En busca de una tierra misteriosa (6)
En Chavin de Huantar, una ciudad en la provincia de Huari, se encuentran algunas ruinas que vale la pena mencionar. Se tiene acceso a ellas mediante una callejuela techada con arenisca parcialmente tallada, cuya altura supera los 3,6 metros. A cada lado hay cuartos de 3,6 metros de ancho, cuyo techo son amplios trozos de arenisca cuyo espesor mide medio metro y cuya anchura tiene unos 2,7 metros. Las paredes de los cuartos tienen 1,8 metros de espesor y constan de algunas aberturas, probablemente para la ventilación. En el piso de este pasaje, se abre una entrada muy angosta que conduce a un túnel subterráneo que se desliza tras del río, desembocando al otro lado. De esta gran cantidad de huacas, se hallaron muchas copas de piedra, instrumentos de bronce y plata y un esqueleto de un indio sentado. La mayor parte de estas ruinas se encontraban sobre acueductos. El puente para alcanzar estos castillos está constituido por 3 piedras de granito tallado.Algunas de las piedras de granito están cubiertas por jeroglíficos. En Corralones, a 39 Km. de Arequipa, hay jeroglíficos esculpidos en masas de granito que parecen haber sido pintados con creta. Retratan imágenes de hombres, llamas, círculos, paralelogramos, las letras R y O y los vestigios de un sistema astronómico. En Huyatar, en el condado de Castro Virreina, existe un edificio con las mismas esculturas. En Nazca, en la provincia de Ica, se yerguen algunas maravillosas ruinas de acueductos. Constan de una piedra no tallada muy recta, doblemente amurallada y pavimentada con lajas encima. Últimamente, en Quelap, no muy distante de Chochapayas, se han examinado algunas obras muy extensas. Una muralla que mide 170 metros de ancho, más de 1 km. de largo y 45 metros de alto. La parte inferior es sólida. Otra muralla situada sobre la anterior, mide 182 metros de largo, 152 metros de ancho y 46 metros de alto. Encima de ambas murallas se encuentran nichos, que contienen los restos de los antiguos habitantes, algunos desnudos, otros envueltos en chales de algodón de colores distintos y primorosamente bordados.
Al seguir la entrada de la segunda y más alta muralla, se encuentran otros sepulcros similares a pequeños hornos. En la base hay lastras sobre las cuales reposaban algunos cadáveres. En el lado norte, en la rocosa vertiente perpendicular de la montaña, se eleva, a 183 metros del fondo, una muralla de piedra con ventanillas. La magistral construcción, los utensilios de oro y plata que se encontraron aquí y la genialidad y solidez de esta obra gigantesca de piedra tallada, hacen probable que date del período preincaico. En las 1932 km. a lo largo de las cuales se extiende Perú, se encuentran 500 barrancos, 16 kilómetros de terrazas de 50 filas por cada precipicio, que serían sólo cinco millas de 25 filas por cada lado. Así tendremos la astronómica cifra de 402.576 kilómetros de murallas de piedra con una altura media de más de 1 metro, lo suficiente para circundar la Tierra diez veces. A pesar de lo sorprendente que estas estimaciones pueden parecer, existe el convencimiento que su medida efectiva podría ser más del doble que la cifra en nuestras manos hoy; ya que estas hondonadas tienen una longitud que oscila entre 48 y 161 kilómetros. En San Mateo, una ciudad en el valle del río Rimac, las montañas alcanzan una altura de unos 610 metros sobre el nivel del río. Ahí pueden contarse 200 filas, ninguna de las cuales medía menos de 6 Km. de largo y muchas superaban los 10 Km.
Entonces, Heath pregunta justamente: “¿Quién era esta gente que perforó 97 kilómetros de granito, trasladó bloques colosales de pórfido duro, transportándolos por millas de su lugar de procedencia, a través de valles, situados a millares de metros de profundidad, sobre las montañas, a lo largo de las planicies, sin dejar huella de cómo o a dónde las llevaban?” Esta era gente que, según se dice, desconocía el uso de la madera y el único animal de carga era la débil llama. Así, después de haber transportado estas rocas, las convertían en piedras con precisión increíble. Estos seres terraplenaron millares de kilómetros de faldas montañosas, construyendo colinas de adobe y tierra y ciudades enormes. Dejaron obras de arcilla, piedra, bronce, plata y oro, muchos de los cuales no pueden ser duplicados actualmente. Estas personas competían con los Devas de la India en riqueza, con Hércules en fuerza y energía y con las hormigas y las abejas en laboriosidad. Callao fue sumergida y completamente destruida en 1746. Lima fue derruida en 1678. En 1746, sólo 20 edificaciones de entre 3 mil permanecieron erectas, mientras las antiguas ciudades en los valles de Huatica y Lurin se conservaron en un estado relativamente bueno. San Miguel de Puiro, fundado por Pizarro en 1531, fue completamente destruido en 1855, mientras las ruinas cercanas fueron levemente afectadas. Arequipa fue arrasada en agosto de 1868, sin embargo, las ruinas adyacentes permanecieron intactas. Por lo menos en el campo de la ingeniería, el presente puede aprender del pasado y esperamos mostrar que esto es válido en muchas otras cosas.
