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lunes, 28 de julio de 2014

INGLATERRA, LA MASONERÍA Y LA INDEPENDENCIA DE AMÉRICA

INGLATERRA, LA MASONERÍA Y LA INDEPENDENCIA DE AMÉRICA

Por EMILIO OCAMPO

(De la revista “TODO ES HISTORIA” Nº 463 Febrero del 2006)


El tema de la influencia de la masonería en la emancipación americana ha estado sujeto a fuertes polémicas; en parte por el misterio que rodeaba a sus rituales y el silencio impuesto a sus miembros; en parte también por las arduas luchas ideológicas entre liberales y católicos. Para intervenir en la materia con rigor historiográfico, es preferible recurrir a las más recientes investigaciones realizadas en Europa y en América y compararlas con la documentación existente; de este modo se arroja luz sobre el comportamiento de la masonería en todo este proceso. 



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A casi dos siglos del inicio del proceso de a independencia de Hispanoamérica deberían quedar pocas dudas respecto a su origen y evolución. Sin embargo todavía perdura cierta contusión respecto al papel que jugaron en ese proceso las sociedades secretas y la masonería. En la amplía literatura que existe sobre el tema se mezclan tanto opiniones autorizadas, como otras, más numerosas, que se basan en conjeturas o en datos de segunda o tercera mano nunca verificados. Los estudiosos de la masonería se quejan con algo de razón de que muchos de los “autores que se han ocupado de las sociedades secretas apenas utilizan fuentes documentales” y recurren “casi constantemente al uso de las hipótesis en lugar de aportar datos positivos”1. Por otra parte, el tema de la masonería siempre ha estado rodeado de misterio y las fuentes documentales masónicas no son tan abundantes, ni tan accesibles, como las de cualquier otro archivo. 

La mayoría de los historiadores coinciden en que a fines del siglo XVIII el venezolano Francisco de Miranda (1750-1816) fundó en Londres una logia masónica llamada La Gran Reunión Americana para conspirar a favor de la independencia de las colonias españolas. Esta logia, que supuestamente obedecía a la Gran Logia de Londres, luego se expandió en España tomando el nombre de la Sociedad de los Caballeros Racionales. 

Casi todos los próceres de la independencia americana habrían pertenecido en algún momento a ella o a sus sucesoras2. 

En cuanto a la Logia Lautaro de Buenos Aires, según Pacho O’Donnell fue creada por José de San Martín y Carlos María de Alvear en 1812, “a semejanza de la de Londres, con el propósito de ejercer una influencia decisiva en los medios militares y políticos”. Asegura este autor que San Martín y Alvear compartían el rol de Venerable o Presidente, y que existían cinco grados de iniciación en la logia, “en los primeros, los neófitos eran iniciados en los principios de fraternidad y mutua cooperación; en los superiores se les advertía de las finalidades políticas -independencia y Constitución- que debían cumplirse; en el último, de obedecer a sus matrices extranjeras”. De esta manera, “el verdadero gobierno del país” quedaba en manos de los Venerables, que a su vez obedecían a la logia matriz en Londres. Según esta teoría, a fines de 1813 Alvear obligó a San Martín “a dejar de ser Venerable y a alejarse de la participación activa en la logia”. Según O’Donnell, el primero lideraba “con el apoyo de los viejos masones, la posición antiindependentista”, mientras que el segundo propugnaba la independencia total. 

“Muchas de las oscuras e inexplicables decisiones que perturbaron nuestra guerra de la Independencia en el Perú, sobre todo cuando Posadas y su sobrino Alvear dominaron políticamente en Buenos res (por ejemplo la designación de jefes y oficiales ineptos), debieron a leyes masónicas” caída de Alvear en 1815 aparentemente no habría eliminado todo la perniciosa influencia la masonería, ya que sea O’Donnell fue la obediencia 1 sónica la que obligó a San Martín a “retirarse de los campos batalla americanos” y de “todo el espacio y la gloria sucesiva a Simón Bolívar”. Este a no aporta ninguna prueba documental para sostener semejar afirmaciones3. 

A las teorías conspirativa idea de que la masonería inglesa promovió y controló el proceso de la independencia americana les resulta muy atractiva. Otra parte para quienes piensan que San Martín encarnó las virtudes más exaltadas de la nacionalidad argentina, su presunta vinculación con la masonería inglesa, cuyo líder era, y s siendo, un príncipe de la familia real, es inaceptable. 

Igualmente lo es para quienes sostienen que el Libertador fue un devoto defensor de la religión católica. 

Para estos dos grupos, puesta filiación masónica de Martín es “una de las tantas felonías y burdas calumnias” inventadas por los masones para “apropiarse” de la figura del padre de la patria4. 

En realidad, más ínter que confirmar la filiación masónica de la Sociedad de los caballeros Racionales, la Logia Lautaro, o de algunos de sus miembros, es determinar cuál agenda política, un tema el que también perdura bastante confusión. 

A principios del siglo XIX Europa se dividía facciones opuestas: el “LEGITIMISMO” 

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que defendía el derecho a gobernar de las monarquías hereditarias, y el republicanismo de la Revolución Francesa. Entre ambas formas de gobierno existía la solución intermedia de la monarquía constitucional, que sólo existía en Inglaterra. La lucha entre estas dos ideologías definió la política europea durante décadas y también tuvo un impacto fundamental en la independencia de la América española. Aun hoy se debate el papel que jugó la masonería en esa contienda ideológica. 


LAS LOGIAS EUROPEAS Y SU INFLUENCIA EN AMÉRICA



Recordemos que la masonería no era una organización monolítica que respondía a un único líder, como lo era la iglesia Católica, sino una organización internacional descentralizada con múltiples sectas, ritos y hermandades que no siempre coincidían entre ellas y muchas veces se oponían abiertamente. No vamos a extendernos aquí sobre su origen, un tema muy debatido y sobre el que se han escrito varios volúmenes. Lo que está fuera de discusión es que la masonería hizo su aparición pública y oficial en 1717, con la fundación de la Gran Logia de Londres. A partir de entonces se expandió rápidamente por el resto de Europa y también en América del Norte, ganando adeptos en la aristocracia, la alta burguesía y los intelectuales5. 

Aunque se trataba de una organización fraternal sin objetivos políticos pronto se la responsabilizaría por el evento político más trascendente de la edad moderna: la Revolución Francesa. Quien articuló de manera más efectiva la teoría del gran complot masónico fue el Abate Agustín de Barruel (1741-1820) en sus Memorias para servir a la Historia del Jacobismo. Según Barruel, el jacobinismo era una conspiración entre los masones franceses, los iluministas de Baviera (6), y los sofistas y enciclopedistas (de Voltaire a Diderot). Lo interesante es que este autor, un devoto defensor del “legitimismo”, hacía una clara distinción entre la masonería inglesa y la masonería continental. En su opinión los masones ingleses eran “hombres honrados, excelentes ciudadanos de todo estado y condición, que tienen por honor ser masones y que no se distinguen de los demás sino por unos vínculos que parecen estrechar más los de la beneficencia y de la caridad fraternal”. La masonería inglesa era “simbólica” y contemplaba sólo tres grados -aprendiz, compañero y maestro- mientras que en el continente, especialmente en Francia, se había popularizado un sistema masónico diferente conocido como el Rito Escocés, con treinta grados adicionales y una mitología templaria7. Barruel culpaba a esta variante de la masonería, a la que llamaba tras- masonería, de haber provocado y liderado la Revolución Francesa. Según el Abate, los masones ingleses no estaban “iniciados en los últimos misterios de la secta” que consistían en los principios de igualdad, fraternidad y libertad (lema de la Revolución Francesa) y en un plan de guerra “a Cristo y a su culto; guerra a los reyes y a todos los tronos”. Estos secretos supuestamente sólo se adquirían en los grados superiores del Rito Escocés8. 

