LOS ALTOS GRADOS EN LA MASONERÍA
Este trabajo es un estudio sobre la creación de los altos grados en masonería que surgió tras investigar los motivos iniciaticos, filosóficos, sociales o coyunturales que llevaron a los masones de aquella época a desarrollar o ampliar la enseñanza del tercer grado y de una manera resumida os lo expongo a vuestra consideración para afianzaros en el recorrido escocista. Cuando en la actualidad algunos cuestionan la existencia de los Altos Grados y otros no saben el porqué de su existencia, es bueno repasar el génesis de la masonería más trascendente.
Para empezar y aunque solo sea para situarnos en el entorno y de una manera sucinta expongo el proceso histórico que nos lleva al siglo XVIII. Es el Caballero Ramsay, Gran Orador de la Orden, quien en su famoso discurso en una recepción de masones compara la Masonería con la Caballería Religiosa. En ese momento sin darse cuenta Ramsey ponía la primera piedra de lo que seria mas tarde la proliferación de grados posteriores al de Maestro Masón.
Pero es en Francia en 1754 cuando Nicolás de Bonneville establece el Capitulo de Clermont que otorgaba tres grados superiores: Caballero del Águila o Maestro Electo, Caballero Ilustre o Templario y Sublime Caballero Ilustre. Este Capitulo se deshizo y de sus restos se formo en 1758 el Consejo de Emperadores de Oriente y de Occidente. En 1759 se funda el Consejo de Príncipes del Real Secreto. Estos dos cuerpos promulgan en 1762 en Bordeaux las Constituciones que institucionalizan los 25 grados de Perfección. Como muchos de los hermanos que componen estos cuerpos son escoceses estuardistas exiliados en Francia se empieza a llamar al nuevo rito, Rito Escocés de Perfección.
Sería en 1786 cuando Federico II de Prusia firma las Constituciones del R\E\A\A\ y se unifica el rito que conocemos en la actualidad. En 1797 se estableció en Charleston, Carolina del Sur, un Supremo Consejo del Rito de Perfección y cuatro años más tarde se crea en la misma ciudad el Supremo Consejo de Grandes Inspectores Generales para los EEUU de América del Rito Escocés Antiguo y Aceptado que basa su autoridad en las Constituciones de 1786 y que son citadas en el Manifiesto Constitucional.
Este recorrido histórico nombrando solo los hitos y dejando a historiógrafos el detalle nos lleva al ámbito del siglo XVIII en el que se producen unos hechos que marcaran el desarrollo de la masonería en el mundo. En este contexto en el tiempo hemos de tener en cuenta la necesidad social, iniciatica, intelectual en que el maestro masón busca un desarrollo a su conocimiento.
Hemos de ser conscientes que la existencia de los altos grados causa polémica dentro de la masonería. Este asunto no es de ahora, ha ocurrido siempre, aunque ahora quizás lo sintamos muy de cerca en nosotros mismos y seamos los protagonistas del problema. Para ello vamos a analizar lo que ocurrió y quizás aclare algo nuestra postura y la situación actual.
La aparición de los altos Grados se produce dentro de un ámbito especulativo. Esta claro que la masonería operativa tenia el grado de Aprendiz y el de Compañero y posteriormente se le añadió el de Maestro. En el discurso de Ramsey se abre para las logias un vasto horizonte legendario. Si analizamos este discurso vemos que Ramsay pretende ligar los altos grados a la Orden Templaria y a una logia Madre situada en Kilwinning. Entre 1730 y 1750 la masonería incrementa los grados, ceremonias y ritos. Distintos ritos conforman los altos grados con distintos nombres dando a entrever mitologías y leyendas que justifiquen la autenticidad de los rituales. Sin embargo será el sentido social de castas existente en la época el que dará un impulso a la profusión de sistemas.
Las voces disonantes que critican los altos grados se basan en que los tres primeros grados encierran todo el contenido iniciatico de la masonería. Sin embargo están de acuerdo por otro lado en que los altos grados sean el ámbito donde se desarrolle el masón a nivel metafísico y filosófico pues reconocen imposible hacerlo a nivel de los tres primeros grados.
Otros en cambio basan su crítica señalando grados específicos del escocismo al que le asignan fines superficiales propios de quien no ha profundizado en el grado. Así por ejemplo El Caballero del Sol se le asigna un papel importante en el establecimiento de una religión natural superpuesta a todas las demás. O el Caballero Kadosh al que se le asigna el papel de vengador de tiranías políticas y religiosas.
El resumen de las críticas se basa en reconocer que si el Maestro Masón fuera efectivo no habría necesidad de los altos grados. Si las logias simbólicas se hubieran desarrollado y los grados dieran al masón todo el desarrollo iniciatico nunca habría existido la necesidad de los altos grados. En una situación ideal cuando el Maestro Masón lo sea completamente no habrá en la Masonería más que tres grados.
Conociendo el proceso histórico y la critica negativa nos vemos abocados a una situación en la que podemos identificar el nudo gordiano que nos lleva a la necesidad vital de unos grados con unas enseñanzas y unas iniciaciones que todos estamos de acuerdo que hoy por hoy la logia simbólica y el tercer grado no nos puede dar. Nadie se hace masón para repetir de memoria unos rituales.
Pero que encontramos en estos grados que no estén en el tercer grado. Si analizamos al menos intelectualmente el recorrido del grado 4º al 16º el recipiendario hace un recorrido por el Israel del antiguo testamento en una búsqueda de la trascendencia intemporal. En el grado 18º el recipiendario tiene la ocasión de conocer el principio en que se basa la religión occidental predominante como fuente de nuestra cultura. Del grado 20º al 30º el escocista recorre el ideal caballeresco medieval mezclado con una reflexión sobre la relación cuerpo-alma-espíritu con una visión hermética de todo ello.
Tampoco quiero extenderme en el significado de cada grado, no es este el debate. Sin embargo sí podemos decir en este punto que el escocismo es un sistema correlacionado de formación imbricado en enseñanzas que nos llevan paso a paso por la vía iniciatica a dos fines. Por un lado el iniciatico que debería comportar una expansión de conciencia con el soporte meditativo adecuado, y por otro lado a la formación de un corsé ético y moral que marca a quien hace el recorrido de una manera evidente.
Nuestra tesis queda corroborada hasta por los detractores de los Altos Grados. El desarrollo del tercer grado hasta hacerlo completo hoy por hoy pasa por el recorrido al que todo escocista debe anhelar, desde al grado 4º hasta el 33º, la dimensión iniciatica ahora ya ordenada acompañada de una enseñanza didáctica debe estructurar el proceso iniciatico de cualquier masón que sea consciente de la trascendencia que tiene al alcance de su mano. Negarlo es buscar una vía fácil e intrancesdente equiparable a cualquier religión, dentro de la masonería existe esa posibilidad, pero no en el caso del escocismo.
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