SOLSTICIOS Y LA ADOPCION DE LUVETONES
SOLSTICIOS DE VERANO E INVIERNO
En dos épocas del año parece que el sol, nuestro astro rey, en su movimiento aparente, se detuviera por un corto período, cuando se encuentra más cerca o más lejos de los trópicos de Cáncer o Capricornio. Estos acontecimientos que se producen el 21 de diciembre y el 21 de junio; reciben el nombre de solsticio de verano y solsticio de invierno, toda vez que la palabra solsticio significa sol detenido. Durante el 21 de junio el sol está más cerca del trópico de Capricornio y por ende más junto al hemisferio norte, lejos de nuestro hemisferio sur, por ello, para los masones de estas latitudes, se llama solsticio de invierno. A la inversa, cuando el sol y sus rayos están más cercanos al trópico de Cáncer y del hemisferio sur se produce el solsticio de verano para nosotros. Por eso esta noche de 21 de diciembre celebramos el solsticio de verano.
El solsticio de verano se le conoce también como San Juan Evangelista o San Juan de Verano; y el solsticio de invierno como San Juan Bautista o San Juan de Invierno. En este acontecimiento vivimos la noche más corta y el día más largo del año, y mientras que en el hemisferio norte sucede lo contrario.
En su afanosa búsqueda, el hombre primitivo sentía temor por el hermoso astro que asoma sus brazos por oriente y los esconde por occidente y que lo guiaba con su luz vivificante en su larga jornada. Su angustia aumentaba ante lo inexplicable, ante la oscuridad, ante las sombras nocturnas provocadas por el retorno del sol a su ciclo interminable. Es el instante supremo en que el hombre se plantea problemas, y sus meditaciones se unen en misterios profundos.
Aquel astro que acompañaban sus ganados en el día, que le ofrecía benevolente, su luz orientadora, significando para él la expresión más objetiva del bien, se transformaba, en pocas horas después, por su ausencia, en recelo y temor. Entonces amó la luz y temió la oscuridad. La quietud se posesionaba de su espíritu, cuando nacía, y la incertidumbre adormecía sus esperanzas en su desaparecimiento. Su vida se resume en un solo anhelo: el sol.
Su incapacidad para darse explicaciones científicas lo llevó a la formación de mitos y leyendas, al cultivo de ritos primitivos y al culto del sol, cuya vida estaba marginada por fantásticas narraciones. Egipto marca el primer capítulo y lo siguen persas, asirios, mayas, incas, etc. Establecen un paralelismo psico-físico: verdad = luz; error = oscuridad. Se produce una comparación de principios, dando origen a diferentes dualismos: Osiris y Tifón; Ordmudz y Arimán; Brama y Siva.
De todo este conflicto psico-físico, el hombre primitivo distinguió la marcada diferencia entre dos estaciones: Una llena de frío y la otra de calor; fenómenos que hincaron en su espíritu desorientado la observación de la salida y la apuesta del sol, deduciendo que los movimientos cambiaban con frecuencia en un tiempo determinado. De un estudio sobre el sol se extracta lo siguiente: observando en primavera y en la zona templada, el sol se oculta en un punto determinado; luego el ocaso avanza gradualmente hacia el sur; primero de prisa, luego cada vez más lentamente hasta quedar estacionado en un sitio meridional máximo. Retrocede enseguida hacia el norte siguiendo una marcha inversa, es decir muy despacio al principio y con velocidad cada vez mayor al llegar al extremo, para disminuir de nuevo hasta una segunda parada que tiene lugar en invierno. Desde entonces vuelve otra vez al sur y así continua indefinidamente oscilando constantemente con regularidad perfecta.
Considerando los solsticios bajo un aspecto astronómico, debemos expresar que debido a que el eje de la tierra no es perpendicular al plano de la eclíptica, o sea que esto no coincide con el ecuador, sino que forma con él un ángulo de 23º, 27`, se produce numerosas alteraciones: la diferente duración de los días y las noches, las estaciones del año y la división de la superficie del globo terráqueo en cinco zonas climáticas.
Sólo dos veces en el año el plano del ecuador coincide con el plano de la eclíptica y por consiguiente, el círculo de iluminación coincide con cada meridiano. En esta posición los diferentes puntos de la tierra tienen un día de doce horas y una noche de doce horas. Estas fechas se conocen con el nombre de equinoccio.