Algunas de las opiniones de Barruel quedaron desvirtuadas, ya que en la misma Francia revolucionaria había masones con agendas diametralmente opuestas. Lo que si está claro, es que durante este período, los masones franceses, especialmente los de alto grado, conspiraron activamente en contra de la monarquía, mientras que los masones ingleses se mantuvieron leales a la corona. Con el tiempo la Revolución Francesa terminó en el Imperio Bonapartista y fue aquí donde la masonería adquirió su máximo poder político. En 1804, Napoleón se coronó Emperador de Francia y su hermano José se convirtió en el Gran Maestre del Gran Oriente, máxima autoridad de la masonería francesa9. A pesar de que durante su exilio en Santa Elena, Napoleón se refirió a los masones como un grupo de imbéciles, reconoció el importante papel que jugaron durante la revolución y bajo su propia administración 10. Por otra parte, todos sus hermanos eran masones y la mayoría de los ministros de su gabinete y gran número de oficiales del ejército imperial ocupaban importantes cargos en el Gran Oriente de Francia. Y aunque nadie ha podido confirmar que Napoleón fuera masón “ningún otro régimen de Europa contribuyó tanto como el suyo al desarrollo e implantación de la masonería”1. En esa época, el otro país donde la masonería poseía una influencia política similar eran los Estados Unidos (2). 

NOTA: Napoleón Bonaparte, tuvo varios masones en su gobierno. 
NOTA2: Calle Real, Bogota. Esta ciudad albergo a destacados masones. 

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A fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX, cuando están los primeros movimientos emancipadores en América, la masonería verdaderamente política no era la inglesa sino la francesa, primero revolucionaria y luego bonapartista. Su influencia y sus vínculos eran poderosos y se extendían fuera de Francia. De hecho, los primeros movimientos revolucionarios en las colonias españolas y portuguesas -la de Nariño en Bogotá en 1794, la de Gual y España en Caracas en 1797 y la de Pernambuco en 1801-, fueron liderados por masones con fuertes vínculos con sus hermanos franceses. Los masones pernambucanos incluso llegaron a solicitar la protección de Napoleón, quien ya era Primer Cónsul de Francia (3). 

Volviendo al tema de Miranda y su Gran Reunión Americana, el primer problema con la “versión oficial” es que no existe prueba documental alguna que confirme que haya verdaderamente existido como una logia, ni tampoco existen pruebas de su vinculación con la Sociedad de los Caballeros Racionales de Cádiz o la Logia Lautaro de Buenos Aires. Además, investigaciones recientes en los archivos de la masonería inglesa han demostrado que ninguna de estas organizaciones fue creada bajo a protección de la Gran Logia de Londres’ 4. 

  


LOS “CABALLEROS RACIONALES”



En cuanto a la Sociedad de los Caballeros Racionales de Cádiz, no hay duda de que existió y que fue organizada como una logia masónica aunque aún se debate si verdaderamente lo fue. Lo poco que sabemos de ella surge principalmente de tres documentos, muchas veces citados pero pocas veces leídos. El primero es una carta dirigida desde Londres a fines de 1811 por Carlos de Alvear (1789- 1852), que era su Venerable, a su “hermano” venezolano Rafael Diego de Mérida (1762-1828)’. Este controvertido personaje de la historia venezolana se haba desempeñado como escribano de la Real Audiencia de Caracas y aparentemente había participado en la llamada Conspiración de los Mantuanos de 1808. Quizás fue con motivo de ello que al año siguiente viajó a Cádiz, donde seguramente conoció Alvear. A principios de 181(Mérida partió a Filadelfia y a fines de ese año se encontraba de vuelta en Caracas, dondE fue elegido secretario de la Sociedad Patriótica de esa ciudad. 

El segundo documento e una confesión extraída a fine de 1817 por la Santa Inquisición al religioso mexicano fray Servando Teresa de Mier y Guerra (1765-1823), quien había sido iniciado como miembro la logia en Cádiz en 18111b. Tercera prueba documental, y menos fidedigna, es la r puesta del ya anciano José Zapiola (1780-1874), o Caballero Racional, a un cuestionario sobre la Logia Lautaro preparado por Bartolomé Mitre (7). 

¿Qué dicen estos documentos respecto a la Sociedad los Caballeros Racionales? 

Zapiola, con su memoria algo frágil, primero declaro que quién era su fundador y luego dijo que Simón Bolívar había tenido algo que ver con su fundación. Por su parte, Mier declaró que “Don Carlos Alvear”, americano de Buenos Aires casado con 

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Una señorita andaluza, Teniente de Carabineros Reales que se había portado muy bien en la guerra, fundó en su casa [en Cádiz] una sociedad de americanos, diciendo que para ello había recibido papeles de Santa Fe”. 
De ser así, la logia de Cádiz no pudo existir antes de fines de 1809, cuando Alvear llegó a esa ciudad. Mier también afirmó que entre sus cofundadores se encontraba un futuro presidente de Colombia, Domingo Caicedo (1783-1843), otro neogranadino llamado Gracida, cuatro españoles “de que sólo se acuerda del nombre de un vizcaíno llamado Murguiondo y tres americanos llamados Prada, de Santa Fe, Urriola, de La Habana y el otro Garza, de Caracas... 

Después fueron entrando varios, los más Guardias de Corps y Guardias Españoles, o de La Habana, o de otra América”. 

Por la carta de Alvear surge que la sociedad estaba organizada como una logia masónica con cinco grados de iniciación y los hermanos del quinto grado, entre los que obviamente se incluía el Venerable, controlaban la logia. Los miembros de los grados inferiores ignoraban la existencia de los grados superiores. Alvear confirma que la logia de Cádiz era la N0 3, es decir que existía una logia matriz o N2 1. Mier declaró que la logia de Cádiz no sólo se fundó por orden de la de Bogotá sino que también estaba “subalternada” a ella. Otro miembro de la Sociedad de los Caballeros Racionales también afirmó años más tarde que su “fundación había sido hecha en Santa Fe de Bogotá”18. 

A pesar de estos testimonios, muchos historiadores aseguran que la Sociedad había sido fundada en Madrid en 1806 bajo el liderazgo del salteño José Moldes (1785-1824), que al igual que Alvear, era oficial de la Guardia Real, trasladada a Sevilla en 1809 y reorganizada en Cádiz recién a principios de 181119. No hay duda de que tanto en Madrid y en Sevilla existieron reuniones o sociedades patrióticas de sudamericanos, pero no está claro que hayan sido las predecesoras directas de la logia N9 3 de Cádiz. Si lo fueron, y si Moldes fue su Venerable, éste demostró bastante poca iniciativa, ya que aunque llegó a Buenos Aires en 1809, la “sucursal” porteña de los Caballeros Racionales fue fundada por Alvear tres años más tarde. Además, los porteños Tomás Guido y Manuel Moreno recién fueron iniciados en la Sociedad en Londres a fines de 1811. 

Hasta ahora los historiadores no se han planteado la posibilidad de que la logia matriz de los Caballeros Racionales se encontrara en la capital del Virreinato de Nueva Granada. Sin embargo, es una hipótesis muy plausible. Recordemos que desde 1793 existía en Bogotá un círculo de intelectuales inspirados por los ideales de la Revolución Francesa liderado por Antonio Nariño y Álvarez (1765-1823), quien comparte con Miranda el título de “Precursor” de la independencia americana. Nariño era un librepensador afrancesado y probablemente, también masón (20). En 1793, tradujo al español la Declaración de los Derechos del Hombre. 

Poco tiempo después, las autoridades españolas lo acusaron de liderar una conspiración revolucionaria y lo condenaron a diez años de prisión y exilio perpetuo. Enviado preso a Cádiz con su amigo y correligionario, el botánico Francisco Antonio Zea (1770-1822), al poco tiempo consiguió escapar a Francia, donde probablemente conoció a Miranda, y en 1797 regresó a América donde fue apresado nuevamente. Liberado en 1803, seis años más tarde Lideró una nueva revolución y luego de una turbulenta carrera revolucionaria, en 1815, Nariño regresó engrillado a Cádiz, donde Miranda pasaba sus últimos días. En cuanto a Zea, fue liberado en 1798 y luego de una estadía de varios años en Francia, a partir de 1803 se estableció en Madrid. Al producirse la invasión napoleónica se convirtió en entusiasta partidario de José Bonaparte, y fue nombrado prefecto de Málaga (21).-. 

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Es muy probable que Nariño y Zea hayan tenido algo que ver con la fundación de la Sociedad de Caballeros Racionales. Es una hipótesis que merece ser investigada con más detenimiento. La carta de Alvear también refuta la hipótesis de que la logia matriz se encontraba en Londres, ya que en ella afirma que “aquí he establecido una logia para servir de comunicación con Cádiz, Filadelfia y ésa [Caracas]”. 

