¿Pruebas
de la Vida ó Karma?
Autor:
Fr. Hugo Casas
Cortesía:
R:.H:. Carlos Napoleón del Carpio Palacios
Nuestro Lind:. N° XX, nos dice acerca de la “Inmortalidad del Alma”; ahora
bien, sabemos que nuestra alma a través de toda su existencia se manifiesta en
cada encarnación en un cuerpo diferente el mismo que descarta cuando su misión
concluyo en ese plano… Siempre nos hemos preguntado acerca de algunos eventos
que nos sucede ¿Es producto de un Karma? O ¿es una prueba de la vida?... Este
Tra:. Tiende a aclarar en cierta forma esta incógnita pero lo que si está bien
claro es de como poder enfrentar estos eventos de la vida. Así mismo aclaro que
el presente Tra:. NO ES MI AUTORIA,
es un artículo que encontré en el Blog Rosacruz y que vi interesante
alcanzarles, esperando sea de vuestro agrado.
¿Qué
sentido tienen las pruebas con las que nos enfrentamos en nuestra vida diaria?
¿Cómo podemos enfrentarlas mejor?
En mi anterior Tra:. me
referí brevemente a las inevitables pruebas que la vida nos presenta en el
plano material. Esta semana me gustaría profundizar un poco en este aspecto, ya
que considero que es un tema importante y que frecuentemente surge en ciertos
debates de índole filosófico y espiritual. Como todo el mundo sabe, la vida
está llena de altibajos, karmas y pruebas. Todo ser humano, independientemente
de su nacionalidad, condición social, religión, opiniones políticas, etc.,
sufre de alguna manera ciertas tribulaciones y retos que debe afrontar:
problemas familiares, profesionales, materiales, de salud… Tantas dificultades
y preocupaciones que en muchas ocasiones nos impiden estar todo lo serenos y
felices que quisiéramos. Nos guste o no, la vida no siempre va “viento en popa”.
En muchas ocasiones, a menudo se parece a un torrente turbulento, aunque
afortunadamente también encontramos períodos de calma durante los cuales las
aguas se muestran menos revueltas.
Cuando alguien se
enfrenta con una prueba especialmente difícil, es frecuente escuchar algo como:
“Pero, ¿qué he hecho yo para merecer esto?” Esta
pregunta expresa nuestra tendencia natural a buscar la causa de ese problema y
establecer un nexo de unión entre él y nuestro comportamiento. En la mayoría de
los casos, suelen ser debidos a una mala elección por nuestra parte. A veces
somos conscientes de ello, pero muchas otras veces no. Por ejemplo, una persona
que fuma en exceso no puede sorprenderse si un día le es diagnosticado un
cáncer de pulmón. Por el contrario, una persona con una enfermedad genética no
se siente responsable de esta enfermedad e incluso puede llegar a tener una
sensación de gran injusticia.
Desde el punto de vista filosófico
Rosacruz, cualquier prueba que compromete nuestra responsabilidad personal se
dice que es de origen kármico, ya que es el efecto de una causa que nosotros
mismos hemos generado a través de la aplicación de nuestro libre albedrío. Por
otro lado, como decía en mi artículo anterior, también hay problemas que es
posible que no se deban a ley
del karma, sino que se producen simplemente
porque es imposible vivir en la Tierra sin verse enfrentado a diversas
dificultades. Además, el hecho de vivir en sociedad también nos confronta con
los demás, por lo que a veces sufrimos los efectos del mal comportamiento
ajeno. En este sentido, ni siquiera los más grandes sabios y filósofos que nos
ha dado la historia se salvaron: Sócrates fue
condenado a beber cicuta, Gandhi fue
asesinado, por no hablar de Jesús, que fue crucificado por la ignorancia de los
hombres.
En este punto podríamos
hacernos la siguiente pregunta: ¿Cómo saber si un evento es kármico o no?
Desde mi punto de vista, lo primero que debemos hacer es ver si podemos
encontrar una causa más o menos probable que justifique la situación que
estamos viviendo. Este examen de conciencia puede sernos muy útil, pues nos
ayudará, entre otras cosas, a ser más conscientes de nosotros mismos y de las
repercusiones de nuestros actos. Si así fuera, dicha causa debe ser corregida
con el fin de acabar lo antes posible con el problema que enfrentamos. Si
después de una cuidadosa y sincera consideración (en la que la técnica de la
meditación nos puede ser de gran ayuda) no somos capaces de comprender nuestra
responsabilidad en la génesis de dicho problema, no debemos especular más,
sobre todo porque algunas circunstancias pueden tener su origen en una vida
anterior (Karma).
Al fin y al cabo, ya sea
de origen kármico o no, la mejor manera de “gestionar” una prueba vital o una circunstancia
determinada, es siempre enfrentarla teniendo en cuenta que se trata de una
oportunidad única para expresar lo mejor que hay en nosotros mismos en términos
de valor, determinación, perseverancia, confianza, paciencia, etc. Mejor aún,
debemos asumir que es un medio para trascendernos a nosotros mismos y obtener
lecciones valiosas para la evolución de nuestra alma. Como dice un antiguo
adagio rosacruz, “la rosa no existe sin espinas”.
Sin embargo, soy de los que piensan que por lo general la escuela de la vida siempre
da a cada individuo la fuerza interior necesaria para superar los desafíos que
enfrenta en un momento u otro de su existencia.
En este sentido, a pesar
de lo que muchos piensan, los rosacruces conocemos bien el valor práctico del
misticismo y todo lo que este nos puede aportar para superar mejor los
obstáculos de la vida, ya sean de origen kármico o no. Si la Orden
Rosacruz AMORC insiste
tanto sobre este punto, es por que como decía Cecil A. Poole, antiguo
dignatario de nuestra Orden, “el misticismo que no es
práctico, no es misticismo”. Espero y deseo que todos aquellos que
leéis estas líneas, seáis rosacruces o no, podáis encontrar en la
espiritualidad el bastón que os ayude a caminar mejor por el sendero de la
vida.
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