EL PUEBLO DE YAHVÉ
Cuando estos seres extraterrestres asumieron, hace unos 4.000 años, la tarea de preparar la llegada de un portador de su mensaje, empezaron por buscar una zona y un pueblo adecuados para la tarea que les esperaba. Se decidieron por una raza nueva habitante entre el Nilo y el Tigris. Esta zona era el foco cultural más importante del planeta, poblado por las, entonces, civilizaciones más avanzadas: Egipto, Babilonia, Nínive y Ur.
En vista de que todos los pueblos estaban influidos ya por diferentes creencias y religiones, fue preciso crear una nueva nación.
“Yavé dijo a Abraham: Vete de tu tierra, y de tu patria, y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré. De ti haré una nación grande y te bendeciré.” (Génesis 12, 1-3).
Varios siglos después, la nación judía comprendía a seiscientas mil personas. Todos ellos, y sus rebaños, fueron trasladados por el desierto en lo que ha dado en llamarse el Exodo.
“E iba Yahvé al frente de ellos, de día en una columna de nube para guiarlos en el camino y de noche en una columna de fuego para alumbrarlos…” (Exodo, 13 21-22).
Los egipcios no dejaron marchar a los judíos fácilmente. Eran unos excelentes esclavos, e hicieron falta varias plagas e incluso una matanza de los primogénitos egipcios para liberar al pueblo. Aún así, después de su partida no tardaron mucho en arrepentirse y salir en su persecución, alcanzándolos junto al Mar de Suf.
“Levantose el Ángel de Yavé que marchaba al frente del ejército de Israel, y se puso detrás de ellos. Levantose también la columna de nube de delante de ellos y se colocó a la espalda, intercalándose así entre el campamento de los egipcios y el campamento de los israelitas. Era nube y tinieblas (por una parte), y (por la otra) iluminaba la noche, de modo que no pudieron acercarse aquellos a éstos en toda la noche..” (Exodo 13, 19-20).
Lo que sucedió después, es sobradamente conocido.
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