Esta nueva logia fue fundada “por orden” de la N 3 de Cádiz en septiembre de 1811 y tomó el nombre de N 7, de lo que se deduce que para entonces se habían fundado otras tres logias, siendo a N2 4 la establecida bajo el liderazgo de Mérida en Caracas. Lo interesante es que, para ese entonces, Miranda, supuesto padre de la logia, se encontraba en esa ciudad y detestaba a Mérida22. 

Otro dato interesante es que los caraqueños Andrés Bello (1781-1865) y Luís López Méndez (1770-1840) fueron admitidos en la logia N 7 por Alvear en septiembre de 1811. Bello y López Méndez hablar gado a Londres en julio de junto a Simón Bolívar y no habían conocido a Miranda que se habían quedado a en su casa luego de que éste, Bolívar partieran hacia Caracas. 

No hubiera tenido sentido Alvear fundara la logia londinense, admitiera a Bello y L Méndez en ella y nombró este último como su líder a fines de 1811, cuando miranda o Bolívar pudieron hace año antes. (23). 

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Todo esto es contradictorio a la tesis de que la Sociedad de los Caballeros Racionales fue fundada por Miranda en Londres y que su matriz se encontraba en esta ciudad. 

La carta de Alvear revela otros detalles de enorme interés sobre la Sociedad de los Caballeros Racionales, entre ellos una lista parcial de algunos de sus miembros. No figuran en ella ni Bolívar ni Miranda (lo cual no necesariamente los excluye) pero sí el ya citado Caicedo, los curas revolucionarios mexicanos José Herrera y Miguel de Santa María, el militar colombiano José María Vergara (1792-1857), que sirvió bajo las órdenes de Nariño y Bolívar, y el cubano José Álvarez de Toledo (1779-1858), líder de la insurrección mexicana. En cuanto a San Martín, la hija de Zapiola declaró años más tarde que el Libertador, inicialmente “escéptico y hasta incrédulo” respecto a la propuesta revolucionaria de la Sociedad, luego “concluyo por aceptarla y entusiasmarse él también a su vez”24. Mas allá de este testimonio, lo cierto es que San Martín regresó a Cádiz luego de tres años de ausencia a principios de 1811, y que, según el propio Zapiola, recién fue iniciado en el quinto grado en Londres, lo que sugiere que no tuvo nada que ver con la fundación de la logia gaditana y que tampoco era su Venerable. 

Otro hermano de la Sociedad que rara vez ocupa la atención de los historiadores es Román de la Luz, quien según la carta de Alvear “ha salido del Castillo, tiene la ciudad por cárcel, y lo estoy esperando de un momento a otro”. ¿Quién era Román de la Luz? Se trataba de un acaudalado e ilustrado abogado de La Habana que a fines de 1809 dirigió una fallida conspiración para establecer una república independiente en Cuba. Según un historiador cubano, de la Luz “urdió aquel proyecto de revolución con algunos francmasones de La Habana que entonces tenían gran prestigio y contaban con la influencia de las logias”. La rebelión fracasó y a principios de 1811 de la Luz fue deportado a Cádiz, donde lo conoció Alvear y “donde murió de abandono, miseria y nostalgia”25. ¿Existía una Sociedad de Caballeros Racionales en La Habana? ¿Sería quizás la N° 2? La conexión cubana parece haber sido bastante fuerte, ya que en 1823 resurgió en Cuba una sociedad secreta con el mismo nombre que participó en la conspiración independentista de los Soles y Rayos de Bolívar Esta conexión, nos lleva nuevamente a Filadelfia, ya que os masones cubanos mantenían una estrecha relación con sus hermanos en esa ciudad. Es más, la Logia de las Virtudes Teologales N2 103 a la que pertenecía Román de la Luz, había sido fundada en 1804 bajo la protección de la Gran Logia de Pensilvana, cuya sede se encontraba en Filadelfia26. La carta de Alvear también sugiere que en esta ciudad existía una Sociedad de Caballeros Racionales ya que dice que la logia de Londres fue fundada para “servir de comunicación” con las logias de Cádiz, Filadelfia y Caracas. Aunque no sabemos si la logia de Filadelfia precedió a la de Cádiz, debió forzosamente preceder a la de Londres. 


FILADELFIA, LA SOCIEDAD DE TAMMANY



La conexión con Filadelfia, cuna de la independencia de los Estados Unidos y núcleo masónico de poderosa influencia, ha sido raramente explorada por los historiadores a pesar de que esta ciudad era un centro de apoyo a la causa de la independencia tan o más fuerte del que existía entonces en Londres. 

Como veremos esta conexión abre interesantes avenidas para la investigación, ya que en Filadelfia y otras ciudades del Este de los Estados Unidos existía desde fines del siglo XVIII una sociedad patriótica denominada Sociedad de Tammany, que en ciertos aspectos era similar a la Sociedad de los Caballeros Racionales. Tammany era el nombre de un cacique de la tribu de iroqueses de Delaware que había negociado un tratado de paz con el cuáquero William Penn (1644—1718), uno de los primeros colonos ingleses y fundador de Pensilvania. 

Tammany era una especie de Lautaro norteamericano. A partir de 1813 la Sociedad de Tammany paso a llamarse la Orden de los Hombres Rojos y aunque ninguno de sus miembros era piel roja, adoptaron una simbología y ritos nativistas. No se trataba de una logia masónica pero muchos de sus miembros eran masones, entre ellos el Coronel Aarón Burr (1756-1836), quien presidió la sociedad durante varios años. Su credo político no sólo era revolucionario y republicano -inspirado en las ideas de Thomas Paine27- sino también ecuménico, lo que los llevó a apoyar con entusiasmo la Revolución Francesa28. 

Este mismo ecumenismo también hizo que los Hombres Rojos apoyaran decididamente la independencia de las colonias españolas. Fue éste uno de los proyectos más ambiciosos del Coronel Burr, quien en 1810 viajó a París para solicitar el apoyo de Napoleón. Meses después, Burr se trasladó a Londres donde residió hasta principios de 1812. Aunque no podemos confirmar que se haya reunido con Alvear y San Martín durante el tiempo que estos residieron en la capital inglesa, si se reunió con 

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Mariano Castilla, quien años antes había sido enviado a Inglaterra por el gobierno de Buenos Aires 29. Curiosamente fue el mismo Castilla quien meses más tarde informó al Foreign Office que la partida de Alvear y San Martín a Buenos Aires había sido financiada secretamente por Napoleón30.

Más allá de estas curiosas coincidencias, en Filadelfia también vivía Manuel de Trujillo y Torres (1762-1822), otro personaje muy poco conocido por nuestros historiadores. Torres había llegado a Filadelfia procedente de Bogotá en 1794, poco después del arresto de su amigo y correligionario Antonio Nariño, y había establecido fuertes vínculos con la masonería de esa ciudad. Primer traductor de la obra de Thomas Paine al español, sus credenciales republicanas eran impecables y todos los patriotas sudamericanos que pasaban por los Estados Unidos, Miranda incluido, lo visitaban31. 

Entre los amigos íntimos de Torres se encontraba John Stuart Skinner (1788-1851), Jefe de Correos de Baltimore, que era masón y líder de la Orden de los Hombres Rojos. Coincidentemente, años más tarde Skinner se convertiría en uno de los principales aliados del chileno José Miguel Carrera en los Estados Unidos. Siempre en el terreno de las conjeturas, es posible que Torres junto con Nariño y Zea hayan sido los fundadores de la Sociedad de los Caballeros Racionales y que para ello se hayan basado en la Sociedad de Tammany, ya que ambas sociedades coincidían en cuanto a su credo político republicano y revolucionario y su mitología nativista. 

En cuanto a si a Sociedad de los Caballeros Racionales era una logia masónica, las opiniones son encontradas. Según Mitre a pesar de que utilizaba “todas las fórmulas de las logias masónicas” sólo tenía de ellas “los signos, las fórmulas, los grados y los juramentos”32. El historiador de la masonería José Ferrer Benimeli coincide con esta opinión, mientras que otros autores como Enrique de Gandía no dudan que era una logia masónica (33). 

En realidad era strictus sensu no lo era, ya que pertenecía a la masonería no era condición necesaria suficiente para ser admitido otra parte, tanto Alvear otros de sus miembros de mayor jerarquía eran masón. 

La confesión de Mier agrega unos detalles interesante este tema. 

Según Mier, La sociedad de los Caballeros Racionales “no era, ni contra la religión ni contra el Rey... Tampoco de Masones”. 

