De la Masonería
de oficio a la Masonería Simbólica 2 de 3
Hurtado Amando.
El paso de la Masonería gremial, o de oficio, a la Francmasonería
especulativa o simbólica se fue estando ya
abiertamente desde el siglo XVI hasta principios del
XVIII, a partir de algunas
logias escocesas. Como pone de relieve
David Stevenson, es ilusorio seguir manteniendo que la Masonería especulativa nació en Inglaterra, repentinamente, con el acuerdo
de las cuatro logias londinenses que
se unieron para formar, en 1717, la Gran Logia de Londres. Lo que parece evidente para este
importante masonólogo es que en logias “operativas” escocesas del siglo XVII
hallaron acogida caballeros
estudiosos, así como profesionales de otros oficios, interesados
en el método ritual de los constructores y
que, ya desde esa época, se puede
hablar de Masonería especulativa o simbólica, puesto que
aquellos no masones de oficio
debatían temas no limitados a la reglamentación y práctica de la construcción física, sino
a los principios geométricos y
de orden estético y moral en que
ésta se
basa, simbolizados en la utilización de los utensilios de trabajo.
Por otra parte, las logias
masónicas escocesas del siglo XVII se preocupaban tanto de la reglamentación del oficio como de las prácticas rituales de iniciación,
aunque sólo se consignara en las actas
de las reuniones lo concerniente al primer aspecto y
que no se hayan encontrado, hasta después de
1630, más que alusiones esporádicas a los “secretos” ritualizados, como era
el de la Palabra del Masón,
como medio de
identificación, según señala también
Stevenson.
Gran parte de las logias operativas escocesas de constructores
continuaron vinculadas a la construcción de edificios hasta principios del siglo XVIII y
contaron con masones aceptados
desde principios del siglo anterior, lo que no ocurrió en las logias netamente inglesas.
Los antecedentes inmediatos de las
logias especulativas o simbólicas inglesas hay que
buscarlos en las logias “a la escocesa” que fueron
surgiendo en territorio inglés durante el siglo XVII, algunas de las cuales incluso parecían no tener una ubicación permanente, sino que se
reunían, periódicamente, donde sus miembros acordaban. Tal pudo ser
el caso de la famosa Logia pionera de Warrington, a la que perteneció Elías Ashmole, primer
“caballero” conocido que fuera
recibido masón en una Logia
inglesa, junto con el coronel Mainwaring, explicándose e hecho de que se
carezca de datos sobre la logia
de aquel
famoso alquimista y miembro de la
Royal Society británica desde 1646
hasta 1682, esta vez
asistiendo Ashmole a la iniciación de varios caballeros,
en Londres, según menciona en su
diario íntimo.
Sin embargo, La Masonería institucionalizada
moderna, basada en el simbolismo de los
antiguos masones, arranca de la Gran logia de Londres. Como ya se ha indicado, cuatro Logias londinenses decidieron unirse, el 24 de junio
de 1717, festividad de San
Juan Bautista, para formar una
macroestructura administrativa con fines específicos: Habría de ser
la primera formación que, conservando las formas
externas y los símbolos de las
logias de los masones constructores
tradicionales, no tendría como meta
la construcción de
edificios, sino la de reunir
a los hombres de cualesquiera ideologías, razas, religiones o
nacionalidades para cimentar y lograr una
sociedad humana armónicamente edificada, a fin de que la paz y la tolerancia sustituyeran, algún día, a la
disensión y a la guerra.
Fue creada
con la independencia de la
profesión u oficio de sus miembros6 y, como indica el artículo primero de la Constitución
de 1723, con el propósito de servir
de centro de unión a
quienes, de otra forma, no
se habrían conocido, ya que en
ella figuraban profesionales, como los
maestros carpinteros Lamball u Coordwell, junto a teólogos y presbíteros como Anderson y
Désaguliers o militares como el capitán
Elliot. Eligieron como Gran Maestre al caballero Anthony Sawyer,
en espera de poder ofrecer el
cargo, más adelante, a algún personaje ilustre que favoreciera el desarrollo de la institución. Esto ocurrió en
1721, en que fue elegido Gran Maestre el duque de Montagu. En 1722 lo
fue el duque de Wharton . En 1730
el número de logias inscritas ascendía ya a 30 y en 1738 la Obediencia
pasó a
titularse Gran Logia de
Inglaterra.
No todos los masones
ingleses apoyaron la iniciativa especulativa de Londres. La decaída Logia de York, que,
según una vieja tradición, databa del siglo X,
sí como otras logias operativas, permanecieron independientes.
Una de ellas, en Londres, era la
Logia de San Pablo 7 (que había sido
creada por los masones constructores
de la nueva catedral), y es interesante anotar que, ya en
1702, esta Logia, presidida por
el arquitecto sir Christopher Wrenn, dictaba
que:
Los
privilegios de la Masonería no
serán ya reservados, en lo sucesivo, tan
solo a los obreros constructores,
como se hace ahora, sino que se
extenderán a personas de toda
condición que deseen participar.
La Logia de York reaccionó agrupando
a varias de aquellas logias.
Editando sus propias
Constituciones en 1722 (las de Roberts) y
adoptando el nombre de “Gran
Logia de toda Inglaterra” en
1725. Continuó ejerciendo
sus funciones (hasta 1779),
sin actitud especialmente hostil
hacia la Gran logia de Londres, aunque manifestando siempre su
discrepancia.
Desde 1739 a 1753, miembros de algunas logias conservadoras, influidos por las
formas rituales practicados
entre los masones irlandeses,
protagonizaron un movimiento que culminó
en la formación de una nueva Obediencia,
integrada por nueve logias de
reciente creación: la “Gran Logia de los
Masones Libres y Aceptados,
según las Antiguas
Instituciones”. Esta nueva formación
pasó a
ser conocida, pronto, como la
“Gran Logia de los Antiguos” y
había de
tener una importancia decisiva en la
evolución de la Masonería
anglosajona. Sin embargo, y en contra
de lo que pudiera pensarse, la Gran Logia de York (autotitulada “de toda
Inglaterra”, como hemos visto) poco
o nada tuvo que ver con el origen de
este nuevo movimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario