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sábado, 13 de mayo de 2017

El Oso, el Primer Chaman del Gran Espiritu

El Oso, el Primer Chaman del Gran Espiritu


Los úrsidos (Ursidae), conocidos comúnmente como osos, son animales de gran tamaño, generalmente omnívoros ya que, a pesar de su temible dentadura, comen frutos, raíces e insectos, además de carne. Con sus pesados cuerpos y sus poderosas mandíbulas, los osos se cuentan entre los mayores carnívoros que viven en la Tierra. Se mueven con un caminar pesado, apoyando toda la planta de los pies (son animales plantígrados).

El oso tuvo un papel importante en los cultos humanos desde épocas prehistóricas tal y como atestiguan las representaciones rupestres y los hallazgos arqueológicos.

El Oso y C.J. Jung


Enero de 1925 en Nuevo México.

C. G. Jung debe subir la estrecha escalera que lleva al recinto de la choza donde lo esperaba Ochiwiay Biano (lago del amanecer), jefe indio de los pueblos, los constructores de ciudades.

Algunos nativos se asombran cuando el creador de la psicología analítica o compleja, dotado de gran corpulencia, asciende muy erguido y no de espaldas como suelen hacer ellos. Inmediatamente comienzan a murmurar: “…Es el oso, pertenece al clan del oso…”
Jung, perspicaz conocedor de la simbología y los seres humanos contestan: “Si, es cierto, pertenezco a un país en donde una importante ciudad tiene un oso en su escudo. Su nombre es Berna y significa oso en mi idioma”

Los indios sonrieron satisfechos, habían confirmado sus creencias. Esta tribu que se reconoce entre si por el tótem que preside cada grupo familiar, develó la identidad del visitante al identificar su andar con el del oso. Ochiwyai Biano, cuyo nombre (oficial) era Antonio Mirabal, recibió a Jung de igual a igual. Le hablo de la crueldad de los hombres blancos y la incomprensión acerca de su credo intimo de su gente: “ Somos los que viven en la raíz del mundo. , los hijos del sol. Con nuestra religión ayudamos diariamente a nuestro padre a cruzar el cielo…..No hacemos esto solo por nosotros sino por todo el mundo. Si dejáramos de practicar nuestra fe, en diez años no saldría mas seria la noche eterna……”

Artio es representada en esta escultura bajo las formas de oso y figura humana.

Desde Suiza, Jung envió al cacique Biano un pequeño oso tallado en madera, distintivo de la ciudad de Berna. Los suizos berneses, mantienen unos osos desde tiempo inmemorial como “producto de exportación”. Para aclarar esta costumbre se cuenta la historia de un gran oso muerto en el siglo IX por un cazador de Berna. Esto explica porque los habitantes de la ciudad, lo transformaron en su emblema. Sin embargo, la prueba de un mas lejano origen estaría en una estatua en bronce fechada en el siglo II, localizadas en unas excavaciones arqueológicas que tuvieron lugar en Muri bei Bern, en el distrito de Berna y que se supone data del siglo I o II de la era cristiana.

La estatua mide 15,6 cm de altura y 19 cm de anchura. Representa a un oso muy corpulento a cuatro patas, con la cabeza alzada y las fauces entreabiertas, dejando ver sus dientes caninos. La escultura reposa sobre un largo zócalo rectangular, igualmente de bronce, que lleva grabada la siguiente inscripción, que incluye el nombre de quien consagró la estatuilla a la diosa: “Deae Artioni / Licinia Sabinilla. A la diosa Artio / de parte de Licinia Sabinilla” que se acerca para rendirle sumisión a la Diosa Arctio. La deidad en cuestión es una Diosa osa, una Diosa sagrada relacionado con la luna por el proceso cíclico y anual de hibernación del animal (desapariciones periódicas).

El Culto al Oso en el Mundo

Muchas tradiciones Norteamericanas consideran al Oso Grizzly el primer chamán.


Los osos han jugado un papel muy importante en la cultura de los indios norteamericanos ya que sus pieles se utilizaban a menudo para protegerse del frío en forma de abrigos y mantas, sus garras fueron utilizadas para la fabricación de joyas y collares y sus cabezas se usaban como mascaras para el chamán.