Recordamos que para entonces no sólo el vaticano había condenado a la masonería sino que Fernando VII la había criminalizado, describiéndola la como “uno de los males que afligen a la Iglesia y a los Estados”. 

Aunque Mier negó la filiación masónica de los caballeros Racionales, aclaró “como Alvear era masón” y tal vez, “imítase algunas fórmulas, “pensase en amalganse con ellos”. Para reforzar su inocencia, fray Servando afirmó que una reunión de la Sociedad de Cádiz, Alvear propuso que si algún socio quisiese entrar como MASON, para saber lo que trataban ellas [logias masónicas] contra América, se le podía permitir”, pero que él advirtió a los hermanos presentes que la Sociedad no era “de Masones”. Aparentemente Alvear se molestó ante la insistencia de Mier “en que no eran Masones” y éste respondió que “en realidad [la Sociedad] no lo era, y porque él no quería serlo, pues además de tenerlo prohibido Su Santidad”. Mier aclaró que “si Alvear tuvo esa intención, mudó después enteramente de plan”. 

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Lo interesante de esta declaración es que Mier sabía que la carta de Alvear a Mérida había sido interceptada y estaba en posesión de sus interrogadores. También sabía que su “hermano” José Álvarez de Toledo había desertado de la causa patriótica a fines de 1816 y seguramente había aportado más detalles sobre la operatoria de la Sociedad a las autoridades españolas. Mier se justificó diciendo que “tal vez Alvear, que era Masón, escribió a sus emisarios como Masón, pero la Sociedad no lo era, y él sabe que Alvear lo era, es porque él mismo se lo dijo”. Luego agregó que “esto es lo único que sabe en cuanto a francmasones, pues no sabe que ni en Cádiz ni en otra alguna parte de los Estados Unidos haya determinadamente tal o cual logia que el confesante haya visto”. También es interesante notar que Mier no hizo ninguna referencia a Londres, donde había vivido por más de un año, ni tampoco a Miranda, que había muerto en Cádiz a mediados de 1816 y por lo tanto era un candidato ideal para ser el “chivo expiatorio”.  

En cuanto a la filiación masónica de Alvear, aunque nadie ha encontrado un documento que certifique su ingreso a la masonería, además de la declaración de Mier, otras múltiples circunstancias a lo largo de su carrera la confirman. Si Alvear era masón, la pregunta obvia es a qué tipo de masonería pertenecía. Una posibilidad es que perteneciera a la masonería inglesa, pero la evidencia sugiere que pertenecía a la masonería afrancesada. No olvidemos que en España la masonería comenzó a formar un cuerpo organizado “durante la Guerra de la lndependencia mediante el proselitismo efectuado por las tropas francesas, que fue lo que se llamó masonería bonapartista”34. 

Joaquín Murat, alto funcionario del Gran Oriente, fue quien dio mayor impulso a la masonería bonapartista cuando llegó a Madrid a fines de 1807 y fue coincidentemente a fines de ese año que en Cádiz se fundó la primera logia bonapartista 35. Al año siguiente Napoleón instaló a su hermano José Bonaparte, Gran Maestre del Gran Oriente de Francia, en el trono de España, y al poco tiempo se inauguró en Madrid la primera logia masónica del Rito Escocés, al que obedecían la mayoría de las logias del ejército 36. La Sociedad de Caballeros Racionales contaba con muchos militares entre sus filas y Alvear era oficial de la Guardia Real, un cuerpo especialmente susceptible a la influencia francesa. Recordemos también que mientras vivía en Cádiz, Alvear ayudó a un oficial francés prisionero a escaparse de esa ciudad con una carta suya para Napoleón en la que le pedía ayuda en la guerra contra España37. Además, como hemos visto, los servicios de inteligencia ingleses en Londres y Buenos Aires consideraban a Alvear y sus “hermanos” como agentes de Napoleón. 

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A esta altura vale la pena establecer algunas conclusiones preliminares sobre la Sociedad de los Caballeros Racionales de Cádiz. La más importante es que la masonería inglesa no tuvo nada que ver con su creación. En segundo lugar, esta sociedad o logia estaba subordinada a otra que se encontraba en América, probablemente en Bogotá, Filadelfia o La Habana. De cualquier manera, como bien observó el historiador Enrique de Gandía, estas logias o sociedades secretas “lo mismo podían depender de una logia mayor existente en el país o en el extranjero, que ser independientes”38. En tercer lugar, aunque no se puede descartar completamente una conexión con la Gran Reunión Americana de Miranda, no sólo no hay pruebas que la confirmen sino que la evidencia disponible la contradice. En cuarto lugar, aunque la Sociedad de Caballeros Racionales no era una logia masónica, Alvear y muchos de sus miembros eran masones. En este último aspecto, la sociedad se parecía a la Carbonería de Francia e Italia, a la Sociedad de Caballeros Comuneros de España y a la Sociedad de Tammary de Estados Unidos. 


EL IDEAL REPUBLICANO


La cuestión de si Alvear o San Martín eran masones esconde un tema mucho más relevante que es el de dilucidar cuál era su ideología. Pertenencia a la masonería no necesariamente significaba un compromiso con una agenda revolucionaria. Menos aún si el personaje en cuestión había sido admitido sólo a los grados inferiores o en una logia inglesa. Recordemos que el duque de Wellington había sido iniciado en la masonería en su juventud y fue quien echó del trono español a José Bonaparte, Gran Maestre del Gran Oriente francés. La pertenencia de algún prócer a la masonería es un dato que por si sólo no permite sacar ninguna conclusión respecto a sus ideas políticas. Recordemos que a principios del siglo XIX el debate ideológico que dividía al mundo occidental era entre el republicanismo, articulado en los escritos de Thomas Paine y encarnado por las revoluciones francesa y norteamericana, y el principio de legitimidad o el derecho divino de las monarquías hereditarias a gobernar a pueblos. Este mismo debate trasladó a las colonias españolas. 

No hay duda de que la Sociedad de los Caballeros Racionales adhería a los ideales republicanos de la Revolución Francesa. 

Según Zapiola, de sus grados de iniciación, “el primera Independencia, y el segundo, la República”. El juramento de iniciación de los neófitos quería nunca reconocer por gobierno legítimo de tu Patria aquel que sea elegido por sobre y espontánea voluntad pueblos; y siendo el sistema publicano el más adapta gobierno de América, te por cuantos medios esté alcance a que los pueblos 

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decidan por él”39. 
Como veremos no todos los miembros de la sociedad cumplieron este juramento. Pero a acción política de a logia de Buenos Aires bajo el liderazgo de Alvear, quien no compartió con nadie el rol de Venerable, fue claramente republicana. 

Su principal logro fue la Asamblea del Año XIII, que eliminó el mayorazgo y los títulos de nobleza, estableció la libertad de vientres, prohibió la tortura, suprimió la Inquisición y tomó otras medidas que el Abate Barruel no habría dudado en describir como jacobinas. Como observó José Ingenieros, “durante el período de la Asamblea General Constituyente fue Alvear el gestor más conspicuo del proceso revolucionario.., siguiendo la obra de [Mariano] Moreno” y encarnó “la rebelión contra la sociedad y las costumbres de la aldea colonial”40. 

A fines de 1813, cuando el fin del imperio napoleónico parecía inevitable, se produjo un cisma dentro de la logia de Buenos Aires, pero contrariamente a lo afirmado por O’Donnell, este no fue motivado por la negativa de Alvear a apoyar la independencia, sino por el temor a que instaurara una dictadura militar y continuara la guerra contra España hasta sus últimas consecuencias 41. Con la caída de Alvear en abril de 1815, la Sociedad de /os Caballeros Racionales original despareció. 

En su reemplazo y bajo el liderazgo de San Martín surgió una nueva logia que ha pasado a la historia como la Logia Lautaro y que dominó la política en ambos lados de los Andes hasta principios de 1820. Algunos historiadores han sostenido que la denominación “intencionalmente masónica y simbólica” de Lautaro fue elegida por San Martín y que “el sentido recóndito de la palabra sacramental contenía el contrato solemne y juramentado de la expedición a Chile”42. Más allá del lenguaje rimbombante, el problema con esta interpretación es que el nombre y el simbolismo del legendario guerrero araucano ya existían en la logia gaditana, dado que según declaró Mier, durante el rito de iniciación se instruía al neófito que “si necesitare socorro en lance de guerra, levantará los tres dedos de la mano diciendo: A mí los de Lautaro”. 

