Dios Según Albert Einstein
Hace pocos días un amigo me envió a mi casilla electrónica un documento intitulado “Albert Einstein Quotes on God, Religion, Theology & Science” (Citas de Albert Einstein sobre Dios, la Religión, la Teología y la Ciencia). El documento es en su mayoría parte de una publicación Crown Trade Paperback de 1954 y consiste en cuarenta y tres citas de afirmaciones de Einstein realizadas entre 1930 y 1955. No encontré ninguna inconsistencia o cambio de parecer en las citas.
Quisiera dejar sentado que siento gran admiración por Einstein, pero que soy consciente de que él, como todos nosotros, cometió errores; es decir, no pretendo que las cosas sean como Eisntein las pensó, sólo porque él las concibió así. Sin embargo, a mí me encantó leer sus reflexiones y he sentido el impulso de compartirlas. De paso, podría ser que algunos cambien la idea que tienen sobre la posición de Einstein sobre estos temas, ya que a veces algunas personas expresan que el genio pensaba al respecto lo contrario de lo que realmente creía.
Trataré de incluir en el espacio limitado de este artículo lo más posible del pensamiento de este portentoso científico e intelectual, contenido en las citas aludidas; haré una síntesis del documento original, pero las citas serán siempre textuales, traducidas del inglés. Empezaré con las que vienen sin fecha en el original y luego pondré las demás en orden cronológico. Espero que las disfruten.
“Yo creo en el Dios de Spinoza, el que se revela en el orden armónico de lo que existe, no en un Dios interesado en los destinos y en las acciones de los seres humanos”.
“La religión del futuro será cósmica. Deberá trascender al Dios personal y evitar el dogma y la teología. Cubriendo tanto lo natural como lo espiritual, deberá basarse en un sentido religioso proveniente de la experiencia de que todas las cosas conforman una unidad que tiene sentido. El Budismo responde a esta descripción. Si hubiera alguna religión que pudiera ajustarse a las necesidades de la ciencia moderna, ésta sería el Budismo”.
“Yo no creo en la inmortalidad del individuo y considero que la ética es un asunto de interés exclusivamente humano, sin ninguna autoridad sobrehumana detrás de ella” (Albert Einstein: The Human Side).
“Lo que yo observo en la naturaleza es una estructura magnificente que nosotros podemos comprender sólo de manera muy imperfecta y que debe llenar a la persona pensante de un sentimiento de humildad. Éste es el verdadero sentimiento religioso y no tiene nada que ver con el misticismo”.
“La tendencia mística de nuestro tiempo, la que se manifiesta particularmente en el crecimiento rampante de los así llamados Teosofía y Espiritualismo, no es, para mí, más que un síntoma de debilidad y de confusión. Como nuestras experiencias internas consisten en reproducciones y combinaciones de impresiones sensoriales, el concepto de un alma sin un cuerpo me parece vacío y carente de significado”.
“El comportamiento ético de un hombre debería basarse en la simpatía, la educación y los lazos y necesidades sociales; no es necesaria una base religiosa. El hombre estaría en lamentables condiciones si tuviera que estar restringido por el miedo al castigo y la esperanza de un premio posteriores a la muerte” (Albert Einstein; “Religion and Science”, New York Times Magazine, 9 de noviembre de 1930).
“No hay nada divino en la moral; es un asunto puramente humano” (1934).
“La investigación científica está basada en la idea de que todo lo que ocurre está determinado por las leyes de la naturaleza y, por tanto, esto es válido también para los actos de las personas. Por esta razón, un investigador científico difícilmente se inclinará a creer que los eventos pueden ser influenciados por la oración; esto es, por un deseo dirigido a un ser sobrenatural” (1936; respuesta a un niño que escribió preguntando si los científicos rezan; Albert Einstein: The Human Side, editado por Helen Dukas y Banesh Hoffmann).
“La ciencia sólo puede ser creada por aquellos que están completamente imbuidos de la aspiración por la verdad y el entendimiento. Sin embargo, la fuente de este sentimiento proviene del ámbito de la religión. A este ámbito pertenece también la fe en la posibilidad de que las regulaciones que son válidas para el mundo existente son racionales; es decir, comprensibles para la razón. Yo no puedo concebir un científico genuino que no tenga esta profunda fe. La situación puede expresarse por medio de una imagen: la ciencia sin la religión es coja, la religión sin la ciencia es ciega” (1941).
“Durante el período juvenil de la evolución espiritual de la humanidad, la fantasía humana creó dioses a la imagen del hombre a los que suponía capaces de determinar, o influenciar, el mundo de los fenómenos naturales con su sola voluntad. El hombre trató de alterar la disposición de estos dioses en su propio favor, por medio de la magia o de la oración. La idea de Dios en las religiones que se enseñan actualmente es una sublimación de este viejo concepto de los dioses. Su carácter antropomórfico se muestra, por ejemplo, en el hecho de que las personas apelan a un ser divino en sus oraciones y piden por el cumplimiento de sus deseos” (1941).
“En su lucha por el bien ético, los profesores de religión deben tener la estatura necesaria para abandonar la doctrina de un Dios personal; esto es, abandonar la fuente de temor y de esperanza que en el pasado ha colocado un poder tan vasto en las manos de los sacerdotes” (1941).
“La idea de un Dios personal es un concepto antropológico que soy incapaz de tomar en serio” (carta a Hoffmann y Dukas, 1946).
“Por supuesto que son mentiras las que han leído sobre mis convicciones religiosas; mentiras que han sido repetidas sistemáticamente. Yo no creo en un Dios personal y esto yo nunca lo he negado, sino que lo he expresado claramente. Si hay algo en mí que pudiera llamarse religioso sería mi admiración ilimitada por la estructura del mundo hasta donde nuestra ciencia puede revelarla” (1954; Albert Einstein: The Human Side, editado por Helen Dukas y Banesh Hoffmann, Imprenta de la Universidad de Princeton).
“Yo no puedo imaginar un Dios que premia y castiga a los objetos de su creación y cuyos propósitos están moldeados según los nuestros; en resumen, un Dios que no es más que un reflejo de la fragilidad humana. Tampoco puedo yo creer que el individuo sobrevive a la muerte de su cuerpo, aunque espíritus débiles abrigan ese tipo de pensamientos a causa del temor o de egotismos (*) ridículos” (Albert Einstein, obituario en el New York Times, 19 de abril de 1955). (*) Egotismo: sentimiento exagerado de la propia personalidad; es diferente de “egoísmo”.
http://mparalelos.com/dios-segun-albert-einstein/
No hay comentarios:
Publicar un comentario