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sábado, 1 de octubre de 2016

- Los hijos de la luz -

- Los hijos de la luz -
Raymond François AUBOURG DEJEAN


Los Francmasones son a menudo llamados «hijos de la luz», trabajando para la gloria del «Gran Arquitecto del Universo», el G:.A:.D :.U:. esta apelación es conocida desde tiempos inmemorables en el antiguo Medio Oriente (*22). 

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Los ritos mágicos practicados en Egipto a Deir el Medineh, tenían por objeto permitir a los iniciados en las ciencias secretas entrar en la vida eterna, penetrando en el corazón del «sol interior», volviéndose así «hijos de la luz».

La luz del sol interior, es invisible a los ojos de los profanos, cerrados por el velo de la ignorancia. Para el espíritu del hombre de las civilizaciones tradicionales, lo invisible es un tema importante, no tiene la vaguedad de un concepto metafísico, él es una realidad, una dimensión en la cual se mueve cada uno de los seres que componen la humanidad. Lo invisible está presente y es sensible; está alrededor del hombre como un medio que registra cada una de las acciones terrestres; pertenece a un fenómeno social de la antigüedad, puesto que el hombre de esta época remota tenía necesidad de Deidad; él vivía en un mundo que tenía sed de misterios (*22).

En la Grecia del siglo XV A de C, los Maestros iniciados a los «Grandes Misterios» de Eleusis recibían el título sublime de «Hijos de la luz», así fueron igualmente llamados los adeptos de Mitra en la Roma antigua (*34). 

Se encuentra también esta apelación en la época Cristiana primitiva en una carta de Clemente de Roma a los Corintios (*1):

«...Que el «Artesano del Universo» conserve sobre la tierra el número contado de sus hijos; de las tinieblas a la luz, de la ignorancia al conocimiento...».

También en la Biblia; encontremos esta apelación en San Pablo:

«.. .Ustedes son todos hijos de la luz. ..» (*1).

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