternidad en masonería es una Institución de derecho, dicho esto sin detrimento alguno de la moral cristiana. Lo estrictamente propio en masonería (porque hay masones que son también cristianos) es que el concepto fraternidad es la consecuencia de un acto libre y consciente de compromiso mutuo, siendo por ello el reconocimiento pleno de la calidad masónica un elemento esencial para que opere el sentimiento y las obligaciones que se derivan del principio de fraternidad. Esta cultura de la fraternidad está más relacionada con nuestro origen gremial (sindical) que con una concepción religiosa que, en mi opinión, muy a menudo suele interferir en la correcta comprensión de los principios masónicos.
Hecha esta aclaración sobre el concepto de fraternidad y su relación con el reconocimiento masónico, puedo asegurar que no conozco a ningún masón que se pelee con otro, o que no solucione rápidamente cualquier disputa con un hermano, y no porque uno no quiera pelearse, sino porque ninguno de los dos lo quiere. Para mí, hablando de hermandad, lo que es relevante, en todo caso, es que se reconozcan todos como hermanos y hermanas masonas, aunque prefieran que sus logias sean femeninas, mixtas o masculinas. Dado que lo propio en masonería es el vínculo que se establece entre las diferentes Logias que forman la Cadena de la Unión masónica y que las visitas de Logia en Logia es otra característica esencial de la vivencia masónica, el hecho de que la Logia madre de alguien sea sólo femenina, no supondrá nunca la creación de una barrera de contacto con masones en este caso del género masculino.
La fraternidad masónica es, para concluir, una consecuencia del acto libre de reconocerse distintas personas como masones y, por tanto, como miembros de una gran familia universal. De ella se deriva la solidaridad y el respeto mutuo así como un sentimiento de amistad sincera. Es muy normal, aunque no nos digas cuáles ni donde, hayas oído en unos lados unas cosas y otras distintas en otros lugares porque masonerías hay muchas y algunas incluso la mar de curiosas.
Tomado de:
http://franc-masoneria.blogspot.pe/2007/06/se-consideran-hermanos-todos-los.html
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