LAS LUCHAS TEMPRANAS POR LA INDEPENDENCIA DEL PERU.
Herbert Oré Belsuzarri.
Herbert Oré Belsuzarri.
Las revoluciones en el Perú contra
los españoles se producen desde la captura del inca Atahualpa la tarde del 16 de noviembre de 1532 en la batalla de Cajamarca, y que llevó a la conquista del Imperio Inca por parte de Francisco Pizarro. Algunos autoproclamados sucesores
de los incas trataron en varias ocasiones, retomar el país, reconquistar su
imperio e instalar su gobierno. Unos
intentos ocurrieron inmediatamente; otros, más tarde.
La rebelión de los Incas de Vilcabamba.
Desde 1536 hasta 1572, tuvo lugar la resistencia de los incas de Vilcabamba; acción que había comenzado con la
huida de Manco Inca del Cuzco y que terminó con la ejecución de Túpac Amaru I.
Luego de la
muerte de Atahualpa, los conquistadores
designaron a su hermano Manco Inca, como el sucesor. Manco Inca se ciñó la
mascaipacha y fue reconocido por curacas y miembros de la nobleza inca. La idea
de los españoles era usarlo como un mandatario "títere", pero el
nuevo Inca tenía otros planes.
En abril del año 1536 cuando Manco Inca
partió del Cusco con el pretexto de traer unas estatuas de oro del tamaño de un
hombre para Hernando Pizarro, los españoles codiciosos le dieron el
consentimiento. Días después, los conquistadores se enteraron que contingentes
indígenas se habían concentrado en Yucay y enviaron soldados en su búsqueda,
pero fueron desbaratados. Las tropas de Manco sumaban unos 10 mil hombres con
los cuales cerco el Cusco a fines de abril. Algunas exageradas fuentes, dicen
que las tropas incaicas eran de unas 200 mil personas. Años más tarde, los
españoles recordaban el pavor que sufrieron al verse rodeados por tal cantidad
de hombres que permanentemente levantaban un gran vocerío y en las noches
encendían fogatas que marcaban el cerco de la ciudad.
Antes del cerco al Cuzco, un escenario
importante de lucha fue Sacsayhuaman. Inicialmente en manos de los cañaris conminados
por los españoles para defenderlo, fue tomado por las huestes incas, después de
dos días y luego cercaron al Cuzco. Los españoles vivieron días y noches
terribles al extremo de querer abandonarlo, entonces Hernando Pizarro planteó
retomar Sacsayhuaman. Simularon abandonar el Cuzco por el camino a Chinchaysuyo
para dividir las fuerzas incas. Luego de tres días de combate, los españoles retomaron Sacsayhuaman.
Para evitar que Francisco Pizarro envié
refuerzos o que rompa desde fuera el
cerco al Cusco, Manco había coordinado un ataque a Lima. Por su parte,
Francisco Pizarro envió una expedición al Cusco a órdenes de Gonzalo de Tapia,
por la ruta de Pisco. En el ascenso a Vilcashuaman, se toparon con las fuerzas
del Inca cerca del río Pampas, donde libraron una sangrienta batalla con la
derrota total de los españoles. Las tropas nativas siguieron su camino y
arribaron a Parcos (Huancavelica), donde se vieron con un nuevo contingente de
españoles que trataban de avanzar hasta el Cusco.
Una tercera expedición enviada de Lima a
Jauja fue sorprendida en Angoyacu, donde murió su jefe, Juan Mongrovejo de
Quiñones. La ruta del Mantaro quedó despejada para los naturales a través de
dos combates más: en Jauja y en Pariacaca.
El 5 de setiembre de 1536 el ejército
rebelde inca, a órdenes de Quizo Yupanqui, llega a las puertas de Lima,
sostiene varios encuentros con los españoles en Mama (cerca de Chosica), en
Huarco (Cañete), Mala, Chancay y Ate. Un contingente al mando de Pedro de Lerma
intentó detenerlos en las inmediaciones de Puruchuco, pero los atacantes
llegaron a instalarse en los cerros que rodeaban a la Ciudad de los Reyes y
comenzaron a bajar para completar el ataque. Quizo Yupanqui fue derrotado en
Pachacámac por Alonso de Alvarado, y con el apoyo de tropas indígenas
contrarias a los incas, los españoles consiguieron la victoria final en Lima. Perecieron los principales
jefes de la ofensiva indígena: Quizo Yupanqui y Cusi Rímac.
En el Cusco, el cerco a la ciudad terminó
tras nueve meses, cuando retornaron las tropas de Almagro procedentes de Chile.
Entonces Manco Inca se retira con sus fuerzas a Vilcabamba, a unas 20 o 25
leguas al norte del Cusco. Vilcabamba fue, desde Manco Inca hasta Túpac Amaru I,
un reducto incaico cuya capacidad de hostigar y amenazar a la sociedad colonial
y sus autoridades sufrió altas y bajas. Manco Inca, estuvo sembrando
incertidumbre en la zona de Huamanga
hasta 1541. Por eso, Vasco de Guevara, teniente gobernador de San Juan en
la Frontera de Huamanga, dio los pasos necesarios para lograr un arreglo con el
Inca y pacificar la región, pero eso no se dio, porque Manco Inca fue asesinado
por soldados almagristas que llegaron a las montañas de Vilcabamba escapando de
los pizarristas y que el Inca hospedo en su fortaleza. Con su muerte no
concluyo la resistencia inca a los chapetones, le siguieron en esa rebeldía:
Sayri Tupac de 1544 a 1558, Titu Cusi Yupanqui de 1558 a 1570 y Tupac Amaru I
de 1570 a 1572.
Tupac asume el
trono inca luego de la muerte de su hermano Titu Cusi en 1570. Fue el cuarto y
último inca rebelde
de Vilcabamba. Hijo
de Manco Capac, fue
hecho sacerdote y guardián del cuerpo de su padre. El virrey Francisco de Toledo asume el virreinato y uno
de sus primeros objetivos es acabar con el reducto de Vilcabamba. Por su parte,
Túpac Amaru cerró las fronteras de Vilcabamba y destruyó el puente de
Chuquichaca.
Tupac
Amaru I.
El virrey envió un negociador diplomático, poco tiempo después de la muerte de Titu Cusi. Atiliano de Anaya, quien fue visto como espía y asesinado. Ante esta respuesta el virrey Toledo le declaró la guerra en la semana santa de 1572, apelando a la justificación de que los incas habían roto "la inviolable ley de todas las naciones del mundo: el respeto a los embajadores" el virrey declaró formalmente la guerra el 14 de abril. El capitán Martín Hurtado de Arbieto y Juan Alvarez Maldonado, comandaron la expedición, pero fue el capitán García de Loyola quien lo capturó junto a otros miembros de la élite incaica, no sin antes enfrentarse en varios eventos.
Los españoles
dividieron sus fuerzas para tacar el reducto inca, uno lo haría por Chuquisaca
y el otro por Curihuasi. Se dieron varias escaramuzas hasta la batalla de
Choquelluca a orillas del río Vilcabamba, tras esta batalla los españoles
capturaron la ciudad y palacio de Vitcos. El 23 de junio cae el último foco de
resistencia, el fuerte Huayna Pucara, el 24 toman Vilcabamba que había sido
abandonado por Tupac Amaru retirándose a los bosques de las tierras bajas. Tras
varios meses de persecución y escaramuzas fue capturado.
Los cautivos
llegaron al Cuzco el 21 de septiembre. Sin perdida de tiempo se le abrió juicio
por la muerte de los sacerdotes agustinos (que fueran asesinados al
considerarlos responsables de la muerte de Titu Cusi), el negociador Anaya y el
escribano Martín de Pando. Túpac Amaru fue condenado a la pena capital junto
con otros 5 miembros de la resistencia quechua. Autoridades de las órdenes del
clero, miembros del clero y principales vecinos del Cuzco, exhortaron al virrey
para que se retracte y no ajusticie al Inca. Francisco de Toledo no cambió de
parecer y el 22 de junio de 1572 Túpac Amaru fue decapitado.
Subió al patíbulo y
mientras lo hacía, "una multitud de
indios, que llenaron completamente la plaza, vieron el lamentable espectáculo
[y sabían] que su señor e Inca iba a morir, [y] ensordecieron los cielos,
haciéndolos reverberar con sus llantos y lamentos". Las
crónicas relatan que el Inca levantó su mano para silenciar a las multitudes, y
sus últimas palabras fueron: "Collanan Pachacamac ricuy auccacunac yahuarniy
hichascancuta." ("Madre Tierra, atestigua cómo mis enemigos derraman mi
sangre."). El suceso generó la desaprobación del propio rey
Felipe II, quien señaló la necesidad de desagraviar a los incas.
Las pompas fúnebres
fueron sentidas, a la misa de honras acudió en riguroso luto el virrey. Los
indígenas y miembros de la élite cuzqueña se arrancaban cejas y pestañas
siguiendo la usanza andina. Al Inca se enterró en la catedral del Cuzco pero al
ver que el pueblo idolatraba los restos, lo retiraron a un lugar secreto. Con
él se extinguía no sólo el último reducto de resistencia inca, sino también la dinastía
real de los incas, ya que Túpac Amaru no tenía descendientes varones. Dejó dos
hijas, una de ellas llamada Juana Pilco-Huaco, se casó con un cacique de
Surimaná; de este matrimonio desciende otro rebelde que tomó el nombre de Túpac
Amaru II para rebelarse contra los españoles en el siglo XVIII.
Los españoles
colocaron la cabeza de Túpac Amaru en un lugar visible en el Cuzco, para que
sirva de advertencia a los indígenas, pero tuvieron que retirarla, porque se
había convertido en un objeto de veneración para la gente andina. Con la muerte
de Túpac Amaru nació el mito de Inkarri; la
cabeza del inca, lejos de descomponerse, se ponía más hermosa cada día, a
partir de ella crecería nuevamente el cuerpo del Inca que restauraría el
imperio y le daría a las cosas su ordenamiento natural anterior a la llegada de
los españoles.
Posteriormente, en respuesta a las reformas borbónicas, se produjeron la rebelión de Túpac Amaru II y la de Túpac Catari en el Alto Perú. Entre la revuelta de José Gabriel
Condorcanqui y la llegada del general José de San Martín al Perú, tuvieron
lugar otras revueltas como las de Felipe Velasco Túpac Inca Yupanqui, Francisco
de Zela, la conspiración del Cuzco de José Gabriel Aguilar y Manuel Ubalde.
Los caciques y los
demás indios de Azángaro, Carabaya,
Cotabambas y Castrovirreyna se rebelaron contra el abuso incesante de los
corregidores, entre los años 1724 y 1736. En efecto, de manera sorpresiva
tomaron presos a los corregidores de dichas circunscripciones territoriales y
les dieron muerte. El gobierno del virrey José de Armendáriz, Marqués
de Castelfuerte envía un ejército bien pertrechado desde Lima. Los realistas lograron derrotar a
los insurrectos, haciendo uso de una brutal represión. Los principales líderes
indios fueron apresados y ajusticiados. Corona, para tal efecto, residió en
Madrid entre 1722 y 1732. Durante esos diez
años se dedicó a presentar sendos memoriales al Consejo de Indias, al Rey y a otras
autoridades de la Corona española, denunciando el abuso de funcionarios reales
en el Virreynato del Perú,
principalmente los corregidores de los valles de La Libertad. A pesar de que iba en representación de
varios curacas de la zona, sus gestiones fracasaron.
Juan Vélez
de Córdova hace el manifiesto de la rebelión de Oruro (hoy
Bolivia) de 1729 retoma el pedido que hiciera Alejo Calatayud, líder de la
insurrección de Cochabamba (hoy Bolivia), en 1730. En este sentido, estas
protestas pretendían comunicaban al rey que "no debía de haber corregidor
de España, que los alcaldes debían de ser criollos". Incluso, la rebelión
de Oruro fue más explicito, no solo rechazando a los corregidores peninsulares,
además, de quejarse por los impuestos excesivos y la inaccesibilidad de las
Audiencias judiciales.
Juan Santo Atahualpa.
