VERSIÓN
HISTÓRICA DE LA
LEYENDA
DE HIRAM
Según la Biblia JHWAH le solicita
a David que le haga un templo en el monte Moira con los planos que le había
entregado al Profeta Natan. Dicho templo lo termina su hijo Salomón.
Aunque siempre asociamos el
nombre del rey Salomón a la construcción del Templo, en realidad su
contribución no fue demasiado grande. La idea y las trazas se realizaron
durante el reinado de su padre David, los arquitectos y los artesanos eran
Fenicios y los enormes gastos de la construcción fueron sufragados por los
trabajadores de las minas de cobre, los marineros de la flota de naves
comerciales y los soldados que saqueaban los países circundantes. Recientes
investigaciones del arqueólogo alemán K. Rupprecht han demostrado que el rey
David encontró un templo más antiguo en ese lugar, que debió ampliar para
cobijar al Arca de la Alianza. El rey Salomón debió modificar la planta del
viejo templo con sucesivas ampliaciones y modernizaciones, de acuerdo con las
trazas que había dejado su padre.
En el Viejo Testamento no se
señala que en el monte Moria existiera este templo más antiguo, pero se
menciona en varios lugares que el rey que David envió a ese monte materiales y
trabajadores a lo largo de su gobierno. En I Cron 28 podemos leer cómo el rey
David tenía a su disposición muchos dibujos del Templo, en que los que se
incluían hasta los más pequeños detalles. El rey David también tuvo los
primeros contactos con Hiram y sus consejeros. Por ello, el rey Salomón sólo se
encargó de la ejecución (y el pago) de trabajos ya dispuestos por su padre..
Necesitaban retener a un Dios que, en ese lugar y mil años antes, les había
prometido esa tierra para toda su descendencia quedando la circuncisión como
señal del pacto. Para ello debían hacer un templo donde ese Dios pudiera vivir
y estar cómodo y se había creado una casta sacerdotal, especialmente instruida
para atenderlo.
En 1957 se encontró en Hasor un
templo fenicio más antiguo que el Templo de Salomón. La restauración de sus
habitaciones y sus detalles decorativos clarificaron la tesis de que pudo ser
un modelo directo del Templo de Salomón. El templo de Hasor tenía los mismos
tres sectores cerrados con las dos columnas frente a la puerta de
entrada, un vestíbulo principal y un recinto sagrado en la parte trasera sobre
una plataforma algo más alta Según los arqueólogos: «Los arquitectos fenicios
diseñaron el Templo de Salomón adoptando como modelos los edificios sagrados
que existían en Caná”. Sin embargo, en ese tiempo en Israel esos edificios eran
considerados como templos paganos. (Hans
Heinrich Schmid, AltorientalischeWelt in der alttestamentlichen, Zurich 1974).
Esto
implica que el diseño del templo, no solo no es del profeta Natan, ni del gran
arquitecto Irma, sino que tampoco es original y es una copia de los templos
egipcios
En
esa época (año 1000 a.c.), el pueblo de Israel estaba formado por pastores
trashumantes, y por lo tanto, no instruidos en el arte de construir, ni en
ninguna ciencia, por ello se le solicita al Faraón Saimón una persona capaz de
dicha tarea. En señal del pacto, Salomón se casa con su hija, que se desplazará
a vivir en Jerusalén conservando su religión y levantando con ello las primeras
críticas de los levitas al nuevo estado de las cosas en Israel.
El Faraón designará a un
experimentado arquitecto de nombre Hiram-Habib (Hiram el Fundidor) para el
trabajo de construir el Templo en Jerusalén. En esa época había una enemistad a
niveles populares entre egipcios e israelitas, cosa que no sucedía a nivel de
gobernantes, por lo que Hiram debió ocultar que provenía de Egipto y haciéndose
pasar por fenicio, país vecino y amigo de los israelitas.
Nota: Hiram estaba
instruido en las técnicas de la cantería, el arte de fundir metales, los
secretos de la geometría y conocía de los modos de organización en los
capataces, maestros, albañiles y aprendices, pero era pagano a los ojos de los
israelitas
Dado que se necesitaba de maderas
y metales para construcción del Templo y al ser Galilea tierra pobre en ambas
riquezas se acordó con la reina de Saba que su reino proveyera los metales, los
Fenicios (verdaderos artífices de los acuerdos) proveerían de las maderas de
sus cedros e instrumentarían la operación comercial aceptando en pago las
producciones agrarias y ganaderas de los israelitas.
Hiram emprendió los trabajos de
construcción del Templo, basándose en las profecías de Natan, los ejemplos
fenicios como el templo de Azor, las instrucciones particulares de Salomón y
las características específicas del Tabernáculo, hasta entonces trashumante,
que albergaba el Arca de la Alianza.