Zapiola también afirmó que la logia de Cádiz se llamaba Sociedad de Lautaro. 

Respecto a si la Logia Lautaro era masónica, se aplican las mismas conclusiones que a la Sociedad de los Caballeros Racionales de Cádiz: ser masón no era condición necesaria ni suficiente para ser miembro. Sin embargo, a diferencia de Alvear, San Martín no parece haber tenido mucho apego por la masonería revolucionaria. No está claro si fue masón, y si lo fue, no sabemos donde se inició, ni que grado alcanzó43, pero su advertencia al gobierno de Buenos Aires a fines de 1815 respecto de que José Miguel Carrera y sus partidarios proyectaban “la creación de una logia masónica chilena bajo el preciso pacto de que no debe gobernar ni militar en Chile ninguno que no sea hijo de aquel territorio”, y su feroz persecución del líder chileno y sus hermanos, que eran masones, no es consistente con la asistencia fraternal a la que estaba obligado cualquier masón 44. 

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SAN MARTÍN, LA MONARQUÍA CONSTITUCIONAL


Lo que está bien documentado es que San Martín fue anglófilo y monárquico. 

El principal objetivo de la Logia Lautaro, a la que también pertenecieron Bernardo de O’Higgins y Juan Martín de Pueyrredón, no era implantar una gran república en la América española sino varias monarquías de tipo constitucional con príncipes de las principales dinastías europeas. La preferencia de San Martín por un príncipe inglés también esta documentada en los archivos de la diplomacia inglesa. También lo están su amistad con el general Sir James Duff, Conde de Fife, y sus estrechas relaciones con los representantes del gobierno inglés en Sudamérica, como el capitán Peter Heywood, el cónsul Robert Staples y especialmente el Comodoro William Bowles. Además, San Martín tuvo como asesor y confidente a James Paroissien, quien había llegado a Buenos Aires en 1809 como espía de Inglaterra para organizar secretamente una tercera invasión45. Curiosamente, el único súbdito británico con quien no simpatizó el Libertador fue Lord Cochrane, que era detestado por el gobierno inglés por sus ideas liberales y su simpatía por Napoleón. 

Luego de su victoria en Chacabuco San Martín regresó especialmente a Buenos Aires para conferenciar con el Comodoro Bowles y el cónsul Staples. Al primero, que se encontraba entonces en Río de Janeiro, le mandó un mensaje urgente: “Muy necesaria sería su presencia de Ud. en ésta; una entrevista entre Ud. y yo podría contribuir mucho al bien de estos países y yo espero que si está en su arbitrio lo hará”. Pero Bowles no pudo regresar a tiempo, lo que motivó una nueva misiva del Libertador: 

“He tenido el gran sentimiento de que mi penoso y dilatado viaje haya sido inútil porque mi principal objeto no era otro que el de abrazarlo y repetir nuestras antiguas conferencias en beneficio de estos países... Mr. Staples informará Ud. de todo”46. Por su parte Staples el 25 de mayo de 1817, informaba al Foreign 0ffice que San Martín lo había ido a ver para hablar de sus operaciones militares en Chile y “sus perspectivas en Perú” y para pedirle dos cosas: primero, “que el gobierno inglés le informara, de una manera privada, el curso de acción a seguir que mereciera su aprobación”, y segundo, que se le indicara una persona con la que pudiera consultar privadamente de manera tal de “dar el giro necesario a los asuntos de Chile para conseguir el objetivo propuesto”. Durante la reunión San Martín también manifestó que el carácter del pueblo chileno “era más adecuado a una forma de gobierno monárquica que a una republicana”. Informado por Staples de estas conversaciones, Bowles agregó que San Martín creía que “la forma monárquica de gobierno era la más adecuada para estos países” y que mantendría a Chile independiente de Buenos Aires, donde “si existe un plan determinado entre las personas actualmente en el poder aquí [Pueyrredón], es el de invitar a este país una rama más joven de una de las casas reales europeas”. 

A principios de 1818, San Martín finalmente se reunió con Bowles y le presentó su plan de establecer monarquías en los antiguos virreinatos de la América española con príncipes europeos como soberanos. En cuanto, a Chile, el Libertador expresó claramente su preferencia por un príncipe inglés con la única condición de que estableciera una monarquía de tipo constitucional 

Luego de Maipú, San hizo que O’Higgins le envía carta al Príncipe Regente de Inglaterra pidiendo su merced en la guerra con España, unos meses más tarde, Pueyrredón comenzó las negocia con el coronel Le Moyne, enviado especial del duque de lieu, para coronar un príncipe francés en Buenos Aires a San Martín fue informado y a estas negociaciones. 

Las convicciones monárquicas de San Martín eran de vieja data; al poco tiempo en Buenos Aires ya había existido sus ideas “a favor de la monarquía como la forma más veinte al nuevo gobierno patrio” 48. 

Sus propuestas al Staples, al comodoro Bowl lord Castlereagh durante 1818, las negociaciones de Pueyrredón con el coronel Le MOYNE a fines de 1818, las misión diplomáticas de Valentín Gómez en París y de José de lrisarri 1819, las proposiciones a La Serna en Perú en 18 misión de Juan García de James Paroissien en Londres 1821 no fueron esfuerzo dos, sino que estaban por la misma política: conseguir que uno o más príncipes Europeos, uno de ellos preferentemente inglés, fueran coronados en los antiguos virreinato América española49. 

Los artífices de esta política fueron San Martín y Pueyrredón. 

Por otra parte hay que entender el entorno internacional, recordemos que a partir junio de 1815, fecha en que Napoleón abdicó el trono Francia por segunda vez volvió a regirse por el monarquía que había existido la Revolución Francesa, establecimiento de nueva casa en la América así mirando con poca simpatías cortes de Viena, París 

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San Pettersburgo, que temían que el virus republicano cruzara el Atlántico e infectara sus súbditos. Inglaterra, menos preocupada por estas consideraciones, buscaba mantener a toda costa su supremacía militar y comercial. Bajo la mano firme de lord Castlereagh, secretario de relaciones exteriores, la política inglesa se centró en dos objetivos básicos: mantener un balance de poder en Europa (con Francia subyugada) y conseguir la apertura del comercio con las colonias españolas a las manufacturas inglesas. 

Ni el establecimiento de una nueva república sudamericana que pudiera desestabilizar a la Francia Borbónica (y provocar el retorno de una facción bonapartista hostil a Inglaterra), ni la continuación de la guerra entre realistas y rebeldes en las colonias españolas, que dificultaba el incipiente comercio inglés, eran funcionales a estos objetivos. Fue por estas razones que lord Castlereagh inicialmente intento obtener ventajas comerciales de España como recompensa por sus esfuerzos de mediación con los rebeldes. Pero a principios de 1818, consciente de que si Fernando VII se mantenía en su obstinación, la independencia de las colonias era inevitable, especialmente en Sudamérica, Castlereagh apoyó secretamente las negociaciones promovidas por el duque de Richelieu, primer ministro de Francia, para instalar un príncipe de la casa de Borbón en Buenos Aires, un proyecto que él mismo había pergeñado en 1807 como una manera de reducir la influencia napoleónica. Suponemos que como contrapartida, Castlereagh planeaba instalar un monarca de su elección en el Perú, un bocado geopolítico mucho más apetecible. Quizás por esta razón, fue que a principios de 1819, el cónsul estadounidense en Buenos Aires informó a su gobierno que, hasta entonces, San Martín había sido el “gran favorito” de Inglaterra en Sudamérica. 

  

MONÁRQUICOS VERSUS REPUBLICANOS



A los proyectos monárquicos de la Logia Lautaro se opuso la Sociedad de Caballeros Orientales que fundó Alvear en Montevideo en 1818, “a imitación de otra que con el titulo de Caballeros Racionales se había establecido en Buenos Aires en el año de 1812 con el fin de fomentar el espíritu publico y organizar los medios de conseguir la independencia de América”52. Esta nueva logia también fue organizada como una logia masónica pero con tres grados en vez de cinco. Tal como su predecesora, los miembros ‘del grado inferior ignoraban la existencia de una clase superior”, compuesta por Alvear, Santiago y Ventura Vázquez, Juan Zufriategui, Juan Larrea y Tomas de Iriarte, que en su mayoría eran masones. Por otra parte, a diferencia de la Logia Lautaro, la ideología de los Caballeros Orienta/es era republicana. Los principales aliados de Alvear en Montevideo fueron el chileno José Miguel Carrera, masen y hombre de firmes convicciones republicanas, y el general francés Michel Brayer, también masón y republicano, quien había sido expulsado del ejercito patriota por San Martin54. A fines de 1818 se descubrió en Buenos Aires la mal llamada “conspiración de los franceses” que no fue otra cosa que una invención del partido directorial para desacreditar los esfuerzos de Alvear, Brayer y Carrera para derrocarlo55. 