Por su poderoso aspecto se identificaría con las fuerzas salvajes de la naturaleza. Podemos ver esta relación expresada en pequeñas tallas y pinturas rupestres de los seres humanos y los osos en la cultura de los cazadores-recolectores.

En muchas sociedades cazadoras el Oso es considerado el chamán del mundo animal, capaz de profetizar el futuro, su propia muerte y de curar con hierbas medicinales. El símbolo del oso en los sueños a menudo se asocia con oportunidades para la renovación o el cambio. Simboliza el conocimiento y el aprovechamiento de las fuerzas terrestres subterráneas (las raíces y las hierbas).

Muchos mitos incluyen Osos como personas que llevan el pelaje en público y en privado se lo quitan para mostrar su forma humana. Muchas tribus lo equiparaban al hombre porque se puede poner sobre dos patas. Lo consideraban demasiado poderoso y evitaban cazarlo.

La cultura Dorset, que floreció en el Ártico aproximadamente entre 500 a.C. y 1.000 d.C., ha legado tallas de marfil de Osos Polares “voladores” que probablemente representan los viajes espirituales de los chamanes.

Según los Navajo y los Pima, el Oso oye y entiende las palabras del hombre desde kilómetros de distancia. “La Tierra es la oreja del Oso” dicen los Siberianos. También invita a ser cauteloso y prudente. Si los Indios veían un Oso por el bosque, creían que esa zona era sagrada y habitada por espíritus buenos.

Para los Lakota, la competencia y el poder de los curanderos más eficaces derivan del espíritu del Oso, con el que entraron en contacto a través de una visión. Según los Inuit la “madre de los Osos” dota a los chamanes de la capacidad de ver el mundo espiritual. Los Osos hibernan, esto podría explicar su asociación con el “soñar al Gran Espíritu” y la introspección. La cueva del Oso simboliza el regreso al vientre de la Madre Tierra.

Para los Incas el Oso simbolizaba el vínculo entre la Tierra y los dioses. La creencia Quechua es qué el Oso es un mediador entre el mundo superior y el de los humanos

“Sabemos que la relación entre osos y humanos ha sido crucial en todas las culturas pre-modernas. Esto se aplica tan atrás en el tiempo como podamos rastrear: se remonta a las representaciones más tempranas del mundo que los humanos hemos creado”, dice Martin Appelt de Odgaard en el Museo Nacional.

El Oso está ampliamente considerado como símbolo de la creación. Como las madres salen en primavera con los oseznos, se considera a los osos la encarnación del renacimiento, la sabiduría y la fertilidad. La antigüedad clásica mantuvo la creencia primitiva de que los oseznos nacen informes y sus madres “los lamen hasta darles forma”, por lo que crean el orden a partir del caos..

Ya en Europa, es un tótem importante en Grecia y Roma. En la mitología griega fue el Animal consagrado de Artemisa/Diana (diosa lunar) que pese a ser virgen también era diosa de los nacimientos. Tanto los antiguos griegos como los hindúes identificaron la Osa Mayor como un Oso y la tradición hindú veía esta constelación como el origen de la energía del Universo y la encargada de la sucesión de las estaciones. Los peregrinos del Camino de Santiago se guiaban hacia el norte gracias a la Estrella Polar, última estrella de la constelación de la Osa Menor.

En los mitos escandinavos de Europa del Norte, el oso era un aspecto del dios Odín, y los guerreros vikingos Berserkers eran conocidos por ir apenas vestidos con pieles de oso. Los bersekers llevaban además imponentes máscaras de oso para demostrar máxima ferocidad en la batalla.

El oso también representa a menudo al dios Thor, una de las máximas deidades guerreras de la mitología escandinava vikinga.

En la Europa celta, el oso representa el valor de los guerreros y está conectado con la diosa celta Berna, y se considera un animal conectado con la luna. También la Gran Madre, con forma de luna, se manifestaba bajo diferentes formas, una de ellas como Osa (Artio en las leyendas celtas). Entre los celtas la fuerza del Oso se asoció a las castas de guerreros, representando el espíritu del guerrero. Este Animal se consideraba metáfora de la dignidad real; en la mitología Celta se asocia etimológicamente con el nombre de Arturo, cuya raíz significa “Oso”.

Muchos pueblos antiguos encontraban la conexión de la luna y el oso, por los patrones de hibernación de los osos. Pero también se le ha dado al oso un doble simbolismo sol-luna, en base a que cuando hiberna se conecta con el mundo lunar ( Ying, luna, invierno, inacción, femenino, oscuridad e introspección) y cuando despierta, simboliza el mundo solar (Yang, sol, acción, masculino, primavera-verano, resurrección y extroversión)

En este sentido, vemos claramente que el oso llevaba dos caras de simbolismo. Después de un largo periodo de introspección profunda, en el que el oso está en estado de semi muerte con las constantes vitales al mínimo, el oso sale victorioso. Esta correspondencia con la duplicidad solar y lunar continúa en la tradición alquímica, donde se considera al oso en un símbolo de la transformación.

Los pueblos orientales consideraban al oso imbuido del espíritu del principio masculino “Yang“. Para los japoneses el oso es el símbolo de la lealtad, la sabiduría y la fuerza. En el norte de Japón, donde la vive la tribu Ainu, el oso es el que puede hablar directamente con Dios y transmitir sus mensajes a los seres humanos.

El oso de la luna creciente se considera un ser sagrado que recibió la blanca marca de garganta de manos de la diosa budista Kwan-Yin, cuyo emblema es una luna creciente. Kwan-Yin es la diosa de la profunda compasión y el oso es su emisario. En Europa, la divina virgen Artemisa, señora de la luna creciente, esta considerada la diosa Osa.

Los pueblos nórdicos le conferían una gran humanidad y le rendían adoración como a un ser poseedor de grandes poderes. Muchos mitos incluyen osos como personas que llevan el pelaje en público y en privado se lo quitan para mostrar su forma humana. Muchas tribus lo equiparaban al hombre porque se puede poner sobre dos patas. Lo consideraban demasiado poderoso y evitaban cazarlo.

Los cristianos consideraban al oso como símbolo de uno de los pecados capitales y, en algunos casos, lo asociaban a la figura del maligno. Para los psicólogos, el oso representa aspectos poco conocidos, pero temidos, del inconsciente.
En la alquimia se le asocia a uno de los elementos de la primera materia, por lo que se hallaría presente en la formación y en el origen de todo lo instintivo.

Al Oso le rodea muchos mitos y leyendas.

El Mito de Juan Oso


Juan Oso o El hijo del oso es el nombre genérico que se le da a un héroe dentro del folklore europeo y asiático de una leyenda de la que existen más de 300 variantes en 20 idiomas.

La historia gira alrededor de un oso, una mujer raptada y un hijo, engendro de ambos. Habia una vez una joven muy hermosa que vivia en una pequeña aldea en la cual para preparar sus alimentos solia salir a recolectar leña al bosque;un cierto dia mientras realizaba esta actividad un oso la secuestro para que sea su mujer de esta union nacio un ñiño con aspecto de oso y de humano al que su madre lo llamo Juan oso. Al pasar el tiempo el ñiño crecio, saliendo con su madre de aquella cueva y regresando a la aldea en donde ella vivia. Finalmente Juan oso dejo a su madre para reacer su vida solo.

Algunas variantes
En Corea, el hijo de la osa y un dios, Dan-gun se convierte en el primer rey de Goryeo y padre de todos los coreanos
En el mito quechua, Chonman (Juan Oso) se convierte en protector de los débiles. Para agradecérselo se celebra una gran fiesta el día de San Pedro cada 28 de junio
En Nuevo León (México), Juan Oso tenía un hermano de nombre Jesús y abandona la aldea por mal de amores

Otro mito posiblemente relacionado con la constelación de la Osa Mayor, es el de Juan el Osito (Hartzkune en euskera), de la tradición pirenaica.

Lo cierto es que todas estas coincidencias ponen de relieve un misterio aún sin resolver. Quizás, sea que el oso es un animal común en todas estas regiones y que además siempre ha llamado la atención de todas las culturas en contacto con él.

FUENTES;
Wikipedia
Jamie Sams y David Carson: Medicine Cards
Julia C. White © 1995-99. ISBN 1-888059-25-7 
Madonna Gauding © Octopus Publishing Group 2006 ISBN-13: 978-1-84181-292-2
VÁZQUEZ HOYS, Ana Mª; Diana en la religiosidad hispanorromana I Fuentes. Las diferentes diosas. UNED; Madrid, 1995.

https://santuariodelalba.wordpress.com/2014/04/21/el-culto-a-la-gran-osa/

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