Lideró una importante
rebelión en el Perú. Se dice que era
descendiente inca nacido en Cuzco y criado por los jesuitas. Aprendió
castellano y latín, viajó a España, Angola, Inglaterra, Francia e Italia,
aprendiendo italiano y un poco de francés. Regresó al Perú y fomentó una
rebelión, que fue patrocinado por los ingleses según algunos autores, pues al
iniciar la lucha por la libertad, se vio por las costas del virreinato la nave
del inglés Jorge Anson.
Se estableció en
Chanchamayo en la actual Región Junín en 1742. La rebelión logró congregar a los
pueblos Ashaninka, Yanesha y Shipibo de la selva central. Se hizo
proclamar Apu Inca, descendiente de Atahualpa. Su meta
era restaurar el Imperio inca aniquilando a los españoles y sus costumbres. En junio del mismo año estalló el
movimiento. El primer objetivo fue la reducción de Eneneo, para luego seguir
con Matranza, Quispipango, Pichana y Nijandaris.
Sobre el trato de
Juan Santos con los ingleses, no hay mayor información documentada que lo confirme,
pero se puede, colegir y lanzar alguna hipótesis a partir de ciertas circunstancias
por entonces acaecidas. Es conocido, por ejemplo, la vieja pugna que sostenían
los ingleses con los españoles en busca de tener mayores facilidades para el
comercio con los mercados de América, celosamente resguardados por los
coloniales. Una serie de acuerdos y concesiones que nos hacen evocar al famoso
Navío de Permiso que forma parte de esta historia. Estos hechos no eran
desconocidos para un hombre culto como Juan Santos Atahualpa. Así, las noticias
sobre él dicen que "habló con los ingleses, con quienes dejó pactado que
le ayudasen a cobrar su corona por mar, y que él vendría por tierra, recogiendo
su gente, para al fin recobrar su corona". Este pacto no es inverosímil
por los hechos antes referidos y podría haberse establecido en 1741.
Juan
Santos Atahualpa.
"Los ingleses
cumplieron lo pactado con Juan Santos a favor de la Independencia. El Vice
Almirante Jorge Anson, al mando de cinco buques de guerra, fue comisionado por
su Gobierno, para entrar al Pacífico y perseguir todas las naves, y bloquear
todos los puertos subyugados a España. (Anson, a la sazón era parte del equipo
de marinos británicos que sostenían la guerra con España en sus colonias, desde
1740. Otro de sus principales líderes, además de Anson, era el Almirante Vernon
quien disponía de 50 naves, 130 de transporte y/o cerca de 13 mil hombres de
desembarco, asolando las aguas del Caribe). Anson pasando el Estrecho de
Magallanes, fue a fondear en la isla de Juan Fernández el día 7 de junio de
1741. Desde allí atalayaba los mares de Chile, Perú y Ecuador. Y en el mes de
septiembre del mismo año apresó al navío español "Monte Carmelo" que
iba del Callao a Valparaíso, apoderándose de más de veinte mil pesos y muchas
mercancías". Luego anduvo de correría en correría, de sur a norte,
capturando y hundiendo navíos, asolando y saqueando diferentes pueblos de la
costa. "No es improbable que Anson,
después de estas correrías, por más de medio año, al no tener noticia de
levantamiento alguno en el Virreinato del Perú, decidió alejarse, como lo hizo,
rumbo al Asia. Cinco meses después (en mayo de 1742), los indios de la montaña,
con Juan Santos Atahualpa, dan el grito de rebelión. Si este movimiento de los
montañeses hubiera estallado en su debido tiempo, la expedición del
Vicealmirante inglés Jorge Anson habría resultado eficiente y, quizá,
definitiva..."
Anson tuvo varios
enfrentamientos con las fuerzas españolas de las colonias del Perú y México y
de ellas se da cuenta en el libro “Viaje de Anson La Vuelta al Mundo” que narra
entre otros, el ataque a Paita, que lo tomo y saqueo, luego de liberar sus
prisioneros, continuó con su travesía, en los capítulos 18 y 19 del libro, así
como otros pormenores de la organización de la expedición a América hasta su
viaje al Asia.
Tomado de:
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