NOTA: firma de San Martín con los tres puntitos masónicos. 

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Estos esfuerzos finalmente fueron coronados con éxito a principios de 1820, cuando Carrera, aliado con los caudillos Estanislao López y Francisco Ramírez, derrotó a las fuerzas del partido directorial en la batalla de Cepeda y puso fin a sus planes monárquicos. Pero la lucha entre ambas facciones continuó por varios meses. A mediados de 1820, Miguel Zañartú, agente chileno en Buenos Aires, advertía a O’Higgins que casi todos los masones estaban a favor de Alvear y Carrera. “Yo creo que todos los masones están convenidos a vengar la muerte de Luís Carrera 56, que era hermano... Mucho cuidado con estas ramificaciones. Ud. sabe cuán extendida está en el ejército a masonería.... Anoche ha estado conmigo e! doctor Sanz, del Congreso. Tiene un cuñado masón que nada le oculta y este e aseguró que el gran secreto de su logia era la colocación de Alvear solamente, sin extenderse a Carrera, pero que viendo los intereses tan unidos, lo que trabajaban por uno servía al otro”57. 

En Lima, San Martín intentó nuevamente llevar adelante sus planes monárquicos. El propio Bartolomé Mitre tuvo que reconocer que al impulsar el “malhadado plan de monarquizar el Perú”, San Martín “desertaba de su misión, renegaba de su obra, y se aislaba del movimiento revolucionario en América... No recordaba que los planes monarquistas que el había propiciado, aunque pasivamente, en el Río de la Plata, habían dado por resultado enardecer la anarquía que quería evitar, y que por salvar de su contagio, tuvo que desobedecer cuando fue llamado a sostener el monarca decretado en conciliábulo secreto por el mismo congreso, que, infiel a su origen, contrariaba las tendencias del pueblo inconsulto”58. Mitre, que no tuvo acceso a los archivos ingleses, quizás ignoraba que los planes monárquicos del Libertador eran de larga data. 


MASONES BRASILEÑOS E INTERESES BRITÁNICOS


Mientras tanto, en el Río de la Plata, Alvear ratificaba su vinculación con la masonería revolucionaria de ideología republicana. Luego de su derrota en San Nicolás a mediados de 1820, el ex director supremo regresó a Montevideo, que seguía ocupada por los portugueses. La revolución liberal que estalló en Portugal a fines de ese año, liderada por un grupo de masones, causó serías divisiones entre el ejército de ocupación liderado por el General Federico Lecor. Un grupo de oficiales liberales conocidos como la Logia de los Diecinueve obligó a Lecor a jurar la Constitución establecida en Lisboa. 

Esta logia, también para-masónica y de ideología republicana, estaba vinculada con la Sociedad de Caballeros Orientales y con importantes masones del Brasil como Joaquín Gonçalves (1781-1847), uno de los fundadores del Gran Oriente de Brasil. 

A mediados de 1821, descubrió las intrigas de lo Caballeros Orientales y reprendió severamente a Alvear59. 

Afortunadamente para éste, a principio de 1822 pudo regresar a Buenos Aires, donde al poco tiempo se encontró con Gonçales Ledo, que había sido expulsado de Brasil por liderar una conspiración republicana para derrocar al flamante emperador Pedro 1º.- 

Fue Alvear quien presentó “hermano” brasileño en las masónicas porteñas60. 

Las relaciones entre ambos databan tiempo atrás. Durante los tres años que Alvear residió en Río de Janeiro, estableció contactos estrechos con los masonería de esa ciudad, que juntar con sus “hermanos” de Pernambuco habían planeado una fallida revolución republica marzo de 1817. 

El cónsul brasileño en Buenos Aires observaba con preocupación Gonçalves Ledo y otros republicanos brasileños exiliado estaban en ‘em companhia muy frecuente con Alvear?’. 

En su opinión existía una coordinación de las sociedades secretas republicanas de ambos países “para levantar al Brasil contra su sistema actual”62. 

Con el pasar de los años ambas logias fueron perdiendo influencia política en Buenos Aires, especialmente debido a la ausencia de sus dos líderes más notorios. 

En 1824 San Martín i exilio voluntario en Europa tras que Alvear se alejó por casi tres años cumpliendo misiones diplomáticas en Inglaterra, Estados Unidos y Bolivia. 

NOTA: El comodoro William Bowles. El Libertador se entrevisto con el marino ¡ para buscar beneficios “para estos países” 

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En conclusión, la tardía influencia de la masonería inglesa sobre los próceres de la independencia de Sudamérica ha sido completamente exagerada. 

Esto no quiere decir que Inglaterra no haya ejercido influencia; la ejerció y fue poderosísima. 

Pero los intereses de la corona británica en Sudamérica fueron dirigidos directamente por lord Castlereagh, quien rigió los destinos de la política exterior inglesa desde 1812 hasta 1822, y no por la Gran Logia de Londres, que era presidida por el duque de Sussex, la “oveja negra” de la familia real63. Quienes como San Martín y Bolívar juzgaron que Inglaterra debía ser la aliada natural de la causa rebelde no lo hicieron por obediencia masónica sino por convicción propia. En cuanto a su apoyo decidido al sistema monárquico, éste quizás también fue producto de cierto pragmatismo. Más de uno pensaba entonces que la independencia de la América española era “una quimera” bajo cualquier otra forma de gobierno 64. Recordemos que días antes de la declaración de la independencia el propio Manuel Belgrano declaró en una sesión secreta del Congreso de Tucumán, que había acaecido una mutación completa de ideas en la Europa en lo respectivo a la forma de Gobierno. Que como el espíritu general de las naciones en años anteriores era republicano todo, en el día se trataba de monarquizarlo todo”65. 

Sea cual haya sido su verdadera motivación, como observó un distinguido historiador chileno, tanto los “monarquistas” Bolívar y San Martín “quedaron burlados en sus planes, y los dos llevaron a la tumba, como justo castigo de su error, el pesar de un triste desengaño”66. 

Si hubo influencia de la masonería en la independencia americana, ésta provino de la masonería francesa, primero revolucionaria y luego bonapartista, que se extendió no sólo en España sino también por todo el continente americano. Su ideología estaba inspirada por la Revolución Francesa y su influencia disminuyó, pero no cesó, luego de Waterloo. Cabe recordar que José Bonaparte vivió en Estados Unidos cerca de quince años, y contrariamente a lo afirmado por algunos de sus biógrafos, no se dedicó solamente a diseñar los jardines de su palacete en Trenton, Nueva Jersey, como lo prueban sus frecuentes contactos con José Miguel Carrera durante 1816. Su influencia y la de su hermano más famoso sobre los eventos políticos que sacudieron a Europa y América a partir de 1815 es poco conocida, aún entre los historiadores. 

El debate, a veces tan agitado, respecto de si tal o cual prócer fue masón, ha contribuido a soslayar una discusión mucho más interesante sobre las verdaderas causas del cisma que se produjo entre las dos facciones que propugnaban la independencia de las colonias españolas. Además de un choque de personalidades, este cisma fue causado principalmente por dos factores externos: en primer lugar, la lucha ideológica que se desató en Europa entre el “legitimismo” y los principios de la Revolución Francesa, y en segundo lugar, y no menos importante, las intrigas del gabinete inglés para mantener su supremacía marítima y comercial en ambos lados del Atlántico. El establecimiento de varias monarquías constitucionales en la América española era la solución preferida de lord Castlereagh si Fernando VII no aceptaba la mediación inglesa y no conseguía someter a sus súbditos americanos. El ascenso del partido liberal francés al poder en 1819 y la revolución liberal en España al año siguiente complicaron sus planes. Quizás la historia hubiera sido distinta si Castlereagh no se hubiera suicidado a mediados de 1822. Su muerte produjo el advenimiento de una política ex- tenor inglesa más liberal bajo George Canning. Al final, la solución republicana triunfó en todo el continente con excepción de Brasil, donde los liberales que apoyaron la independencia bajo una monarquía constitucional, al poco tiempo se llevaron la desagradable sorpresa de que Pedro 1 era tan despótico como sus parientes europeos. 

