Por: Mario Morales Charris
En estas reflexiones nos proponemos más que todo a examinar –bajo un punto de vista crítico y constructivo– algunos principios básicos emitidos por la Gran Logia Unida de Inglaterra, los cuales hemos considerado de mucha importancia por ser materia de debate y discordia desde hace más de dos siglos. Principios estos que han sido ratificados, cuando las Grandes Logias de Inglaterra, Irlanda y Escocia convinieron y emitieron una declaración en agosto de 1938 y nuevamente confirmados en septiembre 7 de 1949 bajo el título de “Propósitos y Relaciones de la Masonería”.
Es cierto que la Masonería Especulativa nace a partir del 24 de junio de 1717 cuando las cuatro Logias londinenses se organizaron para crear la primera Gran Logia de la cual se tiene conocimiento, y que desde entonces se conoce como la Gran Logia Unida de Inglaterra. Igualmente existen textos que reglamentan su organización y sus trabajos desde 1723, cuando se publican las “Constituciones” redactadas por James Anderson y Théophile Desaguliers, estableciendo los viejos principios conocidos, desde entonces, como “Constituciones de Anderson”. Es indudable también, que los objetivos de esta Gran Logia eran limitados. Sólo pretendían elegir un Gran Maestro, y reunirse dos veces al año en banquetes coincidentes con los solsticios. Sin embargo, desde sus comienzos, la Masonería Especulativa absorbió influencias de las doctrinas filosóficas y esotéricas que ocupaban las mentes de los intelectuales de los siglos XVII y XVIII. Así pues, en nuestros días tenemos una Masonería anglosajona, con derivaciones en el mundo germano, tributaria de los que fueron sus padres fundadores: clérigos, pequeños burgueses, aristócratas ilustrados, filósofos, científicos y libre pensadores, que encontraron en las Logias Masónicas un ambiente apropiado para exponer sus pensamientos y revelar sus descubrimientos sin temor a la represión política o religiosa, y unos años más tarde, la realeza con su entorno aristocrático, a la que se sumó la gran burguesía de la época, enriquecida desde los primeros indicios de la revolución industrial.
En estos países, coincidentes con los de mayoría de religión cristiana protestante, por el origen social de la mayoría de sus miembros la Masonería especulativa, o moderna, creció y se desarrolló como una fuerza eminentemente conservadora, íntimamente ligada a los poderes eclesiástico y temporal y, por lo tanto, sin verse sometida a persecuciones de ninguna clase, ni tener problemas de índole alguna para su desarrollo y consolidación.
Este espíritu de libre examen atrajo de la misma manera a los apóstoles de la libertad, igualdad y fraternidad, principios plasmados en las revoluciones libertadoras americanas y europeas. Bolívar, Santander, Miranda, San Martín, Juárez, Washington, Martí y Garivaldi entre otros, actuaron interpretando cada uno a su manera el ideario filosófico de la Francmasonería. Asimismo, por su identificación con las causas de la democracia, la libertad y el progreso humano, atrajo personas de origen popular, entre los cuales muchos de los miembros activos del movimiento obrero y sindical europeo. Así pues, aún cuando reconocemos la Masonería anglosajona como la pionera de la Masonería especulativa, no le da derecho de manera prepotente y conservadora a tomar posiciones que en estos momentos históricos entran en contradicción con los mismos principios de la Orden.
PRINCIPIOS DE LA GRAN LOGIA UNIDA DE INGLATERRA
Veamos los principios básicos establecidos por las Grandes Logias de Inglaterra, Escocia e Irlanda para otorgar su reconocimiento y establecer relaciones fraternales con otras Grandes Logias. La Gran Logia que solicita ser reconocida debe observar y practicar los siguientes principios, considerados “de tiempo inmemorial”:
La creencia en un Ser Supremo es condición indispensable para ser admitido en la Gran Logia.
La Biblia, conocida entre los Masones como Volumen de la Santa Ley, debe estar siempre abierto en las Logias, y todo candidato debe prestar juramento sobre ese libro, o sobre un volumen que su propia fe otorga santidad a un juramento o promesa.
Las tres Grandes Luces de la Francmasonería, que son el Volumen de la Santa Ley, la Escuadra y el Compás, deben estar siempre expuestos durante los trabajos de la Gran Logia y sus Logias subordinadas.
Sólo hombres son admitidos en la Gran Logia y sus Logias, y ninguna Logia tendrá relaciones masónicas de cualquier naturaleza con Logias Mixtas o Femeninas.
La Gran Logia tiene jurisdicción soberana sobre las Logias bajo su control. Será una organización responsable, independiente y autónoma, con exclusiva autoridad sobre los Grados Simbólicos de Aprendiz, Compañero y Maestro Masón, y no comparte su autoridad con ningún Supremo Consejo u otra Potencia Masónica que pretenda supervisar dichos grados.
Todo miembro obedecerá fielmente las leyes de su país y no participará en ningún acto contrario a la paz y buen orden de la sociedad. Será siempre leal súbdito de su soberano o la autoridad constitucional de su patria.
En su capacidad de Masón, no permitirá la discusión de sus opiniones teológicas o políticas.
Los principios de los Antiguos Linderos, costumbres y usos de la Masonería serán observados estrictamente en todas las LogiasObservamos que en estas condiciones no se menciona en absoluto la jurisdicción exclusiva en un territorio determinado. Esta es la famosa doctrina de la “territorialidad”, también conocida como la “Doctrina Americana”, establecida en la Convención de Baltimore en 1843, que prescribe el reconocimiento de sólo una Gran Logia en un territorio determinado. Esta doctrina, que fue aceptada casi exclusivamente por la Masonería anglosajona, tampoco fue observada por ella de manera consecuente.
La primera condición de admisión, y de calidad de miembro en la Orden, es una creencia en el Ser Supremo. Como podemos ver, según el imaginario cultural de la época, es creer en algún principio de carácter espiritual de matiz teista o deista. Lo que podía ser lógico para 1723 y positivo en tanto que superador de las intolerancias entre las diferentes religiones “reveladas” que eran tratadas en un plano de estricta igualdad, ha sido mantenido como condición de aplicación literal por la Gran Logia Unida de Inglaterra y por las diferentes estructuras masónicas, generalmente del mundo anglosajón, que se consideran depositarias de la única “regularidad” tradicional en Masonería. Pero la evolución de la sociedad y del pensamiento, evolución a la que no ha sido ajena la propia Masonería, ha hecho que, en la Europa continental y desde el último tercio del siglo XIX, se cuestionen las limitaciones a la iniciación masónica basadas en la interpretación literal exclusiva de las “Constituciones”.
Desde 1877, el Gran Oriente de Francia —como lo vimos en nuestro artículo anterior en la revista Plancha Masónica Nº 6— y la mayor parte de las federaciones de logias de la Europa latina, no consideran la creencia en un principio espiritual revelado como condición exigible a quienes se hallen dispuestos a trabajar por el progreso de la humanidad. Por tanto, consideramos que la Gran Logia Unida de Inglaterra entra en contradicción cuando por un lado nos plantea que debemos ser “hombres libres y de buenas costumbres” —Constituciones de Anderson— y por el otro nos obliga como condición “sine qua non” a creer en un principio de carácter espiritual. Por consiguiente, podemos señalar según el criterio expuesto que no somos “libres” como se pretende hacer creer. Es que debemos ser “libre” de creer o no creer, de practicar el culto de nuestro afecto natural o de no practicar ninguno. La “libertad” entendida como tal debe ser absoluta de conciencia y bajo ninguna restricción porque de lo contrario no podríamos hablar de “hombre libre”.
Con relación a la Biblia que debe estar abierta en las Logias y todo candidato debe prestar juramento sobre ese libro. Pues, con todo el respeto que nos merece esa gran obra religiosa, histórica, literaria, etc., no vemos el porqué de esa obligatoriedad y ¿cómo jurarían los HH:. musulmanes? ... ¿Acaso no lo hacen ante el Corán? ¿y los judíos?, ¿no lo hacen delante del Talmud? En consecuencia, como hombres “libres” también lo podríamos hacer frente a la Constitución del país respectivo.
La Gran Logia Unida de Inglaterra nos señala también que sólo los hombres pueden ser admitidos y no es permitido tener relaciones de ninguna naturaleza con las Logias mixtas y femeninas. Al respecto, fue un tema que lo dedicamos en su totalidad a la Plancha Masónica Nº 4. No obstante, nos permitimos indicar que el avance de la mujer en los países occidentales, y en algunos de los orientales, para alcanzar esa igualdad de derechos proclamada por la Declaración Universal de Derechos Humanos, encuentra expresión en decisiones judiciales que ya han obligado a otras organizaciones como el Rotary, la Bené Berit y otras a admitir mujeres en sus filas. Existen universidades que hasta hace pocos años estaban segregadas según el sexo, hoy están todas integradas. Lo mismo ocurre en las fuerzas armadas de muchos países.
¿Cuánto tiempo más podrán nuestras Logias mantener cerradas las puertas ante este desarrollo? Lo ignoramos, pero se trata de un interrogante que merece cuidadoso examen por las directivas de las Grandes Logias y confederaciones Masónicas, para buscar soluciones antes que se les imponga una reforma forzada. La mejor oportunidad la tenemos el próximo mes de octubre cuando se reúnan los Soberanos Grandes Comendadores —que tienen bajo su mallete el R:. E:. A:. A:.— en Grecia y se reflexione sobre este tema del cual todos estamos muy pendientes.
Para que permanezca callada, ciega a la realidad que la rodea y de espaldas a sus orígenes, el mundo anglosajón dispuso que la Masonería no debe participar en política, ni opinar de religión y, aquella Obediencia que lo haga será declarada “irregular”, desconocida y apartada de las Grandes Logias auto proclamadas “regulares”.
Esta situación dio lugar al nacimiento de innumerables Obediencia de ámbito nacional, no conformes con la dictadura impuesta por las de dependencia anglosajona. Muchas de estas nuevas Grandes Logias, de alguna manera y durante un tiempo, son controladas por el Gran Oriente de Francia, entregado por su parte a una determinada línea política y fiel a los intereses de Francia.
El problema principal de algunas de estas Obediencias que se niegan a someterse al control anglosajón, es que actúan descoordinadamente y cada una volcada a intereses nacionales, cayendo muchas veces en los mismos vicios, aunque de signo contrario, que achacan a las que se autoproclaman “regulares”.
Quizás nos adelantamos a la parte final de nuestras reflexiones, pero vamos a aventurar una previsión y es que toda la maraña de la “regularidad” masónica y el reconocimiento mutuo entre Grandes Logias tendrá que llegar a una solución dentro de este siglo que acaba de comenzar, y cuanto antes mejor, porque ha llegado a extremos absurdos, contrarios tanto a la lógica como a los intereses mismos de la Francmasonería mundial.
Nuestro deber, es caminar por el sendero de la comunicación humana. Dentro del ámbito de la Logia, esto se traduce en un esfuerzo constante de educación e instrucción, que son dos procesos complementarios, uno extrayendo o haciendo conscientes los conceptos que queremos inculcar, y el otro introduciéndolos.
El papel de la Masonería en el mundo sigue siendo el mismo, sus objetivos no han cambiado, pero sí pueden y deben cambiar los medios que utiliza para alcanzarlos.
Debemos actuar como los remeros, que impulsan el bote hacia adelante pero con la vista fija hacia atrás.
Volvamos a los principios fundamentales que inspiraron a los primeros Masones especulativos y les impulsaron a crear la institución que conocemos. Estos principios se basan en una concepción humanista del mundo. El H:. Horacio Oñate García en su libro Etica y Moral en el Mundo de Hoy cita a Ortega y Gasset, quien sostiene que el hombre es un determinado proyecto o programa de existencia, y la vida es el afán de realizar este proyecto en el mundo. Y agrega el Hno. Oñate, que de esta realidad arrancan esas afirmaciones, tan esclarecedoras de la finalidad humana: el deber del hombre es convertirse en hombre, y el hombre debe ser el constructor de sí mismo.
Aquí tenemos, en breves palabras, resumido todo el ideario de la Francmasonería. Lamentablemente hay Logias que han perdido esta orientación, que siguen costumbres o tradiciones añejas, que les impiden desarrollarse y progresar. La tradición es indispensable, pero aferrarse a tradiciones como un ancla conduce al estancamiento. La tradición debe funcionar como una brújula, señalando la ruta, pero sin inmovilizar nuestro progreso. Queremos decir con esto que al nacer la Masonería especulativa o moderna, al propiciar la recopilación de la Ley Masónica en las Constituciones de Anderson y Reglamentos Generales publicados por primera vez en 1723, en aquel momento la Masonería de Inglaterra tuvo pleno derecho a dictar normas sobre los requisitos que había que reunir para ser considerado masón especulativo, o un grupo de ellos unidos en distintas Logias, una Obediencia masónica.
Claro está que ese derecho no puede perpetuarse por los siglos de los siglos, pues, la propia pertenencia a la Masonería, previo cumplimiento de las normas que pudiéramos llamar fundacionales, invistió de iguales derechos a los masones y Obediencias que acataron aquellas leyes fundamentales en su origen, y cuantos masones a lo largo de los siglos han sido iniciados por quienes a su vez lo fueron legítimamente, tienen la misma capacidad de iniciar y constituir nuevos cuerpos masónicos, sin que ningún tipo de corporativismo dé derechos a unas Obediencias o a unos masones que éstas o éstos no reconocen a las demás Obediencias o masones.
Hay otro aspecto que no podemos dejar pasar por alto en estas reflexiones y que tiene mucho que ver con los principios básicos de la Gran Logia Unida de Inglaterra, como lo es “la unidad universal”. La Masonería moderna, o especulativa, fue capaz de mantener una imagen de unidad universal. Situación que se mantuvo hasta que, ya liquidado el Imperio español, Francia e Inglaterra decidieron repartirse el mundo, iniciando el Imperio Británico una lucha sorda por ganar zonas de influencia y conservar las ya alcanzadas.
Así, con el pretexto de que el Gran Oriente de Francia en 1877 decidió el cambio de sus Estatutos y en 1884 el de sus rituales; prescindiendo con dichos cambios de la obligatoriedad de la creencia en Dios y la Biblia, así como de la invocación al Gran Arquitecto del Universo, quedando con ello en libertad sus miembros de creer o no creer y de mantener o no la presencia de la Biblia en el Templo, la Gran Logia Unida de Inglaterra rompió las relaciones con el Gran Oriente de Francia y, erigiéndose en una especie de Primado o Papado Masónico, organizó todo el sistema de reconocimientos, regularidades e irregularidades que ha llegado hasta nuestros días.
Insistimos en que las modificaciones introducidas por el Gran Oriente de Francia en sus estatutos y rituales, no fueron nada más que un pretexto utilizado por la Gran Logia Unida de Inglaterra para justificar la ruptura de la unidad universal, ante las Grandes Logias de los países del ámbito de influencia diplomática de Inglaterra.
Pero, el auténtico motivo de tal ruptura, no fue otro que la rivalidad política y económica entre la Francia republicana y el Imperio Británico, con origen en la prepotencia británica y sus deseos de controlar la Masonería en sus zonas de influencia. Mas, sobre todo, fue una medida política encaminada a cerrar sus colonias, y aun la metrópoli, a los ideales propugnados por la Masonería latina, en especial para que las referentes a la libertad de los pueblos no atentaran contra la integridad del Imperio Británico, poniendo en peligro el control de las materias primas necesarias para la revolución industrial en marcha y para su asentamiento como primera potencia mundial.
Suponemos que el Gran Oriente de Francia cuando tomó la decisión de revisar sus estatutos y aprobó los cambios pertinentes en los mismos, lo hizo con base al momento histórico en que vivían. Si bien es cierto que los hombres en general son reacios a cambiar sus ideas, sus hábitos, su forma de vida, los factores externos, las fuerzas sociales y los cambios tecnológicos les obligan inescapablemente a reconsiderar sus actitudes y buscar acomodo con las nuevas circunstancias. Aunque estos procesos sean generalmente lentos, a veces son producto de guerras o revoluciones, e incluso en tiempo de paz su velocidad va en aumento.
La Francmasonería no puede escapar a estos procesos históricos. Sin embargo, es preciso subrayar que los problemas que enfrenta la Masonería no son los mismos en todos los países. No es posible generalizar, ya que las Grandes Logias se diferencian no sólo en sus Constituciones y rituales, sino también en su historia y tradición, y en el entorno social donde se encuentran.
Es por ello que, para cualquier masón que entienda y viva el Arte Real, lo único que caracteriza y confiere la calidad de masón a un profano es su iniciación a la Masonería con arreglo a las tradiciones, leyes, usos, costumbres y ritos de la Masonería, y su posterior acatamiento y cumplimiento del conjunto de esas normas que deben ajustarse conforme evoluciona la sociedad, porque este conjunto de principios básicos que impone conservadora y arrogantemente la Gran Logia Unida de Inglaterra no pueden estar a espaldas o quedar estáticos al desarrollo de la humanidad. En consecuencia, lo que convierte a una asociación, federación o confederación de logias en una Obediencia Masónica Regular, sea Gran Logia o Gran Oriente, es el respeto y fidelidad a esas mismas tradiciones, leyes usos y costumbres, tanto en el proceso de su constitución como en su posterior hacer cotidiano, sin que influya para nada en su condición el reconocimiento o la falta de reconocimiento que reciba de otras Obediencias.
Por último, y así terminar nuestras reflexiones, podemos señalar que la Francmasonería, especialmente interesada en la construcción de una sociedad laica en la que el libre pensamiento se exprese sin limites de tipo alguno y pueda proyectarse hacia la mejora del individuo y de la sociedad, es indisociable de los contextos democráticos y de las etapas mas progresistas en la historia de la Humanidad, a las que siempre ha apoyado activamente, viéndose, por el contrario, represaliada y perseguida por los absolutismos y totalitarismos de todo signo. La Masonería sigue siendo actual, puede y debe cumplir una función insustituible en la sociedad contemporánea, promoviendo la tolerancia, la educación, la libertad de conciencia y todos los derechos humanos proclamados por nuestros antepasados masones. Tenemos un futuro promisorio, si sólo sabremos afrontarlo con decisión, con esfuerzo, con el espíritu en alto, conscientes que somos los hijos de la luz, y que las fuerzas oscuras de la ignorancia, la ambición y la envidia jamás podrán extinguir la llama eterna de la verdad.
No olvidemos que el hombre constituye su materia prima y que sin él, la Masonería se quedaría sin objeto. Ahora bien, el hombre evoluciona, la sociedad evoluciona, y no podemos permitirnos ignorarlos si queremos continuar pretendiendo participar, incluso modestamente, en la construcción del Templo de la Humanidad, o incluso simplemente perdurar.
Lo que acabamos de decir no pone en causa la esencia de la Francmasonería, sino algunas reglas establecidas por hombres en un pasado bastante reciente, que pretenden delimitar el cuadro preciso de lo que es y no es la Francmasonería.
Querer codificar así a la Francmasonería de una vez por todas, es como encerrarla en una argolla sofocante, y no creemos que la mentalidad del hombre moderno esté dispuesta a aceptar aquellas coacciones.
El hombre se agita sobre un planeta pequeño, perteneciente a la zona de influencia de una estrella de tamaño mediano llamada Sol, integrada a su vez, como mil millones de otras estrellas de su misma naturaleza, en un conjunto más amplio, la Vía Láctea. Como ésta última, mil millones de otras galaxias se pierden en la inmensidad del Universo. La percepción de este Universo inconmensurable, nacido hace unos 15 mil millones de años, que no puede ser comprendido por nuestro espíritu humano, debería incitarnos a un poco de modestia.
No sabemos nada ni de nuestros orígenes ni de nuestro destino, pues no sabemos que papel jugamos en esta inmensidad. La única cosa de la que podemos estar ciertos es que estamos predestinados a desaparecer al término de una vida infinitamente corta en la escala de este universo. Y no obstante, tenemos la pretensión de negar la calidad de masón a algunos hombres, por la simple razón que se alejan, en detalles minúsculos, de nuestro propio punto de vista.
¿Cómo podríamos ambicionar construir en el mundo ese Templo Ideal si no llegamos a realizarlo en nuestra casa? Es una utopía más.
Páginas y páginas han sido escritas en favor de uno u otro de estos problemas de política interna. ¡Que despilfarro..! Y ¡qué pérdida de tiempo y de energía también..! Tiempo y energía que habría podido destinarse a tareas mucho más importantes. Así pues, la Gran Logia Unida de Inglaterra en un tiempo no muy lejano se verá obligada a revisar sus principios básicos porque de lo contrario se quedará, como lo está actualmente, viviendo la época de principios del siglo XVIII cuando comenzó la Masonería especulativa. O puede sucederle lo mismo cuando no tuvo otra alternativa de reconocer las Grandes Logias de negros de los Estados Unidos de América, las llamadas Grandes Logias Prince Hall que por muchos años las consideró irregulares, ante la alternativa de estar obligada a romper sus relaciones con decenas de Grandes Logias estatales del país del norte de América.
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