“¿PERO QUÉ ES LIBREPENSAMIENTO?”
- ¿Pero qué es Librepensamiento?
Librepensamiento: “(…) la libertad irrestricta del pensamiento y el hacer saber sus pensamientos no es un derecho del ciudadano” .
En estos términos se expresaba el León XIII la Encíclica Inmortale Dei promulgada en 1885. ¡En 1885, casi dos siglos después del nacimiento de Kant, Rosseau, Voltaire y Diderot; tres siglos después de Leibniz, Descartes y Spinoza!
Como es fácil de comprobar, la Ilustración no consiguió establecer en nuestra sociedad como idea indiscutida que la libertad de pensamiento es una facultad irrenunciable del individuo.
A la hora de aproximarnos al concepto de librepensamiento no podemos evitar tomar como punto de partida la definición dada por Kant en su famosa conferencia pronunciada en 1784 bajo el título “Qué es la Ilustración” .
“Ilustración” decía “significa la salida del hombre de una minoría de edad cuyo responsable es él mismo. Esta minoría de edad significa la incapacidad para servirse de su entendimiento sin verse guiado por algún otro. (…) Sapere aude! ¡Ten valor para servirte de tu propio entendimiento! Tal es el lema de la Iustración”.
BASTA CON TENER UN LIBRO QUE SUPLA MI ENTENDIMIENTO, ALGUIEN QUE VELE POR MI ALMA Y HAGA LAS VECES DE MI CONCIENCIA MORAL
El filósofo prusiano alude a un concepto clave: la autonomía moral, es decir, desembarazarse de cualquier “tutela” ajena al individuo. Y respecto a esta tutela, Kant alude a un segundo elemento, la voluntad del individuo de pensar libremente. “Es tan cómodo” señala “ser menor de edad. Basta con tener un libro que supla mi entendimiento, alguien que vele por mi alma y haga las veces de mi conciencia moral, a un médico que me prescriba mi dieta, etc, para que yo no tenga que tomarme tales molestias. No me hace falta pensar, siempre que pueda pagar, otros asumirán por mí tan engorrosa tarea”.
Cabe precisar que Kant no descalifica al libro, al sacerdote o al médico. Lo que descalifica es la actitud del individuo que prescinde de la distancia reflexiva que merecen éstas fuentes.
Por lo tanto, Kant señala dos elementos básicos que integran el librepensamiento: la ausencia de tutela moral por una parte y la voluntad para desembarazarse de las mismas por otra. Por eso, para saber, primero hay que atreverse. Para hallar las respuestas exactas, primero hay que preguntarse, ese concepto epistemológico tan socrático. Y para llegar a preguntarse, hay que dudar. He aquí el tercero de los elementos definitorios que buscamos: la duda. Como decía Borges “la duda es uno de los nombres de la inteligencia”.
La voluntad; ante todo, la voluntad. La voluntad y la determinación. Librepensamiento implica la voluntad de ser libre y la determinación de conocer y, para ello, de conocerse (gnosce te ipsum).
TODA CONVICCIÓN ES UNA CÁRCEL
Y en este punto conviene hacer referencia a la importancia de la instrucción del niño, de una educación libre de dogmatismos y prejuicios para que el niño pueda alcanzar su mayoría de edad, además de fisiológica, también la moral. El pedagogo Ferrer i Guàrdia, vilmente asesinado tras ser acusado de un delito que no cometió, señalaba que “si al hombre, en la primera edad de la vida, se le alecciona con fábulas, con errores de toda especie, con lo opuesto a la orientación de la ciencia, ¿qué cabe esperar de su porvenir? Cuando el niño evolucione” concluye con contundencia, “será un obstáculo al progreso” .
En efecto, la construcción de una sociedad de ciudadanos libres y autónomos comienza en las escuelas y en los hogares. Comienza enseñando a los niños a hacerse preguntas en lugar de darles respuestas. Comienza proporcionándoles las herramientas para aprender, para investigar, para liberarse de su propia ignorancia. En definitiva, para ser capaces de salir, poco a poco, de su minoría de edad.
Otra referencia interesante para aproximarnos al concepto de librepensamiento es Nieztche cuando dice que “toda convicción es una cárcel”. El autor desarrolla esta idea de la siguiente manera: “El individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu. Si lo intentas, a menudo estarás solo y a veces asustado. Pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo”.
Ser libre es, por tanto, ponernos delante del espejo y darnos cuenta de que en la búsqueda de la verdad a menudo nosotros mismos somos nuestro peor enemigo. Es cuestionarnos nuestras convicciones y ser capaces de rectificarlas sin reparos si se nos revela que éstas eran erróneas. Y éste es un camino que no tiene fin, lo que en masonería simbolizamos afirmando que un francmasón siempre es aprendiz con independencia del grado que le hayan reconocido sus hermanos.
Otra concepción interesante de librepensamiento, y a menudo olvidada, nos la proporciona el Psicoanálisis. Para Freud y su discípulo Jüng, el individuo nace en una situación de dependencia de sus padres y según va creciendo va liberándose de dicha relación de dependencia. Si no lo hace del todo, especialmente si el niño no es capaz de superar la imagen de la madre o la niña la imagen del padre, aparecen reacciones neuróticas que condicionarán el resto de su vida.
En definitiva, ejercer el librepensamiento requiere tener juicio crítico. “El pensar bien”, dice Jaime Balmes, “consiste: o en conocer la verdad o en dirigir el entendimiento por el camino que conduce a ella” . Y por eso no cabe confundir el librepensamiento con el pensamiento anárquico o aleatorio. Balmes apunta por tanto a lo que podría ser un cuarto elemento: el método, y de eso trata su famoso ensayo “El criterio”.
En este punto resulta necesario mencionar una confusión que a menudo se produce entre tener sentido crítico y tener una actitud adversa hacia cualquier situación planteada.
TENER JUICIO CRÍTICO IMPLICA TENER CAPACIDAD DE PONDERACIÓN
Dicho de otro modo. Ser crítico no es criticarlo todo ni viceversa. Muy al contrario, tener juicio crítico implica tener capacidad de ponderación y saber hallar las luces y los aciertos en las proposiciones que se nos representan esencialmente equivocadas. Significa tener el aplomo suficiente para huir de adanismos que nos llevan a pensar que todo lo anterior es inútil, desechando lo construido hasta el momento. Conlleva analizar los argumentos ad causam, es decir, en cuanto al argumento en sí, y no ad personam, esto es, en función de quién los ha formulado.
Por tanto, el librepensamiento requiere autonomía moral del individuo, voluntad de desembarazarse de tutelas de terceros, dudar de los juicios ya establecidos y un cierto método. Pero por encima de todo requiere una férrea voluntad de alcanzar la libertad.
¿Libertad para qué?
Libertad para ser libre.
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