FRANCISCO JAVIER ORTEGA
“Jason fue educado por el centauro Quirón, con el que vivía en Pelión; sin embargo a la edad viril, regreso a Yolco. Cuando entro en la ciudad llevaba una piel de pantera a modo de vestido, una lanza en cada mano y el pie izquierdo descalzo”[1]. Esta referencia a la mitología griega nos estimula al ejercicio de lucubrar sobre la profundidad del símbolo del pie izquierdo descalzo en el atavío del recipiendario, no solo por la simple coincidencia de forma sino por la profundidad per se del icono. no olvidemos mis queridos hermanos que Jason gozaba de otra gran coincidencia con cada uno de nosotros ya que en el sentido literal era hijo de una viuda, su madre Alcimeda.
Sin temor al yerro los pies desde el mundo profano son un poderoso símbolo al cual se le dan tantos significados como culturas existen. Desde el cazador que como signo de triunfo posa su pie derecho sobre el animal que yace muerto; o el luchador exhausto que cuando tiene a su oponente subyugado demuestra su dominio con el pie sobre la nuca y que decir de la muestra de veneración al besar los pies de un clérigo o el pedilavium que cada jueves santo rememora el rito practicado por Jesucristo a sus discípulos, pasando por los agüeros populares que sobre la creencia de un día aciago anulan el poder negativo de levantarse con el píe izquierdo con tres cruces y de esta manera arrancar con buena energía pisando por primera vez en el día con el pie derecho.
Pero dentro de la simbología masónica ¿Qué representa dentro de la preparación en la ceremonia de iniciación del recipiendario que sea el pie izquierdo el escogido para separarse de su calzado como parte del conjunto que forma el triángulo de desnudez?, pues bien, una aproximación al significado nos lo dan las sagradas escrituras cuando en el Deuteronomio al tratar las leyes del pueblo escogido por Dios sanciona al hermano que no quiere dar descendencia a su colactáneo obligándolo a caminar frente a los demás con el pie sin calzado y llamando a su estirpe “casa del descalzado”, en la antigüedad del pueblo judío solo los esclavos se movilizaban sin calzado, siendo entonces un acto ignominioso aquella obligación que reflejaba la subyugación al egoísmo y la falta de compromiso frente a la memoria del pariente muerto, de esta manera es tratado el pariente mas cercano a Ruth cuando requerido frente a los ancianos renuncia a su derecho y permite que aquella siendo madre de Obed perpetúe la línea de sangre de Phares la cual había quedado truncada con el fallecimiento de Mahalon ascendiente del rey David y por ende de Jesucristo, por lo cual aquella decisión ruin de no desposar a Ruth tiene la mejor de las soluciones.
Ante estos hechos sagrados debemos interpretar que al liberarse el calzado del pie izquierdo el profano acepta su propensión a la insensibilidad moral y al egoísmo que permite el beneficio directo inmediato y ciego, que obstruye la practica de la virtud, esta debilidad del individuo trasciende y se refleja en la sociedad actual en la cual instituciones como la globalización de la economía, sin lugar a dudas en claro accionar amoral busca el fortalecimiento de capitales en países desarrollados a expensas no solo del empobrecimiento del llamado tercer mundo sino de la perdida de la identidad cultural de las naciones.
Por lo anterior son labores del albañil: golpear con contundencia para eliminar esa gruesa capa tosca que cubre la probidad intrínseca en el ser de los que buscan el mejoramiento continuo e iniciar nuestra marcha con el pie izquierdo el cual en vértice perfecto con el derecho emula la escuadra como prueba del discernimiento que poseemos y que empleamos para encauzar nuestro andar hacia el oriente por el camino correcto que como sabemos generalmente no es el mas fácil.
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