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miércoles, 15 de febrero de 2017

El incienso en el Antiguo Egipto, algo más que una purificación

El incienso en el Antiguo Egipto, algo más que una purificación
ANASTASIA GUBIN – LA GRAN ÉPOCA

Su fragancia ha impregnado la tierra y la cultura durante milenios, especialmente durante las dinastías intermedias y posteriores


Incienso en el antiguo Egipto

La fragancia del incienso ha impregnado la tierra y la cultura de Egipto durante milenios especialmente durante las dinastías intermedias y posteriores, destaca un estudio de Elliot Wise, de la Universidad de Brigham Young.

El autor cita relieves y textos de papiros, que describen que el incienso además de su uso en las ceremonias de purificación por los sacerdotes, tenía para ellos una estrecha relación con el Ojo de Horus o el cuerpo de los dioses.

“Las representaciones más comunes de incienso en el antiguo Egipto provienen de tumbas y templos donde las escenas estándares presentan un faraón o sacerdote en la purificación de una momia o la estatua de un Dios”, describe Elliot Wise.

Posteriormente los sacerdotes coptos cristianos también adoptaron los incensarios para purificar sus altares. Hoy en cambio las perfumerías los exportan a todo el mundo, agrega el investigador.

“En las antiguas tumbas excavadas en la arena caliente aún se siente los restos de resina [incienso] y el olor dulce de las flores de loto que florecen a lo largo del Nilo”, dice el autor, destacando en ello el loto, representado frecuentemente por los antiguos egipcios, y que en el Oriente simboliza la pureza.

Un relieve de la dinastía 19 del templo de Seti I en Abydos muestra un “clásico ejemplo de la fumigación [con incienso] como culto”, señala el autor. “El Dios Seti se inclina hacia adelante donde la estatua de Amón-Ra. Desde la mano derecha se vierte agua sobre un ramo de flores de loto, mientras que de la mano izquierda surge un humo hacia el Dios, desde un incensario en forma de brazo”.

Estos incensarios con la forma de un brazo humano sostenían un cuenco lleno de carbón y el oficiante seleccionaba bolitas de resina de un compartimiento pequeño situado a su largo, y de ahí las echaban en el tazón.

Los faraones cultivaban incluso árboles de incienso o se importaban las resinas para los templos y tumbas egipcias.

“El incienso significa reverencia y oración, pero en un nivel más profundo evoca incluso la presencia real de la divinidad mediante la creación de la “fragancia de los dioses’”, dice un texto de los templos citado por Wise. Entre otras propiedades que se le asignaban estaba la vida y la fertilidad.

Algunas de las citas hablan de algunas deidades específicas de acuerdo a los olores o tipos de incienso.

En las paredes del templo de Horus en Edfu además se detallan secretos de las recetas. “Los mejores inciensos de mirra “nacen de la mirada del rey”, dice un texto.

Para algunos el incienso de ládano, representaban las lágrimas que caían del ojo del dios Horus.

En esta relación, Osiris tiene una particular conexión con el incienso, y los eruditos creen que su nombre era usado para significar el “lugar de los ojos”, en referencia a la leyenda de Horus ofreciendo el ojo “perfumado” a su Padre como una muestra de la victoria sobre el Dios Seth.

Los textos también hacen mención al Carnero de Osiris, ya que estos animales mientras comían los arbustos, las barbas de las cabras ‘atrapaban el ládano que luego se endurecía, y el incienso se podría cosechar cortando estas barbas.

Se cree incluso que la barba ceremonial del faraón puede tener también la connotación de incienso.

Los recintos sagrados de Egipto podría tener así el “olor de la tierra divina”. Wise destaca que se puede concluir que para el sacerdote del templo llamado Hepusonb, por ejemplo, el culto del incienso era muy importante, ya que incluyó imágenes de este oficio en las paredes del lugar.

Las descripciones en los relieves egipcios con inciensos en general citan los ojos de Thot, Osiris, la parte posterior de Horus, los miembros divinos, el hueso de los dioses, y otros.

En las pirámides y obeliscos se destaca “el aroma del ojo de Horus”, y el simbolismo del Sol. El rey aparece en una flor de loto y la fragancia de la flor se levanta cada mañana, tal como en la fumigación del incienso dada en una ceremonia al Dios. El ojo de Horus fragante luce como la presencia del Dios, explica Wise.

En las paredes del templo funerario en Deir el-Bahari se observan filas de hombres que llevan los árboles de incienso. El investigador estima que los egipcios aprendieron “cuidadosamente a transportar y almacenar el incienso y la mirra”.

En este tratamiento de las piezas de resina, las trataban siempre “como si fueran emblemas de los cuerpos de sus dioses”.

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