Hacer remontar todas estas construcciones ciclópeas al período inca es, como ya mostramos, una incongruencia más patente y una falacia más grande que la muy común de atribuir todo templo de piedra en la India a los budistas. Según muestran muchas autoridades, entre ellas el doctor Heath, la historia inca data del siglo once, período que, desde el tiempo de la conquista, es totalmente insuficiente para explicar tales obras grandiosas e innumerables. Al mismo tiempo, los historiadores españoles no saben mucho acerca de ellas. Además, debemos tener presente que en aquel entonces, los católicos más fanáticos execraban los templos paganos y cada vez que se les presentaba la oportunidad, los convertían en iglesias cristianas o los arrasaban. Otra fuerte objeción a la idea, deriva del hecho de que los incas no poseían un idioma escrito, mientras estas antiguas reliquias están repletas de jeroglíficos. “Es cierto que el Templo del Sol en Cuzco es de origen inca; pero éste es el estilo arquitectónico más reciente entre los cinco visibles en los Andes, cada uno representando, probablemente, una edad de adelanto humano“. Es posible que, para nuestros criptógrafos, como para los incas, los jeroglíficos peruanos y centroamericanos han sido, son y permanecerán como letra muerta. Los incas, análogamente a los antiguos chinos y mexicanos bárbaros, conservaban sus archivos por medio de un quipus (o nudo). Este era una cuerda que medía varios metros, compuesta por hilos multicolores a la cual se colgaba una orla policroma. Cada color indicaba un objeto sensible y los nudos servían de cifras.
Prescott dice: “La misteriosa ciencia del quipus suministraba a los peruanos los medios para comunicar sus ideas entre ellos y para transmitirlas a la posteridad […]“. Sin embargo, cada localidad se valía de su método para interpretar estos elaborados archivos. Así, un quipus era inteligible sólo en el lugar donde se guardaba. Heath escribe: “De las tumbas se han exhumado muchos quipus cuyos colores y tejidos se encontraban en un excelente estado de conservación. Pero los labios capaces de pronunciar la clave verbal han cesado para siempre su función y el buscador de reliquias no ha logrado notar el lugar exacto donde cada uno fue encontrado, así, los archivos que podrían comunicamos elocuentemente lo que deseamos saber, permanecerán sellados hasta que sea revelado todo en los últimos días […]“. Siempre que, entonces, se revele algo. Ello será posible mientras nuestras mentes estén agudamente receptivas a algunos hechos altamente sugestivos, como lo son los incesantes descubrimientos de la arqueología, la geología, la etnología y otras ciencias.
La convicción casi irreprimible de que el ser humano ha vivido en la tierra durante millones de años, hace que de la teoría de los ciclos, con el ascenso y la destrucción de innumerables civilizaciones y razas, sea la única alternativa plausible. ¿Quién puede decir si las artes y las ciencias de los antepasados de estos salvajes adelantaban a las de la civilización presente, aun siguiendo, quizá, otro rumbo? La respuesta la tienen sólo estos antepasados, que pueden haber vivido y prosperado en la civilización más elevada antes del período glacial. Ahora se ha probado científicamente que el ser humano ha vivido en América por lo menos desde hace 50 mil años. H.A. Albutt, miembro Honorario de la Sociedad Real de Antropología, dijo: “Cerca de New Orleans, en una parte del delta moderno, mientras se excavaba para la red de gas, se perforó una serie de lechos casi completamente constituidos por materia vegetal. Durante la excavación, a una profundidad de unos 5 metros de la superficie y bajo cuatro bosques sepultados y encabalgados, los trabajadores descubrieron un poco de carbón de leña y el esqueleto de un hombre, cuyo cráneo se atribuyó al tipo de raza india aborigen y, según el doctor Dowler, se remontaba a 50 mil años“. El ciclo irreprimible en el curso del tiempo, diezmó a los descendientes de los contemporáneos del difunto habitante de este esqueleto. Además, degeneraron intelectual y físicamente, como el lagarto del plesiosauro y el elefante actual de su orgulloso y monstruoso antecesor, el Sivatherium antediluviano, cuyos fósiles aun se encuentran en los Himalayas.
