Simón Bolívar y la
corriente emancipadora procedente de Colombia
Escribe: Herbert Oré Belsuzarri.
Tras
la independencia del norte peruano y de Lima por José de San Martín, el virrey
La Serna estableció su sede de gobierno en el Cuzco. Así, mientras la costa y
el norte del Perú eran independientes, la sierra peruana y el Alto Perú seguían
siendo realistas.
La conclusión de la independencia del Perú vendría con la intervención de la Gran Colombia.
Luego
de la batalla de
Pichincha, la Gran Colombia había eliminado la mayoría de los
contingentes realistas en su territorio y la amenaza mayor paso a ser el Perú,
donde en la sierra se encontraba el último ejército realista superviviente y
donde el gobierno del Protector José de San Martín
había sentado las cimientos independizando Lima y el Norte Peruano. El
Libertador Simón Bolívar
había logrado aprovechar la poderosa base de la Gran Colombia que le permitiría cerrar el
proceso emancipador en el Perú que luego del impulso que significo las campañas
de San Martín en Chile, lucía estancado en el Perú por los conflictos internos
en que se sumergió el gobierno de la República del Perú, y más tarde por la
inestabilidad del protectorado tras la retirada de San Martín. Simón Bolívar
sabía que el último reducto se encontraba en el Perú y que, si quería
asegurarse la independencia, no podía ignorarse a los realistas acantonados en
el sur peruano y Alto Perú.
En
la Entrevista de
Guayaquil los dos libertadores trataron el tema de a quien
correspondía la soberanía sobre la Provincia
Libre de Guayaquil, pero más importante aun cual seria la solución
para la independencia del Perú y cual seria el sistema político que se
instalaría: uno monárquico constitucional como deseaba San Martín, o
Republicano como lo quería Bolívar. Pero siempre ambos sistemas independientes
de España. La entrevista se saldó
favorablemente para los intereses de la Gran Colombia que ratificó su anexión
de Guayaquil. Ante el retiro del Protector y las desafortunadas derrotas
militares durante el gobierno del presidente Riva Agüero, el Congreso peruano
decidió solicitar la intervención del libertador Simón Bolívar. Bolívar ya
había enviado antes al general Antonio José de
Sucre, quien mantuvo la autonomía de las agrupaciones militares de
Colombia.
Tras
acabar con la resistencia de los pastusos en la batalla de Ibarra, Bolívar se embarcó para
el Perú y arribó a Lima el 10 de septiembre. Desarticulado el ejército
realista por la rebelión de
Olañeta en el Alto Perú, la campaña militar del año 1824 sería
favorable para los patriotas.
El
Ejército
Unido Libertador del Perú triunfó en la Batalla de Junín
a las órdenes del Libertador Simón Bolívar y en la Batalla de Ayacucho
a las órdenes del general Antonio José de
Sucre. La capitulación de Ayacucho puso fin al virreinato peruano y
concluyó con el Sitio del
Callao en enero de 1826 termina el proceso de independencia del
Perú.
La
Capitulación de Ayacucho es el
tratado firmado por el jefe de estado mayor José de Canterac
y el General Antonio José de
Sucre después de la batalla de Ayacucho,
el 9 de diciembre de 1824.
Sus condiciones fueron: La capitulación únicamente del ejército bajo su mando,
la permanencia Realista en el Callao y el nacimiento
de Perú a la vida independiente, con una deuda
económica a los países que contribuyeron militarmente a su independencia.
El
número de soldados naturales de España que combatieron en Ayacucho ha sido
acotado por los mismos testimonios posteriores a la contienda. En el año 1824
los europeos combatiendo en todo el virreinato ascendían a 1.500 según el
brigadier García Camba, mientras que según el comisario regio Diego Cónsul Jove
Lacomme el número total de europeos era de 1.200, y de los que solo 39 hombres
formaban en la división del Alto Perú.
Para
el 9 de diciembre, día en que se libro la batalla de Ayacucho, y de acuerdo a
publicaciones posteriores, los europeos en el ejército del virrey
aproximadamente eran 500 hombres según García Camba, mientras que Bulnes cita
900 "desde el virrey al último corneta", apoyándose en el diario del
capitán Bernardo F. Escudero y Reguera, oficial del Estado Mayor de Valdés.
Pero el testimonio del general Jerónimo Valdés le refuta corroborando la cifra
de 500 hombres "de soldado a jefe".
Del
número exacto de prisioneros realistas capturados tras la batalla de Ayacucho,
1.512 eran americanos, mientras
que 751 eran españoles.
La
capitulación ha sido llamada por el historiador español Juan Carlos Losada como
"la traición de Ayacucho"
y en su obra Batallas decisivas de la
Historia de España (Ed. Aguilar, 2004), afirma que el resultado de la
batalla estaba pactado de antemano.
El historiador señala a Juan Antonio Monet como el encargado del acuerdo: “los protagonistas guardaron siempre un
escrupuloso pacto de silencio y, por tanto, sólo podemos especular,
aunque con poco riesgo de equivocarnos” (Pág. 254). Una capitulación sin
batalla se habría juzgado indudablemente como traición. Los jefes españoles, de
ideas liberales, y acusados de pertenecer a la masonería al igual que otros
líderes militares independentistas, no siempre compartían las ideas del rey
español Fernando VII, monarca considerado tiránico
además de ser firme sostenedor del absolutismo.
Por
el contrario el comandante español Andrés García Camba
refiere en sus memorias como, los oficiales españoles apodados más tarde "ayacuchos", fueron injustamente
acusados a su llegada a España: "señores,
con aquello se perdió masónicamente" se les dijo acusatoriamente, -"Aquello se perdió, mi general, como se
pierden las batallas", respondieron los veteranos de la batalla.
Tratado de Paz y
Amistad
El
4 de diciembre de 1836
el parlamento español autoriza a sus gobiernos para que, no obstante los
artículos de la Constitución promulgada en Cádiz en el año de 1812, pueda
concluir tratados de paz y amistad con todos los nuevos estados de la América
española, sobre la base del reconocimiento de su independencia, y renuncia de
todo derecho territorial ó de soberanía. Debido a distintos desencuentros
España firma el tratado con el Perú el 14 de agosto de 1879
mediante la firma en París del Tratado de Paz y Amistad España-Perú, por
parte de España lo hace el Marqués de Molíns y Mariano Roca de Togores, y por
el Perú, Juan
Mariano de Goyeneche y Gamio, Conde de Guaqui. España envía como su
primer embajador en Lima a Emilio de Ojeda.
Como
se podrá percibir las gestas libertarias previas y la independencia del Perú
son actos de una misma decisión: “La búsqueda de la Libertad” y más allá de
cual sea la motivación, en el Perú se sello la independencia de América latina
del yugo español.
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