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martes, 1 de agosto de 2017

¿ES REALMENTE LAICISTA LA MASONERÍA?

¿ES REALMENTE LAICISTA LA MASONERÍA?

La masonería es laicista, al no ser considerada una religión ni un sustituto de ella. No impone ni recomienda ninguna fe o la falta de ella. Así pues, un masón o masona puede profesar la religión que desee o ninguna sin entrar en contradicción con los principios masónicos.

Al ser la libertad absoluta de conciencia un principio fundamental del laicismo, no se contrapone con los propios principios masónicos.

Como también la laicidad que intenta liberar al ciudadano de todo lo que aliena o pervierte el pensamiento, especialmente las creencias atávicas, los prejuicios, las ideas preconcebidas, los dogmas, las ideologías opresoras, las presiones de orden cultural, económico, social, político o religioso, trata de desarrollar en el ser humano, en el cuadro de una formación intelectual, moral y cívica permanente, el espíritu crítico así como el sentido de la solidaridad y de la fraternidad. La masonería respeta de sobremanera a los creyentes y a las iglesias, defiende su derecho y su deber a su autogestión y autofinanciación, para que, en plena libertad puedan desarrollar sus actividades sin injerencias externas.

Frente a ello, la Masonería aspira a que la fraternidad reine entre todos los hombres, mujeres y pueblos.

Cree que ninguna diferencia por razones de raza, religión o concepciones políticas, sociales o filosóficas, debe ser suficiente para que los seres humanos no posean y practiquen, en toda su amplitud, los sentimientos fraternales. El amor y respeto a la Patria, dentro de un marco de solidaridad, es idea sagrada para todo masón y masona. Lograr que sus miembros sean cada vez más perfectos, es la meta ideal de la Orden, particularmente en momentos en que la paz y la seguridad se encuentran en peligro.

Desafíos actuales del Laicismo.

La Iglesia debe quedar como una institución que promueve valores, actitudes y conductas, con sus propios propósitos, metas y métodos, sin ser protegida por un estatus especial por parte del Estado.
Se debe definir la moral no como católica sino como ciudadana. La moral cultural, las reglas de convivencia pertenecientes a una agrupación humana, no tienen por qué ser uniformes para todos los grupos humanos.

El introducir dentro de los debates de la sociedad chilena la convicción de que debe haber un estado laico y este se verá expresado en la nueva constitución.

El concepto de laicidad debe ser correctamente entendido y aplicado para permitir a la sociedad la libre expresión de todos los pensamientos sin que el Estado adopte uno como propio.

El laicismo tendrá que renovar sus esfuerzos para contribuir a crear el clima necesario a fin de que, por lo menos en América Latina, con 500 millones de habitantes, y que en 30 años más crecerá en 200 millones, se expresen la tolerancia, la justicia social y el pleno derecho a la libertad de pensamiento y de conciencia.

FIAT LUX.

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