Cuando Hiram llegó a Jerusalén su
primera tarea fue la de organizar a los israelitas en gremios y oficios con los
que emprender los trabajos. A tal fin, comenzó instruyendo a unos cuantos, que
a su vez instruyeron a otros y estos a muchos más con objeto de instruir a los
israelitas en labores para ellos desconocidas como tallar y pulir la piedra,
transportarla, fundir los metales, fabricar los instrumentos, cortar y
ensamblar finamente las maderas, trabajar las piedras duras, fabricar poleas y
cabestrantes, conducir el agua, acopiarla, mover las tierras y, sobre todo,
entender las ordenes y establecer unos códigos de representació n y lenguaje
para comunicar y transmitir el oficio para ejecutar todas estas nuevas tareas,
nuevas al menos para los israelitas. En definitiva les elevó el nivel de
conciencia, les brindó tecnología y les dio un oficio útil.
Por ello, bajo el mando de
Adonirán -persona de la confianza de Salomón- se enviaron a Tiro, a
perfeccionarse en estas artes, a treinta mil hombres. Todo un ejército
organizado desde los gremios y los oficios. El embrión de un nuevo orden social
y, todo ello, dirigido por un arquitecto extranjero, adorador de dioses
paganos. Era evidente que esto empezó a sentar un profundo malestar en la casta
levítica, hasta entonces la más privilegiada por ser la depositaria de la
ritualidad litúrgica y tener con ello el práctico monopolio de la escritura, la
lectura y la administración del reino. Estaba empezando a nacer una nueva y
distinta organización social fuera del ámbito jurisdiccional levítico y ello
con el apoyo del rey Salomón, que con ello fortalecía su poder al hacer más
sabio y complejo a su pueblo, de una parte, y de otra al contraponer un nuevo
poder al ya viejo -y único- de las castas sacerdotales.
Estando ya concluido el Templo,
sale a relucir el oficio de fundidor del arquitecto Hiram. para la fundición de
los objetos simbólicos y ritualísticos de naturaleza metálica que adornaban el
atrio del Templo
Al parecer, la reina de Saba,
decide viajar a Israel a conocer a Salomón, joven monarca de creciente fama.
Por ello se desplaza a Israel con su séquito cuando ya están concluidos los
trabajos civiles del Templo, se están iniciando los del Palacio y se van a
fundir las grandes columnas del atrio y demás objetos de decoración y culto
como el Mar de Bronce, los candelabros o las basas de bronce. Pero algo había
cambiado ya en el corazón de Salomón respecto a su confianza y cariño hacia el
arquitecto Hiram-Habib. Las murmuraciones de los levitas, menoscabados en su
poder por el creciente desarrollo e influencia de los gremios de constructores
instruidos y dirigidos por el arquitecto Hiram, comenzaban a afectar el juicio
de Salomón predisponiéndole, contra el arquitecto al que atribuían una voluntad
conspiratoria contra Salomón. Y en esto llegó la reina de Saba, mujer al
parecer de extraordinaria belleza. Y como en toda buena película francesa se
debe proceder a chercher la femme.
Al parecer Salomón quedo prendado
de la reina de Saba y, si bien ésta pudiera, haberle correspondido en sus
ardores, se impuso el buen criterio de la reina, que con más juicio que Salomón
comprendió que, de fomentar las esperanzas del israelita, éste pudiera acabar
repudiando a su esposa egipcia, la hija del Faraón. La importante condición de
la reina no permitía a Salomón tomarla como concubina, como sucedía con otras
bellas extranjeras de menor condición, y de prosperar en sus amores, la
culminación formal de los mismos -cosa inevitable- era un matrimonio que, por
el repudio que antes exigía, hubiera ocasionado un fuerte incidente diplomático
con los poderosos vecinos egipcios, agraviados entonces por la ofensa inferida
a la dignidad de la esposa repudiada. Tal supuesto acarrearía funestas
consecuencias para la estabilidad política y militar de un área que ya desde
entonces se caracterizaba por todo menos por ser apacible.
El sentido común de la Reina de
Saba frenó al apasionado Salomón, que si bien seguía enamorado de ella no era
correspondido. Por el contrario la reina quedo atraída por el
arquitecto-fundidor y, con ello, se anudaron los celos de Salomón.
Cuando Hiram debía comenzar la
fundición de las grandes columnas del Templo, la tarea más complicada de las
previstas, dispuso un gran espectáculo en que el Rey Salomón y la reina de Saba
adornarían con su presencia el espectáculo de fuego y luz en la noche al que se
había convocado a todo el pueblo de Israel.
Benoni, el ayudante fundidor del
maestro Hiram, había detectado un sabotaje al molde del vaciado y le avisó a
Salomón, quien guardó para sí el aviso que debió trasladar a Hiram, pues celoso
del romance con la Reina de Sava deseaba para éste un fracaso en la tarea
cumbre de su oficio.
Por la noche, ante la expectación
de todos, se pone en marcha el artificio, éste fracasa clamorosamente y Benoni,
horrorizado por lo que ocurre, se arroja a la lava ardiente y fallece para
procurar la expiación de su culpa por negligencia en el obligado aviso a su
maestro.
Según la leyenda, cuando Hiram,
contempla los restos del destrozo surge ante él una figura brumosa y brillante
que, engalanada en su cabeza con una mitra y llevando en la mano un martillo de
herrero, le apela a que abandone la pena y le acompañe en un viaje iniciático. Esta
figura se identifica como Tubal-Caín. Allí le muestra la casa de Enoc el que
enseñó a los hombres a hacer edificios, al que los egipcios llaman Hermes.
Tubal-Caín instruirá a Hiram en lo esencial de las tradiciones de los cainitas
(descendientes de Cain), los herreros, los dueños del fuego.
Tras esta iniciación, el
Arquitecto volvió al mundo superior de las luces y del día y recomenzó sus
trabajos que, esta vez sí, culminaron en un gran éxito.
Según la historia contada por
TubalCain a Hiram, en la Biblia se omitió el "secreto bíblico" de la
existencia de dos dioses: Adonai (que creó al primer hombre, Adán, para que
fuera su esclavo y juguete) e Iblis (que, compadeciéndose de la criatura, le
proporcionó el espíritu, la inteligencia y la compresión). Este Iblis sedujo
posteriormente a Eva, compañera de Adán, naciendo del encuentro Caín.
Por lo tanto, de los amores
ortodoxos de Adán y Eva surgió Abel y de los encuentros "luciferinos"
de Eva nació Caín, sólo que este Caín era hijo del Dios de la inteligencia y de
la comprensión y en consecuencia, el hijo tradicionalmente "malo" de
la Biblia, se convierte en hijo "bueno" del secreto.
A raíz de esta maniquea situación
(y el maniqueísmo fue también considerado una herejía), la confrontación
bíblica entre Abel (el trabajador competente que agrada a Dios con su forma de
actuar) y Caín (el delincuente, asesino, vago, incompetente y envidioso) queda
modificada cuando este último cuenta que a él siempre le habían tocado los
trabajos pesados, los que nadie quería (trabajar la tierra, sembrar, recoger,
pasar frío y calor, estando expuesto a los riesgos de este tipo de trabajo),
mientras que Abel, (convertido en todo un "señorito"), estaba
encargado de vigilar plácidamente los rebaños tumbado en placenteros prados.
Dada la paternidad que antes
hemos contado, los sacrificios de Caín al Dios Adonai (deidad opuesta como
recordaremos de Iblis, el padre de Caín) son rechazados. El humo de su pira es
negro y se desparrama por el suelo mientras que el humo del sacrificio de Abel
sube blanco hacia el cielo. Caín se convierte en ese momento en el "santo
patrono" de los sufridos trabajadores, y todos sus descendientes
trabajarán sin cesar para mejorar la suerte de los hombres.
Los "signos" que rigen
inconscientemente nuestra forma de entender el mundo, pueden explicarse de
muchas maneras. Los "buenos" no lo son y los "malos" suelen
tener sus explicaciones para serlo.
El trabajo duro y penoso (el
trabajo cargado de "riesgos") ha sido siempre considerado como la
parte negra de la humanidad (y, lamentablemente sigue siendo idéntica la
situación) y el "trabajo" sin "riesgos", el trabajo de los
privilegiados.
En esta disputa permanente entre
los trabajadores y la Clase ociosa (Gobernantes, militares, y sacerdotes), se
traslado al enfrentamiento existente entre los constructores y los sacerdotes
levitas encargados de cuidar la casa donde habitaba JHWA para que se sienta
cómodo y no los abandone.
Por supuesto que a los Levitas no
les gustaba una casaigual que la realizada para los dioses paganos, ni que los
trabajos estuvieran dirigidos por un extranjero que había instruido al pueblo
en conocimientos reservados a la casta dirigente.
Toda esta historia, proviene de
los herreros cainitas de las proximidades del Sinaí y es lógico que la canónica
suprima esta parte del relato, que seguramente no fue cierto, aunque sus
orígenes se encuentren en la visión talmúdica expuesta. Por ello, en la Biblia
el resultado de la fundición fue un éxito desde el primer intento, evitando así
la bajada a los infiernos del arquitecto Hiram, al que la Biblia sólo hace
fundidor y no arquitecto. Se evita con ello que la tradición luciferina vuelva
al mundo, y menos de la mano de los arquitectos. En el relato bíblico, el
oficio de construir no está asociado con el de fundir, por ello Hiram sólo es
fundidor, pues es el que funde, el que maneja el fuego, es de estirpe cainita
y, por lo tanto, de la estirpe de hombre. Es lógico que el constructor que
traza los planos de la casa de JHWH no venga de esa línea, de esa mano, y por
tanto los planos son trazados directamente por JHWH a través de las profecías
de Natan y luego de Ezequiel. La figura del arquitecto queda diluida en el
relato bíblico en una tarea colectiva y no existe una especificidad expresa
sobre la figura de Hiram en esta materia.
Se pretende evitar la idea de que
el fundidor -el cainita, extranjero venido de Egipto y adorador de JHWHes
paganos- sea también el artífice del proyecto esencial del Templo. Recordemos
que el templo es en realidad copia de templos paganos cananitas Esto pondría en
una posición incómoda a aquellos descendientes de Abel que ven en el arquitecto
Hiram la legitimación posterior de los descendientes de Caín, a los que JHWH
permitiría la realización de Su Primera Casa en la tierra. No es casual, en
esta línea, que la tradición no canónica hable de un enfrentamiento desde el
principio de los trabajos de la construcción del Templo entre los levitas y el
arquitecto y sus gremios. Recordemos que para el pueblo de Israel Hiram adoraba
a ídolos paganos.
En esa crónica luciferina hay un
último dato que Tubal-Caín revela a Hiram. Es el de decirle que la Reina de
Saba, es de la estirpe de Caín y por lo tanto el destino la llevará hacia
Hiram, para ser su esposa. Al menos para que éste siembre en ella la semilla de
una futura descendencia cainita.
Tras la aventura de la fundición,
en uno o en dos intentos según la versión que tomemos, los trabajos del templo
se terminan pero Salomón quiere continuar no solo con la construcción de su
palacio y los edificios de sus mujeres, sino además con la construcción de
templos y altares que sus mujeres extranjeras querían levantar a sus dioses que
eran, a los ojos israelitas, dioses paganos. Se construyeron varios santuarios,
como el de la esposa más importante de Salomón, la hija del faraón egipcio, que
quería cumplir sus deberes religiosos hacia los dioses egipcios en sus viajes
por Israel Era bien sabido que el rey Salomón se comprometió con esas mujeres
por razones políticas, pero a los sacerdotes levitas no les gustaban esos
templos paganos
Además el creciente poder de los
gremios constructores menoscababa la influencia de la casta sacerdotal.
En ese escenario, cuenta la
leyenda que tres albañiles a los que Hiram no ha elevado a la categoría de
capataces y que están molestos por ello, ofrecen sus servicios homicidas a los
sacerdotes levitas los que les pagan el salario del crimen y asesinan al
arquitecto. Salomón no fue el asesino, pero consintió que sus ministros levitas
lo fueran. Su mano no se mancho con la sangre del arquitecto, pero no cortó la
mano de aquellos que pagaron a los asesinos.
En Jerusalén la pena y el dolor
cunde entre los gremios de constructores, la sublevación se presiente. Salomón
ha de aplicar toda su sabiduría en acallar las voces que le imputan el crimen,
los levitas y los militares acallan la disidencia y los gremios se disuelven.
Antes de ello, y tras el crimen,
la reina de Saba abandonará Jerusalén llevando en su vientre la semilla de
Hiram.. Nacerá un niño. Este niño, su hijo, y los hijos de su hijo y su
siguiente descendencia serán llamados, en adelante, los "hijos de la viuda". Con esta apelación se conoce en el
mundo iniciático a los constructores, por extensión se han autoproclamado de tal
origen todos aquellos que ven en la vía iniciática del simbolismo occidental de
origen judeo-cristiano un camino de perfección individual.
Todo esto terminará con el
enterramiento clandestino de Hiram en un campo abandonado. Su tumba quedará sin
señal. Sobre ella, no obstante, nacerá una acacia, que parece alimentarse de la
savia del maestro arquitecto. Por ello esa tumba será descubierta, por lo
singular de la existencia de tan lozano árbol en aquel paraje desolado. En
adelante la acacia se denominará, el árbol de la sabiduría y apelar a su
conocimiento será una manera de reconocerse entre sí los maestros
constructores. Los masones al colocarnos el mandil símbolo del trabajo, hemos
tomado la posición de honrar al Trabajo como camino y medio de realización
espiritual.
ANTE TODO, GRACIAS POR TAN PEDAGÓGICA INFORMACIÓN.
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