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NOTAS 
1. Ferrer Benimeli, José Antonio: ‘La Masonería y La Independencia de América Española. Reflexiones Metodológicas”, Anuario de Estudios Americanos, Tomo XXXV, Serie 1,Sevilla, 1978, pp.159-166. 
2. Un listado de la bibliografía excedería el espacio del que disponemos. Vale la pena citar las siguientes obras y otras que serán citadas a lo largo del articulo Mitre, Bartolomé: Historia de Be/grano y de la Independencia Argentina, Buenos Aires, 1887, Vol.ll, pp.271-272 canten, Juan: “Las Sociedades Secretas y Literarias”, en Academia Nacional de Historia, Historia de/a República Argentina, Buenos Aires. 1941, Vol.V, p215; Lazcano, Martín V.: Las Sociedades Secretas Políticas y Masónicas en BuenosAires, Buenos Aires, 1927, Volumen, pp.40 45; pp.190-207 y Ferrer Benimeli, José A.: “Cádiz y las Llamadas Logias Lautaro o Caballeros Racionales” en De la Ilustración al Romanticismo, Cádiz, America y Europa ante la Modernidad 1750-1850, Universidad de Cádiz, 1988, 
pp. 153-154. 
3. O’Donnell, Pacho: El Grito Sagrado. La Historia Argentina que no nos contaron, Buenos Aires, Cuarta Parte, 2005, pp.46- 49 
4. Rottjer, Anibal A.: La Masonería en la Argentina y en el mundo, Buenos Aires, 
1973, p. 397. 
5. Para un resumen de las distintas teorías sobre el origen de la masonería ver Ridley, Jasper: The Freemasons, Londres, 2000 Existe traducción al español. 
6. Su fundador fue el intelectual bávaro Adam Weishaupt (1748-1811), quien decepcionado con la masonería decidió fundar la secta de los “lluministas”. 
7. La orden de los Caballeros Templa nos era una orden monástica creada en la época de las Cruzadas para proteger el reino cristiano de Jerusalén contra los musulmanes, En el año 1305 el rey Felipe IV de Francia decidió suprimirla y dispuso el arresto de todos sus miembros y la expropiación de todos sus bienes. En 1310, Jacques de Molay, el líder de los templarios, fue condenado por hereje y quemado en la hoguera. De acuerdo a la leyenda, algunos templarios sobrevivientes de la purga se exiliaron en Escocia y crearon el Rito Escocés. 
8. Barruel, Augustin de: Memoriós para servir a la Historia del Jacobinismo, Palma de Mallorca, 1813, Volumen II, pp.171 184. Para una refutación de Barruel ver Mounier, Jean-Joseph: De l'influence attribuée aux philosophes, aux francs-maçons et aux 41LJ- mines sur la Révolution de France, Paris, 1801. 
9. Chevallier, Pierre: Histoire de la Franc-Maçonnerie Française, Paris, 1974- 75, Vol. II, pp.46-47. 
10. O’Meara, Barry: Napoleon in Exile or A Voice from St. Helena, Londres, 1822, Volumen 1, p185. 
11. Ferrer Benimeli. José A.: Masonería Española Contemporánea, Vol., 1800- 1868, Madrid, 1980, p.38. Sobre la supuesta pertenencia de Napoleón a la masonería y al Rito Escocés, ver Collaveri, François: Napoleón Franc maçon?, Tallandier, Paris, 2003. 
12 Tanto el presidente James Madi son como su secretario de Estado, James Monroe eran masones. 
13 Tirado Rojas, Mariano: La Masonería en España, Madrid, 1893, Volumen II, p.’48. Sobre la participación de los masones en la revolución pernambucana de 1801 conocida como la ‘Conspiración de los Suassuna” ver Carneiro do Rego Melo, Mario: La Maçonaria e a Revoluçion Republicana de 1817 Recite, 1912, pp.11-13 y de Mello Cahú, Silvio: A Revoluçao Nativista de Pernambuco de 1817, Rio de Janeiro, 1951, pp.15-l6. 
14. Seal-Coon, FrederickW ..“Spanish American Revolutionary Masonry”, Ars Ouaruor Chronatorum, Transacfions of the Quatuor Coronati Lodge, Londres, 1981, Volumen 94, pp.95-99.
15. Algunos historiadores, especialmente Ferrer Benimeli, consideran que es incorrecto usar los términos “logias” y “hermanos” al referirse a los Caballeros Racionales ya que, apoyándose en Mitre, consideran que su filiación masónica no esta comprobada. Pero Alvear, que era masón, utilizo estos termines en su carta por lo cual consideramos que es correcto usarlos. 
16. Es probable que la confesión fray Servando Teresa de Mier haya sido extraída bajo tortura o amenaza de ella, lo cual pone en duda la veracidad de algunas de sus explicaciones. 
17. La carta de Alvear a Méridas cuenta en al Archivo General de In Sevilla, Estado 69 N.33(1)yfueput da en Guillen y Tato, Julio: “Correo I gente de Londres capturado por un sano portorriqueño. 1811”, Boletín Academia Chilena de la Historia, Año VII, No.63. Santiago, 1960. La conte de Mier fue publicada en Hernández valos, J.: Colección de Documentos la Historia de la Guerra de la /ndepen cia de Mexico, Mexico, 1882, bm pp.617-621. La respuesta de Zapiol encuentra en Comision Nacional dell tenario, Documentos de/Archivo de Martin Buenos Aires, 1910, Tomo pp.489-491. 
18. Testimonio de Enrique Martíne; Molina RaúlA “LaMasoneniaenelRí la Plata. Un testimonio olvidado’, 1-1/st Buenos Aires, 1960, N20, p.311ysig tes. 
19. Los testimonios que validani hipotesis son de los peruanos JoséF daneira y José de la Riva Agüero. No claro que grado ocupaban dentrot erarquia de la Sociedad y por endec to sabian realmente sobre su origen. más ni de la Riva Agüero ni Moldeso contraban en Cádiz en 1809 y 1810. quali, Patricia: San Martin. La fuerza misma y la soledad de la Gloria, Pía Buenos Aires, 1999, pp.72 73; Galve rrenechea José: HomenajeaSanl Lima, 1950, p.ByVicuñaMackenna, jamin: La Revolución de la /ndepens de/ Peru, en Obras Comp/etas, San 1938, Vol.XlIl pp 595 596,yFrias,B do: Historia delgenera/D. Mar/nOn y de la Provincia de Sa//a de lSlOa Salta, 1902, pp.256-257. 
20. Gutierrez Escudero, Antoní precursor de la emancipacion amen Antonio Nanino y Alvarez”, Arauca vista /beroamencana de Filosofia, y Humanidades, Sevilla, 2005, / No.13. 
21. Zea luego apoyo al regimen Bonaparte en España hasta su caí nesde 1813. 
22. Madariaga, Salvanor de: 
Mexico, 1951, Vol.l, p415. Vario despues Menda se convertinia en go acerrimo de Bolivan. 
23. Habla suficientes patniotn americanos en Londres como pa blecer una logia. 
24. Zapiola, Federico: Zapiola de Chacabuco y Maipu, Bueno 1956. p40. 
25. Vidal Morales y Morales,) res y Primeros Martires de la He Cubana, Habana, 1931, pp.18-lt 
26. de la Coya, Antonio Rafael: “Filibusters and Freemasons: The Sworn Obliga fion”, Jouma/oftheEar/yRepub/ic, Spring 1997, Vol. 17, No.1, pp.102-103. 
27. El ingles Thomas Paine (1737 1809) autor de Sentido Comun y los Derechos de/Hombre, es considerado como el padre intelectual de la revolución de independencia de Estados Unidos. 
28. Myers, Gustavus: The Historyof TammanyHall, Nueva York, 1901,pp.1 10. 
29. La primera reunion entre Castilla y Burr tuvo lugar el 12 de diciembre de 1811, y fue seguida por otras en meses siguientes. Ver Burr, Aaron: PrivateJour nalofAaronBurr Nueva York, 1903, Vol.ll, pp.261, 273, 288. Sobre las opiniones de Burr respecto a la independencia de las colonias españolas ver Burr a Mariano Castilla, Londres, 3 de marzo de 1812, en Kline, Mary-Jo (Ed.): Po/it/ca/Correspondence andPublic Papers of Aaron Burr, Princeton, 1983, Vol.ll, pp.1 143 1144. 
30. de Candía, Enrique: San Martin, Su pensamiento po/ifico, Buenos Aires, 1964, p12. 
31. Bowman, Charles: “Manuel Torres: 
A Spanish American Patriot in Philadelphia 1796-1822”, Pennsylvania Magazine of HistoryandB/ography, XCIV, January 1970, pp .26-53. 
32. Mitre, ob.cit., Vol.lI, p271. 
33. de Gandia, Enrique: “La Vida Secreta de San Martin”, Todo es H/storiá, N 16, de agosto 1968. 
34. Blazquez Miguel, Juan: Introduccien a la historia de la Masonería Espa hola, Madrid, 1989, p.72. Ferrer Benimeli, J.A.: 
“La Masonería y La Independencia de América Española. Reflexiones Metodológicas”, Anuario de Estudios Americanos, Tomo XXXV, Serie 1, Sevilla, 1978, pp.l69 170. 
35. Ferrer Benimeli, José: Masonería Espaflo/a C’ontemporanea, Vol.l, 1800- 1868, Madrid, 1980, p. 42. 
36. Tirado Rojas, ob.cit., Volumen 1, pp.273, 289-293. 
37. Vigo-Rousillon, François: “La Guerro d’Espagne, Fragments des Mémoires du Colonel Vigo-Rousillon”, Revue des Deux Mondes, Paris, julio-agosto de 1891, Vol. 116, pp.919-920. 
38. de Can dia, Enrique: La independencia de America y las sociedades secretas, Santa Fe, 1994, p51. 
39. Mitre, ob.cit., p271. 
40. Ingenieros, José: La Evolucion de /asldeasArgentinas, Buenos Aires, 1918- 1920, pp.227-229. 
41. Ocampo, Emilio: “Alvear: ¿Traidor?” en Todo es Historia, N 443 de junio de 2004. 
42. Lopez, Vicente Fidel: Historiá de/a Republica Argentina. Su or/gen, su revolu cionysu desarrollo po/it/co, Buenos Aires, 1913, Vol.Vl, p.3O5. 
43. No existe documento alguno que confirme que San Martin haya sido inicia do el 6 de mayo de 1808 en la logia Integridad N 7 de Cadiz y tampoco existe prueba de que tal logia haya existido. 
44. San Martin a Ignacio Alvarez Thomas, Mendoza, 20 de noviembre de 1815, en Moreno Martin, Armando: Archivo del General José Miiuel Carrera, Santiago, 1999 2005, Vol. XV, p. 288. 
45. Fitte, E. J.: “El comodoro Heywood y el consul Staples: dos extranos amigos de San Martin”, Ana/es de la Academia Sanmartihiana,BuenosAires, 1979,N 13, pp.49-61. Sobre la carrera de Paroissien como espia ingles ver Humphreys, R.A.. Liberation /n South America 1806 1827 The Career of James Paroissien, London, 1952, pp.l9-21, y Roberts, Carlos: Las invasiones inglesas de/Rio de la Plata, Buenos Aires, Peuser, 1938, pp.340-352. 
46. San Martin a Bowles, Buenos Aires. 22 de febrero de 1817 y 17 de abril 
1817, en British NationalArchives,ADM 
1/23. 
47. Robert Staples a William Hamilton, Buenos Aires, Despacho Secreto, 25 de mayo de 1817, en British National Archi ves, FO 72/202, f.48 y siguientes. Hamilton era uno de los secretarios privados de Lord Castlereagh. La propuesta monarquica de San Martin se encuentra William Bowles a John Wiison Croker, Valparaiso, 14 de febrero de 1818, en British National Archives, ADM 1/23. Algunos de estos despachos fueron traducidos por Piccirilli, Ricardo: San Martin. Su pensamiento p01,- tico, Buenos Aires. 
48. Alberdi, Juan Bautista: Escritos Postumos. Del gobierno en Sudamerica, Buenos Aires, 1897, Tomo IV, pp.319, 330. 
49. Cane, Miguel: LaD/olomaciá de la re vo/ucion. El director Pueyrredon y el emisarioLeMoyne, Buenos Aires, 1960, y Perez, Joaquin: Artigas ySan Martin y/os proyectos monarquicos en e/Rio de la Plata y Chi/e (1818 1820), Montevideo, 1960. 
50. Webster, C.K.: TheFore/qnPollcy of Castlereagh 1815 1822, Londres, 1934, p.423. 
51. Consul Worthington a John Quincy Adams, Buenos Aires, 7 de marzo de 1819, en Manning, William R.: D/olomatic Correspondence of the United States concerníng lndependence of the Latin/lmencanNations, New York 1925, Vol. 1, pp.434 435. 
52. El testimonio es de Antonio Diaz citado por Campos Thevenin de Garabelli, Marta: La Revolución Oriental de 1822- 1823, Montevideo, 1972, Volumen II, p10. 
53. de Iriarte, Tomas: Memorias, Buenos Aires, 1946, Tomo, pp.222-223. Thevenin de Garabelli, ob.c/t., VoI.íí, pp.20- 22; Castellanos, A.: La Cisplatina, la /nde pendencia y la Republica Caud/llesca 1820 1828, Montevideo, 1975, p.23. 
54. Sobre la pertenencia de Brayer a la 
masoneria ver Quoy-Bodin, Jean Luc: “La Franc Maçonnerie dans les Armes”, Revue del’InstitutNapoleon, 137, Paris, 1981, p. 
70. 
55. Viacava, Hector D.: “La Conspiración de los Franceses” en Todo es Histona N 150, noviembre de 1979. 
56. Luis Carrera, hermano menor de José Miguel, había sido fusilado en Men doza en abril de 1818. Los carreristas culpaban a San Martin por este crimen. 
57. Zanartu a O’Higgins, Montevideo, 
23 de julio de 1820, en Moreno Martin, ob.cit., Vol.XXIV, pp. 122-123. 
58. Mitre, Bartolomé: San Martin y la Emanc4oacion Sudamericana, Buenos Aires, 1977, Vol. II, p425. 
59. Sobre las relaciones entre los Caballeros Orientales y la Logia de los Dieci nueve ver Campos Thovenin de Garabelli, ob.c/t., Vol. 1, p.194-196. La reprimenda de Lecor fue reportada por WC. Miller, consul estadounidense en Montevideo, a John Quincy Adams, 21 de julio de 1821, en Manning, ob.ci( Tomo 1, p2180. 
60. Aslan, Nicola: Bid grafid deJoaquim Gonçalves Ledo, Rio de Janeiro, 1976, Vol.ll, p57. 
61. Alvear describio sus contactos con los hermanos brasileños en una car ta a Matias de Yrigoyen, del 25 de abril de 1817, que fue interceptada por agentes ingleses. Copia de esta carta se en cuentra en la correspondencia del consul ingles Henry Chamberlain a lord Castlereagh, despacho N 38, 3 de mayo de 1817, en Br/tishNatíonalArchives, FO 63/ 
203. 
62. Correa da Camara a José Ron fado, Buenos Aires, 9 de diciembre de 1822, en Arquivo D/o/omatico da Independencid, Rio de Janeiro, 1922, VoI.V, p291. 
63. Tan oveja negra era el duque de Sussex que durante una sesion en la Camara deles Lores a principios de 1816 en la que se discutio la situacion de Napoleón en Santa Elena, fue el unido miembro junto a los Holland, que expreso su desaprobaclon. 
64. Bernardo de Monteagudo a Bernardino Rivadavia, Burdeos, 5 de febrero de 1817, en DocumentosAnt/quos, Buenos Aires, 1917, pali. 
65. Sesión secreta deI 6 de tulio de 
1816, en Junta de Historia y Numismat ida 
Americana, Actas Secretas del Congreso 
general Constituyente de las Provincias 
Unidas de/Rio de la Plata, Buenos Aires, 
1926, pp.1-2. 
66. Amunategul, Miguel Luis: LaDicta dura deo’/-I/ggins, Madrid, 1917, p12. 
El autor agradece al profesor José Ferrer Benimeli de la Universidad de Zaragoza, sus criticas y valiosos comentarios.

http://masoneriaindepenenciaamericana.blogspot.com/2012/01/inglaterra-la-masoneria-y-la.html

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