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jueves, 2 de enero de 2014

De la Masonería de oficio a la Masonería Simbólica 2 de 3

De la Masonería de  oficio a la Masonería Simbólica 2 de 3
Hurtado Amando.

El paso  de la Masonería  gremial, o de oficio, a la Francmasonería especulativa o simbólica se  fue  estando ya  abiertamente desde el siglo XVI hasta principios  del  XVIII, a partir  de algunas logias  escocesas. Como pone  de relieve  David Stevenson, es ilusorio seguir manteniendo  que la Masonería  especulativa nació en Inglaterra,  repentinamente, con el  acuerdo  de las cuatro logias londinenses que  se unieron para  formar, en  1717, la Gran Logia  de Londres. Lo que parece evidente para este importante masonólogo es que en logias “operativas” escocesas del siglo XVII hallaron acogida caballeros  estudiosos,  así  como profesionales de otros oficios, interesados en el método ritual de los constructores y  que, ya  desde esa época,  se puede  hablar  de Masonería  especulativa o  simbólica, puesto  que  aquellos no masones  de oficio debatían  temas no  limitados a la  reglamentación y práctica  de la construcción física,  sino  a  los principios  geométricos y  de orden  estético y moral en que ésta  se  basa, simbolizados en la utilización de los utensilios  de trabajo.

            Por otra parte, las logias masónicas escocesas  del siglo  XVII se preocupaban tanto  de la reglamentación del oficio como  de las prácticas rituales de iniciación, aunque sólo  se consignara en las  actas  de las  reuniones lo  concerniente al primer  aspecto y  que no  se hayan  encontrado, hasta después  de  1630, más que  alusiones  esporádicas a los  “secretos” ritualizados, como  era  el  de la Palabra  del Masón,  como medio  de identificación,  según señala también Stevenson.

 

            Gran parte  de las logias operativas escocesas de  constructores  continuaron vinculadas a la construcción de  edificios hasta principios del siglo XVIII y contaron  con masones  aceptados  desde principios  del siglo  anterior, lo que no  ocurrió en las logias netamente inglesas. Los  antecedentes inmediatos de las logias  especulativas o  simbólicas inglesas hay  que  buscarlos en las logias  “a  la escocesa” que  fueron  surgiendo en territorio inglés durante el siglo XVII, algunas  de las cuales incluso parecían no  tener una ubicación permanente, sino  que  se reunían, periódicamente, donde sus miembros  acordaban. Tal pudo  ser   el  caso de la  famosa Logia pionera de  Warrington, a la  que perteneció Elías Ashmole, primer “caballero”  conocido que  fuera  recibido  masón en una Logia inglesa,  junto  con  el  coronel Mainwaring,  explicándose e hecho de que  se  carezca de  datos sobre la logia de  aquel  famoso  alquimista y miembro de la Royal Society británica desde  1646 hasta  1682,  esta vez  asistiendo Ashmole a la iniciación de varios  caballeros,  en Londres, según  menciona  en su  diario íntimo.

            Sin  embargo, La Masonería institucionalizada moderna,  basada  en el simbolismo de  los  antiguos masones,  arranca  de la Gran logia de Londres. Como ya  se ha indicado, cuatro Logias londinenses decidieron unirse, el  24  de junio  de 1717,  festividad  de  San Juan Bautista, para  formar una macroestructura administrativa con  fines  específicos: Habría  de  ser la primera   formación que,  conservando las  formas  externas y los símbolos  de las logias  de los masones constructores tradicionales, no  tendría como meta la  construcción  de  edificios, sino la  de  reunir  a los hombres  de  cualesquiera ideologías, razas, religiones o nacionalidades para cimentar y lograr una  sociedad humana armónicamente edificada, a fin de que la paz y la  tolerancia sustituyeran, algún  día, a la  disensión y  a la  guerra.

            Fue  creada  con la  independencia de la profesión u oficio de sus miembros6 y, como indica el  artículo primero de la  Constitución  de  1723, con  el propósito de  servir  de centro de unión a  quienes,  de otra  forma, no  se habrían   conocido, ya que en ella  figuraban profesionales, como los maestros  carpinteros Lamball u  Coordwell, junto a  teólogos y presbíteros como Anderson y Désaguliers o militares como  el capitán Elliot. Eligieron como Gran Maestre al caballero Anthony  Sawyer,  en  espera  de poder ofrecer  el  cargo, más  adelante, a  algún personaje ilustre que  favoreciera el  desarrollo de la institución. Esto  ocurrió en  1721,  en que  fue elegido Gran Maestre el  duque de Montagu. En  1722 lo  fue el duque de Wharton . En  1730 el  número  de logias inscritas  ascendía ya a 30 y en 1738 la Obediencia pasó  a  titularse Gran Logia  de Inglaterra.

            No todos los masones ingleses apoyaron la iniciativa especulativa de Londres. La decaída Logia  de York, que,  según una  vieja  tradición, databa  del siglo X,  sí  como otras logias  operativas, permanecieron independientes. Una  de ellas, en Londres,  era  la Logia de San Pablo 7 (que había sido  creada por los masones  constructores de la nueva  catedral), y  es interesante anotar que, ya  en  1702,  esta Logia, presidida por el  arquitecto sir  Christopher Wrenn,  dictaba  que:

            Los privilegios de la Masonería no  serán  ya reservados, en lo  sucesivo, tan  solo a los obreros  constructores, como  se hace  ahora, sino que  se  extenderán a personas de  toda condición que  deseen  participar.
           
            La Logia  de York reaccionó  agrupando  a varias de  aquellas  logias.  Editando sus propias  Constituciones en  1722 (las  de Roberts) y  adoptando  el nombre de “Gran Logia de  toda Inglaterra”  en  1725. Continuó  ejerciendo sus  funciones (hasta  1779),  sin actitud  especialmente hostil hacia la  Gran logia  de Londres, aunque manifestando siempre su discrepancia.


            Desde  1739 a 1753, miembros  de algunas logias  conservadoras, influidos  por las  formas rituales  practicados entre  los masones irlandeses, protagonizaron un movimiento que  culminó en la  formación de una nueva Obediencia, integrada por nueve  logias de reciente  creación: la “Gran Logia de los Masones  Libres y  Aceptados,  según las  Antiguas Instituciones”. Esta nueva  formación pasó  a  ser  conocida, pronto, como la “Gran Logia de  los Antiguos” y había  de  tener una importancia decisiva en la  evolución de la Masonería  anglosajona. Sin  embargo, y  en contra  de  lo  que pudiera pensarse, la Gran Logia  de York (autotitulada “de toda Inglaterra”,  como hemos  visto) poco  o nada tuvo que ver con el origen de  este nuevo movimiento.

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