¿Por qué el ser humano debería ser la única especie en la tierra, cuya forma jamás cambió desde que apareció, por primera vez, en este planeta? La imaginada superioridad de cada generación humana sobre la anterior, es aun infundada para que nos impida aprender, algún día, que la teoría es una cuestión dicotómica: por un lado del ciclo hay un progreso incesante y por el otro una decadencia irresistible. Un científico moderno escribe: “Aun con respecto al conocimiento y al poder, se puede decir que el avance, que según ciertos individuos es la característica típica de la humanidad, afecta a personas excepcionales que surgen en algunas razas sólo bajo circunstancias favorables y es muy compatible con largos lapsos de inmovilidad y aun de declinación“. El doctor Heath escribe: “¡Cuán lejos de su grandeza deben haber estado los incas cuando un puñado de 160 hombres pudo penetrar, indemne, en sus casas en las montañas, matar a sus adorados reyes, a millares de sus guerreros y expoliarlos de sus riquezas. Además, en un país donde ¡unos hombres armados con piedras pudieron resistir con éxito a un ejército! ¿Quién podría reconocer en los actuales indios quichua y aymara a sus nobles antecesores?“. Esta es la opinión del doctor Heath y su convicción de que en un tiempo, América, Europa, Asia, África y Australia estaban unidas. Deben existir ciclos geológicos y físicos así como intelectuales y espirituales. Los planetas, análogamente a las razas y a las naciones, nacen, crecen, se desarrollan, declinan y mueren. Grandes naciones se escinden, esparciéndose en pequeñas tribus; pierden toda reminiscencia de su integridad y, paulatinamente, retroceden al estado primitivo, desapareciendo, en sucesión, de la faz de la Tierra.
Lo mismo ocurre con los grandes continentes. En un tiempo, Ceilán debe haber formado parte del continente indo. Así, parece ser que España estaba unida a África y el angosto canal entre Gibraltar y África debió ser tierra firme. Gibraltar tiene monos de la misma especie que en la costa africana; mientras que en el resto de España no hay simios en ninguna parte. También las cuevas de Gibraltar están llenas de huesos humanos gigantescos, avalando la teoría de que pertenecen a una raza humana antediluviana. El doctor Heath menciona la ciudad de Eten, situada en el grado 70 de latitud sur, en América, donde los habitantes de una tribu desconocida hablan un idioma monosilábico que los trabajadores emigrantes chinos entendieron desde su primer día de llegada. Tienen sus leyes, costumbres y vestidos. No entablan, ni permiten que se entable, una comunicación con el mundo externo. Nadie puede decir de dónde provienen, ni cuándo llegaron, ya sea antes o después de la conquista española. Son un misterio para todos los que tienen la oportunidad de visitarlos. Estos hechos son capaces de desconcertar a la ciencia y mostrar nuestra completa ignorancia del pasado.
El doctor Heath, que nos ha proporcionado un elocuente número de hechos, hace las siguientes reflexiones: “Hace 13 mil años, Vega o Lyra era la estrella polar. Desde entonces, ¡cuántos cambios ha visto nuestro planeta! Cuántas naciones y razas han nacido, han tocado los pináculos de su esplendor y después han decaído. Cuando hayan pasado 13 mil años desde nuestra desaparición, la estrella polar habrá asumido, otra vez, su posición original en el norte, completando un ‘Año Platónico o un Gran Año’ ¿y ustedes piensan que los humanos de entonces sabrán más acerca de nuestra historia de lo que sabemos nosotros sobre las civilizaciones pasadas? En verdad, podríamos exclamar, en términos casi salmistas: ‘Gran Dios, Creador y Director del Universo, ¿qué es el hombre para que Tú lo cuides tanto?'” ¡Amén! Debería responder un ser que aun cree en un Dios “Creador y Director del Universo“. Dicho lo anterior, ahora podemos introducir algunas de las razones por las cuales creemos en la historia de la Atlántida y de Mu, continentes sumergidos. Tenemos, como prueba, las tradiciones más antiguas de las poblaciones más heterogéneas que vivieron en continentes distantes: las leyendas en la India, en la antigua Grecia, en Madagascar, Sumatra, Java y todas las islas principales de la Polinesia y de las Américas. Ya sean los salvajes o las tradiciones literarias más ricas en el mundo, la literatura sánscrita de la India, convienen en decir que, en un pasado remoto, en el océano Pacífico existía un gran continente que, debido a un seísmo geológico, se sumergió.
Creemos que la mayoría de las islas, si no todas, del archipiélago malayo hasta la Polinesia, son fragmentos de un inmenso continente de antaño, ahora sumergido. La Malaca y la Polinesia, que yacen en los antípodas del océano Pacífico y que se supone que no pudieron haber trabado alguna relación o saber de la existencia mutua, poseen, todavía, una tradición común en todas las islas y los islotes, según la cual, sus respectivos continentes se extendían por un amplio tramo en el mar; en el mundo existían sólo dos inmensos continentes: uno habitado por seres amarillos y el otro por negroides. Y el océano, obedeciendo a la orden de los dioses y para castigarlos por sus incesantes peleas, los sumergió. Es un hecho geográfico que la distancia entre Nueva Zelandia, Sandwich y las Islas de Pascua llega hasta unos 7000 kilómetros. Y, según parece, ni ellas, ni ninguna isla intermedia, tales como las Marquesas, Sociedad, Fiji, Tahiti, Samoa y otras, pudieron comunicarse desde que se convirtieron en islas y antes de la llegada de los europeos; ya que las poblaciones indígenas desconocían la brújula. De todos modos, en cada una de estas islas se sostiene que sus respectivos países se extendían hacia occidente, rumbo a la vertiente asiática. Además, todos hablan dialectos dimanantes, evidentemente, del mismo idioma y, debido a las pequeñas diferencias, pueden entenderse sin muchos problemas. Tienen las mismas creencias religiosas, las mismas supersticiones y costumbres muy parecidas. Puesto que pocas islas polinésicas fueron descubiertas antes del siglo pasado, Europa desconocía la existencia del océano Pacífico hasta los días de Colón. Y los isleños jamás cesaron de repetir las mismas antiguas tradiciones desde que los europeos pisaron sus riberas, por lo que parece una deducción lógica que la teoría expuesta se acerca a la verdad.
Se denomina monogenismo a la doctrina antropológica que defiende que todos los individuos de la especie humana descienden de una única pareja inicial. La postura opuesta, es decir, la suposición de que existieron más de un primer hombre y una primera mujer se conoce con el nombre de poligenismo. Los monogenistas afirman que las planicies de Asia Central fueron el centro donde apareció la raza humana. Desde este lugar, oleadas sucesivas de emigrantes se instalaron en los lugares más recónditos del mundo. No es una sorpresa que los antiguos chinos, hindúes, egipcios, peruanos y mexicanos, que en un tiempo habitaban en el mismo lugar, muestren similitudes muy marcadas en ciertos puntos de su vida. La proximidad de los dos continentes a través del estrecho de Behring, se supone que permitió a los emigrantes efectuar el pasaje de Asia a América. Un poco hacia el sur, está la corriente de Tassen, que abre una gran ruta para los navegadores asiáticos. Los chinos han sido una nación marítima desde la antigüedad remota y puede ser que sus barcos se asemejasen a los del navegador portugués Cabral, capaces de llegar a la costa americana. Sin embargo, omitiendo todas las cuestiones de posibilidades y accidentes, sabemos que los chinos descubrieron la aguja magnética ya en el 2.000 a.C. Con su ayuda y la de la corriente de Tassen, no debe haberles resultado difícil llegar a América.
En efecto, según nos informa Paz Soldán en su “Geografía de Perú“, establecieron una pequeña colonia en este país y “al finalizar el quinto siglo, los misioneros budistas enviaron misiones religiosas para que llevaran sus doctrinas a América“. Helena Blavatsky no pone en entredicho la afirmación de que: “jamás ocurrió una sumergimiento de tierra tan gigantesca capaz de producir el océano Atlántico y Pacífico“; ya que no pretende sugerir nuevas teorías sobre la formación de los océanos, los cuales pueden haber mantenido su posición actual desde que aparecieron. Sin embargo, continentes enteros pueden haberse subdividido en fragmentos parcialmente sumergidos, dejando un sinnúmero de islas como parece que aconteció con la Atlántida cuando se hundió. En algún período prehistórico y mucho antes de que La Tierra tuviese naciones llamadas civilizadas, Asia, América y tal vez Europa, pertenecían a una vasta formación continental unida por istmos como el Estrecho de Behring o por sábanas de tierra mucho más amplias. Al mismo tiempo, Blavatsky no niega a los monogenistas, según los cuales, Asia Central es la cuna de la humanidad, sino que deja tal tarea a los poligenistas. De todos modos, en los 2 artículos titulados “La Tierra, ¿es un planeta peligroso?”, expongo algunas nuevas teorías sobre las relaciones entre distintos continentes en el pasado.
https://oldcivilizations.wordpress.com/2011/08/09/en-busca-de-una-tierra-misteriosa/
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