Tres meses después, los rayos solares forman un ángulo de 23º y 27`con el plano del ecuador y los días y las noches alcanzan su máxima desigualdad. En este caso el círculo de iluminación no pasa por los polos, sino que es tangente a los paralelos de 66º, 33`norte y de 66º, 33`sur. Hay paralelos que no son tan cortados por el circulo de iluminación, y la tierra al girar sobre sí misma tendrá una parte que siempre quedará expuesta al sol y otra que no estará frente a ella; son los solsticios.
El solsticio de verano es San Juan el Evangelista que predica el evangelio del amor fraternal. El solsticio de invierno es San Juan Bautista, que es la esperanza de una vida mejor.
En nuestras prácticas y doctrinas asociamos estos fenómenos naturales y son interpretados bajo tres aspectos: cósmico, místico y simbólico.
Cósmico, porque representa a un fenómeno astronómico; místico, porque traza la realidad de un ideal y simbólico con relación al hombre, porque busca la perfección de su espíritu.
Remontándonos a las Sagradas Escrituras, ubicamos a San Juan como un personaje legendario. Juan el Bautista, es la antorcha de la esperanza y sintetiza en nuestra Orden el nacimiento a una nueva vida. Es propagandista de grandes ideales, es fraterno y virtuoso.
Juan el Evangelista, es la expresión sublime de la madurez psíquica y el espíritu alcanza a su plenitud.
En el ciclo eterno en que se manifiesta un espacio de tiempo, que va de un solsticio a otro, esta representada en forma simbólica la vida del hombre.
El hombre al nacer es individualidad, es materia que se plasma en un campo de perspectivas inciertas. ¿Cómo nace? ¿Dónde irá? ¿Su existencia qué trayectoria humana procurará?
Nace a la vida y comienza para su ser la incesante búsqueda de la verdad, que es luz. Orienta este anhelo Juan El Bautista. Sufre transformaciones bajo presión de la cultura y de los valores y es en Juan El Evangelista donde el hombre cambia de “ser” en “deber ser”.
Es el ciclo evolutivo de los solsticios, que representa los dos más grandes misterios de la metafísica: la vida y la muerte; el ser que nace y muere; es la materia y el espíritu.
Nuestra Augusta Orden, cuyos orígenes se remontan a la noche de los tiempos hace suyo este fenómeno e interpreta en sus talleres al universo con el resplandor grandioso de sus misterios.
La Logia es el mundo visible. El sol está en el templo, donde el Venerable Maestro levanta su mallete orientando las actividades del taller. También está la luna y las estrellas y su base adornada por la fuerza y la belleza, que la representa el primer y el segundo vigilante. Sus paredes son rojas como la fuerza del deseo y en su lenguaje simbólico reside la gama hermosa de sus enseñanzas, que son las que entrañan los solsticios. Todo él marginado por el azul infinito del cielo. Está proyectada de occidente a oriente y de norte a sur. Nuestros pasos guiados por la tolerancia y la fraternidad van en procura de la luz de oriente.
Así como el ciclo evolutivo de los solsticios, representan la vida y la muerte, así también la francmasonería al recibir al ser tosco e impuro para transformarlo en personalidad con realizaciones que logren una constante perfección, identifica simbólicamente los solsticios que encierran grandes enseñanzas morales, son sus finalidades y principios.
Cuando nosotros vivimos una de las noches más breves del año, los hermanos del hemisferio norte viven la más larga. Cuando nosotros celebramos el solsticio de verano, ellos celebran el de invierno; cuando nosotros vivimos una Navidad temperada y asoleada, ellos no la conciben sino con nieve y fría. Ninguna de estas diferencias es motivo de conflictos entre hermanos y pueblos. Pues hay tolerancia y además nos indica la universalidad de nuestra Augusta Orden.
Este acontecimiento que nos reúne, llámese fiesta de San Juan o solsticio; simboliza el feliz día en que cada uno de nuestro Hermanos que pertenece a cualquiera de las comunidades religiosas que se disputan el mundo de los creyentes, pueden adorar y reconocer a sus particulares divinidades; también, como aquellos que no comulgan en ninguna religión, pueden ver una manifestación de la sustancia universal y las leyes que rigen nuestro sistemas planetario. Todos se reúnen entre la escuadra y el compás para recordar estas festividades.
Queridos Hermanos, que esta sublime noche solsticiana lleve a nuestros espíritus la claridad suficiente para examinar el camino recorrido en nuestra Augusta Orden y en la vida profana. Que nos haga ser más virtuosos, tolerantes y fraternos. Enlacemos nuestras manos deseando un futuro mejor para la humanidad y en la que nuestros postulados sean realidad. Aprovechemos el calor del astro rey para recomenzar con más brío nuestra incesante búsqueda de la verdad.
INTRODUCCION A LA CEREMONIA DE ADOCCION DE LUVETONES
A continuación hacemos una pequeña reseña del simbolismo que acompaña esta ceremonia. La adopción por las Logias del hijo de un masón, es uno de los actos más interesantes de cuantos realizamos, ya que por él adquirimos formal compromiso de dar al adoptado todas las pruebas de interés que necesite hasta llegar a su mayor edad.
Este hecho no desliga de modo alguno a la familia o a los padres del niño de los deberes que les imponga la religión que profesen y las leyes del Estado. Partidarios de la libertad de conciencia admitimos en nuestros Templos a todos los hombres honrados, cualquiera sea la religión que tenga y las ideas políticas que profesen, con tal que sepan practicar la tolerancia más absoluta.
Al adoptar a un niño nos proponemos liberarle de los males con que le amenaza la superstición; iniciarle en la vida de la inteligencia; quitarle el velo material que cubre sus ojos y purificando su cuerpo, llevar a su espíritu con el amor al estudio, la inspiración de la virtud y de la fraternidad universal, para que ésta, su primera iniciación, le abra el camino de la felicidad.
Para esta ceremonia de adopción, se adornará la Logia con lazos blancos y azules, guarnecidos de oro, el dosel, el trono, las mesas de los vigilantes, las de los oficiales y las columnas, cuyas letras quedarán encerradas dentro de una corona de flores de la que penderán anchas cintas blancas. Delante del Ort:. habrá una mesita triangular cubierta con un tapete blanco, con flores de plata y encima un vasija con agua, una palangana y un paño blanco. Sobre una fuente de plata habrá pan, una vasija con miel, una copa con vino y una cucharilla de plata. En el centro de esa mesa se colocará un candelabro de tres brazos, con las luces apagadas. En el altar del V. M:. se pondrán, a ambos lados varios jarrones con flores y algunos vacíos por estar destinados a contener los ramos en el momento oportuno.
Se recomienda como bueno y edificante para los profanos y ventajoso para la Orden, que los parientes del niño asistan a la ceremonia, así como las madres, esposas y hermanas de los masones, a quienes podrán acompañar otros profanos.
El niño será apadrinado en este acto por uno o por dos Maestros Masones, y aunque no es indispensable, según el ritual, está generalmente admitido que figure como madrina alguna señora o la esposa, hija o hermana de algún masón.
La apertura de los trabajos se verifica en el grado de Ap:. de la manera acostumbrada, pero en ningún momento al “orden”. Al ordenar la entrada se forma la bóveda de acero y la comitiva avanza en el siguiente orden:
El Maestro de Ceremonias seguido del Porta Estandarte. Habrán dos hermanos con canastillas con flores.
El experto portará un ramo de flores y un tarjetón con los nombres de los luvetones, los padrino llevarán en la mano atributos masónicos, tales como regla, compás, escuadra, etc.Los niños conducidos por los hermanos, llevarán canastillas con flores, vestidos de blanco y coronados de rosas blancas. El Maestro de Ceremonias distribuirá flores a los asistentes masones y profanos, damas o caballeros, los cuales serán colocados en el pecho, en el ojal de la solapa.
Durante esa ceremonia se tocará música. La edad máxima para la adopción de luvetones es de 14 años, pasado este tiempo se necesitará una dispensa del Muy Resp:. Gran Maestro.
Esta ceremonia será organizada por todas las Logias que deseen participar y que tengan luvetones que adoptar, elaborarán una lista de estos con sus nombres, fecha de nacimiento, nombres de los padres y padrinos que deberán ser masones, se les entregará un diploma y una medalla como recordatorio de esta ceremonia.
http://comunicacion63.galeon.com/aficiones1765205.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario