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lunes, 14 de agosto de 2017

LAS TRES LUCES

A.·.L.·.G.·.D.·.G.·.A.·.D.·.U.·.

LOGIA SIMBOLICA “NUEVO ORDEN Nº 41” ORIENTE MANTA
LAS TRES LUCES
Gonzalo de la Fuente
“La iluminación no consiste en ver formas luminosas y visiones, sino en hacer visible la oscuridad.
– C. Jung

INTRODUCCION

En todo relato heroico aparecen constantemente tres figuras principales en torno a las cuales gira la trama: El héroe, casi siempre un muchacho común que emprende el recorrido; el mago o maestro que le sirve de guía; y la princesa, que normalmente hay que rescatar o se presenta como recompensa a quien se haga digno de ella. Estos personajes que fácilmente se pueden reconocer en cuentos infantiles, fábulas, leyendas y en películas, se repiten como arquetipos que nos transmiten un significado profundo de las aptitudes que debe alcanzar, poseer y desarrollar quien se encuentran en el camino de la propia superación.

Nuestra Orden, como portadora de arquetipos, transmitidos por sus símbolos y rituales, también reproduce estas virtudes y las sitúa como pilares fundamentales en el levantamiento de su Templo, a saber, las Tres Luces, representadas en el Venerable Maestro, Primer Vigilante y Segundo Vigilante, portadores de las tres cualidades de los trabajos en logia: Sabiduría, Fuerza y Belleza.

DESARROLLO

Uno de los ritos más importantes y quizás el de mayor significado simbólico, lo constituye el “Encendido de las Luces” en la apertura de los trabajos. Habiendo consultado en varios textos, he confirmado que esta parte del ritual varía en las diferentes logias, siendo muy común que en el Ara se reúna el Venerable y los dos Vigilantes para encender las luces de la Fuerza y la Belleza, ya que la de la Sabiduría permanece siempre encendida. Con el fin de desarrollar el tema de una forma más práctica, me remitiré al ritual conforme lo realizamos en nuestros trabajos, ya que la manera en que se realiza creo no cambia ni disminuye el contenido simbólico del mismo.
Lo primero a observar es el significado natural y espontáneo que como profanos le damos a la luz. Naturalmente desde niños tememos a la oscuridad, es por eso que la luz representa protección y aporta tranquilidad; luego cuando se desarrolla el pensamiento, se relaciona con la inteligencia: “ser una lumbrera”, “tener lucidez”; ya en planos religiosos o místicos hablamos de “ser iluminados”, donde la luz se entiende como un atributo de la divinidad. También quienes estamos hoy aquí hemos llegado buscando la Luz, una luz que ilumine nuestras acciones, que aporte conocimiento y que armonice nuestra vida. Esa luz la recibimos por primera vez en nuestra iniciación y la reanimamos luego en la apertura de cada trabajo.

Lo segundo a tomar en cuenta es el carácter trino de la luz que recibimos, recordándonos la conocida Trinidad Católica (Padre-Hijo-Espíritu Santo), o las varias trinidades, no tan conocidas por nosotros, de las diferentes religiones (Brama-Vishnú-Shiva, Osiris-Isis-Horus, Urano-Cronos-Seuz), así como conocidos principios triples como la Sal-Azufre-Mercurio de los alquimistas o el cuerpo-alma-espíritu que constituye al ser humano.




Así como en la naturaleza la luz se refracta o separa en los tres colores primarios (amarillo, azul y rojo) cuya combinación compone toda la gama conocida de colores, la luz que da inicio a nuestros trabajos nos vuelve a evocar el carácter triple de todo proceso de creación y manifestación.

Veamos nuestro ritual… Al principio la luz que ilumina la Logia, como la que ilumina al mundo, procede del Oriente (Venerable Maestro) de donde se proyecta hasta Occidente (1er Vigilante) y luego al Mediodía (2do Vigilante), esta primera trinidad son las “Tres Luces”, necesarias para el trabajo del Taller. A estos oficiales se les denomina así queriendo mostrar que ellos, o mejor sus funciones, son los portadores del espíritu que ilumina la Logia. A este respecto, y según señala Guénon, en los antiguos rituales operativos se necesitaba la reunión o el concurso de tres maestros para que una Logia pudiera trabajar regularmente, representando cada uno de ellos un determinado arquetipo espiritual o nombre divino creador. Esa simbólica ha permanecido en la actual Masonería, y esos tres maestros no son otros que el Venerable y los dos Vigilantes. Luego vemos el encendido de las columnas en el Ara que representan los atributos de estas tres dignidades, respectivamente Sabiduría, Fuerza y Belleza, pilares que Guían, Sostienen y Decoran los trabajos del Templo, también conocidos como las “Tres Pequeñas Luces”.

Notemos en el encendido de las luces que a la primera manifestación de la luz, Sabiduría, sucede la Fuerza en el otro extremo como opuesto complementario, esta dualidad debe ser armonizada necesariamente por un tercer principio, mediador entre estos dos primeros que parecen antagónicos, es entonces que se enciende la Luz de la Belleza, en medio día. Esta primera trinidad da paso a la siguiente manifestación en otro nivel, las “Tres Pequeñas luces” en los pilares que rodean el Altar. También las tres luces que reposan en el candelabro del Venerable Maestro nos vienen a confirmar la Tri-Unidad de los principios creadores necesarios para la manifestación en los siguientes niveles. A éstas luces visibles se suman otras tres luces, ya simbólicas, las “Tres Grandes Luces”, representadas en los elementos que reposan en el centro del Altar: La Escuadra, el Compás y el Libro Sagrado.

Si bien la Belleza sirve como principio armonizador entre Sabiduría y Fuerza, en las Tres Grandes Luces aparece el Libro Sagrado como elemento de enlace entre la Tierra y el Cielo, representados en la Escuadra y el Compás, simbolismo que expresa el trabajo permanente del masón sobre sí mismo, trabajo encaminado a reconocer sus necesidades materiales e integrarlas con sus aspiraciones más elevadas, siempre alejado de mezquinos intereses personales y trabajando en beneficio de la humanidad y en busca de la Unidad.



La invocación de los nombres divinos y el encendido de los tres pilares que conjuntamente llevan a cabo los tres principales oficiales de la Logia están ritualizando, haciéndolo presente, ese gesto generador del Gran Arquitecto. Por lo tanto, la apertura de la Logia describiría de manera simbólica un proceso análogo al de la creación del mundo. Y así como éste "todo lo dispuso en número, peso y medida", la Logia se edifica con Sabiduría, Fuerza y Belleza, o con Fe, Esperanza y Caridad, las tres altas virtudes que se corresponden respectivamente con cada uno de los tres pilares.

CONCLUSIONES 

Cabe hacer notar que el carácter de la Tres Luces: Sabiduría, Fuerza y Belleza, no son meras cualidades intelectuales o físicas, fácilmente obtenibles en el mundo profano; la Belleza se trata aquí de un orden manifiesto en todo, de la relación armónica con que el Gran Arquitecto hace visible su creación, se trata de un estado de conciencia en que se percibe la verdadera bondad del Creador en cada acto. La Fuerza representa a la voluntad de quien asume con responsabilidad y conciencia el destino de su vida. Y la Sabiduría no puede limitarse aquí al conocimiento, ya que el saber no aplicado es un saber estéril. La Sabiduría es una virtud que se desarrolla con la aplicación de la inteligencia en la experiencia, obteniendo conclusiones que nos dan discernimiento de la Verdad.
El inicio de los trabajos nos invita así a encender la luz dentro de nuestro propio templo, luz que ilumine nuestros pensamientos y que nos permita ver aquello que nuestros vicios y egoísmo constantemente oscurece. Así como el cuento del héroe, seamos partícipes activos de nuestra propia historia, dirijamos nuestra voluntad y Fuerza con Sabiduría para que nuestros pensamientos y actos sean imagen viva de la Verdad y la Belleza.

S.·.F.·.U.·.
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BIBLIOGRAFIA:
Manual del Aprendiz, Aldo Lavagnini
Aprendiz Masón, Jorge Adoum
La simbólica del ritual de apertura de la logia, Francisco Ariza
Wikipedia, es.wikipedia.org

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